lunes, 25 de junio de 2018

999

999 Joaquín Córdova Rivas Malvado, perverso, salvaje, inhumano, los epítetos se acumulan en contra de una persona, el detestable señor Trump; pero nos estamos haciendo guajes, no queremos entender que no es él, es el sistema económico y social neoliberal el que está mostrando, ya sin ropajes piadosos que lo cubran, sus efectos esperados en el largo plazo. No es casual que las víctimas directas sean niños migrantes o hijos de indocumentados, con repercusiones directas en familias extensas como las latinas, por que ellos, junto con los pobres, los mal llamados marginados, los indígenas o pertenecientes a cualquier etnia, los jóvenes depauperados, muchas mujeres, constituyen los “desechables” de esta sociedad. “En el nuevo mundo de los consumidores, la producción masiva no requiere ya mano de obra masiva. Por eso los pobres, que alguna vez cumplieron el papel de «ejército de reserva de mano de obra», pasan a ser ahora «consumidores expulsados del mercado». Esto los despoja de cualquier función útil (real o potencial) con profundas consecuencias para su ubicación en la sociedad y sus posibilidades de mejorar en ella.” Trabajo, consumismo y nuevos pobres. Zygmunt Bauman. Los niños, hijos de migrantes e indocumentados, no producen ni consumen. Sus padres seguramente tampoco, de otra forma no estarían tratando de alcanzar ese “american dream” que nos han vendido por medio de las películas de Hollywood y de sus medios de comunicación. Al no producir ni consumir se convierten en una carga, en algo que hay que ocultar, encerrar, desaparecer, evitar. Recordemos que en otro alarde verbal, el señor Trump interpeló al primer ministro de Japón, en la reunión del G7 diciéndole, sobre el tema de los migrantes en Europa y su país: "Shinzo, tú no tienes ese problema, pero yo te puedo enviar 25 millones de mexicanos y estarás fuera del cargo muy pronto", como si los mexicanos fuéramos simple mercancía dispuesta a ser trasladada donde se le pega la gana, aunque la intención clara fue mandar el mensaje de: no se metan conmigo porque estos malos consumidores, bad hombres, pueden estar en sus fronteras antes de lo que se imaginan. Por eso es importante la defensa de los derechos humanos, es la última trinchera contra los abusos de este neoliberalismo devastador, sin ética ni misericordia. Démonos el lujo de cambiar de tema. Constancia, persistencia, terquedad, eso y más se requiere para permanecer en un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa, donde el “antes” parece sacado de un texto de antropología no porque “sea” viejo, sino porque “parece” viejo. Venimos de una época donde las certezas duraban años, donde la realidad y el tiempo eran construcciones sociales “sólidas”, ajenas a la incertidumbre actual, contrarias a ese estado “líquido” que disuelve al amor, a esta modernidad, a la vida, al miedo, al tiempo. Prevalecer como texto escrito en papel a lo largo de 999 ediciones no cualquiera lo presume, aunque ya se tenga también versión electrónica. Y es que leer es toda una aventura sensorial que no se limita a lo que dice la Real Academia de la Lengua (RAE): «Pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados», tiene que ver también con el olor del papel y la tinta, con la aspereza en el tacto, con el juego de luces, sombras y colores del diseño, con la posición y disposición del cuerpo, con abstraerse del entorno que algunos juzgarían poco propicio para la concentración. El reto parece que no cambia, pero se percibe con mayor grado de dificultad ante la proliferación de redes sociales que convierten a cualquiera en experto en todos los temas. Y es que esa ilusión da el poder de la interacción con otros, que asumimos iguales a uno mismo cuando no lo son. Algunos, pocos, serán verdaderos expertos en el tema que les apasiona; otros, muchos, creerán que la simple posibilidad de opinar se convierte en obligación y confundirán el parloteo con sabiduría. Publicar semanalmente y no con otra periodicidad tiene sus ventajas y problemas. No se tiene la inmediatez de la prensa diaria y se pelea contra ese “tiempo líquido” que todo puede volver obsoleto en apenas instantes. En contraste, da espacio para reflexionar, comparar, contrastar, encontrar un enfoque que difiera en algo de los ya presentados, hacer el intento de lograr el objetivo que me marcaran cuando comencé a colaborar en este Magazine: que los lectores sepan que detrás de cualquier hecho convertido en noticia hay mucho más de lo que se ve a simple vista, que lo trivial puede no serlo y merecer mayor análisis y reflexión, que lo noticiosamente destacado puede no ser tan importante como aparenta. Huir de la fugacidad y del lugar común pudiera ser la síntesis. O como escribiera el sociólogo Zygmunt Bauman: «Cuando una cantidad cada vez más grande de información se distribuye a una velocidad cada vez más alta, la creación de secuencias narrativas, ordenadas y progresivas, se hace paulatinamente más dificultosa. La fragmentación amenaza con devenir hegemónica. Y esto tiene consecuencias en el modo en que nos relacionamos con el conocimiento, con el trabajo y con el estilo de vida en un sentido amplio.» http://www.lavanguardia.com/cultura/20170110/413219646963/zygmunt-bauman-frases-celebres-pensamiento.html Todo con respeto hacia un lector que imaginamos, y seguramente lo es, interesado e inteligente. Que no desprecia un medio porque sea accesible y de distribución gratuita, que sabe que el precio al público no es garantía de calidad. En fin, comencemos a festejar el número mil, que no es cualquier cosa.