viernes, 13 de abril de 2012

LA TROIKA EUROPEA


El circo de tres pistas con un payaso suelto en que está convertida la contienda electoral no debe quitarnos el tiempo, ni desviarnos la atención de lo que ocurre en otras latitudes, principalmente porque los desastres sociales tienen remedio, son relativamente fáciles de predecir y el empecinamiento por favorecer a unos cuantos fastidiando irremediablemente a muchos millones de seres humanos se nota mejor que en otras circunstancias.

Les llaman “la troika” porque son tres y muy poderosos, el término es ruso quizás como remembranza al autoritarismo en ese país durante buena parte del siglo veinte, bueno, lo que sea; en la Europa de hoy esa extraña alianza entre la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional está estrangulando financieramente a la población de casi todos los países de ese continente, mientras, deja “libres” a los grandes conglomerados comerciales e industriales para que se adueñen de lo poco que queda sin privatizar y sin exprimir hasta la última gota.

Con el pretexto de promover empleos, los precarizan, los abaratan, los hacen que pierdan esa parte compensatoria que implica el compromiso mutuo de desarrollo de los trabajadores con la empresa para la que trabajan. Ahora se exige que todo vaya de aquí para allá, que el trabajador esté disponible en cualquier momento, para cualquier turno, para cualquier tarea, para fines de semana o días festivos, sin pedir nada extra, sin gozar de descansos, sin aspirar a contratos de largo plazo indispensables para planear una vida, que no importe su pasado ni su futuro; de allá para acá nada, sólo la amenaza permanente de desaparecer en cualquier momento. De pronto, el discurso de la “competitividad” significa renunciar a derechos históricamente ganados y reconocidos, significa convertirse en simple mercancía cuyo precio y condiciones de venta los ponen los “patrones”. A los gobiernos, esos entes que supuestamente inventamos para velar por los intereses generales y que se alimentan con nuestros impuestos, apenas se les deja dar infraestructura gratis ―accesos, agua, electricidad, combustibles, etc.―, gestionar el no pago de impuestos, derechos o cualquier cosa; garantizar el control político y policiaco de los trabajadores, asegurar impunidad cuando se viole cualquier ley, reglamento o lo que sea, o cuando se envenene el ambiente.

En un texto anterior le dimos espacio a la crisis española, ahora le toca el turno a la griega.

La nota le dio la vuelta al mundo, en este caso es tomada de La Jornada ―viernes 6 de abril― que resume a 4 agencias informativas: “El farmacéutico jubilado Dimitris Christoulas, de 77 años, se disparó un tiro en la cabeza el miércoles en las afueras del Parlamento en Atenas, después de gritar consignas contra los recortes a salarios y pensiones y criticar el alza de impuestos. El hombre aseguró que los problemas financieros lo habían puesto en una situación extrema. En una nota de despedida, afirmó que prefería morir a tener que rebuscar comida en la basura”. Pero el señor Dimitris es uno de muchos desesperados que no ven salida a su situación: “El desempleo llega a un récord de 21 por ciento, supera el millón de personas, duplica el nivel promedio de la eurozona (de 10.2), y entre los jóvenes alcanza 50 por ciento […] Desde el comienzo de la aplicación de planes restrictivos en 2010, las pensiones se han recortado en alrededor de 15 por ciento; ahora los jubilados deben vivir con unos 500 euros. A eso se suma el aumento de los precios en un promedio de 10 por ciento, así como un incremento generalizado de impuestos [...] En Grecia, los suicidios han aumentado en casi 20 por ciento en los últimos dos años, presuntamente como resultado de los duros recortes que incrementaron el desempleo y la recesión económica. Los siquiatras calculan que desde el inicio de la crisis en 2009 se han quitado la vida unas mil 500 personas”.

Con todo y los criminales costos sociales las cosas parecen que no van a mejorar, y es que vivimos los coletazos de un dinosaurio que se niega a morir, ese neoliberalismo capitalista que comprueba cotidianamente su fracaso aún tiene férreos defensores, algunos por doctrinarios, otros por interesados, los vemos en nuestros países proponiendo reformas para desmantelar lo poco que queda de ese Estado de Bienestar que, todavía, tenía la fuerza necesaria para encausar las ambiciones de unos pocos e intentaba repartir la riqueza creada socialmente. Ahora, sin controles, muestra su verdadera cara e insiste en su comportamiento depredador y destructivo.

No es simple pesimismo, es lo que dicen sus propios voceros cuando se les caen los escrúpulos, el semanario español Diagonal del 14 de abril recoge el siguiente testimonio: Fue el pasado martes, 27 de marzo, durante la sesión ordinaria de las comisiones de Economía y Empleo del Parlamento Europeo. El eurodiputado del partido griego de izquierdas Syriza, Nikos Hountis, preguntó a Olli Rehn, Poul Thomsen y Joerg Asmussen si la intención de la troika es rebajar los salarios griegos al nivel de Bulgaria o Rumanía, a unos 120 ó 200 euros al mes. Los tres respondieron que Grecia necesita más devaluación interna. Lo que a efectos prácticos significa un "sí".