viernes, 8 de marzo de 2019

AMORES INDIGNOS

AMORES INDIGNOS Joaquín Córdova Rivas Lo revelan las encuestas y las manifestaciones a nivel de calle, en los espacios públicos, la indignación —nueva cara de la desilusión y el hartazgo— nos une frente a lo que advertimos es el enemigo común, la causa de nuestros males. El doctor en Antropología por la Universidad de Hamburgo, catedrático en diversas universidades europeas e investigador en la Universidad Veracruzana, Gunther Dietz, lo sintetiza con singular maestría en el prólogo al libro: La Indignación. Un desencanto en lo privado y un descontento en lo público, con Danú Alberto Fabre Platas y Carmen Egea Jiménez(coordinadores), en una coedición de la Universidad de Granada y la Universidad Veracruzana. 2013. https://www.academia.edu/38253949/Pr%C3%B3logo?email_work_card=thumbnail-desktop «Un nuevo fantasma parece recorrer no solamente Europa, sino esta vez casi el mundo entero, el fantasma de la indignación. En diversas ciudades de ambas riberas del Mediterráneo, en plazas públicas de Medio Oriente tanto como de Europa y Norteamérica, en los campus y las calles de México y Chile aparecen jóvenes expresando su indignación con el estado actual del capitalismo neoliberal. No se trata de un solo “nuevo actor social”, como rápidamente podríamos postular, sino más bien de una gran pluralidad de sujetos, unidos entre sí más por lo que rechazan que por lo que les une. Pero como recalca Boaventura de Sousa Santos para un caso que podemos considerar precedente del fenómeno de la indignación, el movimiento altermundista de los Foros Sociales Mundiales, el hecho de unirse a partir no de una identidad, sino de una alteridad, de otro al que se enfrentan, es constitutivo de los movimientos sociales y por tanto no debería ser percibido como una debilidad del mismo.» ¿Cuál es ese “otro” al que nos enfrentamos en las diversas latitudes? «a pesar de las diferencias contextuales, una de las principales fuentes de indignación es la percepción generalizada y compartida de que los propios gobiernos, más o menos democráticos, más o menos autoritarios, más o menos soberanos en sus decisiones, se convierten en títeres de lo que se ha dado en llamar “capitalismo de casino”: la imposición del capital financiero internacional por encima de las decisiones macroeconómicas que pudieran tomar gobiernos regionales o nacionales de extracción democrática.» Pero ese “capitalismo de casino” que advertían algunos hace 6 años, rápidamente se convirtió en su peor monstruo, el capitalismo turbo o neoliberal con su necesaria —porque la requiere para reproducirse y sobrevivir un tiempo más— compañera inseparable: la corrupción. Esa corrupción que permite que prácticamente ningún servicio, público o privado, funcione como debería o promete, lo que termina pervirtiendo cualquier espacio social convirtiendo en víctimas potenciales a cualquiera que, en mal momento, se atraviese en la animalidad de otro cualquiera que no tiene incentivo alguno para comportarse con una mínima humanidad, o siquiera el temor de ser descubierto y castigado. Una niña va caminando por la calle, lleva su mochila a la espalda, un libro abrazado al pecho y con uniforme escolar, a la vuelta de la esquina, ya muy próxima, hacen fila sus posibles agresores: alguien que podría ser un familiar o vecino, detrás un ministro religioso, luego un policía, después un tipo con cara de pervertido —como los demás— y lentes oscuros, por último alguien quien podría ser cualquiera: un maestro, un fiscal, un juez, lo que se imagine. Es el cartón publicado por CHELO en El Universal del 3 de febrero de este año, que retrata con singular realismo y potencial crueldad el grado de vulnerabilidad en que viven nuestras niñas, adolescentes y mujeres en general, no por nada se han multiplicado las denuncias públicas de acoso, de feminicidios, de desapariciones y secuestros. Al igual que la corrupción que se resiste a ser controlada y acotada, el machismo exhibe su mayor crueldad antes de que lo alcancen los controles sociales, la necesaria humanidad que se pierde con un sistema económico que convierte a cualquiera en simple mercancía para ser explotada por los más sinvergüenzas y corruptos. Ya que se aproxima el 14 de febrero y su cauda de comercialismo barato del amor y la amistad, aprovechemos lo que plantea una mujer lúcida, literata por vocación y que ha escrito sobre el amor, las relaciones románticas y a veces sufridas en lugar de disfrutables: «A las mujeres se nos ha educado tradicionalmente con un énfasis tan enfermizo en el amor romántico que tendemos a inventarnos a los amados. Y así, a menudo sucede que, en vez de mirar de verdad a un varón e intentar conocerlo, la mujer se lo inventa, lo idealiza, le adorna con todo tipo de virtudes, aunque no resulten visibles para nadie. O sea, a lo mejor el tipo es un grosero y un zafio, pero la mujer se empeña en intuir que, en lo más hondo de su corazón atormentado, ese hombre es un poeta, un ser tierno y sensible. Para peor, la mujer se convence, enardecida, de que va a ser ella quien lo va a salvar de sí mismo. Ella curará sus heridas y liberará al prisionero interior, al dulce amado. Ya lo dice con toda claridad el cuento clásico: las mujeres se pasan la vida besando repugnantes ranas con la loca ilusión de transmutarlas en príncipes. [...] Hay excepciones, claro, pero se trata de un comportamiento muy extendido (yo misma caí alguna vez en mi juventud en tal demencia). Somos mineras de amor e intentamos extraer paladines perfectos de la morralla de la imperfecta realidad. Y es así porque estamos educadas en el machismo, una ideología profundamente patológica que nos hace a todos muy desgraciados. Porque el síndrome de las redentoras no sólo puede conducir a sangrientas tragedias, sino que hay otros dramas cotidianos que también parten de ahí. Como dice el cómico francés Arthur, “el problema de las parejas es que las mujeres se casan pensando que ellos van a cambiar y los hombres se casan pensando que ellas no van a cambiar”. ¡Qué terrible lucidez! Muchas mujeres están empeñadas en mudar al amado para que se convierta en el hermoso príncipe que ellas han inventado. Empiezan la relación creyendo que lo conseguirán, pero cuando transcurre el tiempo y la pobre rana sigue siendo, como es natural, verde y viscosa, hay mujeres que se sienten estafadas, sin advertir que son ellas mismas quienes se han engañado; y comienzan a sentir un rencor desatinado e injusto por el otro, el cual a su vez comprobará, pasmado, el cambio aterrador de su mujer, que ahora ya no sólo no le idolatra como antes, sino que incluso parecería que le odia. De estos sueños rotos nacen en ocasiones dolores muy profundos, convivencias tóxicas. Si queremos jugar a salvadoras, salvémonos en primer lugar a nosotras mismas de los espejismos.»  https://elpais.com/elpais/2019/01/28/eps/1548672505_550375.html?id_externo_rsoc=FB_MX_CM&fbclid=IwAR3gUEkgn7gTIDoNwTM37EGOMto_dJg8HpauIFzzewczlsb70Cdff0_PU14 FOTO Mariana Córdova

LA MAÑANERA

LA MAÑANERA Joaquín Córdova Rivas Golpear la corrupción es difícil y peligroso, pegar en un lado es provocar una onda expansiva dado que las prácticas corruptas están estrechamente relacionadas, no se quedan en el simple y cuantioso robo de combustible, sus redes son vastas y profundas. Prácticamente no hay actividad comercial que se escape de sus efectos. Por eso el temor de que esos intereses corruptos quieran responder con la violencia, ya que su desprestigio es tal, que no pueden provocar el mínimo de simpatía para sus retorcidas ofensivas propagandísticas, enderezadas por unos medios de comunicación acostumbrados al dinero para callar o distorsionar al gusto del patrocinador en turno. Resulta una paradoja, pero si algo han logrado los medios de comunicación masiva es unificar el pensamiento. Los medios nos dicen cada día el tema que debe llamar nuestra atención y, en plan más atrevido, lo que debemos pensar sobre eso. Nuestra “libertad informativa” queda acotada en una “aldea global” —término del Marshall McLuhan—, que simula ofrecer una variedad ilimitada de temas e interpretaciones. Pero eso es solo la superficie de algo más profundo. En países como el nuestro, donde el Estado ha renunciado a ejercer directamente esa libertad de información, para “concesionar” a medios de comunicación privados el manejo discrecional de los datos que generan las instituciones públicas, o son susceptibles a la influencia de funcionarios, coludidos con los dueños de esos medios privados, el ciudadano queda sujeto al capricho o manipulación de lo que conoce cotidianamente y de la definición de las decisiones que, basado en información ordenada, suficiente y oportuna, debería tomar. «La libertad de información puede definirse como el derecho a tener acceso a la información que está en manos de entidades públicas. Es parte integrante del derecho fundamental a la libertad de expresión, reconocido por la Resolución 59 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobada en 1946, así como por el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), que dispone que el derecho fundamental a la libertad de expresión incluye el derecho de "investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.» http://www.unesco.org/new/es/communication-and-information/freedom-of-expression/freedom-of-information/ La crisis de credibilidad y confianza es otro de los amargos componentes del ambiente corrupto y corruptor en que estamos sumergidos, la manipulación informativa reflejada hasta en nuestro valiente cine mexicano —la “caja china” mencionada y denunciada en la “dictadura perfecta”—, ha hecho que interpretemos las declaraciones al revés, si dicen que todo está bien significa que todo está mal, si declaran que algo es un incidente aislado asumimos que es una situación generalizada, si nos juran que todo está bajo control significa que no tienen idea de lo que están diciendo. Pero además objetamos los temas que nos proponen —imponen— de manera sospechosamente coordinada, pero aun con esos mecanismos de defensa no podemos sustraernos a la influencia de comentaristas, intelectuales que defienden o justifican los intereses del grupo dominante y, en este caso, favorecido por la corrupción generalizada, y de los medios que utilizan para difundir sus planteamientos y tratar de imponerlos a los demás. En una síntesis muy apretada, para uno de los principales teóricos del tema, el italiano Gramsci: «1) Los intelectuales son los organizadores de la función económica de la clase a la que están ligados orgánicamente. 2) Los intelectuales son también los portadores de la función hegemónica que ejerce la clase dominante en la sociedad civil. Trabajan en las diferentes organizaciones culturales (sistema escolar, organismos de difusión –periódicos, revistas…-) y en los partidos de la clase dominante con el fin de asegurar el consentimiento pasivo, si no el activo, de las clases dominadas en la dirección que la clase dominante imprime a la sociedad. 3) Son, del mismo modo, los organizadores de la coerción que ejerce la clase dominante sobre las otras clases por medio del Estado. 4) El intelectual tiene también como función la de suscitar, en los miembros de su clase a la que está vinculado orgánicamente, una toma de conciencia de su comunidad de intereses, y la de provocar en el seno de esta clase una concepción del mundo homogénea y autónoma. https://kmarx.wordpress.com/2012/11/20/el-intelectual-organico-en-gramsci-una-aproximacion/ Así como no hay medios de comunicación neutros, ajenos a cualquier tipo de interés, tampoco hay intelectuales completamente independientes a los grupos económicos dominantes en cierta época y sociedad. Por eso es importante que el actual presidente de la república salga a los medios, temprano y varias veces a la semana, porque tiene que llenar el vacío de información con que se cubren y proliferan las prácticas corruptas, tiene que mostrar a la sociedad en general que hay otras formas de vivir y practicar la convivencia respetuosa y pacífica sin que un grupo abuse del otro, por más poderoso que sea o se crea. Ante una prensa acostumbrada a complacer en lugar de investigar y exhibir, a vivir de los favores dispensados con recursos públicos en lugar de atenerse, principalmente, a la difusión de información sustentada, ante los cambios en las reglas del juego, o más bien la exigencia de que se respeten esas reglas, que el gobierno federal ponga su narrativa y la información que genera a disposición de cualquier ciudadano que tenga acceso a televisión abierta, o a estaciones de radio o redes sociales, es un recurso más en la lucha contra la corrupción. Así, el presidente impone en la agenda la información que antes se ocultaba, exhibe los silencios y las pantallas complacientes y cómplices, los espacios de prensa que se quedan vacíos de propaganda oficial y que hay que ocupar con periodismo de investigación, a los periodistas de boletín oficial, a los mandaderos de las direcciones o jefaturas de información que hacían todo menos informar. Impedir la corrupción le pega a todo y a todos, de allí el tamaño y agresividad de los tradicionales beneficiarios que comienzan a perder sus ilegales fuentes de ingreso, por eso hay que acostumbrarse a la transparencia, a saber y exigir que el derecho a la información se cumpla, a que se fortalezcan los mecanismos para difundirla y propiciar su discusión e interpretación. Ni modo, hay que cambiar porque el estado de cosas ya era insoportable.