sábado, 26 de septiembre de 2009

LOS RETOS Y LOS DÍAS

Con gozoso abandono, el Estado se deshace de sus ambiciones pasadas, y cede las funciones que alguna vez había guardado celosamente contra los competidores existentes o aún por surgir. La “desregulación” es el lema, la flexibilidad (léase: no a los compromisos a largo plazo) el eslogan, y el “recorte del gasto público” la sustancia de la vocación del Estado. La tentadora imagen de la “buena sociedad” que se esperaba que el Estado construyera, y que se prometería que este construiría, se ha esfumado. La responsabilidad de hacer feliz la vida ha pasado de las oficinas estatales a los innumerables escritorios y dormitorios privados. Aquellas tareas que alguna vez habían sido declaradas a cargo de la Política Estatal (con invariable “P” mayúscula) han caído bajo la jurisdicción de las políticas de vida. LA SOCIEDAD SITIADA Zygmunt Bauman.

El tema es: los retos del nuevo gobierno estatal. Encontrar un hilo conductor que entrelace lo mucho que se puede decir no es fácil, algunas son hasta contradictorias y tejer en reversa para algunos es más complicado.
La cita textual puede ayudar en algo, nuestros gobernantes no asumen compromisos concretos de largo plazo, lo dejan a la imaginación colectiva, a la creación de expectativas basadas en quién sabe qué. Hay muchas esperanzas ¿en qué? Si es en un gobierno diferente al anterior se ha respondido con el eslogan de “un gobierno sin colores”, ¿será lo mismo que un gobierno descolorido, sin perfil definido? Ojalá que no. Este gobierno debe comenzar con hacer una declaración, no de fe, sí de principios que van a vertebrar sus acciones, debe dar a conocer ese hilo que servirá para unir las diferentes partes, que la van a dar congruencia, que van a estar por encima de los hombres y que será la base de la institucionalidad. No puede prometer la felicidad pero sí recuperar la convivencia sobre bases sanas, de tolerancia y respeto mutuo.
Doce años fuera de la jugada, nadando de muertito porque nunca se aprendió a ser oposición tiene sus costos. La “nueva generación” del PRI queretano se nota demasiado ligado a las viejas formas de hacer política, esas que se rechazaron y produjeran la pérdida electoral del 97. Por eso es indispensable un doble deslinde, por un lado con la “política parroquial” de la cúpula panista, que no encontró otra forma de protegerse que cubrir sus huellas detrás de la confusión y la trasgresión de las fronteras entre política y religión. Por el otro, con ese priismo viejo que buscará reactivar sus cacicazgos, que quiere repartirse hasta las cooperativas de las escuelas públicas.
En doce años el mundo cambió radicalmente, el estado también. Un reto central es el de la inteligencia, la capacidad de leer diferente un entorno diferente, no recurrir a las formas tradicionales de pensar, que ya no sirven. No un gobierno sin colores sino multicolor, donde quepamos todos, donde todos los intereses sean escuchados y estén representados, donde los espacios de acción política sean construcción colectiva y no concesión graciosa del gobernante.
Como dice la sociología moderna, el principal problema de nuestros Estados es el “desafío ético”, en un mundo globalizado con una agenda ecológica que compete a todos, esas, que antes eran oportunidades, ahora son limitantes. Si algo se reprocha al gobierno saliente es su sometimiento y complicidad con los poderes fácticos que resultaron excesivamente fortalecidos, al grado de comprometer el desarrollo armónico, inexistente, de los queretanos, y responsables de que seamos uno de los estados más desiguales del país.
Más de los que parecen recuerdan esa época de fines del sexenio de Enrique Burgos donde una sola familia concentraba el poder económico, político y religioso del estado; esa época y esos personajes están por reactivarse en cargos sensibles del gobierno, aunque con el panismo gozaron de cabal salud.
El Querétaro del siglo 21 debe transitar a una separación efectiva entre los asuntos políticos y religiosos, las cúpulas religiosas nunca se conforman con perder su poder temporal, la queretana todavía no asimila lo que Max Weber encontró hace tiempo, que la moral protestante se adapta mejor al capitalismo, que ese sistema económico terminará por desplazar a las instituciones que menos le convienen y las sustituirá por otras que les resulten más eficientes.
También se requiere ponerle límites claros a los voraces fraccionadores ligados a personajes políticos, porque están destruyendo el entorno ecológico, porque están lucrando con recursos naturales escasos y comprometiendo cuantiosos recursos públicos para vender miles de casas y fraccionamientos que, en un futuro mucho más cercano de lo que parece, no tendrán ni agua.
Los retos son más que el espacio disponible, el de la seguridad pasa por el de la impunidad y la corrupción. ¿Cómo mantener un entorno seguro cuando los aparatos de administración y procuración de justicia están cruzados de intereses familiares y de grupo? No es bronca sólo de los policías y militares, es un problema de convivencia diaria, donde los mecanismos de mediación entre ciudadanos han sido sistemática e intencionalmente destruidos. Hay que reconstruir el tejido social, ese, junto con el de la inteligencia, son los principales retos, los días son escasos, los plazos sexenales ya no sirven como referencia.

viernes, 25 de septiembre de 2009

ENTRE LA VIOLENCIA Y LA LOCURA

Muy Buena Semana
Esta reflexión podría llevar un titulo, quizás el más adecuado pueda ser entre la violencia y la locura. Me estoy refiriendo a los episodios recientes de todos conocidos, el apoderamiento de un avión de AeroMéxico, los disque explosivos medio detonados a las puertas de algunas tiendas de marca por supuestos grupos ecoterroristas, el asesinato de usuarios del sistema de transporte público de la ciudad de México y la nota sobre el incremento de suicidios en nuestro estado de jóvenes menores de 15 años.
Desde hace algún tiempo hemos estado insistiendo en que vivimos en un sistema económico que genera frustración, de hecho esa capacidad de hacer que nadie esté a gusto con nada es su principal motorcito. No estamos conformes con nuestra familia, con nuestra pareja, nosotros con nuestros hijos y ellos con nosotros. Renegamos cuando hay que hacer algo más que lo que estamos acostumbrados aunque sepamos que eso nos va a redituar en mayor capacidad de consumo. Y entonces todo truena.
Revienta la familia, explotan las instituciones sociales basadas en la solidaridad social y son reemplazadas por otras que sólo quieren el lucro a costa de sus integrantes o tradicionales beneficiarios.
El académico Roger Bartra acaba de regresar a nuestro país, es de los analistas sociales más polémicos y más constantes, también parece correr por la vía de que un estallamiento social, en estos momentos, difícilmente ocurrirá, dice que los mexicanos nos estamos tragando todas nuestras frustraciones y que eso puede producir, y aquí ya meto a algunos psicólogos de los que sí saben, arranques de furia, de violencia o de locura que antes poco se veían.
Cuando somos espectadores de series policiacas norteamericanas nos sigue asombrando que por allá estén tan locos, la conclusión siempre es, que qué bueno que eso no ocurre aquí; bueno, pues mala noticia, comienza a suceder y está atacando a la población más vulnerable, niños o casi niños, a personas con escaso repertorio social para hacerse oír por los demás y que, entonces recurre a pequeños cilindros de gas, a matar a personas que tienen más cosas en común con él de las que quisiera saber, a armar bombas con latas y foquitos o de plano a suicidarse. Qué curioso que los locos que dicen que Dios les habla hayan querido comunicarse con el presidente de esta república deshilachada ¿para pedirle qué?
Pero saben qué, a nuestra clase política sólo le interesa saber de dónde sacará más dinero para intentar sofocar la reacción colectiva de tanto pobre que hay, les interesa que los grandes capitales se sigan paseando por todos lados y exprimiendo a quien se pueda al amparo de las leyes, que esos no corran riesgos y así es mejor repartir algunas migajas entre los posibles desesperados. No es una obra de caridad, tampoco es justicia social, es simple y llanamente una reacción de autodefensa, para eso quieren nuestro dinero.
Mientras, sin encontrar una explicación a lo que está sucediendo, la población se ataca a sí misma.
Y no, no estamos copiando lo que vemos en la tele, estamos sufriendo los efectos de lo mismo pero en condiciones más precarias, tampoco es una pérdida de valores, como si fueran cosas que se quedan olvidadas al salir de casa o el bajarse del transporte, son los mismos valores de siempre vividos de manera totalmente diferente, Tampoco la locura es algo nuevo, excluidos ha habido siempre, pero no era como la actual de extendida y peligrosa.
Lo peor que podemos hacer es fingir que no pasa nada o hacer diagnósticos erróneos. Para entender la realidad también hace falta actualizarse, estudiarla, analizarla y no adoptar una opinión a bote pronto y defenderla como si fuera la única verdad posible. Nuestros locos, nuestros muertos, nuestras familias no están como para jugar con ellos.