viernes, 25 de julio de 2014

PROGRESO ENVENENADO

“La idea de que el ser humano ha progresado conforme el tiempo avanza se ha convertido quizás en el supremo mito, en la más grande mentira repetida por quienes se aprovechan de ese estado de gracia llamado modernidad.” México: la batalla final es civilizatoria. Víctor M. Toledo. La Jornada 22 de julio 2014. Las señales están por doquier pero no las queremos ver. Nuestro planeta ya no soporta el ritmo de explotación irracional al que lo hemos estado sometiendo con el pretexto del desarrollo y el progreso. El nivel de consumo en los países disque desarrollados no puede sostenerse sin destruir, de manera cada vez más acelerada, los recursos naturales del resto del mundo. Pero en lugar de frenarlos, todos queremos parecernos a ellos. México es ahora el campo de batalla de esas concepciones de vida profundamente contrapuestas. Detrás de la defensa de los bosques, de los ríos, del territorio fértil, de los mares, de la biodiversidad, de los pueblos originarios y sus culturas de respeto a la naturaleza, está la lucha de nuestra especie humana por la sobrevivencia. Por eso la fuerte oposición a las reformas constitucionales y de otras leyes y reglamentos que buscan explotar todo lo explotable, como si no hubiera un mañana, como si todo fuera sacrificable por un futuro ilusorio que nunca llegará. “Nos despojan la minería a cielo abierto, las grandes presas, las carreteras y ductos, la urbanización desordenada, los grandes desarrollos turísticos, los privatizadores del agua, los que se adueñan de la biodiversidad y le ponen precio, los que comercializan y empobrecen nuestra riqueza cultural, los agro negocios, la publicidad y omnipresencia de la comida chatarra, los talamontes, los empresarios turísticos que se adueñan del paisaje, los cárteles del narco… Pero también nos despojan quienes monopolizan el espectro electromagnético y quienes mediante los transgénicos colonizan nuestro genoma. Nos despojan un sinnúmero de corporaciones trasnacionales y mexicanas, y nos despojan los gobiernos que son sus personeros y cómplices, que además criminalizan a quienes defienden la vida y se oponen a la muerte que significa el avance de la barbarie”. Manifiesto del colectivo Por la tierra, por el agua y por la vida. No se trata de retroceder a tiempos añorados, se trata de proteger lo que nos puede hacer perdurar como especie, con buena calidad de vida y en un frágil pero cuidado equilibrio con el resto de la biodiversidad del planeta; porque podemos hacerlo si nos colocamos fuera de intereses inmediatos que provocan devastación y desigualdades intolerables. Por eso la resistencia campesindia, como se le está conociendo, es importante, porque allí están las ideas que pueden cambiar nuestra forma de ver el mundo y a nosotros con él: “En el campo la expoliación tiene muchos filos. El territorial, cuando se arrebata a las comunidades la posesión sobre los lugares donde habitan y trabajan para franquearle el paso a minas, presas, carreteras, ductos, urbanizaciones, desarrollos turísticos. El hídrico, cuando se les roba el agua y su manejo. El biológico, cuando se las excluye de áreas de valor ambiental y de su cuidado. El genómico, cuando se les quita el control de sus simientes y se las contamina con transgénicos. El productivo, cuando se desposee a los campesinos de sus recursos y capacidades agrícolas, para entregárselos al agro negocio. El mercantil, cuando las trasnacionales y los grandes comerciantes dominan en todos los ámbitos e imponen sus términos en todos. El cultural, cuando se mercantiliza su identidad usurpando significados y valores. El comunicativo, cuando se les impide acceder a los medios electrónicos. El político, cuando se les niega el derecho a gobernar en sus jurisdicciones. El delincuencial, cuando los carteles del narco ocupan y mandan en los ámbitos rurales […] Estas vertientes del despojo tienen rato, pero ahora todo indica que la anunciada reforma del campo busca arrebatar a ejidos y comunidades la propiedad social de la tierra, derecho ancestral por el que hace un siglo dieron la vida un millón de mexicanos. Todo esto es grave, sin embargo la amenaza mayor, la más siniestra es que quieren despojarnos del futuro, quieren quitarnos la esperanza. Tierra, agua, vida, simiente, producción, mercado, voz, identidad, autonomía, seguridad, propiedad social, esperanza… Van por todo. Pero no nos vamos a dejar”. Roger Bartra. Van por todo. La Jornada del campo 19 de julio 2014. El término “progreso” justifica todo, pero en este caso se rompe con la idea de que hacia donde nos quieren llevar sea conveniente, por todos lados tenemos las evidencias de que este capitalismo neoliberal sólo concentra las ganancias del despojo en unas cuantas y sucias manos, dejando a las masas indefensas y con una mano adelante y otra atrás. Se están dando las resistencias hasta por las vías de una legalidad tramposa, y algunas hasta se ganan, el abogado Francisco López Bárcenas, especialista en derechos agrarios e indígenas, entrevistado por Lourdes Rudiño de La Jornada, advierte: “ocurre en todo el mundo, porque el derecho también se globalizó. Muchas de nuestras leyes no se hacen en el Congreso, se discuten en las grandes empresas, las diseñan los bufetes de las trasnacionales. Antes uno presentaba un juicio y si tenía razón, lo ganaba, no había tanto interés acumulado en la justicia, ahora eso es imposible. ¿Qué tenemos que hacer?, debemos darle otro sentido al uso del derecho.” Suena apocalíptico porque lo es: “Se trata entonces de una civilización suicida, a la que contribuye todo miembro de la especie por razones de desinformación, ingenuidad, interés individual o simple cinismo. Estamos entonces frente a un gigantesco proyecto de muerte, ante un reto existencial de especie, e incluso frente a un proceso social que se enfrenta al propio proceso evolutivo del cual ha surgido y del que forma parte.” Víctor M. Toledo.