sábado, 12 de septiembre de 2015

NECEDAD HISTÓRICA

Parece que la necedad es la forma de gobierno. No es nueva, es tan vieja como la humanidad. Nos construimos certezas que resultan falsas, el miedo al cambio determina muchas de nuestras decisiones, más cuando se insiste en cambiar los referentes cromáticos, ahora lo negro es blanco y lo blanco es negro, así, sin matices, sin grises o siquiera plantearse la posibilidad de los demás colores. Se miente utilizando desvergonzadamente el lenguaje, ahora el que la moneda nacional pierda valor frente a otras divisas internacionales es bueno, la devaluación no es tal, es apenas un ajuste monetario; se dice que el gobierno es el que se aprieta el cinturón y disminuye los gastos y que esto no afecta a la población, como si la estructura gubernamental fuera un ente externo, independiente a cualquier tejido social, como si no se alimentara con nuestros impuestos, cuando antes se presumía que casi todo el gasto público era para programas sociales dirigidos a la población más vulnerable, entonces ¿hay afectaciones o no? Se presenta una contrarreforma laboral como reforma educativa. Se oculta información sensible y se le echa la culpa a la “presión social” como en el caso de la gravísima represión en Ayotzinapa hace casi un año — El subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa indicó que la información del quinto camión se encuentra en el expediente y no se hizo pública por el “grado de presión social” que tuvo en ese momento la investigación—; se culpa al entorno internacional de la falta de crecimiento económico sin mencionar que su política económica está subordinada absolutamente a los dictados de sus organismos financieros y sirve a sus intereses, lo dicen diario y desde los peldaños más altos de poder, sólo un ejemplo: “Uno de los principales objetivos de nuestro gobierno es asegurar que los intereses económicos de los Estados Unidos se extiendan en una escala planetaria” (Madeleine Albright, quien fuera embajadora de los EEUU en la ONU, secretaria de Estado y académica universitaria, entre otras cosas). Podemos seguir con el recuento pero no tiene mucho sentido, nos hacen vivir rodeados de simulaciones y engaños. « ¿Qué es conocimiento? Datos no son información, información no es conocimiento y éste no es sabiduría. “Datos” son símbolos carentes de significado; cuando estos son organizados de forma a compartir mensajes con sentido se transforman en “información”. “Conocimiento” es un estado cambiante de comprensión sobre la naturaleza y dinámica de la realidad, y de aceptación de las verdades constitutivas de dicha comprensión, sobre ciertas relaciones, significados y prácticas, que uno no percibía previamente. Un nuevo saber inspira nuevas decisiones y orienta nuevas acciones vinculadas al tema o a la cuestión sobre el/la cual uno ha construido su nueva comprensión y ha aceptado sus verdades correspondientes. “Sabiduría” sólo se revela en las decisiones que uno toma y en las acciones que uno realiza bajo el conocimiento que dispone. Según un sabio del pueblo Shuar, de la Amazonía ecuatoriana, sabio es aquel que, frente a dos o más opciones en conflicto, cuando una de estas opciones es la vida, decide por la vida. La civilización occidental desarrolló mucha inteligencia pero ninguna sabiduría, porque creó y usó la bomba atómica cuya única función es destruir la vida humana y no humana.» Pero este pensamiento eurocentrista y colonializador tiene fundamentos en un contexto histórico radicalmente diferente al actual, que requiere su revisión y quizás relevarlo por otro que haya mostrado su tolerancia y pertinencia: « […] dijo Dios: Hagamos el hombre a nuestra imagen y semejanza; tenga él dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de cielo, sobre los animales domésticos, sobre toda la tierra y sobre todos los reptiles que se arrastran por la tierra. (Génesis)». Esa fijación dominante y poco ecológica ha permeado el desarrollo de la ciencia y del sistema económico tal y como los conocemos: «Descartes, un representante del pensamiento occidental, dice que el hombre es amo y señor de la naturaleza. Es la visión del capital, el crecimiento económico, que rompe la relación del ser humano con la naturaleza y la ve como recurso, como mercancía y privatizable. En cambio, el jefe indígena de Seattle, Estados Unidos, dice algo hermoso: “La humanidad no hizo el tejido de la vida, es sólo una hebra […] y lo que hace con la trama o el tejido se lo hace a sí mismo […] La ciencia occidental fue creada para fundar una nueva visión de mundo. La emergencia de esta ciencia gana energía extra en el siglo XVII con Galileo unificando las nociones de física y matemática y proponiendo la experimentación sobre la naturaleza, con Descartes fundando un conocimiento mecanicista y reduccionista, y con Bacon promoviendo el método experimental y la relación del saber con el poder. Apoyados en la razón y la experimentación, los científicos juegan a ser Dios. La naturaleza puede ser controlada cuando expresada matemáticamente en la forma de leyes universales. La ciencia puede descifrar las leyes del funcionamiento de la sociedad y sus instituciones. La legitimación científica del mundo surge desde un punto de vista supuestamente universal, objetivo y neutral”. http://www.reproduccionsocial.edusanluis.com.ar/2015/04/hacia-la-decolonialidad-del-poder-del.html El mundo no se va a acabar, la que está terminando con su ciclo depredador es la especie humana. Irresponsablemente estamos destruyendo los recursos indispensables para vivir en el único planeta que podemos habitar y todo en nombre de un “desarrollo” excluyente, de un sistema económico que beneficia a unos pocos a costa de los demás; que subordina el actuar, el pensar y el ser de todos a la imposición de una forma de pensamiento sin ética ni responsabilidad alguna, sin una visión de futuro que no sea apocalíptica. «A partir de la falsa premisa de que el “hombre” creado por Dios para ejercer su dominio sobre la tierra era el “hombre occidental”, los imperios occidentales que adoptaron el emergente sistema capitalista a finales del siglo XIV, redujeron la naturaleza a un depósito de “cosas” (“recursos” naturales en el pasado y “capital” natural en el presente) para su uso caprichoso, irresponsable e insostenible. Separaron el hombre de la naturaleza para que ésta fuera reducida a materia inerte, observable, controlable, predecible y usable. Este proceso continúa en pleno siglo XXI.» Por eso urge un cambio en nuestra forma de vernos, de concebirnos como parte de la naturaleza, ser más fraternos y solidarios. Nuestros tecnócratas carecen de imaginación, son simples aplicadores de recetas fallidas, como muestra está el llamado paquete económico para los próximos años, su única promesa es un pobre desempeño económico y hasta eso serán incapaces de cumplir, pero los efectos de sus fracasos serán amplios y dolorosos.