sábado, 28 de agosto de 2010

AUSTEROS Y ECONÓMICOS

Con eso de la alternancia que se confunde con democracia, se pusieron de moda una serie de prácticas políticas que se quieren hacer pasar como normales, es más, en lugar de que sean reprobables ahora piden que las aplaudamos.
Me explico y ejemplifico con el proceso electoral del año pasado. Los diferentes candidatos, con tal de ganar, hicieron alianzas hasta con el diablo, y este se les apareció en forma de múltiples personajes que disque tenían el control de grupos de votantes o que a cambio de dinero transformado en encuestas amañadas, en promoción en los medios disfrazado de noticias, de guerra sucia –espionaje, difusión de imágenes “comprometedoras”, rumores de renuncias, etc— cooptación de líderes de opinión, intentos de compra de votos y todo lo que se les ocurrió, “cooperaron” en el cambio de preferencias electorales y produjeron votaciones que nadie se esperaba, ni los mismos candidatos.
Un mérito que debiera de ser de los ciudadanos, que ya estaban hartos no sólo de la corrupción sino también del cinismo y la hipocresía, fue secuestrado por innumerables grupitos políticos que presumieron una fuerza e influencia que de seguro no tuvieron y ya no tendrán.
El problema es que esos grupitos pasaron la factura, exigieron puestos en las administraciones recién llegadas, esperando “recuperar” lo que supuestamente invirtieron, por eso en dependencias y municipios se duplicó la nómina. No sólo se quedaron muchos de los que ya estaban porque no hubo dinero para liquidarlos o porque alcanzaron algo de protección, también se incorporaron los “nuevos” recomendados, los que supuestamente, con su trabajo y dedicación, indujeron los votos que los llevaron a un triunfo en el que ni ellos mismos creían. Quizás no se habló pero sí se supuso, esas facturas políticas tienen fecha de caducidad, más por tradición, por usos y costumbres, que por haber estado pactadas. Su vencimiento abarca un tiempo que va de la toma de posesión de los gobiernos hasta su primer informe o, cuando mucho, un año. Y todo eso se ha hecho con recursos públicos, por eso no hay para obra pública, apenas se inauguran mediáticamente algunos programas y al día siguiente desaparecen por inviables, o hay que contratar deuda pública para cumplir con la nómina abultada y viene las crisis de las prestaciones decembrinas, con la advertencia del secretario de finanzas estatal de que no habría más rescates. Pero mientras, se sangra el dinero que pagamos por impuestos, no sólo los ya pagados, también los que se pagarán en el futuro con todo e intereses. En el inter, las prioridades seguirán esperando aunque en los discursos estén presentes.
Pero el tiempo no perdona, ya se cumple el año y cada gobernante necesita consolidar su propio equipo político, requiere deshacerse de lastres que no contribuyen en nada a la marcha de una administración que será, ante los ojos ciudadanos, responsabilidad de una sola persona, por la que votaron esperando un cambio. Si las cosas salen mal su nombre, su fama pública, con el rechazo ciudadano y la amenaza de la alternancia quedarán manchados para siempre, y algunos todavía son muy jóvenes para soportarlo.
Pero esos demonios que andan sueltos no se irán sin resistirse, sin gritonear, sin llamarlos malagradecidos, sin decirles que sin ellos no son nada, amenazando con la debacle, filtrando documentos a la prensa no por honestidad, sino por simple y mezquina conveniencia.
Del otro lado, la medida pretenderá disfrazarse de austeridad, de privilegiar la obra pública por sobre los gastos de una nómina por demás abultada e innecesaria, de lograr el apoyo ciudadano para deshacerse de esos que ahora les estorban y que de mantenerse donde están les impedirán gobernar, porque son buenos para destruir pero no para cooperar.
En lo que se da ese proceso, vienen las propuestas privatizadoras, las de construir en espacios públicos estacionamientos que después se “concesionarán” a empresas cuyos dueños se parecen entre sí, los reacomodos, los “ahora sí hay planes” y todo por austeros y económicos. Como no.