domingo, 20 de mayo de 2018
DESIGUALDAD EDUCATIVA
Joaquín Córdova Rivas
El daño ya está hecho y revertirlo llevará muchos años. Nuestra casta política —donde se entretejen intereses empresariales y religiosos— escogió el camino fácil: denostar a los maestros frente a grupo, culparlos de los malos resultados obtenidos en pruebas estandarizadas donde se nos compara con países tan disímiles culturalmente como Finlandia, Dinamarca, Singapur, Japón o cualquiera de los considerados “desarrollados” y miembros de la OCDE, ignorando completamente nuestro contexto histórico y la larga tradición pedagógica mexicana que despegara desde antes de la Revolución Mexicana y se afianzara con ella. Los resultados son obvios, no porque unos sean mejores que otros, sino porque el diseño de las evaluaciones atiende a necesidades y contenidos diferentes, a formas de pensar y de ver el mundo todavía, afortunadamente, disímiles. No es lo mismo, por irnos a lo básico, alfabetizar una población más o menos homogénea, que un país con más de 60 idiomas indígenas, tan ricos y con tantos matices que sus fonemas rebasan los de nuestro limitado abecedario, acompañados cada uno de una cosmovisión propia que todavía no alcanzamos a comprender.
Además, a nuestros gobernantes se les olvida convenientemente, que vivimos en uno de los países más desiguales del planeta, donde la concentración de la riqueza, que todos generamos, en pocas familias es escandalosa, y no porque trabajen mucho, sino por sus tratos privilegiados con el sector público. Si algo mostró PISA 2015 —porque la prueba se aplica cada 3 años y en este 2018 toca—, es que los mejores resultados los obtuvieron los países con mayor equidad económica: «los alumnos desfavorecidos obtienen 88 puntos menos en la prueba de ciencias que los más favorecidos. Además, en más de 40 países y economías, y teniendo en cuenta el rendimiento de los estudiantes en la prueba de ciencias, es mucho más improbable que los alumnos desfavorecidos se proyecten a sí mismos en una carrera científica [...] En PISA 2015, Canadá, Dinamarca, Estonia, Hong Kong (China) y Macao (China) destacaron por sus altos niveles de equidad y rendimiento educativos.» http://www.oecd.org/pisa/pisa-2015-results-in-focus-ESP.pdf
Por eso sonó más a burla que a reconocimiento este 15 de mayo. Como es costumbre, nuestros funcionarios armaron comidas, rifas, reconocimientos por antigüedad a los profesores a los que se han pasado denostando durante décadas, aunque su campaña descalificadora tomó mayor velocidad y brutalidad con el mal llamado Pacto por México y su engendro bautizado como “reforma educativa”. Pero siguen montados en su ignorancia y creen que el engaño traspasa sus falsas felicitaciones y las miradas de lástima a esos “obreros de la educación”, porque ellos se sienten los gerentes de esas inmensas fábricas de falsas conciencias en que pretenden convertir a las escuelas.
Hay que darle una repasada a proyectos críticos pedagógicos que, a pesar de seguir siendo excluidos y denostados, proponen una educación diferente, capaz de formar ciudadanos integrales e íntegros en lugar del simple adiestramiento en seguir órdenes —instrucciones—, sin conocer su sentido o razón; una educación que resulte en sintonía con la curiosidad natural y las necesidades de conocer de nuestros niños, jóvenes y, por qué no, adultos, en lugar de los contenidos aburridos, saturados de términos y definiciones que carecen de significado porque no se ponen en práctica; dejar atrás el modelo carcelario o fabril que impide que la realidad cotidiana entre a las escuelas o que los estudiantes se escapen de sufrir largas jornadas de destrucción de la fantasía o de competir por obtener puntos de una calificación que los clasifica como personas ignorantes o flojas, mediocres, buenas o excelentes, tal y como ocurre hasta en la evaluación magisterial. Habría que volver a ver el documental «La Educación Prohibida», como una síntesis de los cuestionamientos y propuestas existentes a la escuela actual, nada más para comenzar a sumergirse en el apasionante tema de la educación. https://www.google.com.mx/search?q=educacion+prohibida+pelicula&oq=educacion+prohibida+&aqs=chrome.2.69i57j0l5.19388j0j8&sourceid=chrome&ie=UTF-8
Pero regresemos a lo oficial, a lo que tiene una mal ganada reputación de ser “la verdad” científica, con ese halo de supuesta objetividad poco entendida. Regresemos pues a la OCDE y su informe sobre los resultados de PISA 2015 que van en contra de lo que los defensores de la mal llamada reforma educativa creen y sostienen:
«Los sistemas educativos en los que los estudiantes pasan más tiempo estudiando después de clase (haciendo los deberes, con clases adicionales o estudiando por su cuenta) suelen tener peores resultados medios en ciencias que los sistemas donde el tiempo de estudio fuera de la escuela es menor.» Más fácil, no rinde el secuestrar el tiempo “libre” de niños y jóvenes con el argumento de que si hacen más tareas o estudian extra van a tener mejores resultados, hasta el cerebro se satura, requiere de tiempo para procesar lo vivido, las escuelas de jornada completa no tienen sentido a menos que se asuman como inmensas guarderías; tampoco las clases en fines de semana disque para repasar lo no aprendido.
Pero la OCDE, dirigida por el responsable del “error de diciembre” de 1994, que dejó a miles de familias en la ruina y desesperación, tiene que justificar las desigualdades o por lo menos darles una salida que no implique el cambio de modelo económico.
«El aprendizaje no debería resentirse porque un estudiante venga de una familia pobre, tenga un origen inmigrante, viva en una familia monoparental o no cuente con determinados recursos en su hogar, como un ordenador o una habitación tranquila en la que estudiar. Los sistemas educativos de éxito no ignoran estas cuestiones y han encontrado maneras de distribuir los recursos para igualar las condiciones de aquellos estudiantes que carecen de los recursos materiales y humanos de los que sí disfrutan los estudiantes de entornos privilegiados.»
Y allí está la fórmula mágica: no cambies el modelo económico que propicia las desigualdades, no tomes medidas que impliquen una mejor distribución de la riqueza que generamos todos y un salario digno para los trabajadores, no propicies un sistema educativo que cuestione la realidad y que pueda transformarla, mejor reparte becas y además de presumir que “atiendes” las inequidades, tienes una forma efectiva de control político sobre cientos de miles o millones de familias. ¿Y los maestros? Festéjalos un día y satúralos de trabajo administrativo, con grupos numerosos, con la amenaza de una evaluación que no sirve para capacitarlos sino para castigarlos por no seguir al pie de la letra programas de estudio absurdos e inadecuados, en fin, cúlpalos de todo por todo el sexenio.
CREATIVIDAD SURREALISTA
Joaquín Córdova Rivas
Cuando los problemas no se detectan, o no se aceptan, o se ocultan, terminan por no resolverse. Para algunos eso sería bueno porque se “normalizan”, es decir, se transforman en un no-problema porque las cosas son así como por designio divino, por fatalidad, porque está en nuestra cultura o porque así es el destino.
Pero al no resolverse en cualquier momento se reactivan, en el sentido de que regresan a formar parte del malestar social y político; como si esa memoria colectiva de la que hablan algunos científicos sociales fuera incapaz de olvidar, como si solo reprimiera temporalmente el recuerdo como un mecanismo de defensa para poder ocuparse de lo inmediato. Para eso sirven algunas Organizaciones No Gubernamentales nacionales e internacionales, esas integradas por ciudadanos que se organizan para denunciar y actualizar lo que no debe olvidarse, lo que seguirá doliendo hasta que se resuelva.
«Ciudad de México, 30 de abril de 2018.-Amnistía Internacional México e Indignación A.C. se unen para denunciar el caso de un niño maya que fue arbitrariamente arrestado el 25 de febrero de 2016. José Adrián tenía 14 años cuando volvía a casa desde la escuela justo después de que un grupo de muchachos tuviera una pelea en la calle, en la que se lanzaron piedras contra una patrulla. Los vecinos presenciaron cómo, al llegar la policía, ésta detuvo y golpeó al niño contra el vehículo policial, le pisaban la cabeza y le lesionaron el cuello, culpándolo por los daños a la patrulla. Le quitaron la camisa y los zapatos y lo llevaron a las celdas de la comisaría de la cercana localidad de Chemax el 25 de febrero de 2016. Lo esposaron, lo colgaron de la pared y lo dejaron ahí durante un largo tiempo. Tras saber de la terrible experiencia del niño, sus padres fueron a recoger a José Adrián y se vieron obligados a firmar un acuerdo para pagar una multa y los daños al vehículo policial, para sacarlo de la cárcel. A pesar de la extrema gravedad de los hechos y de la denuncia ante la Fiscalía General del Estado de Yucatán, a dos años del altercado violento, se desconocen los avances de la investigación y los responsables no han sido llevados ante la justicia, lo que no le permite sentirse seguro.»
El caso de José Adrián no es único y revela un patrón sistemático de nuestro podrido sistema policiaco y de justicia, y eso que no estamos hablando de extremos como los de policías municipales cooptados y pagados por el crimen organizado, sino apenas de lo que es normal en un país donde nada funciona como debiera.
En el informe: “Falsas Sospechas: detenciones arbitrarias por las policías en México” que se publicó el 13 de Julio del 2016, «Amnistía Internacional documentó que los arrestos a las personas que supuestamente estaban cometiendo un delito al ser aprendidas no suelen funcionar como una respuesta auténtica para enfrentar los delitos cometidos en el país, sino que son utilizados por las autoridades de forma ilegal, principalmente contra aquellas personas que enfrentan situaciones históricas de discriminación, con una preocupante afectación a hombres jóvenes que viven en pobreza.
Uno supondría, de buena fe, que las policías están para prevenir la comisión de delitos o, en caso de cometerse alguno, detener a los responsables. Pero aquí no ocurre eso: «Las razones que Amnistía Internacional encontró sobre las detenciones cotidianas y arbitrarias de la policía de distintas corporaciones son: la extorsión a quienes detienen, los pagos de terceras personas para detener a alguien, la realización de detenciones políticamente motivadas (por ejemplo, de participantes en movimientos sociales o personas defensoras de los derechos humanos), la detención de personas por un delito menor —que muchas veces no se cometió— para investigarlas por algún otro delito, o para sembrar evidencia y así no tener que investigar auténticamente los delitos que sí se llevan a cabo [...] Los arrestos en supuesta flagrancia han servido particularmente para legitimar la actuación de las autoridades, ya que transmiten la imagen de que la policía —y por extensión el gobierno— está realizando un trabajo eficaz de combate al delito; “es cuando el Estado se ve y se siente más exitoso”, como indicó una jueza penal entrevistada por Amnistía Internacional. Claramente el problema no radica en que se lleven a cabo arrestos cuando se comete un delito, sino en que se pasen por alto los requerimientos legales e incluso se simulen delitos que no ocurrieron o se siembre o fabrique evidencia con tal de lograr una aprehensión. La misma jueza indicó que “las flagrancias le sirven al Estado sean legales o no… Hay flagrancias que se crean”.
Ya no sabemos qué es peor porque hay una interrelación entre impunidad y fabricación de culpables de falsos delitos. Para simular la primera agarran a cualquiera que se les cruza en el camino, que se vea que difícilmente se podrá defender —por eso la preferencia por jóvenes en situación de pobreza—, sembrarles armas o drogas y presentarlos como peligrosos capos responsables de numerosos delitos pendientes de resolver, y así los presentan frente a los medios.
El “modus operandi” de nuestras policías es persistente porque nadie investiga, porque prefieren simular que están trabajando, porque las víctimas de sus corruptelas les importan nada.
«Asimismo, se utiliza arbitrariamente la figura de la flagrancia sobre un supuesto delito, en muchas ocasiones inexistente, para investigar otro delito. En este tipo de detenciones se alega lo que varios operadores de justicia denominaron “delitos puente” o “chaleco” como cohecho o lesiones; y se siembran objetos para generar una falsa flagrancia de un delito no grave que permita detener a una persona para investigarla por otro delito que generalmente sí es grave. En algunas ocasiones esta operación se hace alegando faltas administrativas. Esta práctica ha resultado eficaz para la policía porque priva de la libertad a la persona por el tiempo suficiente —en ocasiones unas cuantas horas— para que la policía encuentre o fabrique evidencia de otro delito [...] Las circunstancias en que ocurren los arrestos arbitrarios son variadas pero no parecen tener relación con las acciones de las víctimas, muchas veces suceden en el trascurso de un día de normal en la vida de las personas, sin que se requiera un evento excepcional para provocarlas. En los casos mencionados en este informe, por ejemplo, el caso de José Adrián (de 14 años), que regresaba de la escuela a su casa; o el de Pedro Euan, que se encontraba en su hogar, acompañado de su familia. En efecto, en México, cualquier persona puede ser arbitrariamente arrestada, aunque hay un riesgo significativo si se halla en una situación de mayor vulnerabilidad, por ejemplo: si es una persona joven, pobre o indígena.
https://www.amnesty.org/download/Documents/AMR4153402017SPANISH.PDF
Bueno, hasta creamos terminología absurda para disfrazar la realidad, al intento de secuestro de un menor de edad en San José el Alto la semana pasada, se le refirió en los medios de comunicación como “ingreso ilegal a una camioneta”, por creatividad surrealista no paramos.
CONVOCATORIAS PERVERSAS
Joaquín Córdova Rivas
En el vendaval de violencia que sacude al país y nos empantana en el horror cotidiano es difícil encontrar consuelo o algún asomo de solución. Seguramente el saqueo de dos supermercados en Chilapa Guerrero se perderá entre las notas de los medios que no atinan a jerarquizar la cotidiana inseguridad, pero se puede tomar como muestra de lo que no funciona en este país.
¿Qué hubiera pasado si a la convocatorio del crimen organizado al saqueo, la población no hubiera acudido? ¿Qué hubiera pasado si los liderazgos sociales, éticos, religiosos, políticos y hasta empresariales hubieran llamado a la no violencia, al respeto de una normalidad necesaria para convivir pacíficamente, y hubieran sido escuchados?
Ninguna de esas cosas sucedió, pero sí el saqueo, sí se evidenció la falta de esos liderazgos, la carencia de una suma de voluntades que le quitara base social al crimen, que lo evidenciara frente al repudio popular, que lo desnudara ilegal, abusivo y detestable.
Se supone que los partidos políticos suman voluntades, propuestas, planes, identifican el interés general y promueven la organización para lograrlo. Cada uno a su modo, cada uno con sus prioridades y ritmos, cada uno con sus siglas y colores, pero todos coincidiendo en atraer, por la buena, a los ciudadanos para construir modos de vida en equidad de oportunidades, en la diversidad, en el acuerdo pacífico. Pero la kakistocracia —partidocracia le llaman algunos— actual, con su cauda de corrupciones e impunidades, ha renunciado a esos fines y se ha vuelto cómplice, por omisión o comisión, de esa delincuencia que todo atrapa y descompone.
También se supone que los líderes religiosos cumplen, en algo, con ese papel. Que son guía de personas que se identifican con preceptos que se supone ampliamente aceptados, que promueven un comportamiento apegado a los mismos. Debe ser frustrante encontrar que sus feligreses, al menor llamado a desoír sus prédicas, se comporten como una turba descontrolada que roba o destruye lo que encuentra a su paso.
Del resto de los liderazgos mejor ni hablar, o no existen, o solo sirven para posar en las páginas de sociales presumiendo de la importancia social que se adjudican y no tienen.
Por eso urge una transformación política y social, con líderes que concentren voluntades y acciones, que se sientan obligados a responderle a los ciudadanos que los apoyen, que tengan la base social suficiente para ir pacificando al país desapareciendo corrupciones e impunidades. Que establezcan reglas claras para que convenga más, a todos, portarse bien que portarse mal. No es un llamado al caudillismo, sí a la creación ciudadana de dirigentes que respondan a los intereses mayoritarios, que sean respetados porque tienen una base social que los impulsa y protege, pero que también exige rendición de cuentas y un comportamiento ético.
¿Qué o quién impide que se convoque a saquear domicilios particulares, oficinas públicas, centros comerciales, gasolineras, iglesias o lo que sea, y que nos convirtamos en parte de una multitud que no piensa ni mide consecuencias?, ¿dónde están las instituciones que cobijen a quienes presenten resistencia al crimen organizado? Parece que solo los presuntos convocados a delinquir podríamos hacerlo, ni la policía, ni el ejército, son ni serán suficientes. Solo el apego de todos, hasta de los que se asumen como poderosos económicamente, a reglas básicas de convivencia y a la organización ciudadana que las promueva y pueda hacerlas respetar, evitarán la barbarie colectiva.
Ni modo. Las efemérides sufrieron el embate de los temas actuales y urgentes. Tocaba hablar de la mitad de los niños mexicanos que viven en la pobreza junto con sus familias, buen caldo de cultivo para esa incontrolada delincuencia. Tocaba escribir sobre la pérdida de derechos laborales, del raquítico poder adquisitivo del salario, del trabajo informal, del subempleo de las protegidas outsourcing, de las desigualdades sociales y de la destrucción de los mecanismos efectivos de reparto de la riqueza producida por todos y que se quedan en pocas manos. Tocaba hablar de los miles de jóvenes que no tienen acceso a la educación superior porque es época de exámenes de admisión en las universidades públicas y no hay lugares suficientes. Tocaba escribir sobre la cancelación de becas de CONACYT a los estudiantes de maestría y doctorado, que requieren dedicarse de tiempo completo a sacar sus posgrados, en algunas universidades públicas. De la falta de resultados de la evaluación docente del año pasado porque no hay dinero para completar el proceso, para pagarles a los evaluadores, para cumplir con los estímulos a los profesores que lograron mostrar un buen desempeño.
Pero lo sucedido en Chilapa Guerrero había que escribirlo, porque se puede generalizar, porque muestra el filo de la navaja en que estamos sentados.
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domingo, 15 de abril de 2018
TODOS FORMADITOS
Joaquín Córdova Rivas
Mientras las temperaturas —político electoral y climática— se incrementan hasta parecer insoportables, la distorsionada marcha de este país no se detiene ni corrige su rumbo.
El tema educativo apenas aparece en los discursos y se centra en defender a ultranza una reforma que comenzó, y sigue culpando a los profesores por el mal desempeño de los estudiantes mexicanos en las evaluaciones locales e internacionales; o en ponerle algunos peros para ganarse los votos de los miles de inconformes. Pero lo básico se sigue escapando de las propuestas, quizás porque se dan por hecho, aunque no sea cierto.
Hace algunos meses conocimos el diagnóstico de las escuelas mexicanas del llamado nivel básico, nos horrorizamos con las cifras, aunque su deterioro es parte del cotidiano paisaje nacional, pero hacía falta su complemento, la situación de nuestros espacios escolares en la educación media superior, que abarca a los diferentes subsistemas en que está dividido.
Se da a conocer apenas el informe titulado: Condiciones básicas para la enseñanza y el aprendizaje en los planteles de educación media superior en México. Publicado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, INEE 2018. Compuesto de 198 páginas de información imprescindible para entender mejor lo que pasa con los indicadores y resultados del Sistema Educativo Nacional (SEN). Para ubicar mejor los datos, iremos contrastándolos con los de la prueba PISA 2015, que es el referente internacional que algunos consideran válido, recordando que, en el mes de mayo próximo, del 1 al 4 está programada la aplicación de PISA 2018 en México.
Primera advertencia del INEE, con la que estamos de acuerdo: «los estudios sobre oferta educativa se suelen basar en una perspectiva de eficacia escolar; sin embargo, ECEA — Evaluación de Condiciones Básicas para la Enseñanza y el Aprendizaje— se fundamenta en los derechos humanos, lo cual implica enfocarse en elementos básicos que deberían garantizarse en todas las escuelas a fin de asegurar igualdad de condiciones educativas y aspirar a que dichas condiciones se presenten de manera equitativa, lo que implica dotar de mejores condiciones a los planteles que atienden a población con mayores desventajas contextuales.» INEE (2018). Condiciones básicas para la enseñanza y el aprendizaje en los planteles de educación media superior en México. Resultados generales. México: autor.
La síntesis de resultados de PISA 2015 para México es esta: «el desempeño de México se encuentra por debajo del promedio OCDE en ciencias (416 puntos), lectura (423 puntos) y matemáticas (408 puntos). En estas tres áreas, menos del 1% de los estudiantes en México logran alcanzar niveles de competencia de excelencia (nivel 5 y 6).» En teoría, si lo establecido en los programas de estudio se cumpliera, la mayoría debería estar en ese nivel de excelencia.
Primer contraste, rendimiento de los estudiantes en lectura, según PISA 2015: «Los estudiantes mexicanos obtienen en promedio 423 puntos. Dicho rendimiento está por debajo del promedio de 493 puntos de la OCDE y sitúa a México a un nivel similar al de Bulgaria, Colombia, Costa Rica, Moldavia, Montenegro, Trinidad y Tobago, y Turquía. Los jóvenes mexicanos de 15 años tienen una diferencia de más de 70 puntos por debajo de Portugal y España, y entre 15 y 35 puntos por debajo de los estudiantes de Chile y Uruguay, pero se sitúan por encima de los estudiantes de Brasil, República Dominicana y Perú.» Pero a nadie se le ha ocurrido cruzar esa información con la proporcionada por los actores del proceso educativo en preparatoria o bachillerato, que es donde esos jóvenes, que obtuvieron ese puntaje bajo, están o se seguirán desarrollando: «A los directores se les preguntó por la existencia en su plantel de acervo bibliohemerográfico; 40% reportaron que sus planteles no disponen de éste (sic) acervo o materiales de la biblioteca escolar. Con respecto a la existencia de un espacio que funcione como biblioteca escolar, se puede observar que 41% de los directores respondieron que no cuentan con él.» Sin biblioteca, sin libros de texto o de cultura general, sin revistas ni periódicos ¿cómo exigir que nuestros estudiantes lean? Peor no podría ser, pero sí es: «Es necesario que los planteles cuenten con el material bibliohemerográfico básico de todos los programas que se imparten, y es preocupante que sólo 1 de cada 4 directores reportó tener, en el plantel, este material. 28% de los directores reportaron que no tienen acervo bibliohemerográfico en el plantel y que tampoco tienen internet o sus estudiantes no tienen acceso a él; esto implica que los estudiantes de casi la tercera parte de los planteles no tienen posibilidad de conseguir información adicional a la que les proporcionan sus profesores, mediante recursos escolares.»
Segundo contraste, rendimiento de los estudiantes mexicanos en ciencias: «Los estudiantes en México obtienen en promedio 416 puntos. Este puntaje promedio sitúa a México por debajo del promedio OCDE de 493 puntos y a un nivel similar al de Colombia, Costa Rica, Georgia, Montenegro, Qatar y Tailandia. Los jóvenes mexicanos de 15 años tienen una diferencia de más de 70 puntos por debajo de los estudiantes en Portugal y España, y una diferencia entre 20 y 60 puntos por debajo de los estudiantes en Chile y Uruguay, pero se sitúan por encima de los estudiantes Brasil, la República Dominicana y Perú.» ¿Qué dice nuestra infraestructura educativa en media superior? «Si consideramos que, a nivel nacional, 49% de los planteles no cuentan con laboratorio de ciencias experimentales y que 17% no cuenta con materiales instrumentales, tenemos que los estudiantes de 67% de los planteles no pueden realizar actividades de experimentación en el plantel debido a esta carencia.» No se puede pedir lo que nunca se ha dado, nuestros estudiantes muestran interés por la ciencia, pero se quedan allí porque sus planteles no tienen lo mínimo para despertárselos o seguir desarrollándolo, y luego nos sorprendemos de los malos resultados echándole la culpa —como lo hace la SEP— a los maestros, planteando como falsa solución una evaluación que castiga, no que forma o capacita, mucho menos una que reconozca las graves carencias de nuestro sistema educativo nacional.
Un análisis más completo, lo hace el INEE en algunos aspectos, encuentra que, aunque se requieren: «aulas multidisciplinarias o de usos múltiples; aulas, laboratorios, talleres o salas de cómputo; aulas o espacios de tutoría para estudiantes; biblioteca escolar; sala de maestros y auditorios. con base en la información proporcionada por el director, sólo 1 de cada 4 planteles tiene todos los espacios.»
Y esto por mencionar solo dos aspectos, el informe es una radiografía de nuestras desigualdades, de nuestras carencias en lo más básico. Muchos planteles educativos de este nivel ni siquiera fueron construidos pensando en ser bachilleratos o preparatorias, no están equipados ni tienen las características de suficiencia en espacios, en aulas, en laboratorios, no tienen internet y, en ocasiones, ni siquiera suministro de agua todos los días, menos pedir que tengan rampas de acceso o instalaciones para estudiantes con capacidades diferentes. Los subsistemas encargados de disminuir esas desigualdades —telebachilleratos comunitarios (TBC), EMSAD y demás— más bien las perpetúan, ni siquiera se les asigna a los profesores la carga horaria necesaria frente a grupo para cumplir con los planes de estudio y la mitad de su sostenimiento cotidiano, en los TBC, es responsabilidad de la comunidad; lo que significa que a los más jodidos les sale más caro el educar a sus niños y jóvenes en condiciones precarias.
Pero bueno, allí vamos todos formaditos, rumbo a otro fracaso generacional, a pesar de una reforma que no toca ni siquiera lo fundamental que es la infraestructura, porque para todo hay presupuesto menos para la educación, pero si busca a quién echarle la culpa: los maestros.
EL NIDO
Joaquín Córdova Rivas
Determinar la agenda con un tema importante, con uno que sintetice todas las corruptelas habidas y por haber, que refleje las tensiones internas de las élites que parecen a prueba de insurrecciones internas, uno que sea fácil de entender para el elector en general, uno que permita poner al régimen en tela de juicio sin la necesidad del absurdo desgaste judicial, uno que sea atractivo en los medios de comunicación.
Se intentó con temas que afectan a las mayorías: la reforma educativa con su cauda de fracasos que se sufrirán por varias generaciones —si antes estábamos mal, ahora estamos peor—, pero los maestros no aciertan a salir de su letargo como para generar movilizaciones que impacten conciencias. La energética y los absurdos, por desmesurados, incrementos a los precios de los combustibles y otras formas de energía indispensables para mover los hogares y las industrias, tampoco la entrega traicionera de los campos petroleros presentes y futuros —ya detectados y en exploración—. No se logró con la reforma laboral, esa psudofilosofía de que cada uno se rasque con sus propias uñas, tan propia del neoliberalismo y de los gurús de la autoayuda, sigue causando estragos en la mente de los trabajadores y empleados. La inseguridad creciente con robos, asesinatos, ejecutados, periodistas incómodos para los corruptos que desaparecen de la faz de la tierra, los deleznables feminicidios, la imparable trata de personas —mujeres y niños primero—, la pederastia, que provocan indignación momentánea pero no la empatía para organizarse —mientras no me pase a mí, quizás las víctimas tienen parte de culpa—. Tampoco se logró con las valientes investigaciones de la llamada Estafa Maestra, premiada en otros países y sepultada en el nuestro a pesar de que se muestra cómo nuestro gobierno federal desvió más de 400 millones de pesos, de nuestros bolsillos vía impuestos, creando 128 empresas fantasma: «El portal mexicano Animal Político obtuvo el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2018 en la categoría de Mejor Historia o Investigación Periodística por su trabajo “La estafa maestra”. Los periodistas Daniel Moreno, director del portal, Salvador Camarena, Miriam Castillo, Nayeli Roldán y Manuel Ureste fueron reconocidos por su labor en el reportaje titulado “La estafa maestra”, un trabajo de investigación que reveló el desvío de fondos públicos.» http://www.sinembargo.mx/03-04-2018/3403907
Nada se logró con las denuncias sobre la manera en que el consorcio brasileño Odebrecht ganó tratos preferenciales ilegales en diversos países, incluyendo el nuestro, se sabe a quién le dio dinero, cuándo, para qué, y aquí no pasa nada. El escándalo de corrupción en licitaciones hasta internacionales, tenemos cercana la fallida construcción del tren rápido México-Querétaro. O el del sureste, dejando solo el de México-Toluca por muy atlacomulenses razones.
Pero no se trata de seguir haciendo un mini catálogo de corrupciones, simplemente señalar que lo mostrado en esos casos, sumado a la pérdida de derechos laborales, al desmantelamiento de las instituciones educativas, de salud, de los sistemas de jubilación y retiro basados en la solidaridad social, los incrementos de precio que se desdeñan en los reportes sobre la inflación, el despojo de bienes públicos —vialidades, parques y jardines, zonas de reserva ecológica y todo lo que falta mencionar— para hacer negocios privados, la misma inseguridad en sus muchas modalidades —secuestros, desapariciones, feminicidios, extorsiones, ejecuciones, acosos, desempleo—, todos ellos constituyen, a final de cuentas, mecanismos de transferencia de riqueza, de todos hacia unos poquitos que no padecen de esas “incomodidades” porque ya tienen todo y más, despojando a los que menos tienen.
Por eso, el proyecto del llamado nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México (NAICM), es el nido donde se encuentran, se concentran, se pueden evidenciar, todas las corruptelas de nuestra casta política y empresarial. Por eso reaccionaron a bote pronto cuando un candidato a la presidencia puso en duda la continuidad del proyecto, pasando por encima de la cúpula política y de sus candidatos, propusieron un debate técnico sobre el tema, antes de que se ventilen las graves irregularidades que anidan en la citada construcción y en las circunvecinas que no son públicas todavía, aunque ya asoman la cabecita buscando sus dosis de corrupción: «Sin Embargo publicó que las empresas de Carlos Slim Helú, Carlos Hank Rhon, Hipólito Gerard Rivero, Rolando Cantú Barragán, Olegario Vázquez Aldir, Bernardo Quintana Isaac y constructoras como Iuyet –que participa en la construcción del Tren México-Toluca– y Aldesem, Epccor y Aldesa –encargadas de construir el Paso Exprés de Cuernavaca–, concentran el 77 por ciento del presupuesto que se ha pagado, hasta el momento, en la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México.» http://www.sinembargo.mx/04-04-2018/3403639
Para colmo, hasta el dinero de nuestros fondos para retiro, ya exprimidos por las administradoras con sus porcentajes de comisión, están siendo utilizados para que los ricos no arriesguen su dinero, sino que se queden con el nuestro con sus proyectos faraónicos. Por la desconfianza de los trabajadores en el manejo de su ahorro no voluntario, el otro, el voluntario que supuestamente incrementaría las posibilidades de vivir dignamente después de la edad laboral no crece. Ahora esa desconfianza tiene de dónde agarrarse.
Pero el proyecto del NAICM no para allí, con el feo nombre de “aerotrópolis” aparecen otras negras intenciones —oportunidades de negocios dirían los cínicos—, de un proyecto urbanístico de lujo que rebasa en mucho el costo del primero. http://www.eluniversal.com.mx/columna/salvador-garcia-soto/nacion/aerotropolis-el-gran-negocio-del-aeropuerto
Lo dicho, hincarle el diente al caso de ese elefante blanco puede desnudar las corrupciones de un régimen que no tiene llenadera pero que se olvida de algo importante: para ser multimillonario es necesario que entre poquitos se quede lo que se pueda sacar a los demás, entre más “socios” la ganancia disminuye y esa contradicción puede abrir el espacio para negociar una transición pacífica, porque los despojados son muchos, hasta son mayoría y las reacciones nadie las puede predecir.
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DE LO COTIDIANO
Joaquín Córdova Rivas
Un 18 de marzo con gasolineras mal disfrazadas, apenas les mal pegaron unas calcomanías de colores diferentes al que tenían en las bombas surtidoras, en los copetes de los techos de lámina, vistieron a sus empleados de colores chillones, más parecen payasos sin gracia y, el milagro, subieron el precio del litro de la gasolina. Apenas en el siglo pasado el país se angustiaba, pero sabía necesario el nacionalizar la industria petrolera ante el saqueo de las nacientes trasnacionales, que, insatisfechas de sus enormes ganancias, se encargaban de reprimir a la población cercana a sus instalaciones y dar salarios miserables, sin derechos laborales, a sus obreros.
Ahora, tontos que somos, festejamos lo contrario. Nuestros corruptos gobernantes ignoraron lo mas elemental: el petróleo produce riqueza donde se consume, no donde se extrae, por eso incrementar las exportaciones para tener dólares fáciles y baratos nunca fue una buena idea, porque a final de cuentas, los productos elaborados (transformados) con ese petróleo, los teníamos que comprar más caros, endeudándonos hasta la ignominia. Y también pasaron por alto, que el petróleo es la base para producir miles de productos necesarios en el desarrollo tecnológico que despuntaba y ahora nos tiene tan sometidos.
La gasolinera que queda más cercana a la ruta que me lleva a mi trabajo porta ahora un símbolo marino, la gasolina es más cara que la de las otras que mantienen los colores de la franquicia de PEMEX, porque, según enseñan a repetir a sus empleados, está “aditivada”, es decir, se supone que tiene un aditivo que antes se vendía aparte y que ahora, sin preguntarle al consumidor si lo quiere o necesita, se “incorpora” a la misma gasolina que venden todos los demás. Al cuestionar a la empleada de turno si dicha “aditividad” mejoraba la combustión y disminuía la contaminación, dijo que no; si se pasaba con mayor facilidad la verificación vehicular, la respuesta también fue negativa; al parecer, en caso de que en realidad le “aditiven” algo, cosa que a los consumidores no nos consta, solo sirve para encarecer lo que ya está caro. Y luego dicen que producir y vender gasolina no es negocio.
Pues siempre, no. A los empleados y trabajadores de los poderes del estado no les llegó el aumento salarial que serviría para compensar, en algo, la pérdida del poder adquisitivo por la inflación, que a ver si para la primera quincena de abril, mientras hay que seguir jineteando lo que se pueda. Y la cúpula sindical, buscando eternizarse, aunque cambien algunos nombres, ya les gustó la buena vida.
Ya se había señalado antes, las obras públicas ya no se hacen para prevenir o resolver problemas, tampoco para mejorar la calidad de vida de la población que las paga con los impuestos, son para hacer negocio, aunque no sirvan para nada o resulten peor que lo que pretendían resolver. Los semáforos no son “inteligentes” si quienes los programan no lo son, las ciclovías no funcionan si no están acompañadas de un transporte público eficiente y económico (y no otro negocio que hay que “rescatar” con los impuestos), tampoco si no se resuelve la “necesidad” del auto particular para llegar a tiempo al trabajo o la escuela. No van a servir mientras el objetivo sea turistear a la vera del canal de aguas negras más adornado del mundo (río Querétaro le dicen).
Hablando de esto último, ya son varias las fugas de mierda —literalmente—, que desembocan al dichoso río nada más en el tramo en que se encuentra el Plantel 7 del COBAQ en La Cañada, tengo fotografías, y el hedor es insoportable, mientras, al gobernador se le ocurre gastar otros 160 millones para, ahora sí, prevenir inundaciones por el rumbo de Santa María Magdalena pero ¿porqué no poner orden en la CEA para impedir los vertederos del drenaje sanitario desde El Marqués para acá?
Vergüenza debería dar que un pueblito de Guanajuato, de 160 mil habitantes —San Miguel Allende—, tenga una vida cultural y artística mucho mayor que la de todos los “pueblos mágicos” queretanos juntos, pero es que a nuestros gobernantes no les interesa la cultura, no leen ni sus misales, solo están a la caza de lo que sea para convertirlo en negocio.
La reforma educativa sigue su retorcido curso, parece que están esperando las vacaciones de verano para dar a conocer los resultados de la evaluación para la permanencia docente del ciclo 2017-2018 realizado en noviembre pasado. En lo que eso pasa, viene la de PISA y a la SEP se le ocurrió inscribir a los profesores, sin avisarles, en un curso llamado PruébaT, impartido por la Fundación Carlos Slim, pero diseñado como video juego. Como no soy afecto a dichos divertimentos, no entiendo para qué me sirve tener 18 cristales, 421 monedas, una máscara de madera, una hoja de oro y una de plata, una llave maestra dorada y otra plateada, una pócima del entendimiento, dos mapas, un cetro, una flauta, un anillo, unos lentes y un libro de magia. ¡Alguien que me explique por favor! Bueno, navegando por el sitio, que sigo sin comprender, parece que el curso para preparar a los estudiantes para resolver PISA es para profesores de varios países de Latinoamérica ¿Cuánto estará cobrando la fundación Carlos Slim por impartirlo o por qué tiene interés en que los profesores trabajemos para ella y adiestremos a los estudiantes para resolver dicha evaluación? Y luego dicen que no hay privatización de la enseñanza pública si hasta nos dicen qué tenemos que hacer en el aula y por el mismo sueldo.
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sábado, 17 de marzo de 2018
LAS ESTRELLAS Y EL TIEMPO
Joaquín Córdova Rivas
Nuestros sabios antepasados, esos de los pueblos originarios que, desde un eurocentrismo miope y abusivo se calificara de ignorantes, observaban la bóveda celeste y además de maravillarse con los astros y las estrellas, buscaban relaciones con su vida cotidiana, con las estaciones del año, con lluvias y tormentas, con la siembra y la cosecha, con su ubicación terrestre en un mundo que, al ras del suelo, ofrecía pocas referencias.
Después, observarlas con los instrumentos que incrementaban el alcance de la vista fue considerado peligroso, porque, decían algunos, podían cuestionar lo escrito en textos sagrados que se interpretaban a gusto de los gobernantes civiles y religiosos en turno. Pero la técnica siguió avanzando y la curiosidad también. Las ciencias comenzaron a querer explicar lo que algunos consideraban resuelto e inmutable.
Como ahora sabemos, aunque solemos olvidar, los sentidos no son nada sin la interpretación que de los datos hace nuestro intelecto. Por eso fue posible que desde una tecnologizada silla de ruedas, alguien que no podía moverse ni para articular palabra, se comunicara y conociera las estrellas y el universo mejor que nadie. No se trata de montarse oportunistamente en la noticia de su muerte, para nuestra generación el físico teórico Stephen Hawking fue un referente que le daba significado a parte de nuestra forma de pensar y disfrutar lo que nos rodea, por muy lejano o próximo que esté.
Pero la tecnología desvela algunas cosas a la vez que oculta otras. Podemos maravillarnos con los grandes avances que permiten que dentro de una pequeña pieza de plástico y metal se guarde gran cantidad de información, o se tenga acceso a casi cualquier persona, lugar o conocimiento disponible. Pero esa “disponibilidad” afecta la manera en que nos relacionamos con los otros, con nuestro trabajo, con todo lo que nos rodea. Hemos perdido la capacidad de asombro cuando todo lo damos por hecho, como si no supiéramos que lo que ignoramos sigue siendo la mayor parte, nuestra subjetividad pierde rutinas, horarios, se modifican las costumbres y creemos que seguimos siendo libres cuando somos más esclavos que antes, y hasta interiorizamos la violencia que ese proceso lleva consigo.
El filósofo surcoreano, profesor de la Universidad de la Artes de Berlín Byung-Chui-Han, en su ensayo Topología de la Violencia, trata de explicar lo que nos está haciendo este capitalismo posmoderno, como él lo llama. Si usted es de los que está atado a lo que le llegue por su celular, tablet, computadora o televisión supuestamente inteligente, si cree que es más productivo porque alarga su tiempo laboral hasta abarcar lo que antes eran tiempos de descanso, de sueño, de reflexión, de convivencia y cree que es porque así lo decide, parece que sufrirá una decepción. Sin meternos en honduras he aquí algo de lo que escribe y explica:
«El sujeto de rendimiento de la Modernidad tardía no está sometido a nadie. De hecho, ya no es un sujeto, pues ha dejado de serle inherente cualquier tipo de sujeción (subject to, sujét à). Se positiviza, se libra a un proyecto. La transformación de sujeto a proyecto no hace que la violencia desaparezca. En lugar de una coacción externa aparece una coacción interna, que se ofrece como libertad. Este desarrollo está estrechamente relacionado con el modo de producción capitalista. Porque a partir de cierto nivel de producción, la autoexplotación es mucho más eficiente, mucho más potente que la explotación del otro, porque va aparejada con el sentimiento de libertad. La sociedad del rendimiento es la sociedad de la autoexplotación. El sujeto de rendimiento se explota hasta quedar abrasado (burnout). Se desarrolla una autoagresividad, que no en pocas ocasiones se agudiza y acaba en la violencia del suicidio. El proyecto se revela un proyectil, que el sujeto de rendimiento dirige contra sí mismo.»
Es cierto, terminamos “fundidos” creyendo que somos más productivos cuando solo nos ahogamos en lo superficial, en lo aparentemente urgente que parece importante, aunque al final sea una bobada que no vale la pena el esfuerzo y el desgaste. Nos mantenemos hiperconectados “por si pasa algo” y sí, pasan muchas cosas, demasiadas para digerirlas mentalmente, para jerarquizarlas y entonces queremos responder compulsivamente a todo, nos violentamos creyendo estar ejerciendo una libertad que no existe.
«En el nivel psicológico profundo, el capitalismo tiene mucho que ver con la muerte y el miedo a la muerte. También ahí reside su dimensión arcaica. La histeria de la acumulación y del crecimiento y el miedo a la muerte se condicionan mutuamente. El capital se puede interpretar como tiempo condensado, pues el dinero permite hacer que otros trabajen para uno. El capital infinito genera la ilusión de un tiempo infinito. La acumulación del capital trabaja contra la muerte, contra la falta absoluta de tiempo. En vistas al tiempo limitado de vida, uno acumula tiempo de capital. La economía capitalista absolutiza la supervivencia. Su preocupación no es la buena vida. Se alimenta de la ilusión de que el incremento de capital genera más vida, más capacidad para la vida.»
Dejamos “la buena vida” por la ilusión vana de “más vida” porque parece que exprimimos el tiempo todo lo posible, hasta que nos ganamos una muerte prematura.
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