viernes, 11 de junio de 2010

FÚTBOL A DEBATE

“Hay mucha desconfianza hacia el fútbol desde su origen. Un poco porque se ha considerado una expresión casi animalesca, y otro poco por la desconfianza que el intelectual siente hacia la masa. Y también porque el fútbol expresa pasiones, y entre la reflexión y la pasión hay siempre una desconfianza mutua. Todo eso ha ido cambiando con el paso del tiempo, hasta el punto de que hoy los futbolistas son auténticos referentes sociales, lo que tiene que ver con cierta infantilización de la sociedad.” Jorge Valdano.

Un mes para atascarse de fútbol, un mes para olvidarse de los problemas cotidianos y “enajenarse” con lo que alguna vez se llamara “el juego del hombre” haciendo eco de esa “animalidad” a que se refiere el exjugador argentino con quien comenzamos este texto, aunque ahora lo juegan también las mujeres. Al momento de redactar este artículo ignoramos el resultado del partido inaugural, no sabemos si las esperanzas y el orgullo nacional depositado en 11 pares de botines resultaron premiados con un triunfo, o se quedaron en la pausa, más parecida a un purgatorio, del empate; o si resultaron vapuleados con una derrota.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, enajenar tiene entre sus significados al menos dos que se pueden aplicar sin mayor problema a este deporte, el primero es: “Sacar a alguien fuera de sí, entorpecerle o turbarle el uso de la razón o de los sentidos”, y eso es lo que en muchos logrará la transmisión de los juegos del campeonato mundial, a través de los medios de comunicación masiva, desde un lugar para nosotros tan remoto como Sudáfrica; no tendremos más tema que las alineaciones, los resultados propios y ajenos, las estadísticas muchas veces inútiles. El segundo es: “Extasiar, embelesar, producir asombro o admiración”, y es que el fútbol además de deporte cuando se practica tiene que ser un espectáculo cuando se ve jugar, buscamos esa jugada, ese jugador, esas genialidades individuales y de equipo, ese resultado sorpresivo, ese gol casi imposible y logrado por la chispa, la estrategia o la destreza técnica.
Pero la distancia que existe entre la intelectualidad y ese deporte de masas es real, aunque los factores de ese alejamiento se deben más a la manera en que se comercializa y se utiliza hasta políticamente, que a su propia dinámica. Para explicarnos estos temas recurrimos a Jorge Valdano, exjugador, extécnico, comentarista, directivo de equipos importantes y que utilizó al fútbol para desarrollarse en todos los ámbitos posibles. Tan amplia es su cultura que ha leído a Borges, ese maravilloso escritor que resultara desconocido para nuestra ignorante clase política ―recordar a Vicente Fox―. “Borges dijo, entre otras cosas, que el hombre había pasado de jugar al ajedrez a jugar al fútbol, y que eso era un signo de degradación social (pero es que) El fútbol tiene tics conservadores y autoritarios, tal vez porque es un juego primario, con un punto de brutalidad evidente. Alguien que pretenda reflexionar sobre el fenómeno del fútbol no tiene buena aceptación.”
A fin de cuentas, o más bien al principio de ellas, el deporte de las patadas tiene un origen y desarrollo que da para mucho más de lo que parece, es organizado, tiene reglas claras, sanciones casi inmediatas para cualquier infracción de las mismas, lo que ocurre sucede frente a los ojos de miles de espectadores, aunque algunos de los dueños y directivos se empeñan en ocultar y transar fuera del terreno de juego.
Hay que aprovechar las ventajas y aprender a eludir las desventajas: “Mi punto de partida ha sido el fútbol. Ahí me han plantado y ahí germiné. Lo considero como una escuela. Es uno de esos medios donde uno aprende sin tener conciencia de la enseñanza: aprende a relacionarse, a repartir roles, aprende la superación personal… Hay muchos mensajes implícitos que a través del juego se van incorporando como enseñanza. Pero además yo aproveché el fútbol para ramificarme. He conocido gente que de tan admirada era inalcanzable, con la que tengo una relación estrecha, y de la que también aprendo. Entre las ventajas del fútbol hay una invalorable y es que te deja libre mucho tiempo. Yo lo he aprovechado para leer, para curiosear, eso ha completado mi formación. Y como todos terminamos ocupando un lugar en el paisaje mediático, a mí me tocó ser una especie de vaso comunicante entre el fútbol y la cultura”.
Decíamos que los medios de comunicación, por sus características propias, ocultan y desaparecen aspectos positivos del deporte organizado como es el que tratamos: “Yo creo que hay un lenguaje hecho de imagen, derivado de la televisión, en el que las cosas son instantáneas. Vemos un chico jugando al fútbol en el parque, y en la imagen siguiente ya está dentro del gran estadio, como si en medio no hubiera montañas de sacrificio y de esfuerzo. Eso me parece peligrosísimo y desmoralizador para la gente joven. Además, no se tiene en cuenta que los emergentes más famosos son personas con un talento extraordinario, pero que incluso ellos han tenido que superar situaciones límite... ¿A quién le interesa la formación integral de un chico que todavía no está en el primer equipo? Cuando llega allí, vive durante quince años una adolescencia prolongada e irreal, y la siguiente pregunta es: ¿A quién le interesa un ex -futbolista? Sólo interesa la productividad, la fama. Estamos en un tiempo en el que, además, la fama otorga derechos; da igual cómo se consiga. Y eso ayuda a la confusión general. Se habla muy poco de la dimensión ética del fútbol, cuando es un emisor de mensajes muy poderosos, que habría que aprovechar para difundir valores”. Ese es el tema, nuestros futbolistas no tienen fama de cultos, no han sabido aprovechar esos espacios y las oportunidades para trascender fuera de los brevísimos 90 minutos semanales de estar frente a las cámaras, a los directivos y entrenadores tampoco les interesa lo que hagan mientras no afecte su rendimiento físico y aparecen los efectos indeseables, para algunos el fin justifica los medios, afortunadamente hay opiniones contrarias: “Hay una perversión que es el famoso ganar como sea. Termina siendo un atajo hacia la droga, la violencia, la trampa… Esa es la parte que debería estar prohibida. Ganar es importantísimo, pero los medios que se emplean son igual de importantes. Y hay medios lícitos e ilícitos, nobles e innobles. Si al ganador, sea cual sea el medio que ha empleado, lo consideramos impune, estamos cometiendo un error terrible”.
Vivimos una cultura de masas, los medios de comunicación masiva terminan por deformar la realidad y promoviendo valores opuestos a los que necesitamos, por eso, ahora y siempre que estemos participando en un partido, al nivel que sea, o sufriendo y gozando como espectadores, no debemos olvidar algo que es básico y que el conocido como el “filósofo” del fútbol transmite mejor que nadie: “Para mí la esencia del fútbol es la búsqueda de la excelencia a través del reto colectivo. A partir de ahí, uno debe encontrar el conjunto de derechos y deberes del buen competidor. Y eso no existe en estos momentos. Tú vas a ver a un equipo y dices no me gusta, pero ganó. ¿Y se termina la discusión sólo porque ganó? Yo estoy en el fútbol porque me gusta convertirlo en un lugar de debate sobre lo que es bueno, lo que es malo, lo que es bello, lo que es feo, lo que es noble y lo que es innoble”.
Aprovechemos para debatir.