domingo, 23 de diciembre de 2018

LA APUESTA CULTURAL

LA APUESTA CULTURAL Joaquín Córdova Rivas En el vendaval —del francés vent d’aval “viento de abajo” según la RAE— de ideas que surcan nuestra atmósfera imaginativa y que, después de mucho tiempo, se antojan posibles, casi al alcance de la mano, está el cambio anhelado en la política cultural de nuestro país. La provocadora procacidad del recién nombrado director de la editorial del estado, el Fondo de Cultura Económica, trajo a las redes sociales y a los medios de comunicación masiva, el tema del cambio en el trato a las manifestaciones culturales de un México que se valora por su diversidad y persistencia. Ayudándonos de un ensayo del Doctor en Filosofía Benjamín Valdivia, docente en la División de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad de Guanajuato, podemos considerar la cultura «como un área especializada de la organización social, sobre todo en lo que atañe a la estructura del estado; se designa con ese término a una esfera del poder, a saber el sector cultural; tal sector forma parte del orden del estado y es campo de enfrentamiento entre visiones opuestas respecto del futuro que debe alcanzar la sociedad.» Precisamente esa visión de futuro es la que está en juego cuando se deciden los gastos e inversiones, la orientación de la infraestructura institucional y el andamiaje jurídico que se cambia o adapta con el cambio de gobierno. https://www.academia.edu/31113817/Benjam%C3%ADn_Valdivia_-_Algunos_criterios_te%C3%B3ricos_para_la_formulaci%C3%B3n_de_pol%C3%ADticas_culturales La importancia de la política cultural la ejemplifica el Dr. Valdivia con una cita del teórico francés Louis Althusser quien, refiriéndose a la producción y reproducción de las formas sociales «cita una carta de Marx a Kugelmann (11 de julio de 1868): “si una formación social no reproduce las condiciones de la producción al mismo tiempo que las produce, no puede durar ni un año”. Sin duda es el conjunto de la sociedad el que produce la cultura, pero parece ser el estado el que se asegura de que se reproduzcan las condiciones en las cuales esa cultura se produce; y en las cuales, también, ese poder puede continuar ejerciéndose.» Más claro. «El estado procede mediante lineamientos de política, los cuales siguen las instituciones llamadas culturales, que a su vez impulsan o minimizan a los artistas y sus obras según su cumplimentación (o no) de los lineamientos del estado. A esos lineamientos, en sus diversos niveles de alcance y aplicación, se les conoce como políticas culturales. En general, las políticas culturales son enunciados que describen —en términos de deberes o de objetivos— los propósitos (o despropósitos) de un grupo en el poder. En tanto enunciados, las políticas culturales no son actos ni son leyes ni son instituciones, aunque todas esas políticas parecen darse según leyes mediante instituciones que apoyan la realización de acciones. La institucionalización de las políticas culturales conlleva proyectos; y los proyectos conducen a acciones.» Resulta claro que la política cutural no se expresa únicamente a través del citado FCE, también se hace con los grupos de danza, las orquestas sinfónicas o filarmónicas, el uso y abastecimiento de las bibliotecas públicas, las galerías de arte y museos, las casas de la cultura o cualquier otra forma de manifestación artística que quepa en la división tradicional de artesanía, arte popular o alta cultura, pero las tres debieran estar consideradas en cualquier proyecto cultural, al menos así sostienen algunos expertos. «...al inicio del siglo XX, en México se presentaban tres tendencias de política cultural en torno a la definición de la identidad nacional; una de ellas pretendía recuperar y fortalecer las formas populares de expresión, mediante la disponibilidad de medios productivos de imágenes en manos de la masa, pues considera que la identidad nacional se da por la expresión del pueblo; otra tendencia pretende imbuir en el país las más altas formas de cultura universal, haciéndolas llegar a los sitios más recónditos, pues considera que la identidad nacional estriba en la asimilación de la universalidad; una tercera pretende integrar las formas más técnicamente depuradas de la expresión mexicana a la comunidad internacional, pues aduce que la identidad nacional consiste en establecer una voz propia en un diálogo mundial en que cada país tiene el mismo derecho y nivel expresivo que los demás.» Esas tres tendencias adquieren características propias en el siglo XXI, no se puede ignorar que los avances tecnológicos en las comunicaciones impactan en las expresiones culturales, ignorarlo puede hacer fracasar cualquier política cultural; quizás esas nuevas tensiones puedan tomarse en cuenta desde la perspectiva del autor que nos explica el tema. «En la planeación de políticas culturales, se debería considerar —además del carácter masivo o elitista del proceso o producto promovido— si los significados que se pretende privilegiar corresponden a la conservación de las tradiciones, a la asimilación en un presente efímero (esto es, de moda), o a la progresión a futuro. Mi punto de vista personal es que el político de la cultura tiene el compromiso de atender los tres frentes, ya que cada uno de ellos es representativo de un sector social diferente. Los errores, tanto de prospectiva como de operación, se deben a la inadecuación entre el tipo de producto significativo y la franja de consumo a la que se dirige, así como su inadecuada planeación o sopesamiento para las relaciones de poder.» Entonces se trata de algo más profundo que discutir qué persona dirige qué institución, lo que está a consideración es la manera en que un gobierno se apoya en la cultura para promover un proyecto de país que se asume como incluyente, tolerante, diverso, honesto, seguro, prudente y moderado, lo que necesariamente se traducirá en proyectos concretos que expresen esos significados de los que habla el Dr. Benjamín Valdivia. «De inmediato notaremos que la demanda se extiende tanto en tiempos como en significados hacia las tres vertientes analizadas: conservación de las tradiciones; innovaciones efímeras dentro de la masificación; y renovaciones de ruptura orientadas al futuro. Esto es, que las sociedades pretenden cubrir sus necesidades de significación cultural sobre su propio pasado, su atmósfera presente y sus potencialidades futuras. Desde luego, no son los mismos sectores los que tienen todas las demandas señaladas. La habilidad de una política cultural coherente radica en vislumbrar la finalidad del proceso en armonía con los agentes concretos.»

viernes, 14 de diciembre de 2018

UNA VERDADERA REFORMA EDUCATIVA

Joaquín Córdova Rivas La reforma educativa cambia de rumbo, esa podría ser una interpretación superficial, más correcto sería decir que ahora sí habrá reforma educativa, porque la anterior fue laboral, punitiva, administrativa en un sentido meramente burocrático y fiscalizador, que comenzó agraviando a los principales agentes de cambio, los profesores. Lo anunciado por el presidente de la república el 12 de diciembre no es un mero cambio de nombre, es una reorientación profunda en cuanto a la intención, la forma y el fondo, los contenidos, los valores y actitudes, porque lo que hicieron antes los gobiernos neoliberales fue una simulación multimillonaria, que no se sostuvo ni con sus propios indicadores. Vamos a tomar como muestra los resultados de la prueba que mide los aprendizajes en educación básica llamada PLANEA, cuyos resultados fueron dados a conocer unos días antes —27 de noviembre— del cambio en el ejecutivo federal. De entrada, se establece que dicha evaluación pretende medir los aprendizajes de nuestros niños mexicanos que: «Son fundamentales para el dominio de los conocimientos y habilidades de estos campos formativos —se refiere a Lenguaje y Comunicación y Matemáticas, cumpliendo con dos criterios—. Son relevantes para la adquisición de aprendizajes en otras áreas de conocimiento. Se espera que prevalezcan en el currículo, más allá de las modificaciones que éste suele tener a lo largo del tiempo.» Dicha prueba está diseñada con una escala entre 200 y 800 puntos con una media de 500 establecida en 2015. Los resultados en puntos se agrupan en cuatro niveles: el I y II llamados “insuficiente” y “básico”, el III y IV, llamados “satisfactorio” y “sobresaliente” que son los esperados si el sistema educativo en conjunto funciona bien. Aclarado lo anterior, los resultados para sexto de primaria en Lenguaje y Comunicación son, por niveles y en porcentaje: en I y II suman 82 por ciento; en III y IV apenas 18 por ciento. En matemáticas los resultados son: en los niveles I y II suman 77 por ciento, mientras que en los esperados después de seis años de escolaridad básica —sin considerar preescolar porque no se alcanza la cobertura total— son apenas de 23 por ciento. En Lenguaje y Comunicación, arribita del promedio nacional están los estudiantes de educación básica queretanos con 517 puntos, empatados en el cuarto lugar con los estudiantes de Aguascalientes. En Matemáticas con 515 puntos los estudiantes queretanos estarían en un hipotético sexto lugar. Pero esto no se traduce en incentivo alguno para el magisterio queretano, tampoco en una retroalimentación oportuna y suficiente para elevar, aún más, su desempeño. Hay datos muy interesantes que, al parecer, son tomados en cuenta para la propuesta de reforma educativa actual, y que no constituyen sorpresa alguna si se observa el fenómeno educativo en toda su complejidad. Por ejemplo, el puntaje promedio de los estudiantes según Recursos Familiares Asociados al Bienestar (RFAB), marca una diferencia significativa, entre más puntos obtienen las familias en este índice, mejores resultados tienen los niños en el aprendizaje de ambos rubros evaluados, la diferencia es de más de 100 puntos en Lenguaje y Comunicación entre los que tienen pocos recursos familiares y los que tienen más. En Matemáticas la diferencia entre unos y otros llega a ser de 80 puntos. Lo mismo ocurre —a pesar de la mayor dispersión de datos— si se compara el índice de Desarrollo Humano de cada Estado con el puntaje promedio en ambas áreas de conocimiento obtenido por sus niños en PLANEA, entre mayor sea el primero, mayor es el segundo. En comunidades pequeñas y/o alejadas de los grandes centros urbanos aún existen las llamadas escuelas multigrado, es decir, aquellas en donde al menos en un grupo se imparte más de un grado escolar. Generalmente se asocian a comunidades llamadas “marginadas” del desarrollo general de una región o de un país. Las diferencias en el aprendizaje también son significativas, las escuelas multigrado muestran resultados consistentemente inferiores a las de “organización completa”, siendo de 43 y 36 puntos la diferencia en las dos áreas de conocimiento evaluadas. También se consideró otra variable llamada y definida como: «Clima de participación y respeto (que) es cuando los docentes animan a los estudiantes a expresarse, promueven el diálogo y toman en cuenta la opinión de los estudiantes.» Casi resulta ocioso decir que, independientemente del tipo de escuela —Comunitaria, General Pública, Privada o Indígena—, también existe una relación directa, significativa, entre los temas que referimos. Otros rubros medidos que también impactan en el aprendizaje de nuestros estudiantes de educación básica son: «La expectativa académica (que) es el nivel de estudios al que los estudiantes aspiran alcanzar», entre mayor sea la primera más elevada es la segunda. También se mide y relaciona «El compromiso de los estudiantes (que) implica el interés, esfuerzo, atención y persistencia para realizar tareas escolares.» Para los que critican el programa de Becas Benito Juárez, se comprueba que el puntaje promedio de los estudiantes según condiciones de trabajo infantil y tiempo destinado al mismo es importante. Cuando los niños tienen que ayudar a familiares en su trabajo o negocio, o trabajar por cuenta propia o como empleado, sus aprendizajes son significativamente menores a quienes no tienen esa necesidad, por eso el trabajo infantil no es recomendable, pero en un país tan desigual como el nuestro, donde los ingresos de muchas familias no son suficientes con el trabajo de los adultos, numerosos menores tienen que ayudar en las actividades laborales. Lo peor y quizás más concluyente, en plena aplicación de la mal llamada reforma educativa neoliberal la diferencia en el aprendizaje en tres años, del 2015 a 2018, es de un “avance” de 1 y 3 puntos respectivamente, lo que rebasa con mucho el margen de “error” estadístico, y de vergüenza considerando que el promedio de la escala evaluadora es de 500 puntos. Ni por donde justificarse. Por eso y mucho más urge una verdadera reforma educativa.

LA DISCUSIÓN MORAL

Joaquín Córdova Rivas Parece una ocurrencia y hasta suena anacrónica. ¿Cómo se le ocurre a alguien proponer una “constitución moral” en plena época neoliberal? Pues precisamente por eso, porque el neoliberalismo actual carece de ética y de moral y su único objetivo es el enriquecimiento rápido y a costa de lo que sea. Pero de ninguna manera es una idea nueva, como lo muestra la doctora en historia Valentina Torres Septién, algunos de los más prominentes promotores de la educación en el Porfiriato como Gabino Barreda, Guillermo Prieto y Justo Sierra consideraban importante la existencia de normas que reflejaran los ideales de una sociedad en transición histórica: «Tanto Barreda como Sierra consideraban al Estado como el agente clave en el proceso educativo. El Estado debía inculcar virtudes cívicas y morales en todos los ciudadanos. Este concepto fundamental del pensamiento comteano y del liberalismo, reflejaba la postura de quienes tenían en sus manos el proyecto educativo. Estos ideales no chocaban con un sector de la sociedad que mantenía una mentalidad iniciática imbuida de ideales aristocráticos.» Gabino Barreda —primer director de la Escuela Nacional Preparatoria y encargado por Benito Juárez para preparar la Ley Orgánica de Educación Pública, decretada en 1867— coincidía en esos aspectos, por ello: «Para Barreda, la educación intelectual del individuo debía llevar a la reconstrucción de la sociedad. Consideraba, como Comte, que el amor, el altruismo y los sentimientos sociales eran el principio de la moralidad. En un ensayo de 1863, Barreda subrayó que si bien el gobierno no debía intervenir en la religión de sus gobernados, “puede y debe intervenir en su educación moral, adecuándola a las exigencias de la sociedad y de la civilización”.» https://biblat.unam.mx/es/revista/serie-de-historia-moderna-y-contemporanea-instituto-de-investigaciones-historicas-unam/articulo/manuales-de-conducta-urbanidad-y-buenos-modales-durante-el-porfiriato-notas-sobre-el-comportamiento-femenino Seguramente por esas raíces filosóficas positivistas, la idea de una Constitución Moral —de carácter no obligatorio— propuesta por Andrés Manuel López Obrador no ha sido tan polémica como se podría haber previsto, aunque falta la etapa de propuestas y discusión. Muchos políticos se pueden morder la lengua, en fechas más recientes a las del ensayo de Gabino Barreda, específicamente el 7 de marzo de 1983, el entonces presidente de la república, emanado del PRI Miguel De la Madrid, criticaba y proponía: «Estamos pasando por épocas difíciles y dolorosas, Los retos que avizoramos son imponentes; pero necesitamos abordar la superación de estos retos con vigor, con imaginación, con talento Y para ello es imprescindible la renovación moral de la sociedad Una sociedad que tolera, que permite la generalización de conductas inmorales o corruptas, es una sociedad que se debilita, es una sociedad que decae Y, desde luego acepto: la corrupción en el sector gubernamental es la forma más intolerable de inmoralidad social.» https://www.proceso.com.mx/133015/la-renovacion-moral-que-propone-de-la-madrid Y seguía, incluso con la idea de que la corrupción “se barre” de arriba para abajo: «debemos exigir una conducta intachable en los altos funcionarios Se gobierno con el ejemplo, y si bien muchas veces los fenómenos de corrupción se producen a escalones intermedios o inferiores, no cabe duda que muchas veces es producto del mal ejemplo que se da en los escalones superiores de la administración pública, ya sea federal, local o municipal. [...] Las leyes vigentes han sido desbordadas por la realidad y ya no ofrecen bases sólidas para prevenir y sancionar la corrupción que la conciencia nacional exige erradicar. Si la renovación moral de la sociedad que ordena el pueblo de México ha de cumplirse, hay que empezar renovando las leyes e instituciones que tutelan la realización de nuestros valores nacionales.[...] Renovar moralmente es seguir el ejemplo de la generación liberal, con Juárez a la cabeza; las conductas paradigmáticas de Zarco, Arriaga, Ocampo, los Lerdo de Tejada, Zaragoza, González Ortega y tantos otros que siempre pusieron por encima de todo, el interés de la República como valor supremo de la vida pública y privada. Renovaremos ahora siguiendo a Madero, Pino Suárez, Carranza, Cabrera, Bassols y tantos otros ejemplos de la Revolución que vivieron y transformaron de acuerdo con los valores que postularon. Renovaremos con lo mismo y por lo mismo: el amor y la lealtad a la Patria, el honor personal y nacional, el cumplimiento de la palabra comprometida, el respeto a las leyes e instituciones de la República, y la solidaridad con todos los mexicanos.» http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/7CRumbo/1982MMH-FundRenM.html Pero la idea del nuevo gobierno parece ir por otra vía, uno de los encargados de dirigir la redacción del documento Jesús Ramírez, explicó que el objetivo es «hacer un compendio de valores, ideas, que puedan ayudar a la transformación (del país) desde la perspectiva de la moral y la ética [...] como una forma de reflexionar la idea de que para constituir una sociedad, incluyente, democrática, libre, necesitamos replantearnos los valores, y que ese trabajo es un trabajo que le toca a la sociedad, al gobierno y a los medios de comunicación. [...] y la idea es hacer énfasis en los valores que puedan ayudar a la transformación del país. Necesitamos volver a recuperar la educación cívica, la ética como parte de la formación educativa y eso también tendrá que ser reflejado a nivel del gobierno, (en) un código de ética de los funcionarios [...] no es una constitución jurídica, no es una ley que vaya a ser obedecida como tal...» No es un esfuerzo inútil, reflexionar sobre los valores que hemos estado dejando de lado por un pragmatismo inútil e injusto servirá para reestablecer ese tejido social desgarrado, para recuperar formas de convivencia pacíficas ya perdidas, para no desgastarnos en enfrentamientos fratricidas y enfocarnos en vivir bien. No todo tiene que judicializarse, llegar a los tribunales, cuando podemos evitar dañarnos los unos a los otros, siempre y cuando el trato sea recíproco y asumido voluntariamente, porque nos conviene a todos. Foto: Mariana Córdova.

sábado, 1 de diciembre de 2018

SEIS AÑOS Joaquín Córdova Rivas El tiempo es tan relativo que en la política mexicana se mide en sexenios, tan persistente es la tradición que se sigue imponiendo a pesar de que el neoliberalismo insiste en aplanarlo todo, desde que se les ocurrió el rollo del “fin de la historia” con la insistencia de que el capitalismo turbo era el culmen de la civilización occidental —que para ellos es la única que vale la pena y se justifica—, nos quieren hacer creer que las otras etapas apenas eran la sufrida resistencia de utópicos y anarquistas tercos que no entendían la superioridad del falso libre mercado y de la democracia que insisten en llamar “liberal” —será por que nos dejan la “libertad” de padecer una vida poco digna sin oponer resistencia—. Bueno, pues inicia otro sexenio, pero ahora con la esperanza de que sea diferente a los anteriores, sentimos que llegamos a tocar fondo y que es necesario dar un salto cualitativo por que quedarse donde mismo no es opción, la inmovilidad es ilusoria y frecuentemente encubre retrocesos graves. El salto debe ser hacia la disminución de las desigualdades, hacia la construcción de una sociedad que valore a todos y cada uno de sus integrantes, que garantice —con la participación ciudadana— la seguridad pública, que no tolere lo intolerable como la corrupción y los privilegios a unos cuantos a costa de todos. Seis años son pocos para enderezar lo torcido, para regenerar un tejido social desgarrado, para recuperar la confianza, la amabilidad, la solidaridad y la seguridad. La polarización social pretende instalarse como escenario truculento ante la falta de una oposición real que sirva de crítica y contrapeso. Los partidos políticos no aciertan a reconstruirse porque están infectados con los grandes males nacionales que debieron combatir en lugar de permitirlos y formar parte de ellos. Si prevalecía la idea de que “el que no transa no avanza”, ahora, tantas mañas los descalifican ante una sociedad harta de abusos y corruptelas. Por necesidades de impresión, este texto se escribe antes de la toma de posesión del Presidente para el sexenio 2018-2024, una transición de un terciopelo rasposito, pero así tiene que ser, porque arrancar lo que está podrido será doloroso, habrá que raspar la superficie y después hurgar con profundidad para llegar a lo que se puede regenerar sanamente, afortunadamente hay cuerpo social suficiente y muy sano debajo de la podredumbre, lo ideal será que queden pocas cicatrices, pero a veces son inevitables. Reconstruirlo todo dejará pocas energías para la revancha, pero si con malas artes se impiden los cambios la venganza puede ser el hoyo negro que se trague todo y quedemos peor que como estábamos. Hay que serenar la impaciencia, hay que precisar las críticas para afinar los detalles de la transición, hay que tener idea cierta de a dónde queremos llegar y cómo queremos hacerlo para no caer en la provocación de las discusiones estériles que se quedan en la superficie de los problemas. Ya sabemos quiénes integrarán el gabinete presidencial, ha habido tiempo para conocer sus ideas, antecedentes e intenciones; ya sabemos las historias personales de los legisladores que acompañarán esta primera etapa sexenal, no han ocultado sus filias y sus fobias. No hay sorpresas y esperemos que no las haya a pesar de las presiones, de los intentos de cooptaciones, de los egos inflados artificialmente, de los descuidos y desviaciones. En todo aprendizaje hay errores y se rectifican en lugar de negarlos o esconderlos, que esa sea la tónica

LA SEDUCCIÓN NEOLIBERAL

Joaquín Córdova Rivas Ya no es el siglo pasado, las sociedades no se controlan como antes, al menos eso creen los nuevos filósofos y pensadores sociales, la edad de la coerción, de la fuerza bruta ya pasó. Los vasos comunicantes hacia dentro y fuera permiten que el flujo de información se descontrole, aunque sea poquito, ya no se trata de apresar la voluntad del individuo, sino de hacerlo que haga lo que el poder quiere sin que el mismo sujeto se percate. Que crea que es libre mientras se esclaviza creyendo serlo. Como corresponde a un mundo en que la migración es la regla, el filósofo Byung Chul Han residente en Alemania y de origen sudcoreano, ha sido de los que mejor han sabido explicar el cambio social en una era de constante avance tecnológico y de desigualdades crónicas, no vacila en sacarle las tripas al sistema económico vigente y señalar sus patologías y necrosidades. Pero lo más importante, explora el efecto que en la psiquis de los individuos produce ese capitalismo en su fase neoliberal que se niega a cambiar y a morir. Lo primero es disfrazarse, presentarse como el único camino posible, ocultar la explotación inmisericorde detrás del lenguaje libertario, culpar al individuo porque no es suficientemente productivo, porque no rinde lo suficiente para acceder a un nivel de ingreso y de vida que se le presenta como posible, aunque todo esté armado para que no lo logre nunca. «Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal. No deja que surja resistencia alguna contra el sistema. [...] En el régimen neoliberal de la autoexplotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo. [...] Ya no trabajamos para nuestras necesidades, sino para el capital. El capital genera sus propias necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias.» Byung-Chul Han. Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Por supuesto que en cada región el neoliberalismo adquiere características propias, en algunas el control es más avanzado, más refinado, en nuestro caso seguimos en una etapa todavía pedestre, a nuestros multimillonarios no se les dan los estudios, su cultura es la del mercado, compran lo caro creyendo que eso los vuelve cultos, confunden lo grandote con lo grandioso, ni siquiera se dan cuenta que los “sustos” que producen sus minicrisis financieras los afectan más a ellos que lo que ganan —más bien pierden— en una opinión pública que ya lo percibe como abusivos, mentirosos, que no se merecen lo que tienen porque no es ganado en buena lid. Los intentos de cacerolazos producen más burlas que simpatías. «La técnica de poder propia del neoliberalismo adquiere una forma sutil, flexible, inteligente, y escapa a toda visibilidad. El sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre. [...] El poder inteligente, amable, no opera de frente contra la voluntad de los sujetos sometidos, sino que dirige esa voluntad a su favor. Es más afirmativo que negador, más seductor que represor. Se esfuerza en generar emociones positivas y en explotarlas. Seduce en lugar de prohibir. No se enfrenta al sujeto, le da facilidades. El poder inteligente se ajusta a la psique en lugar de disciplinarla y someterla a coacciones y prohibiciones. No nos impone ningún silencio. Al contrario: nos exige compartir, participar, comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos y preferencias; esto es, contar nuestra vida. Este poder amable es más poderoso que el poder represivo. Escapa a toda visibilidad. La presente crisis de libertad consiste en que estamos ante una técnica de poder que no niega o somete la libertad, sino que la explota. Se elimina la decisión libre en favor de la libre elección entre distintas ofertas. El poder inteligente, de apariencia libre y amable, que estimula y seduce, es más efectivo que el poder que clasifica, amenaza y prescribe. El botón de me gusta es su signo. Uno se somete al entramado de poder consumiendo y comunicándose, incluso haciendo clic en el botón de me gusta. El neoliberalismo es el capitalismo del me gusta.» Por eso, como mecanismo de control social, es más efectivo el “buen fin” que las marchas de luto por un aeropuerto, es más productivo tener ilusionados a los individuos haciéndoles creer que endeudándose tendrán acceso al paraíso del consumo fuera de su nivel de ingreso. «¿Acaso no son las elevadas deudas una prueba de que no tenemos en nuestro haber el ser libres? ¿No es el capital un nuevo Dios que otra vez nos hace culpables? Walter Benjamin concibe el capitalismo como una religión. Es el “primer caso de un culto que no es expiatorio sino culpabilizador”. Porque no es posible liquidar las deudas, se perpetua el estado de falta de libertad: “Una terrible conciencia de culpa que no sabe cómo expiarse, recurre al culto no para expiar la culpa sino para hacerla universal”.» Las “ofertas” ya no son tales, los precios se manipulan semanas antes para después hacer como que bajan para inducir el consumo, pero sabedores todos de que eso no es suficiente, más bien que el ingreso nunca será suficiente para tener lo que nos dicen que debemos tener, avientan la ilusión de los “meses sin intereses”, se hipoteca el tiempo, la vida, el futuro, para beneficio de los que controlan y monopolizan un mercado que de “libre” solo tiene el apodo. Paradójicamente, las políticas de shock, todavía utilizadas en Venezuela, resultan obsoletas en economías como la nuestra, donde el control del gobierno aparece “diluido” y predominan los capitales trasnacionales que nos utilizan como plataforma para llegar el mercado norteamericano, mientras en lo interno seguimos padeciendo una clase política, empresarial y religiosa que pretende mantener sus privilegios cerrándose, enconchándose, negando los cambios que se le vienen encima. Aun así, gana terreno el culpar al individuo por las fallas de un diseño social que atenta abiertamente contra el bienestar de la mayoría. Si usted no es rico es su culpa por no ser productivo, por resistirse, por no endeudarse, por tener pensamientos “negativos” en lugar de dejarse arrastrar por la marea consumista. «La psicopolítica neoliberal encuentra siempre formas más refinadas de explotación. Numerosos seminarios y talleres de management personal e inteligencia emocional, así como jornadas de coaching empresarial y liderazgo prometen una optimización personal y el incremento de la eficiencia sin límite. [...] En lugar de buscar pecados se buscan pensamientos negativos. El yo lucha consigo mismo como con un enemigo. Los predicadores evangélicos actúan hoy como mánagers y entrenadores motivacionales, y predican el nuevo evangelio del rendimiento y la optimización sin límite.» En esas estamos, por supuesto que el análisis de Byung Chul Han es más complejo e interesante, provocador si lo queremos usar para explicar la coyuntura mexicana. Pero cualquier intento vale la pena. Es más difícil oponerse y resistir efectivamente a la seducción, que a la violencia y represión abierta y descarada.

viernes, 9 de noviembre de 2018

LA RECONSTRUCCIÓN

Joaquín Córdova Rivas Han sido décadas que aprovecharon para construirse un “Estado de Derecho” a la medida, sin más límite que su ambición, permitiéndose todo, sin investigaciones serias, sin sanciones, sin consecuencia alguna, hasta su protección se garantiza con fondos públicos, sus empresas con todo favorable para constituirse en monopolios, con “créditos fiscales” inalcanzables para cualquier mexicano trabajador normal, con la ceguera y complacencia de autoridades cómplices que hasta servían de bolsa de trabajo para parientes y parásitos que los acompañan. Lo pervirtieron todo hasta que produjeron una reacción en contra que no se esperaban. Tomaron por asalto la Constitución y las leyes que de ella emanan, se repartieron los órganos “ciudadanos” y “autónomos” convirtiéndolos a su imagen y semejanza, se aliaron con los dueños de medios de comunicación masiva para manipular conciencias e imponer sus intereses como si fuera “el orden natural de las cosas”, compraron barato a quien se dejó, eliminaron a quien opuso resistencia, nos sometieron con el miedo y la inseguridad, se aliaron con criminales para incrementar sus ganancias sin importar las víctimas y las consecuencias. Sembraron la desconfianza, el individualismo, la discriminación y la intolerancia y los dejaron dormiditos debajo de un discurso “políticamente correcto”, rompieron todos los equilibrios e incrementaron las desigualdades. Revertir lo anterior no será fácil, lo tenemos metido en la piel y en la mente, lo ejercemos cotidianamente sin siquiera advertirlo, todavía tenemos la tentación de defender esas leyes y esas normas porque “son lo que hay”, porque es “la legalidad”, porque es “la democracia”. Aparece la disyuntiva, seguir defendiendo un orden institucional y legal que nos perjudica o actuar en los estrechos márgenes que nos demos para cambiarlo todo, pero eso va a tardar y hasta puede haber retrocesos. Mientras podemos cambiar en lo cotidiano, convertir el individualismo en solidaridad, entender que somos iguales a los demás y merecemos una vida digna, respetar la vida privada propia y ajena sin permitir intromisiones disque morales y bien intencionadas, no hacernos daño e impedir que otros abusen de un poder que no deberían tener, identificar los intereses sociales que benefician a todos y defenderlos en casa, con la pareja, con la familia, en el trabajo, en la escuela, en la calle, en donde haga falta. No quedarnos callados ante las injusticias, ante los abusos, exhibir a los corruptos, denunciarlos, que sepan que repudiamos sus prácticas y que no queremos ser como ellos. Construir ciudadanía a cada momento, en todo lugar. Saber que esos intereses, esos poderosos, no se quedarán con los brazos cruzados, que tratarán de reaccionar escudándose en esa democracia que sucumbe ante el embate de la compra de votos, tratarán de proteger esas instituciones que torcieron su rumbo para trabajar en exclusiva para ellos, invocarán el poder de las cacerolas como símbolo de su obvia inconformidad. El caminito ya nos lo sabemos, lo han transitado cuando “la democracia” no les es incondicional y no la pueden pervertir tan fácilmente, lo han hecho de la mano de grandes trasnacionales y de gobiernos extranjeros, en todo nuestro subcontinente y en cualquier parte del mundo donde haya algo qué explotar, así sea la mano de obra esclava o la de mujeres y niños. Uno de sus efectos lo estamos viendo con los éxodos de Honduras, El Salvador, Siria, la áfrica subsahariana, hasta los mexicanos que se han ido a buscar mejores condiciones de vida y trabajo con nuestro vecino del norte. Pero aún así la coyuntura no les es favorable, abusaron tanto y de tantos que llamar a la movilización puede sacar de sus casas a los cientos de miles de desplazados por la inseguridad que permitieron, a los familiares y allegados de los miles de desaparecidos que no han encontrado justicia y, a veces, ni los restos de sus hijos, padres, tíos, primos, amigos, compañeros de escuela o trabajo. Sacar de su dolor a los que han visto “desaparecer” a sus hijas y hermanas, víctimas fatales de un machismo que se resiste a desaparecer y se vuelve más sanguinario. Ya les dimos un susto el primero de julio, puede que no sea el único ni el último. Tienen en contra que su capitalismo de compinches es, por definición, excluyente de otros a la par que ellos y hasta más poderosos, esos que se han quedado al margen en megaproyectos, que se han perjudicado por la excesiva ambición de sus “socios” mexicanos, que se han manchado por el actuar mafioso de los locales que quieren quedarse con todas las ventajas mientras reparten las pérdidas; pero en un mundo globalizado en el que importa la imagen, el “prestigio”, con el consumo responsable cada vez más en boga, han provocado el repudio de propios y ajenos. Intentarán recomponerse y lavarse la cara y esas manos sucias con todo lo imaginable, hasta sus “vacas sagradas” neoliberales meterán su cuchara para ver qué sacan, aunque dejen a todos colgados. Allí está la pelea, cambiar en serio para revertir las injusticias y las desigualdades o para que todo siga igual. Urge reconstruir este país, reconstruir el tejido social desgarrado, reconstruir la esperanza y tomar por asalto la realidad.

viernes, 2 de noviembre de 2018

ESOS LOCOS MARAVILLOSOS

Todos contra ellos, porque se ven feos, ridículos, porque agreden nuestras buenas conciencias, porque van contra la decencia y las buenas costumbres, porque pervierten a los que los ven, los oyen, los huelen, ni hablar de tocarlos o probarlos. Las redes sociales son refractarias a los argumentos, se celebra más el insulto, se vale recurrir a la mentira, a la desinformación, mientras no se recurra a exhibir al cuerpo humano, permanente fuente de vergüenza y pecado. Si un grupo de mujeres, se reconozcan o no como feministas, recurren a desnudarse parcial o totalmente en una manifestación o protesta pública, no tardan los “bondadosos” censores en burlarse, en repudiar esos cuerpos ajenos a la manipulación digital, lejos de esos estándares de belleza impuestos por unos medios de comunicación que perviven provocando la insatisfacción e infelicidad perpetuas. Para ellos no importa lo justo o no de las demandas, la desigualdad encubierta en la normalización del machismo, de la corrupción, de la pobreza extrema y de la riqueza insultante por antiética; importa lo feas que se ven, la celulitis, la piel vencida por los años y manchada por la radiación solar, el exceso o carencia de curvas, las asimetrías mal disimuladas. Peor si los “encuerados” son trabajadores o campesinos que no tienen más forma de protestar que su cuerpo, porque son invisibles cuando de hacer justicia se trata, pero muy notorios cuando de encontrar víctimas es el juego. No tarda la burla por que se ven panzones o flacos, porque la conjunción de obesidad y desnutrición se ven feas juntas, porque no son cuerpos cultivados en un gimnasio, porque se les resbalan los calzones de guangos por el exceso de uso, porque están percudidos, porque no se ven machos. Para escandalizarse no hay mejor festín que las marchas para celebrar el orgullo gay, cuando “las locas y marimachos” pierden la vergüenza y se exhiben públicamente en un arranque de libertad que pocos toleran. ¡Qué ejemplo para los niños! ¡Qué bofetada para los que prefieren el clóset y hasta homofóbicos se vuelven! Nada qué ver con las manifestaciones “espontáneas” convocadas por los intereses privilegiados con sus cacerolas en mano, con sus consignas contradictorias: los que reniegan de la democracia, invocándola; los que defienden el individualismo queriendo ser masa, los que solo salen a la calle con sus autos, dejándolos en manos del valet parking o del chofer para salir a caminar; los que llaman a los fotógrafos de sociales para tomar la “selfie” disque no planeada; los que llaman a la catástrofe para ponerse como salvadores de una patria que no les importa si no es para devastarla. A su narrativa conservadora, al terror que quieren infundir al cambio hay que oponerle otra. Lo que veremos en nuestro país, los intereses que gobernaron durante los últimos sexenios defendiéndose de que se les quite el negocio, de su relación perversa y que parecía indivisible con el poder político que supuestamente tiene que ver por todos y no solo por ellos, el descaro en el abuso del financiamiento y de la obra pública para volverse más ricos mientras los demás empobrecemos. Pero esto no es exclusivo de este México agraviado que no olvida fácilmente las crisis en que nos metieron. Prefiero esos locos maravillosos que se juegan el pellejo por construir su propio relato, por influir en su destino, por salir de las tinieblas en que muchos quisieran que siguieran para no escandalizarse porque cuestionan sus propias inseguridades, en lugar de las modosas protestas que defienden intereses de grupos pequeños, de privilegiados que solo arriesgan su excesiva concentración de la riqueza a costa de lo que sea. «El mundo está virando; está cambiando; se está oscureciendo. Ya no podemos jugar según las viejas reglas de la complacencia. Debemos inventar nuevas formas de hacer, nuevas formas de pensar. El país más poderoso del mundo parece hoy una corte feudal llena de intrigas, alimentada de mendacidad, ahogada en su propia soberbia. Debemos saber qué es verdad. Debemos decir cuál es la verdad. Y debemos llamar mentira a la mentira. [...] Es el momento de proclamar que la superioridad económica no significa superioridad moral.» Chimamanda Ngozi Adichie. Verne. Diario El País 28 de octubre del 2018. Se trata de salir de la trampa del lenguaje “políticamente correcto”, ese que encubre la realidad con el pretexto de hacerla más amable, ese que rechaza decir las cosas por su nombre por el miedo de que alguien se vaya a ofender, ese que da la apariencia de que hemos cambiado cuando seguimos siendo los mismos conservadores de siempre, víctimas de discursos ajenos que modelan nuestro destino y lo disfrazan de elección libre y consciente. Como señala la escritora nigeriana citada antes recordando una vivencia reciente en su pueblo natal: «Esa experiencia me hizo abandonar mi idea boba y romántica de que “hablar claro” va unido a la certeza de un apoyo generalizado. Pero me aclaró la importancia de hablar de lo que importa: no se debe hablar porque uno esté seguro de que le van a apoyar, sino porque no puede permitirse el silencio.» https://elpais.com/cultura/2018/10/26/babelia/1540567059_956054.html?id_externo_rsoc=FB_CC&fbclid=IwAR3Szik4iKxdodUKIf0mXNpwAydQoNk5n8j5n_GseyrXnMkEemBXEsyBReE Remata diciendo que es el momento de relatos más complejos, esos que se meten hasta el tuétano de quienes sufren alguna injusticia, que sufren las desigualdades provocadas por los victimarios que se disfrazan de víctimas, que no son simples números en manipulables estadísticas. Preferibles los locos que defienden sus derechos, que los perversos que viven expropiándoselos a todos los demás.

sábado, 27 de octubre de 2018

CALAVERAS, CACEROLAS Y DIABLITOS Joaquín Córdova Rivas Como todo símbolo está cargado de significados, el llamado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México —NAIM por sus siglas—, concentra y representa el clímax de corrupción del gobierno federal saliente. Es su creatura póstuma, concebida desde la soberbia de creer tener asegurado el triunfo en las elecciones de junio de este año con cualquiera de sus candidatos y cualquiera de sus coaliciones. Allí están, desnudos, los tráficos de influencias, los precios inflados, los materiales de calidad inferior al presupuestado, las mafias de constructores, de transportistas, la especulación inmobiliaria y el despojo a los pueblos vecinos, la corrupción en la asignación de contratos, los pagos adelantados sobre obras no realizadas, el dispendio, la destrucción ecológica, lo inadecuado del terreno y lo que han llamado Aerotrópolis, un proyecto megamillonario sobre miles de hectáreas que de otra manera resultaría incosteable en su urbanización y venta en el corto plazo. Las consecuencias sobre una ciudad sedienta y que se hunde aceleradamente no importan, el chiste es hacer negocio. Lo anticipamos y lo escribimos en el número de la primera semana de abril de este semanario titulado, precisamente, El Nido, porque para la campaña morenista ese era y es el ejemplo del descaro y complicidad a la que podía llegar un gobierno que solo estaba gobernando para beneficio de una minoría de grandes empresarios, sin importar los costos, mucho menos la ética, ni para qué insistir en la presunta responsabilidad social que tanto presumen y que carecen. Y todo a costa del presupuesto público y del ahorro forzado de millones de trabajadores cautivos de unas AFORES que dan migajas a cambio de que ellos inviertan lo ajeno donde no quieren arriesgar sus muy cuantiosas fortunas. Para colmo de los males, esa forma amañada de hacer las cosas ya mordió a los de casa, sus carísimas torres médicas, sus costosos y disque lujosos centros comerciales o condominios de lujo presentan los mismos “inconvenientes” de su perversa forma de operar: pisos que se anegan de aguas negras porque el drenaje es insuficiente, puentes que se caen con cualquier sismo de mediana magnitud y provocan víctimas fatales, áreas completas que se derrumban por su propio peso y eso que apenas están en construcción o tienen poco tiempo operando, secciones habitacionales de lujo que con las lluvias parecen gozar de cascadas interiores y un largo etcétera que ellos conocen. Del otro lado de esas mafias solo se opone un presidente electo y una propuesta de gobierno que no ha tomado posesión, pero que está respaldado, de inicio, por 32 millones de votos. Por ello el mecanismo es lo de menos, se trata de movilizar a una parte de ese apoyo electoral, irlo transformando en una masa que se organiza alrededor de demandas muy específicas y forzar a los barones de la política neoliberal y del dinero a acatar la decisión de que ese tipo de tranzas ya no serán toleradas. Y eso es bien difícil. Creer que esos intereses se van a quedar nada más viendo cómo pierden sus ventajas ilegales y privilegios es una ingenuidad, en lo público, declaran apoyar al gobierno electo pero, por debajo, sin enseñar la mano, tiran todas las puñaladas traperas que pueden, utilizando los medios de comunicación —son los dueños—, inventando asociaciones de especialistas, patrocinando membretes de organizaciones inexistentes o de puros cuates y prestanombres, cooptando a quien se deje, comprando al que no aguante, amenazando, hostigando, golpeando con todos los medios a su alcance más los que se presten “desinteresadamente”. Las presiones están y seguirán, tratarán de desgastar al nuevo gobierno, inventarán escándalos, magnificarán minucias, comprarán las lealtades de aquellos que siguen creyendo que sus empleos e ingresos se los deben a ellos y no a sus capacidades y conocimientos. Hay que recordar que seguimos siendo el país de las quesadillas sin queso, del chile que “no pica”, del ciudadano que no participa, pero convierte cualquier teclado en arma para ejercer sus miedos y prejuicios. Para esos los cacerolazos siguen siendo una opción. Los diablitos allí andan haciendo de las suyas, descalificando, queriendo ridiculizar, apelando a la desmemoria, borrando por saturación mediática los millones de víctimas, todo lo que se han robado, todas las injusticias cometidas, todas las corruptelas gozadas por décadas, los millones de empobrecidos, los desplazados por su violencia, los muertos por negligencias y complicidades, las innumerables calaveras sembradas por todo el país. Y todo para seguirse enriqueciendo, aunque sigan siendo unos infelices.

LOS CACEROLAZOS

Joaquín Córdova Rivas La inercia es canija, nos sigue arrastrando aunque queramos cambiar de rumbo, torcer nuestro destino hacia derroteros menos dolorosos, acumular karma positivo para salir de la mala racha, elija la versión que más le guste o de plano dese por vencido y proclame que es culpa del maligno que sigue acumulando fieles seguidores. Hacer que un país se mueva hacia nuevas coordenadas exige que se deshaga de sus lastres al tiempo que se da tiempo para acordar la nueva dirección, aunque si seguimos con la metáfora marinera, resulta frustrante quererse enfilar hacia horizontes, menos tormentosos, con la misma tripulación y sus tendencias suicidas porque sabe que tiene asegurado su lugar en la única balsa salvavidas existente. Al presidente electo y su variopinto equipo se le reprocha desde ahorita, antes de que tome las riendas del poder, que las cosas no solo no mejoren, sino que estén empeorando. Aunque si somos mínimamente críticos podemos cuestionar si esa tendencia es cierta o es que los medios de comunicación se quitaron la venda y están dejando saber lo que antes, por pura conveniencia y complicidad, ocultaban. Hay quienes se declaran defraudados porque se pospongan o cancelen encuentros con víctimas de la violencia irracional, de la que provoca un crimen organizado desde arriba y que está desbocado ante la perplejidad de quienes les jalaban un poquito las riendas; o que los encuentros con organizaciones magisteriales se hayan degradado a peleas campales culpando a los convocantes y no a los asistentes. Es como el infantil gamberro maleducado que llega a la fiesta de cumpleaños del compañero de escuela golpeando, destruyendo lo que encuentra a su paso y los padres, en lugar de ponerlo en paz y enseñarle cómo convivir con los demás, les echan la culpa a los anfitriones porque “si ya saben cómo es, para qué lo invitan”. Se nota, cada vez más, la carencia de una organización política que rebase lo coyuntural y que dé cauce a esos agravios ancestrales y recientes, que los eleve de lo dolorosamente circunstancial y los convierta en movimientos permanentes que eviten los retrocesos, que proponga soluciones factibles y duraderas, que rebase lo inmediato para convertirse en política de Estado, ahora sí con mayúsculas. Ya no podemos seguir siendo el país de las buenas intenciones con fracasos continuados, ni tampoco el de las ocurrencias que se desinflan apenas se anuncian, ni el de las simulaciones que solo sirven para la foto en la prensa matutina o el bombardeo en las redes sociales. Necesitamos, además de esperanza colectiva, resultados firmes, aunque no sean espectaculares, de esos que se arraigan en la subjetividad de las personas y en la conciencia colectiva. Dicen que en política los vacíos no existen, si un lugar parece desocupado alguien lo llenará con su presencia. Si lo vemos como texto, si nosotros no escribimos nuestra historia alguien querrá hacerlo a su conveniencia. Por eso urge construir una narrativa del cambio por el que votamos el primero de julio pasado, antes de que la victoria se convierta en una frustración más. Cuando la voluntad popular se queda en puras ganas, en vanas intenciones, aparecen las cacerolas, ese remedo de manifestación popular que busca revertir los cambios, infundir el miedo, meter la reversa cueste lo que cueste, sin advertir que es su propia inseguridad y egoísmo lo que está detrás de los llamados conservadores, que buscan ganar con el terror y el escándalo lo que perdieron en las urnas. Apenas se anuncian los privilegios que pueden perder y ya activaron campañas en las redes sociales contra todo: contra el feminismo y sus derechos ganados al machismo recalcitrante —¿habrá de otro?—, contra la posible despenalización del aborto porque hay mujeres encarceladas acusadas, falsamente, de haberse provocado tal evento cuando muchas veces fue circunstancial o causado por una atención deficiente o ausente, o las que fueron víctimas de violación y no encuentran el apoyo institucional para hacer valer su derecho, o las que prefieren decidir sobre su cuerpo y futuro en lugar de dejar que el gobierno decida por ellas; contra la diversidad sexual y sus manifestaciones afectivas; contra las madres que amamantan en lugares públicos queriendo arrinconarlas como si fuera algo censurable o morboso —esa calentura que existe en sus mentes, no en los demás—; contra el consumo de ciertas sustancias que provocan menos daño que el alcohol y el tabaco; contra las marchas y manifestaciones, contra las pintas, contra la reconciliación y el perdón pero a favor de la venganza contra los jodidos mal portados —según ellos desde sus torres de moralidad convenciera—, contra todo lo que les parece indebido pero que se guardan para sí mismos, cuando saquen sus cacerolas para hacer escándalo basados en mentiras, en un falso sentimentalismo hipócrita, en esa doble moral que tanto les gusta. Muchos intereses pueden ser afectados, las ultras de ambos extremos se sienten desplazadas y no quieren ceder ni un centímetro frente a la voluntad popular expresada por muchos medios, no solo el electoral. Tienen recursos y hasta quienes pueden financiarlos, del otro lado prevalece una mezcla valiosa, pero con capacidad de reacción poco articulada y más tardada. Ni modo, la diversidad a veces es más difícil que la falsa unanimidad alrededor de intereses muy concretos y egoístas. Foto: Mariana Córdova

LOS MONSTRUOS

Joaquín Córdova Rivas No elegimos dónde nacer, ni la familia a la que llegaremos, mucho menos sus características, tampoco el momento histórico ni el contexto social. Nuestros padres apenas tendrán un asomo de lo que genéticamente nos heredarán, como la mezcla puede resultar medianamente bien como puede ser un fracaso; pero aun así tendremos que hacernos responsables de nuestros actos, de aprender, con la complicidad, el apoyo y el ejemplo de los que creemos semejantes, eso que se llama humanidad. El asunto es mucho más complejo de lo que parece y en cualquier momento se puede torcer el rumbo de la vida, dañar a los demás comenzando por los más cercanos, a veces irreparablemente. Hace dos años, por estas fechas, traíamos a estas páginas la opinión de dos estudiosos de esos y otros muchos temas: «Qué seguro y cómodo, acogedor y amistoso parecería el mundo si los monstruos y solo los monstruos perpetraran actos monstruosos. Contra los monstruos estamos bastante bien protegidos, y podemos descansar seguros de que estamos protegidos contra los actos perversos que los monstruos son capaces de realizar y que amenazan con perpetrar. Tenemos psicólogos para vigilar a los psicópatas y sociópatas, tenemos sociólogos que nos indican dónde es más probable que se propaguen y congreguen, tenemos jueces para condenarlos al confinamiento y al aislamiento, y policía y psiquiatras para asegurarnos de que permanecen allí.» Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis. Ceguera Moral. La pérdida de la sensibilidad en la modernidad líquida. https://www.planetadelibros.com/libros_contenido_extra/30/29568_Ceguera_moral.pdf La polémica no tardó en llegar, pero poco ha trascendido, opinadores, columnistas, analistas cuestionaron la utilidad de dar a conocer con todos sus detalles cruentos, las declaraciones del feminicida de Ecatepec. No abona al debate, es tratar el crimen como un espectáculo más, oscurece las causas y evita las posibles soluciones, dijeron. Pero el espectáculo tenía que continuar, el dios “rating” exige más sacrificios en su nombre y ahora conocemos las “confesiones” de ese “monstruo” como se le ha dado en llamar. Tampoco tardó la revictimización, “eso les pasa por confiados, por no cuidar a sus mujeres y niños, por drogarse, por irresponsables” como si las víctimas hicieran a su victimario y no al revés. Queremos seguir creyendo que es un caso aislado, que no nos representa porque los demás, los “normales”, no seríamos capaces de hacer eso. Desde otros ámbitos se piensa lo mismo, pero se van al extremo: la culpa no es del hombre, tampoco de las instituciones que fallan en desarrollarnos como mejores seres humanos, que no detectan las desviaciones graves que dañan a los demás, a los mas indefensos, a los que confían en la igualdad o superioridad moral de sus abusadores. Y entonces aparecen los demonios como una falsa y cómoda explicación de nuestras fallas, de nuestra humanidad fallida, de los valores que pregonamos pero no ejercemos, de esas divinidades vengativas y ciegas en las que creemos cuando nos conviene. Lo mismo hacemos cuando pretendemos olvidar que nuestra especie, al igual que todos los demás seres vivos, es migrante. No hemos explorado y explotado el planeta quedándonos quietos, siempre buscamos estar donde mejor podemos hacerlo y nos movemos continuamente, apenas la aparición de las fronteras impide en algo ese flujo constante entre territorios, pero huimos de las guerras, de las desigualdades sociales buscando en otro lugar mejores oportunidades, de las sequías y de las inundaciones, de las plagas y enfermedades, de los peligros e intolerancias que nos convierten en inocentes víctimas de cualquier atrocidad. Por eso es una estupidez inhumana castigar la migración sin atender sus causas, sin resolver los problemas que la provocan, nadie tiene derecho a impedir que los otros busquen vivir mejor utilizando la violencia. La caravana de más de dos mil migrantes hondureños que tanto enoja al copetudo del norte —hijo de migrantes y pensante de monstruosidades— es apenas el anuncio de un problema que lleva décadas sin quererse ver y resolver, los europeos también lo saben, es un fenómeno mundial que no se detendrá hasta que haya las condiciones mínimas para todos para vivir dignamente, sin las insultantes desigualdades que se ahondan y solo convienen a unos cuantos. Allí están nuestros monstruos, también están las posibles soluciones para evitarlos, prevenir que se sigan desarrollando nos corresponde a todos, aunque no con el mismo grado de responsabilidad, pero tampoco se vale la indiferencia, quedarse en el mero escándalo para olvidarlo en cuanto surja algo más terrorífico para asombrarnos y negar nuestra maldad, en lugar de ocuparnos en desarrollar nuestra humanidad.

sábado, 29 de septiembre de 2018

EMBROLLADOS

Joaquín Córdova Rivas En buen embrollo —“situación embarazosa, conflicto del cual no se sabe cómo salir” según la RAE— nos metimos. Eso de querer escribir sobre la cultura y la contracultura supone meterse en laberintos teóricos de difícil solución. Intentemos bajar del espacio teórico sideral y tomarnos el asunto más en lo terrenal, más leve sin dejar de ser serios. Recurramos primero a un autor autóctono, por aquello de que nos conocemos mejor y vivimos en el mismo contexto: José Agustín la define como “una serie de movimientos y expresiones culturales, usualmente juveniles, colectivos, que rebasan, rechazan, se marginan, se enfrentan o trascienden la cultura institucional.” Villarreal irá más lejos al afirmar que la contracultura es un cuestionamiento permanente: “la contracultura puede entenderse como aquello que se opone a toda forma de convención social o de conservadurismo, a todo lo establecido que permanece inmutable o incambiable.” Pero surgen una serie de problemas con lo anterior, ya que algunos estudiosos de este rollo aceptan la existencia de subculturas dentro de una cultura hegemónica, dominante, que se impone incluso apelando a la libertad y diversidad. Para no irnos muy lejos, supongamos que la diferencia propuesta por Fernando García Naharro de la Universidad Complutense de Madrid es acertada: «Las variantes subculturales pueden aceptar unos elementos y rechazar otros, su propuesta nunca supone “salirse del sistema”, mientras que en el código genético de la contracultura el rechazo frontal a lo instituido, la búsqueda del colapso normativo y la superación de las corrupciones de la cultura dominante constituyen la base de su proyecto.» https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4052246.pdf Por eso considerar a Sócrates como contracultural no sería adecuado, puesto que acepta las normas culturales que lo condenan a muerte, pero ¿qué pasa con movimientos como la antipsiquiatría, la pedagogía de Paulo Freire, la desescolarización de Iván Illich, la antipoesía de Nicanor Parra, el neozapatismo del EZLN, la llamada trova latinoamericana, el rock en español, el feminismo, el movimiento LGBT? Por mencionar unos cuantos. Hace poco escribí un texto llamado “se solicita trovador”, en referencia a que ha habido movimientos sociales amplios —¿contraculturales? — que nacieron como oposición al orden establecido pero que tuvieron al frente manifestaciones artísticas que lo cuestionaron y propusieron una forma nueva de pensarlo todo: el amor, la convivencia, la igualdad, la tolerancia, el ser ciudadano, todo lo que forma parte de nuestra subjetividad, que a final de cuentas es la que nos mueve o nos detiene. Chile con sus cantautores como Víctor Jara y sus colectivos musicales; Cuba con su trova y múltiples exponentes; lo mismo con cada país sumergido en la vorágine de los cambios sociales, a veces exitosos, muchas veces frustrados. https://bachomania.blogspot.com/2018/09/se-solicita-trovador.html ¿Radio Numancia es contracultural, esta revista? O formamos parte de esas subculturas que cuestionan, piden cambios, pero no buscan la destrucción de lo existente. ¿Ser contracultural es lo válido, lo valiente, o es condenarse a la permanente marginalidad? ¿Cuestionar desde dentro, ampliar los márgenes de tolerancia, promover la diversidad, escarbar por debajo de las apariencias, contribuir a la difusión de otras formas de mirar, de vivir, de amar no es igual de importante? Que cada quién consulte con el espejo y le pida consejos a la almohada, la conciencia lo agradecerá.

68 MENOS 43

Joaquín Córdova Rivas Eran parte de una multitud, era la conciencia social emergiendo, era esa parte de la juventud que se podía considerar como privilegiada por tener acceso a una educación superior restringida a unos pocos, eran el producto de un proyecto nacional que buscaba que el hijo de cualquier trabajador, del campo o de la ciudad, ingresara a esa capa de profesionistas y técnicos necesarios para hacer realidad los postulados revolucionarios. Necesitábamos capacitar a quienes volverían nuestros campos más productivos, a los que seguirían desarrollando nuestra industria petrolera, a los que harían posible un modelo y desarrollo económicos no dependientes de los caprichos de las grandes potencias, a los que llevarían a cabo la salud comunitaria, a los constructores de viviendas, carreteras, ferrocarriles; a los que educarían a las nuevas generaciones en la igualdad de oportunidades sin importar su origen étnico, económico, social; a los que se nutrirían de lo antiguo y de lo moderno para construir una visión propia del país y de nosotros mismos, a los que lanzarían el ingenio artístico mexicano a la inmortalidad. Toparon con la cerrazón política y el autoritarismo, con los que no querían cambiar por no poner en riesgo sus privilegios, con el viejo pero eficaz discurso del “si no estás conmigo estás en mi contra”, con el rancio anticomunismo gringo que justificaba los miles de muertos inocentes de sus múltiples y estúpidas intervenciones. Toparon con una estructura político-económica-religiosa rígida, ciega, temerosa, ignorante y profundamente intolerante. Y vino la represión y la matanza. El pretexto era lo de menos. Había que “pacificar” a los posibles revoltosos antes de que comenzaran los juegos olímpicos, que nos cayeron de rebote porque las candidaturas más fuertes eran las ciudades de Lyon, Denver y Buenos Aires. Mientras hacia afuera presumíamos una posición no-alineada en el contexto de una guerra fría desgastante y tensa, hacia dentro hasta el recién instalado presidente Gustavo Díaz Ordáz estaba en la nómina de la CIA, según investigaciones de analistas como Sergio Aguayo. http://www.eluniversal.com.mx/cultura/diaz-ordaz-estaba-en-la-nomina-de-la-cia-sergio-aguayo Ahora, cincuenta años después, esa heroica imprudencia colectiva sigue reinterpretándose, seguimos buscando sus huellas en las conquistas de los diferentes colectivos sociales surgidos de los setentas para acá, y que provocaron y aprovecharon la derrota norteamericana en Viet-Nam y su crisis interna que se manifestó con el magnicidio de JFK, del líder negro —eso de afroamericano suena a mal chiste— Martin Luther King, con la represión en sus universidades públicas —la matanza en el campus de la Universidad de Kent fue la más conocida—. En fin, queremos o necesitamos creer que no todo fue derrota, que se sembraron las semillas de las luchas por los derechos humanos, del feminismo, por el reconocimiento de las minorías, contra la discriminación de cualquier tipo, luchas que son cotidianas, que se repiten de generación en generación porque siempre hay quienes insisten en regresar a un pasado intransigente y violento, aunque invoquen la paz y la defensa de las buenas costumbres. Es el 68 y sus 50 años. Es el 2018 y los 43 y más que nos siguen faltando, que siguen siendo víctimas del egoísmo llevado a su más baja expresión, ese que justifica la ganancia excesiva, ilegal, antiética y mal habida como si fuera el origen de una felicidad que se les escapa por las fosas nasales, por las venas reventadas, por la desvergüenza que provoca las neuronas destruidas y los gravísimos daños sociales a tanto inocente ajeno a sus inútiles y sangrientos juegos de poder. Son esos múltiples héroes que nunca quisieron serlo, los que cayeron en la Plaza de las tres culturas, los exiliados, los encarcelados en Lecumberri, los que sufrieron la guerra sucia de un poder paranoico, los que murieron peleando por los derechos colectivos continuamente vulnerados, los que mataron por odio e intolerancia, las que desaparecen por el simple hecho de ser mujeres en un país de machos, los que padecen el estar en el lugar y momento inadecuados y que luego resultan revictimizados; son también esos estudiantes normalistas de las zonas más pobres y sufridas de este desagradecido país que nos siguen faltando. A esos héroes cotidianos, a esos que resisten las amenazas, las presiones, que no se doblegan ante la nueva idolatría individualista y monetaria a costa de lo que sea, a esos deberíamos de cuidarlos, no dejar que nos los asesinen, ni que intenten corromperlos. Que no tengan que morir para apreciarlos y seguir sus pasos. Como bien dice la canción de Eduardo Ramos: «A los héroes / se les recuerda sin llanto, / se les recuerda en los brazos, / se les recuerda en la tierra; / y eso me hace pensar / que no han muerto al final, / y que viven allí / donde haya un hombre / presto a luchar, / a continuar.»

MEGASIMULACIÓN

MEGASIMULACIÓN Joaquín Córdova Rivas La realidad es más sarcástica que la mente más perversa. Como somos un país que quiere tener memoria, aunque no sepamos utilizarla, cada 19 de septiembre nos ponemos como tarea hacer un megasimulacro para aprender cómo comportarnos en caso de que un sismo nos agarre desprevenidos —característica propia de los temblores de tierra, porque no avisan—. Imaginemos los preparativos en las 243 mil escuelas de nuestro sistema educativo nacional. Comenzamos con que a lo largo del año anterior al simulacro ninguna autoridad de protección civil se apareció para capacitar al personal docente y administrativo, si bien les fue a algunas, se les mandó o consiguieron algún instructivo para colocar, a discreción, rótulos con flechitas que dicen “ruta de evacuación”. A otros les llegaría la instrucción de conseguir, aunque sea con las cuotas de padres de familia —esas que son voluntariamente a fuerzas—, unas brochas y botes de pintura blanca y verde bandera para pintar en medio del patio cívico —o lo que se le parezca— un “punto de reunión”. Este supuestamente debe quedar alejado de edificios o cualquier estructura que pueda colapsar y debe ser —el espacio— suficientemente grande para que quepan todos los ocupantes del plantel escolar —¿los “arcotechos” colapsan o solo se mueven como gelatina y crujen como en película de terror? —, pero muchos de estos supuestos quedan en eso, nuestras escuelas tienen décadas sin mantenimiento estructural y crecen a base de parches mal pegados. Ahora el reto es triple. Primero, diseñar rutas de evacuación convenientes para desalojar los diferentes edificios e instalaciones sin provocar aglomeraciones, evitar puntos conflictivos —como transitar por puentes, o pegados a construcciones altas y ventanales, o cercanos a instalaciones eléctricas o de gas—, asegurar que las salidas estén abiertas y no haya obstáculos, porque a los profesores nos gusta estacionar nuestros automóviles en los accesos creyendo que así no se los van a robar. Lograr ponerse de acuerdo tiene su chiste, a la mera hora todos somos expertos en estructuras y las rutas de evacuación se convierten en laberintos sin salida. Lo más enternecedor es cuando a alguien se le ocurre la idea de mejor no hacer simulacro para “no invocar” un sismo. Segundo. ¿Cuál va a ser el sonido de alerta? ¿Hay equipo de sonido que se escuche en toda la escuela? ¿Quién se encarga de activarlo? O de plano mejor le quitamos el silbato al profe de educación física y a soplar como locos. Lo que, obviamente, en una emergencia real no funciona por la falta de preparación ante lo imprevisto. Ni qué decir que nuestras escuelas no están enlazadas a algún centro nacional de prevención de desastres que haga funcionar las alarmas de forma automática con el tiempo mínimo para evacuarlas. Así, en caso de un sismo real nadie se enterará a tiempo, será hasta que se sientan los primeros trémolos terrestres cuando se reaccionará a criterio de cada quien. Tercero. Alguien que se haga cargo y busque las llaves donde está “guardado” el equipo para las brigadas —improvisadas— de desalojo, emergencia y rescate. Los chalecos de colores chillantes, los cascos y guantes —que no llegaron—, los extinguidores relucientes de nuevos porque nunca se pusieron donde se pueden necesitar —y falta que no hayan caducado— y demás tiliches adornadores. Designar a los sacrificados que tendrán que buscar en baños y escondites que nadie se quede. Hay que asegurar que los grupos salgan de las aulas y laboratorios de manera expedita, pero sin correr, sin gritar, sin empujarse, sin caerse ni pisar a los caídos. Alguien que oficialmente tome el tiempo y muchos que recaben “evidencias” de que el simulacro salió de maravillas. Para los medios se arma el espectáculo en algunos lugares designados donde abundará la parafernalia rescatista, para que no investiguen la angustiosa realidad de la falta de organización y recursos para accionar en un evento catastrófico donde el número de víctimas será mucho mas alto del que podría ser si tuviéramos una cultura de prevención, de coordinación, de cuidado de nosotros mismos y de los demás. Mientras, nos enteramos de que los damnificados de hace un año siguen siéndolo, que las ayudas prometidas no llegaron o que fueron víctimas de vivales asociados con partidos políticos empresarios y presidencias municipales que los despojaron de las indemnizaciones sin cumplir con contratos firmados de reconstrucción. En otros casos, de plano se recorren los plazos a 5 años o más para librar el cambio de gobierno. Somos un país ubicado en una franja geológica con actividad telúrica constante, y seguimos pensando que no nos va a pasar nada.

martes, 18 de septiembre de 2018

INSOSTENIBLE DESIGUALDAD

Joaquín Córdova Rivas Casi se nos va, pero es que estábamos perdidos en la vorágine electoral o quizás se prefirió presentar el claridoso documento hasta un neutro 29 de agosto pasado. En realidad, el informe de la CEPAL —Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas— titulado “La ineficiencia de la desigualdad” se presentó en el trigésimo séptimo periodo de sesiones de ese organismo celebrado del 7 al 11 de mayo en La Habana, Cuba. El informe es importante porque sigue la línea de rompimiento con este capitalismo neoliberal y sus perversos efectos sociales. Como señala el boletín informativo de la UNAM, fechado antes de la irrupción de los porros en Ciudad Universitaria: «En la UNAM fue presentado el informe “La ineficacia de la desigualdad”, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el que se analizan y miden los efectos de la falta de acceso a la salud, la educación, los ingresos y la discriminación por género o condición étnico-racial en una de las regiones más desiguales del mundo. [...] El rector Enrique Graue Wiechers afirmó que el documento refleja la lacerante inequidad, que es como un monstruo que se alimenta a sí mismo, “y si no la combatimos, nos destruirá por su propia ineficiencia”. [...] En 2017, expuso, los recursos de los 10 mexicanos más ricos equivalían al total de ingresos del 50 por ciento de los más pobres, es decir, de casi 60 millones de personas. Y mientras en el 2002 la fortuna de los cuatro mexicanos más ricos representaba el dos por ciento del producto interno bruto (PIB), para el 2014 ascendió al nueve por ciento, dijo ante la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena. [...] “Al crecer la pobreza y acrecentarse la brecha de desigualdad, las oportunidades escasean, la desesperanza crece; se generan tensiones sociales y con ello inseguridad. La cultura del privilegio alimenta la corrupción y las carencias de los satisfactores sociales conllevan a un deterioro ambiental”, aseveró Graue.» Los datos y las conclusiones le pegan directamente al modelo económico actual y a sus rémoras: las “ganancias” ilícitas de la corrupción y el crimen organizado, poniendo énfasis en la necesidad de cambio en las políticas públicas, lo que cae como anillo al dedo al discurso del presidente electo, al que le quita el carácter de ocurrencias peligrosas, como sus poderosos enemigos insisten en pregonar, y le acredita certeza y oportunidad a su diagnóstico. «En el auditorio “Maestro Jesús Silva Herzog”, del posgrado de la Facultad de Economía, Alicia Bárcena explicó que el documento propone una nueva generación de políticas fiscales con énfasis en el gasto público, pero sobre todo, en el combate a la evasión fiscal y los fondos ilícitos. [...] Además, establece que la igualdad es un valor fundamental, un principio ético irreductible y condición esencial para un modelo de desarrollo centrado en el cierre de brechas. [...] “Se trata de igualar para crecer, porque la desigualdad es injusta, ineficiente e insostenible, y genera instituciones que no promueven la productividad y la innovación; porque castiga la pertenencia de clase, etnia, género, y lleva a su máxima consecuencia la cultura del privilegio que naturaliza las desigualdades, lo que es inaceptable”, aseveró. [...] Es necesario, prosiguió Bárcena, eliminar la cultura de los privilegios, que afecta principalmente a la mujer. “Si somos capaces de ir de la cultura del privilegio a la cultura de la igualdad, podremos lograr un beneficio social que incluya no sólo a las generaciones actuales, sino también a las futuras”, comentó. [...] En su oportunidad, Gerardo Esquivel, académico de la Facultad de Economía (FE), expuso que el documento esboza una nueva visión macroeconómica, la construcción paulatina de un estado de bienestar y una economía sostenible, así como instrumentos para lograrlo. Esto, prosiguió, es importante en el momento que atraviesa el país, en el que una nueva administración construye sus políticas públicas.» Boletín UNAM-DGCS-527 Ciudad Universitaria. 13:30 hs. 29 de agosto de 2018 http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2018_527.html La síntesis del documento que comentamos abarca 78 páginas y define: «La igualdad se refiere a igualdad de medios, oportunidades, capacidades y reconocimiento (CEPAL, 2014). La igualdad de medios se traduce en una distribución más equitativa del ingreso y la riqueza, y una mayor participación de la masa salarial en el producto; la de oportunidades, en la ausencia de discriminación de cualquier tipo en el acceso a posiciones sociales, económicas o políticas. La igualdad en materia de acceso a capacidades hace referencia a habilidades, conocimientos y destrezas que los individuos logran adquirir y que les permiten emprender proyectos de vida que estiman valiosos. Por otro lado, la igualdad como reconocimiento recíproco se expresa en la participación de distintos actores en el cuidado, el trabajo y el poder, en la distribución de costos y beneficios entre las generaciones presentes y las futuras, y en la visibilidad y afirmación de identidades colectivas.» Más peligroso todavía para nuestras élites beneficiadas por la desigualdad: «La cultura del privilegio puede entenderse a partir de tres rasgos básicos que se remontan a la lógica colonial y que en la historia republicana se transfiguran y a la vez se preservan. El primero es la naturalización de la diferencia como desigualdad. Condiciones adscriptivas o semiadscriptivas operan como factores que justifican la desigualdad en derechos de propiedad, poder, nivel de vida, acceso a activos, redes de influencia y condición de ciudadanía. Esta homologación jerárquica entre distintos y desiguales se instaura en el sentido común de las élites y grupos dominantes, vale decir, pasa a considerarse como condición natural. El carácter hegemónico de esta forma de dominación radica, precisamente, en que una construcción histórica (la jerarquía de razas, géneros, pueblos o poblaciones) se internaliza como una realidad casi natural. El segundo rasgo presente en la cultura del privilegio es que quien establece esta jerarquía no es un juez imparcial, sino un actor entre otros que procura apropiarse de beneficios, para lo cual se constituye a la vez en juez y parte. Este sujeto obtiene esa posición de privilegio por su origen de clase o de sangre, su posición socioeconómica, su adscripción racial o de género, su cuna, su cultura o su pertenencia a élites de poder, o una combinación de las anteriores. El tercer rasgo propio de la cultura del privilegio es que, para operar y perpetuarse, la jerarquía tiene que difundirse a través de actores, instituciones, reglas y prácticas. De esta manera, se establece una dialéctica entre, por una parte, la naturalización de la diferencia como desigualdad y, por otra, la reproducción de las desigualdades por medio de estructuras e instituciones sociales. En esta dialéctica, la cultura del privilegio garantiza asimetrías en múltiples ámbitos de la vida colectiva, como el acceso a posiciones privilegiadas en los negocios y las finanzas; el poder decisorio o deliberativo; la mayor o menor presencia en medios que imponen ideas, ideologías y agendas políticas; la captura de recursos públicos para beneficios privados; condiciones especiales de justicia y fiscalidad; contactos para acceder a mejores empleos y servicios, y facilidad para dotarse de los mejores lugares para vivir, circular, educarse, abastecerse y cuidarse.» Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), La ineficiencia de la desigualdad. Síntesis (LC/SES.37/4), Santiago, 2018.» Más claro no se puede.

CANCELAR LA REFORMA

Joaquín Córdova Rivas Se acabaron las vacaciones escolares, los recesos intersemestrales, los períodos de planeación y capacitación docentes, y comenzó el caos citadino con las presiones financieras para equipar a nuestros escolapios con material que, supuestamente, facilitará el aprendizaje. Pero detrás de todo eso hay datos que ilustran el tamaño del reto que cotidianamente se encara en las aulas: «El sistema educativo mexicano es uno de los más grandes del mundo, con poco más de 36 millones de alumnos, de los cuales 30.9 millones están matriculados en algún nivel de educación obligatoria. Éstos son atendidos por 1.5 millones de docentes en 243 000 escuelas o planteles escolares a lo largo y ancho del país. La gran mayoría del alumnado se encuentra matriculada en escuelas y planteles de sostenimiento público.» INEE (2018). La educación obligatoria en México. Informe 2018. México: autor. Estamos tan acostumbrados a la existencia de una educación masiva que ya ni cuestionamos su origen, porque no siempre han existido sistemas educativos con las características actuales —públicos, gratuitos y obligatorios—, es más, su invención o establecimiento como tal data de fines del siglo XVIII y estaba lejos de promover lo que ahora se pretende, pero aun persiste la idea y práctica de producir ciudadanos dóciles y obedientes. Ahora se le incorpora el acceso generalizado a una educación “de calidad” —término incorporado del ambiente fabril e inadecuado por indefinido en la educación— para todos sin importar origen, raza, preferencia religiosa o sexual, ingreso económico y casi cualquier tipo de incapacidad física o mental, con lo que se lograría la anhelada igualdad social o, siquiera, de oportunidad al acceso a un mejor nivel de vida, o de “calidad de vida” sin importar lo privilegiado o jodido. Para lograr el acceso generalizado a la educación se han destinado inmensos recursos en la contratación de docentes y construcción de escuelas, pero también se creó un sistema contrahecho que ha servido descaradamente para el control político, primero de los profesores, a través del que fuera uno de los monopolios sindicales más grandes del mundo, que se impuso incluso con el uso franco de la violencia, de la represión, de la desaparición y del asesinato, y después, de la población en general. No era raro, todavía hace algunos años, que las únicas personas con influencia en poblados y comunidades fueran el cura, el profesor y el cacique; lograr la “sincronía” de esos tres, o que el profesor renunciara a su misión educadora fuera del aula, combatiendo rezagos sociales, prejuicios e intolerancias religiosas, fue el principal “logro” de ese sindicalismo charro, dispensador de “favores” y no defensor de derechos. Por eso, la jiribilla —Palabra que denota doble sentido, doble intención, véase capcioso, maldad, trampa— está en la intención detrás del armado institucional de ese sistema educativo nacional, dejado a su suerte durante décadas hasta que nuestros tecnócratas detectaron que allí también había negocio. http://www.asihablamos.com/word/palabra/Jiribilla.php Desarmar, cancelar, derogar, transformar la reforma educativa impuesta a lo largo de los sexenios de este neoliberalismo depredador no es tan fácil como algunos quieren creer. Veamos algunos aspectos que señala el ya citado informe del INEE: «la reforma constitucional de febrero de 2013, que introdujo cambios fundamentales, entre los que destacan los siguientes: se estableció el derecho de todos a recibir una educación de calidad; se creó el Servicio Profesional Docente (SPD), y la evaluación educativa adquirió el rango de política nacional, en consonancia con lo cual se ampliaron las atribuciones del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), órgano al que se le confirió autonomía constitucional, se le erigió en autoridad en la materia y se le encargó la coordinación del Sistema Nacional de Evaluación Educativa (SNEE), así como la realización de mediciones y evaluaciones de componentes, procesos y resultados del Sistema Educativo Nacional (SEN) y la expedición de directrices para orientar la definición de la política educativa.» Para llegar a ese grado de detalle hubo que reformar los artículos tercero y setenta y tres constitucional, crear instituciones como el propio INEE y darle facultades que parecen excesivas. Como dicen algunos expertos, es un sistema redundante donde cambiar una cosa implica tocar a todas las demás, por eso quedarse solo en que la evaluación no debe ser punitiva deja vigente el resto del entramado que trata a los docentes como individuos sin contrato colectivo de trabajo, con la pérdida de derechos laborales que padecemos: acceso simulado a los programas de estímulo y a una categorización temporal producto del resultado de la evaluación. En el caso de Querétaro, sujetos a los caprichos del gobernador vía un congreso estatal controlado y obediente. Además, legitima el diseño a modo del sistema educativo nacional para satisfacer las demandas de las cúpulas empresariales de “adiestrar” mano de obra barata, “flexible” y dócil, en lugar de la formación de una ciudadanía crítica y reflexiva con conocimientos suficientes para enfrentar los retos sociales y económicos del siglo XXI. Adicionalmente y a pesar de contar con expertos en las ciencias que convergen en el trabajo en aula, en la capacitación docente, en el diseño de programas de evaluación, en el manejo de los aspectos socio-emocionales que implica la enseñanza y el aprendizaje, se ha estado recurriendo a instancias privadas con una visión sesgada y que buscan, en primer lugar, hacer negocio. Por ejemplo, el programa denominado CnstruyeT que promueve el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo, en nuestro país se le asignó a una empresa de “coaching”, en lugar de aprovechar a los científicos e instituciones de nuestras universidades privadas. Ni qué decir que existe un desfase muy evidente entre lo que se pretende y las herramientas con que se quiere hacer. En fin, falta que la experiencia de los docentes y estudiantes sea tomada en cuenta para un rediseño en profundidad del sistema educativo nacional, hay que reorientarlo hacia un diseño de país incluyente, tolerante, democrático y que haga realidad, en lo que le toca, la disminución significativa de las desigualdades sociales, a la vez que eduque para la paz.

LA SANTA CEDE

Joaquín Córdova Rivas Ceder ante las múltiples corrupciones humanas es lo peor que le puede suceder a una institución que presume estar por encima de ellas, pero esa ha sido la constante a lo largo de su historia, no es nuevo, no es la primera vez ni será la última. Lo que desconcierta es el descuido, la carencia de mecanismos para prever, detectar y corregir a tiempo. El seguir creyendo que todo se le puede y debe perdonar como si no se estuviera exigiendo de antemano un régimen de excepción, lo peor, revictimizar a sus víctimas, echar mano de la ancestral culpa para aventársela a los demás, no mostrar arrepentimiento ni voluntad de cambio. Pero los costos ya rebasaron lo financiero, los millones de dólares para tapar los daños a la reputación ya no alcanzan, la credibilidad y legitimidad no se pueden restaurar con burdas maniobras políticas echando mano de los aliados de la ultraderecha, tan dados a cerrar los ojos cuando de llenarse las alforjas se trata. «Las 1.356 páginas del informe de un gran jurado de Pensilvania sobre los abusos sexuales de clérigos a más 1.000 menores de edad están repletas de descripciones escalofriantes y de crudos ejemplos de impunidad. La investigación revela que durante siete décadas la cúpula eclesiástica católica encubrió y toleró muchos de los abusos perpetrados por más de 300 sacerdotes. Por ejemplo, en la diócesis de Erie un cura confesó haber cometido en los años ochenta violaciones anales y orales a al menos 15 chicos, uno de ellos de solo siete años. Cuando se reunió con el depredador sexual, el obispo de la diócesis, Donald W. Trautman, lo elogió por ser una “persona cándida y sincera” y por los “avances” logrados en controlar su “adicción”. Y cuando finalmente el cura fue expulsado, el obispo declinó explicar los motivos. “Nada más debe indicarse”, escribió.» Desgraciadamente no parecen casos aislados, no es “alguien” que se descontroló y se aseguró, o tuvo mucha suerte, para que no se le descubriera, hay un patrón de deshonestidad, de uso del poder político y económico para encubrir la verdad: «Una suerte de “manual para ocultar la verdad” consistente de siete principios. Utilizar eufemismos para describir los abusos sexuales en los documentos de la diócesis, por ejemplo en vez de hablar de “violación” mejor usar “contacto inapropiado”. Si se inicia una investigación que la lleven a cabo personas sin experiencia, como otros clérigos. En busca de credibilidad, enviar a curas a “evaluar” cómo están los depredadores sexuales en los centros psiquiátricos religiosos donde han sido trasladados y a recabar solo la versión del acusado. [...] Si la diócesis determina que el escándalo es de tal calado que debe echar al cura abusador, evitar explicar el por qué: mejor definirlo como una “baja médica” o “fatiga nerviosa”. Sin embargo, si la comunidad descubre los abusos, la mejor solución es trasladar a ese sacerdote a otra iglesia, donde nadie sabrá que es un pedófilo. Aunque sea conocido que un religioso ha abusado de menores, mejor mantenerle el sueldo y las ayudas para su vivienda. Y finalmente, siempre es mejor no avisar a la policía de nada.» https://elpais.com/internacional/2018/08/15/estados_unidos/1534285596_678133.html No tiene caso ahondar en el escándalo, pero tampoco se vale quedarse callado, como si no pasara nada, como si las miles de víctimas solo fueran un número, simples efectos colaterales de una batalla entre el bien y el mal, porque seguiríamos la lógica de la impunidad. Tampoco creer que apenas pasó y pasa en unos cuantos lugares cuando los datos, las pruebas advierten sobre una práctica más generalizada, que está carcomiendo todo. Las denuncias en nuestro país mostraron las poderosas alianzas de los pastores que no dudan en sacrificar a su rebaño con tal de mantener sus exorbitantes privilegios, sin ir más lejos, este 27 de agosto el escritor, investigador y periodista Guillermo Sheridan reescribe sobre el acoso que sufrió en la escuela administrada por una orden religiosa: http://www.eluniversal.com.mx/columna/guillermo-sheridan/cultura/de-cuando-fui-victima-de-acoso-sexual En la peor de las perversidades, los propios cómplices de estas faltas están buscando la forma de utilizarlas contra su actual pontífice, que ha mostrado actitudes reformistas, según analistas cercanos al establishment religioso: « El epicentro de la guerra contra el Papa procede de la corriente tradicionalista de la Iglesia estadounidense vinculada al Tea Party y de potentes círculos mediáticos cercanos a Steve Bannon, obsesionado con los movimientos populistas en Roma y con el propio Vaticano. Un matrimonio de conveniencia con la derecha religiosa —estadounidense y Europea—, huérfana de un líder espiritual fuerte en el Vaticano que la defendiese. O que, al menos, no la atacase continuamente en cuestiones como la inmigración o las desigualdades. Un cocktail aliñado con un potente clickbait, una elevada dosis de falsedades e inversiones en portales como LifeSite, Catholic Register o el propio Breitbart de Bannon. Además, tras la dimisión de Benedicto XVI, la virulencia de los ataques ha crecido con la percepción de que elevar la presión puede provocar la dimisión de un Papa. https://elpais.com/internacional/2018/08/27/actualidad/1535387427_460890.html Como en todo, queda no abandonar la esperanza, en este caso en el cambio de rumbo y comportamiento de una institución que ha hecho del inmovilismo parte de su doctrina en un mundo con una humanidad cambiante, que enfrenta los desafíos con fórmulas diferentes a la negación, al oscurantismo, a la defensa de privilegios absurdos cuesten lo que cuesten. Ojalá que los católicos se atrevan a conquistar la centralidad que se merecen en su propia iglesia. Hay propuestas concretas, esas que temen los enquistados en el poder: «Tiene para ello que empezar a quebrar las piernas a esas estructuras con reformas concretas, empezando por la abolición del celibato obligatorio, la apertura a la mujer al poder de la Iglesia, así como a los laicos. Y hasta de deshacerse del viejo esquema rancio de la curia. [...] Tendrá que tener la fuerza, si fuera necesario, de convocar un nuevo concilio ya que la Iglesia acaba de cerrar un ciclo en este momento.» https://elpais.com/internacional/2018/08/27/actualidad/1535390732_402536.html