viernes, 23 de mayo de 2014

YO DISCRIMINO

Dice el abuelo, / ellos no saben de estrellas, / no importa que te digan india, / qué podrá enseñar quien no conozca las cosas bellas, / y no querrán verte digna, / solo por vestir tu raíz, / tu divina esencia. Fragmento del poema “Si te dicen india” de Erick de Jesús Ocelotl. A muchos molesta e indigna que se hable de discriminación, se escudan en que ese tipo de comportamiento es “natural” y que atentar contra sus opiniones, creencias y prejuicios es una falta a su libertad de expresión. Cada que algún grupo social sale a las calles y pide se le respete se exacerban y presumiendo su ignorancia se dicen agredidos. Agredidos porque la comunidad lésbico-gay hace una marcha por las calles de esta conservadora ciudad queretana. Agredidos porque un grupo de niñas indígenas denuncia que se prefiera enseñarles inglés y se ignore su idioma originario. Agredidos porque personas del mismo sexo manifiesten su afecto en las calles. Agredidos porque nuestros indígenas salen a vender sus artesanías en la vía pública y no pagan lo mismo que los comerciantes “establecidos”, porque “afean” la ciudad, porque dan mala imagen a los turistas, porque hablan un idioma que los demás no entendemos. Agredidos porque no podemos invadir los lugares apartados para los discapacitados. Agredidos porque los viejos no manejan a la misma velocidad que nosotros. Agredidos porque alguien porta un tatuaje, un piercing, o se viste de forma diferente. Pero la discriminación no es algo tan fácil de definir. Veamos lo que dice el Reporte sobre la discriminación en México editado en el 2012 y que se puede consultar completo en http://ricardoraphael.com/libros/reporte-sobre-la-discriminacion/. «No es tarea sencilla descifrar la naturaleza de la discriminación. Se trata de una práctica humana que proviene tanto del origen animal de la especie como de la capacidad intelectual que, al mismo tiempo, es característica del ser humano. Se construye a partir de la habilidad para distinguir lo que cada cual tiene de común o de distinto; luego, esta carga valorativa es vitalizada por la voluntad que lleva a actuar, positiva o negativamente, hacia aquellas personas asumidas como diferentes. Abundan los argumentos que intentan explicar el acto discriminatorio y, a pesar de su diversidad, prácticamente todos coinciden con que éste tiene como una de sus causas más evidentes a la voluntad de dominación de un grupo humano sobre otro.» Vale la pena detenerse en esas últimas nueve palabras: voluntad de dominación de un grupo humano sobre otro. Y ese grupo puede tener un carácter excluyente económico, religioso o de cualquier otro tipo, el mismo reporte lo pone en claro «En palabras del economista mexicano Gonzalo Hernández Licona (2010), “la exclusión, el marcar el territorio, el no permitir que otros entren a nuestro espacio, o intentar invadir el espacio del otro, es un fenómeno natural, ancestral, provocado por la escasez”. No importa que se trate de alimentos, tierra, agua, puestos de trabajo, oportunidades educativas, capital, información o libertad para expresarse […] todos aquellos bienes que se asuman en la sociedad como insuficientes, despertarán pulsiones inclinadas hacia el acaparamiento, la protección de los intereses propios y la excepción de aquellos que se consideren como extraños, ajenos o extranjeros. Invertidos en tal dinámica, los grupos humanos tienden a crecer y coordinar una red cohesionada y dispuesta para controlar el uso de tales recursos.» Algunos discursos económicos, sociales y religiosos necesitan excluir para justificarse; los ricos, los que creen en una falsa pureza racial, los seguidores de cierto tipo de creencias que se presumen infalibles y paradójicamente “universales”, requieren de “los otros” para ensañarse e imponerse. El mismo documento recupera conceptos teóricos que ayudan a explicar el comportamiento discriminatorio, por ejemplo el de “cierre social” que «se refiere a la acción conjunta de los poderosos para marginar a las personas menos aventajadas de aquellos beneficios obtenidos por la obra o la tarea celebrada de manera conjunta.» Por eso vemos con extrañeza, sorpresa y hasta repugnancia los movimientos indígenas o comunitarios que resisten a la depredación de los territorios que los identifican y les dan razón de ser; nos ganan los pretextos neoliberales que justifican destruir lo que sea con tal de conseguir alguna ganancia monetaria, y a través de ella el poder. Pero para hacerlo hay que crear un discurso o aferrarnos a alguna característica fácil de identificar para discriminar, y lo creamos « El estigma se presenta como piedra de toque para el discurso de la exclusión promovido por el cierre social. Es una señal o marca colocada sobre quien se pretende marginar que, por lo general, se nutre de características ostensibles, como pueden ser el sexo, el color de la piel, la edad, la discapacidad, la estatura, la complexión o la apariencia física. Los estigmas pueden establecerse también a partir de datos menos visibles o explícitos de las personas, tales como la religión, la orientación o preferencia sexual, la lengua o las convicciones que, entre muchos otros elementos, constituyen la identidad subjetiva. Así, la diferencia racial, la pertenencia a una minoría religiosa o el hecho de ser mujer, entre tantos otros pretextos, son elementos que terminan siendo utilizados como marcadores de un discurso cuyo objeto es definir quién será incluido o quién excluida a la hora de asignar bienes que se asumen de difícil obtención. El sexo, el fenotipo, la apariencia física, la religión o la lengua, entre otras categorías, no requieren de un entendimiento sofisticado a la hora de hacerles distinguibles; permiten fácilmente crear la ficción de la primera persona del plural (nosotros) y luego identificar a la tercera del plural (ellos).» No conviene abusar del espacio, ojalá las reflexiones presentadas en este texto sirvan para picar la curiosidad de los lectores, que pensemos, todos, que la discriminación no es fácil de entender y menos de evitar, que reconozcamos que todos discriminamos y con ello justificamos a quienes nos discriminan. El tema no es menor, una de las conclusiones del reporte citado lo deja en claro «Es difícil imaginar que un ser humano pueda conducir la existencia conforme a sus convicciones y creencias, si reiteradamente padece una extorsión social que le exige renunciar a quien es, a su sexualidad, a su origen, a su identidad»