domingo, 24 de julio de 2016

MODELOS APRENDIDOS

Se sienten diferentes, habitantes de un universo aparte por privilegios adquiridos generacionalmente, por nacer en una familia o grupo político específico, por perseverar en sus relaciones sociales con los poquitos que les garantizan alguna ganancia. Las leyes no se hacen para ellos, el manejo indiscriminado de los presupuestos públicos y privados se da por descontado, no hay conflicto absoluto. Para ellos son los helicópteros, los autos más caros, los yates y playas privadas, las escoltas armadas que los protegen de ellos mismos; también deben ser suyas las mujeres más hermosas según el canon de moda, ya sea por simple interés y conveniencia, o a la fuerza si es necesario; no hay contradicción, es el ejercicio de un privilegio “natural”. Han tenido y siguen teniendo tanto poder que diseñan las leyes a su conveniencia, por eso lo que hacen es “legal” aunque no sea ético, ni moral, ni justo. En los raros casos en que la indignación social los alcanza, primero se indignan, luego demandan alegando daños a una buena reputación de la que carecen, después es más que suficiente pedir perdón, aunque no haya ánimo alguno de rectificar, ni mortificación por haber causado daño, es más, ni siquiera se admite; así no hay nada que reparar ni de qué arrepentirse. Si alguien cuestiona su forma de vida y señala los costos sociales que implica, basta rediseñar la forma de medir la pobreza, o hacer obras faraónicas para encubrir otros “gastos”, o nunca darlas por terminadas para seguir sacando dinero, como nuestras parchadas y malhechas autopistas. Mientras, festejemos el sistema nacional anticorrupción, que, si acaso, se aplicará a algún pez chico que se salga de la red para distraer del abuso de los escualos más grandes; a menos que los órganos ciudadanos de vigilancia sean eso, que tengan la fuerza necesaria para hacer respetar y cumplir las leyes y reglamentos. Que no se nombren “ciudadanos” que se ganan la designación cantándole las mañanitas al presidente en un evento oficial de protección a las víctimas de delitos, no, que sean verdaderos espacios cuya mera existencia prevenga prácticas corruptas, que acote significativamente la impunidad. Se intentó y el fracaso ha sido muy costoso, nuestro modelo de pensamiento positivista, presuntamente objetivo por científico, se impuso en nuestras escuelas y las convirtió en espacios donde los sentimientos y emociones son vistos como estorbos. Nuestros planteles escolares siguen el modelo penitenciario, pretendiendo quedar aislados de una realidad emotiva que nos define como humanos. No importa cómo te sientas, ni si tienes problemas familiares, económicos, fisiológicos o mentales; todo eso debe quedarse fuera, aquí solo cuenta tu rendimiento, la entrega en tiempo, forma y capricho de tareas absurdas con el propósito de doblegar la voluntad infantil o juvenil, o responder exámenes memorísticos mal hechos y peor calificados. Prohibido mostrar tristeza, enojo, desesperación, desánimo, alegría “desbordada”, rebeldía, afecto o cualquier cosa que no sea “racional”. Tampoco es relevante si te aburres, si estás desmotivado, si te sientes solo e incomprendido, igual tienes que rendir como si fueras una máquina que no se descompone. Según lo que se sabe: «El nuevo modelo curricular de la SEP define un perfil de egreso para los estudiantes de educación básica, que incluye desde preescolar a secundaria, con tres grandes componentes curriculares: Aprendizajes Claves, Desarrollo personal y social; y Autonomía Curricular. Los aprendizajes claves, señala el documento, atienden especialmente, aunque no exclusivamente, al crecimiento de la dimensión cognitiva del estudiante. En este componente curricular de observancia nacional, expresa, se definen tres campos formativos: Lenguaje y comunicación, Pensamiento matemático, y Exploración y comprensión del mundo material. En el componente curricular Desarrollo Personal y Social, que también es de observancia nacional, se podría organizar en tres áreas: Desarrollo artístico y creatividad; Desarrollo corporal y salud; y Desarrollo emocional.» Sonia del Valle. Reforma 20 de julio del 2016. Pero una cosa son los planes y otra su aplicación, si el sistema educativo no actúa como un conjunto armónico de elementos que se complementan entre sí, esos tres componentes curriculares no se tocarán entre sí, corriendo el riesgo de que, otra vez, el cognitivo le gane espacio e importancia a los otros dos. Una de las hipótesis más aceptadas actualmente es que no hay aprendizaje desligado de las emociones, que esa inteligencia emocional no es algo de lo que se pueda prescindir a riesgo de formar niños y jóvenes incompletos: tan es así, que por no considerarlas tenemos cifras muy altas de reprobación y abandono escolar, además de la deshumanización que padecemos cotidianamente y que se refleja en suicidios, violencia intrafamiliar y en el noviazgo, acoso escolar, intolerancia piadosa y demás engendros sociales por el estilo.