sábado, 7 de marzo de 2015

LA GUERRA PERDIDA

¿Cómo entender las capturas de la Tuta y del Z-42 en las capitales de los estados donde sus organizaciones predominaban por encima de las fuerzas del Estado? ¿Cómo permitieron que fueron vulnerados sus anillos de seguridad y se les detuviera sin presentar resistencia, sin disparar ni un tiro? Si era así de fácil ¿por qué no se hizo mucho antes? Conocer las tripas del proceso es imposible, si acaso nos dejarán saber lo que la narrativa oficial quiere que sepamos, por eso se tardan en anunciar esos “éxitos” en su guerra contra la delincuencia organizada, para organizar su historia, para tratar de que suene lógica y algo convincente. Las versiones oficiales allí están, herméticas e incuestionables, pero podríamos recurrir a explicaciones que vayan más allá del momento, menos oportunistas y con algo más de fondo. Sirve lo dicho por el especialista Edgardo Buscaglia en una entrevista dada en noviembre del año pasado ―http://www.sinembargo.mx/27-11-2014/1178402― sobre la estrategia intentada por el gobierno mexicano para controlar lo que ya se le había descontrolado: “Están tratando de buscar nuevas estrategias a la corrupción y están tratando de organizarla mejor, que es otra cosa. Y organizándola mejor baja la violencia, porque lo que ellos quieren hacer es transformar en ovejas a las pirañas que hoy se disputan con violencia y corrupción pedazos del Estado. Y es muy difícil, después de tantos años, convertir las pirañas en ovejas […] Y cuando tras una transición muy caótica con grandes vacíos, se desmantelaron de manera parcial los sistemas autoritarios, no fueron reemplazados institucionalmente. De tal modo que los grupos criminales y los políticos se comenzaron a rebelar y, ante la ausencia de controles de arriba hacia abajo, empezaron a actuar como pirañas disputándose pedazos el Estado entre ellos. Y una vez que la cultura política ha convertido a las ovejas en pirañas, es muy difícil transformarlos de nuevo en ovejas. Muy, muy difícil…” Por lo menos habría que admitir que esas dos pirañas se convirtieron en ovejas, ya sea porque las obligaron o porque las “convencieron”. Pero allí no acaba el problema. Otra hipótesis, que no resulta excluyente con la anterior, estaría apoyada en las recientes investigaciones del italiano y experto, también, en crimen organizado, Roberto Saviano ― http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Marihuana-libre-mata-narcos_0_1307869212.html―: “Por primera vez en la historia de los cárteles mexicanos, merma la demanda de marihuana gracias a la legalización. Entra así en crisis un negocio de miles de millones que hasta ahora no había pasado nunca por una caída. Los datos que difundió la policía de frontera estadounidense no dejan lugar a dudas: la reducción del tráfico de marihuana en 2014 ha sido del 24% respecto de 2011. ¿Qué pasó? ¿Ahora ya nadie fuma porro? ¿Se trata de un período de detenciones particularmente eficaz? […] La respuesta es más sencilla; es la legalización de las drogas livianas en Colorado y en el estado de Washington. La venta legal de marihuana no sólo creó una revolución económica que ha conllevado más de 800 millones de dólares de nuevos ingresos fiscales, sino que comenzó también a transformar la trama de la criminalidad. La crisis de las organizaciones al sur de Río Grande, las que siempre inundaron EE.UU. de marihuana, es comparable a la crisis que produjo la caída de Nasdaq. Los cárteles mexicanos nunca abandonaron el negocio de la marihuana. Todas las organizaciones que hoy predominan en el tráfico de cocaína y metanfetamina siempre han cultivado cannabis, que es al mismo tiempo fuente de un caudal económico gigantesco y tiene un exponencial crecimiento de mercado, gracias a la tolerancia cultural difundida en EE.UU.” Los dogmas prohibicionistas se desmoronan cuando se ven los efectos de la legalización controlada, queda claro que las resistencias principales vienen de quienes tradicionalmente han sido los beneficiarios de la producción y el tráfico de las drogas, la marihuana en este caso: algunos grandes capos, los bancos que “limpian” las enormes ganancias, los gobiernos cómplices que se reparten una buena parte de ellas y toleran la corrupción mientras no les afecte personalmente o como grupo, los empresarios que financian sus expansiones y monopolios con ese dinero blanqueado aunque bien saben de dónde viene. Si la tendencia continúa, hay que recordar que California decidirá la legalización de la marihuana en el 2016, que por su localización geoestratégica es un mercado importante en poder de los cárteles mexicanos, el tráfico tendrá que buscar nuevos mercados o reforzar los débiles, por ello resulta contraproducente que en México no tengamos una propuesta de largo plazo aunque se molesten los grandes corporativos del norte de nuestra frontera. Obvio, las cosas no son tan simples, el mismo Saviano lo dice: “La pregunta es: ¿dónde se va a redirigir el porro mexicano? Destino único: Europa. Habrá entonces caída de precios y luego el asunto será comprender cómo las organizaciones criminales van a gestionar el flujo. El precio lo va a establecer el mercado, como siempre, pero estará mediado por ‘Ndrangheta y Camorra en Italia, por la mafia corsa en Francia, por albaneses y serbios en el Este. En Italia, el 81% de las incautaciones de plantaciones de marihuana ocurre en el Sur (el Aspromonte es un territorio privilegiado de cultivo), de modo que la marihuana mexicana será el gran antagonista de la hierba italiana. La legalización no sólo está obligando a los cárteles a bajar el precio, reduciendo los beneficios. También está forzando a los cárteles mexicanos a competir con la calidad: la calidad de la marihuana legal está certificada y catalogada. Leyendo la descripción del paquete se puede conocer sus efectos y su composición. La droga ilegal traficada por los mexicanos, en cambio, tiene a menudo una calidad menor, y a un alto costo, porque contiene aditivos como el amoníaco y viene cada vez más mezclada con fibra de vidrio o lana mineral para simular el efecto cristalino que tienen algunas cualidades de la marihuana (rica en resina de cannabis). La legalización conlleva una reducción de los efectos negativos y el mercado pierde los segmentos más dañinos.” A ver si no resulta que lo que estamos viendo no son victorias en la guerra contra el narco, sino apenas una reorganización del mercado interno, una sustitución de cárteles puramente domésticos por otro, más grandote, más profesional, más global, más controlador y hasta menos violento. Pero no por ello menos destructor.