viernes, 3 de septiembre de 2010

Para leer ENLACE

Es cierto que una prueba no lo dice todo, no es lo mismo contestar preguntas de opción múltiple que enfrentarse a problemas en la vida cotidiana y saber resolverlos de la mejor manera, también es cierto que hay escuelas que trabajan para enseñar a sus estudiantes cómo resolverla aunque eso implique no cubrir los programas, también que la evaluación se pervierte al ofrecer estímulos económicos a escuelas, profesores y grupos que logren puntajes altos, pero al menos es un esfuerzo caro para evaluar nuestro sistema educativo.

Parece haber cierta coincidencia: hay un estancamiento con todo y la implementación de reformas presuntamente ambiciosas y dirigidas en el sentido correcto. Nuestro país ha estado padeciendo la puesta en marcha de dos reformas recientes, la RIEB (Reforma Integral a la Educación Básica) y la RIEMS (Reforma Integral a la Educación Media Superior), la cantidad de recursos, de horas, de trabajos dedicados a las mismas parecen no estar dando resultados, y es que se nos olvidó que el factor principal es la convicción de los docentes de que es necesario cambiar y el consenso de hacia dónde hacerlo.

Los resultados siguen hablando de un desastre anunciado, en el análisis comparativo hecho por la propia SEP señala que entre el año pasado y este, en primaria, en español, en los niveles “bueno” y “excelente” se pasa del 32.8 al 36.9 por ciento, un avance de 4.1 puntos porcentuales; en matemáticas el problema es mucho más grave, ya que los puntajes óptimos apenas se alcanzan en una proporción bajísima de la población estudiantil, se concentra en los mismos niveles señalados el 9.4 (en 2009) y el 11.2 por ciento este año, apenas una diferencia de 1.8 puntos porcentuales, demasiado pequeño para considerarse significativo. Si se comparan los resultados aceptables (bueno y excelente), los de español rebasan en un 30 por ciento a los de matemáticas.

Para el tercer grado de secundaria los resultados son peores porque no hay cambios, lo que revela que la reforma en este nivel no está sirviendo, para español, en los niveles “bueno” y “excelente”, hay un retroceso mínimo de 0.30 puntos porcentuales al pasar de 18.2 al 17.9 por ciento. El problema no es sólo ese, ya que el resultado es de apenas la mitad de lo que obtienen los alumnos de primaria en la misma materia. En “habilidad matemática” se pasa del 18.7 el año pasado, al 20.3 por ciento en este, apenas un incremento de 1.6 puntos, aunque los datos son mejores si se compara con “matemáticas” en primaria.

Por lo menos en educación media superior las cosas no pintan tan feas, de tener un porcentaje de 49.8 en “habilidad lectora” agrupados en los niveles “bueno” y “excelente” en el año pasado, en este sube a 57.2, es decir un avance de 7.4 puntos porcentuales; como contraste, ese resultado se ve opacado por lo señalado en “habilidad matemática”, donde apenas hay un cambio del 18.7 al 20.3 por ciento, y aún así se encuentra por lo menos un tercio abajo (35.4%) de la “habilidad lectora”.

Procesar los datos del estado con respecto al país, de cada alumno, de cada escuela por turnos y comparar todo con los respectivos promedios es algo que escapa a este texto. Pero sí podemos señalar que, como advierten algunos especialistas en temas educativos, cuando los avances son mínimos estos pueden deberse a que los estudiantes ya han realizado la prueba ENLACE anteriormente, en otro nivel educativo, y saben cómo se responde y ya no hay sorpresa o confusión al respecto, es decir sería un efecto de “habituación” a la prueba y no un avance real lo que se esté midiendo, por eso se habla de que si algo se revela es un estancamiento, malo por el contexto en que se da, que es el de las reformas educativas ya señaladas que debieran estar mostrando sus primeros efectos positivos.

También, y es importante subrayarlo, parece existir una relación estrecha entre los resultados en “habilidad lectora” y “habilidad matemática”, entre mayor es la primera aumenta la segunda. Nada sorprendente si consideramos que el manejo del lenguaje, la comprensión lectora, tienen que ver con el manejo de conceptos concretos y abstractos, y que estos últimos son la base de las matemáticas. Pero nuestros directivos siguen pensando a contracorriente, a los malos resultados en las materias que tienen que ver con ese pensamiento abstracto (llámense álgebra, cálculo, estadística y probabilidad o como sea), responden con un incremento de horas para las mismas, lo que deviene en más horas de incomprensión y mayor frustración para los muchachos, en lugar de incrementar las dedicadas a la “comprensión” de lo que se lee, de lo que se vive, de lo que se siente y a su expresión escrita, para después o conjuntamente, abordar el lenguaje matemático o el de las lenguas extranjeras.

Finalmente, quiero agradecer a los lectores que han mandado sus opiniones a través del correo electrónico, algunos se han tomado la molestia de compartir datos sobre eficiencia terminal de algunas instituciones educativas, que es otra forma importante de medir los resultados, y que por su extensión e importancia ya no hay espacio para tratarlos aquí. Habrá que hacerlo en las próximas semanas.