domingo, 30 de junio de 2019

VIOLENCIA FEMINICIDA

Joaquín Córdova Rivas El feminicidio de Nancy en Tequisquiapan, sin olvidar los miles sucedidos anteriormente, nos vuelve a poner frente al espejo. Reconocernos como una sociedad misógina, discriminadora hasta en lo más íntimo y afectivo sigue sin ser cómodo ni fácil. La violencia continua y continuada hacia millones de mujeres en el ámbito donde debieran sentirse más seguras, en su propia casa, con su familia, con su pareja, parece ser la culminación de otros tipos de violencia que por cotidiana y generacional se normaliza y se vuelve invisible, aunque para algunos cínicos es hasta deseable para mantener un orden social inequitativo. Para la Doctora en Ciencias Sociales por El Colegio de Sonora Margarita Bejarano Celaya «En el sistema androcéntrico, que ordena el comportamiento social, la violencia hacia las mujeres se entiende como un llamado al orden, es el medio a través del cual se deja claro que el poder es ejercicio masculino sobre el cuerpo, los comportamientos, la subjetividad y los derechos de las mujeres. El mecanismo es tan refinado, que esta violencia contra las mujeres puede adoptar diversas formas e intensidades, pero representa un continuum en la vida de éstas, que no hay ámbito que esté libre de ella; se encuentra tanto en el espacio íntimo y doméstico como en el público, comunitario, educativo, laboral e institucional.» En: El feminicidio es solo la punta del iceberg. http://scielo.unam.mx/pdf/regsoc/v26nespecial4/v26nespecial4a2.pdf No entendemos porque no nos conviene, porque lo tenemos justificadoramente interiorizado, porque nuestro sistema social, patriarcal, machista, centrado en lo masculino, no se sostiene sin la desigualdad en las relaciones entre hombre y mujer. Oportunidades para repensar y cambiar hemos tenido, el internacionalmente conocido como “las muertas de Ciudad Juárez” dio lugar a avances teóricos importantes que poco se han reflejado en cambios significativos en nuestras prácticas sociales «En América Latina, y gracias a la aportación de la mexicana Marcela Lagarde, se ha transitado del uso del vocablo femicidio, –como traducción literal del inglés– al de feminicidio, ya que “femicidio puede ser sólo interpretado como el término femenino de homicidio; es decir, como un concepto que especifica el sexo de las víctimas”, pero no aporta información sobre el victimario. Con esto, la autora aclara que el término no se refiere sólo a la descripción de crímenes que cometen asesinos contra mujeres de cualquier edad o condición, sino que existe toda una “construcción social de estos crímenes de odio, culminación de la violencia de género contra las mujeres, así como de la impunidad que los configura”.» La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres coincide en considerar esa desigualdad social como origen de la violencia feminicida «La violencia contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad de género, es decir, en la posición de subordinación, marginalidad y riesgo en el cual éstas se encuentran respecto de los hombres.» Incluso señala, ante la vergonzosa impunidad de los victimarios y la indiferencia cómplice de las diversas autoridades, que también comparten esa visión machista del orden social, que «la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) relacionada con el caso de Mariana Lima Buendía, la cual establece que en el caso de muertes de mujeres se debe: Identificar las conductas que causaron la muerte de la mujer; Verificar la presencia o ausencia de motivos o razones de género que originan o explican la muerte violenta; Preservar evidencias específicas para determinar si hubo violencia sexual; Hacer las periciales pertinentes para determinar si la víctima estaba inmersa en un contexto de violencia. https://www.gob.mx/conavim/articulos/que-es-el-feminicidio-y-como-identificarlo?idiom=es Pareciera que no podemos estar peor, pero María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC, llama la atención sobre otro aspecto que nos hemos negado a ver «en la actualidad, las niñas de estas edades (se refiere a las que están entre los 0 y 14 años) están expuestas a una problemática que se pensaba más en las poblaciones adultas: el feminicidio, es decir el asesinato de mujeres, adolescentes y niñas por razones de género, el cual no siempre adopta este término cuando se trata de mujeres menores de edad.» Sobre eso no hay datos precisos, sabemos que «En 2017, 181 niñas menores de 15 años fueron asesinadas en nuestro país: 21 de ellas tenía menos de un año, 44 tenían entre 1 y 4 años, 29 entre 5 y 9 años y 87 estaban entre los 10 y 14 años, de acuerdo con los registros de defunción del Inegi. No se puede saber con exactitud cuántos de estos asesinatos fueron feminicidios...» porque en las causas de muerte no se atienden los signos que deja la violencia feminicida, por creer, falsamente, que eso solo les ocurre a las mujeres mayores de edad. http://ciencia.unam.mx/leer/871/ninez-en-riesgo-feminicidio-infantil- Erradicar la violencia contra las mujeres y con ello los feminicidios, requiere de transformaciones sociales profundas y duraderas, no solo de la revisión de protocolos de atención a las ¿posibles? víctimas, algo que muchos, individual e institucionalmente no están dispuestos a hacer ni a contribuir a que se haga. La visión patriarcal y machista tiene anclajes antiguos en las religiones monoteístas y esas no tienen prisa por cambiar. «El fenómeno del feminicidio no debemos verlo como algo aislado de otras expresiones de violencia de género en contra de las mujeres; si nosotros erradicamos, prevenimos, atendemos y sancionamos cualquier forma de violencia hacia las mujeres estaremos contribuyendo a que la forma más extrema, que es el feminicidio, no se produzca». Doctora Sonia Frías, Centro de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, citada por María Luisa Santillán.

ÉCHALE GANAS

ÉCHALE GANAS Joaquín Córdova Rivas Lo escuchamos por todos lados, es la base principal de los libros de autoayuda y sus millonarias ventas, es el insuficiente llamado de miles de docentes cuando los indicadores académicos se desploman, es la motivación principal —y a veces única— que reciben los niños y jóvenes para responsabilizarlos individualmente de su progreso, o de su fracaso. Hemos caído en la ilusión de creer que tener ganas y un hipotético “plan de vida” es suficiente para salir de la pobreza o de la mediocridad escolar o laboral. Pero hay datos duros que desmienten eso. «Esforzarse y no progresar; tener talento y no poder explotarlo; estar determinado por el origen y no por el mérito. El que una persona no alcance a cumplir con su potencial por razones externas no es nada menos que una tragedia. La falta de movilidad social no solo es una calamidad individual: la sociedad en su conjunto también sufre al desaprovechar valiosos recursos humanos. ¿Cuántos mexicanos no están alcanzando su potencial? ¿Cuánto talento se está desperdiciando?» https://ceey.org.mx/wp-content/uploads/2019/05/Informe-Movilidad-Social-en-M%C3%A9xico-2019..pdf Así comienza el Informe de Movilidad Social en Mé¬xico 2019: hacia la igualdad regional de oportunidades del Centro de Estudios Espinosa Yglesias dado a conocer en mayo. Creo que a nadie se le ocurriría calificar a dicho centro de izquierdista o lopezobradorista, sus datos duros son interesantes, aunque algunas interpretaciones pudieran cuestionarse. Pero mejor veamos algo de lo que dicen sus 83 cuartillas. «... un dato que prácticamente no ha cambiado desde que levantamos la Encuesta esru de movilidad social en México (esru-emovi) por primera vez, hace más de diez años: al menos 7 de cada 10 mexicanos que nacen en el peldaño más bajo de la escalera socioeconómica del país, no logran superar la condición de pobreza durante su vida. En otras pala¬bras, la ausencia de un piso parejo de arranque y avance en la vida para todos los mexicanos hace que, en nuestro país, la pobreza se herede.» Una primera y obligada reflexión: se reconoce que la desigualdad de oportunidades es un factor externo que determina el éxito de cualquier mexicano para pasar de un nivel social a otro, que eso de “echarle ganas” tiene límites y que estos, en la mayoría de los casos —más del 70 por ciento— son determinantes. Así que los discursos motivacionales, las “resiliencias” que se han puesto de moda, los discursos de “coaching” no son otra cosa que la banalización, o peor, la negación de que existen esos factores externos que hay que cambiar, que se requiere de una reingeniería institucional mayor que ponga en el centro la igualdad de oportunidades y que deje de victimizar al individuo que, pese a echarle muchas ganas, se topa con abismos sociales que no puede franquear. «En un contexto como el mexicano, en donde la pobreza y la desigualdad son altas y persistentes, la escasa movilidad social abona a que la sociedad no solo se polarice, sino que sea una altamente estratificada. Sin movilidad social, no importa cuán grandes sean los esfuerzos de quienes nacen en situaciones de mayor desventaja, sus posibilidades de mejora serán limitadas.» Las conclusiones generales ya fueron ventiladas en los medios de comunicación: la movilidad social es menor en el sur que en el norte del país, las mujeres tienen menor movilidad social que los hombres, el color de la piel también influye en este país que es profundamente discriminador sin reconocerse como tal «con respecto a la riqueza, el color de piel es determinante: los mexicanos de tono más oscuro experimentan menor movilidad ascendente y mayor movilidad descendente respecto de quienes tienen un tono de piel más claro» Hablamos de la educación pública, gratuita y obligatoria y su potencial capacidad para igualar esas oportunidades de movilidad social, pero eso tiene que ser intencional y no algo fortuito, de rebote, como por casualidad. Además, no se puede dar aislada de un contexto muy específico porque pierde puntería y termina por responsabilizar a los docentes, a los estudiantes, a los padres de familia. Recordemos que aquí la pobreza se hereda. «La situación vigente de movilidad social en México puede contextualizarse en el ámbito internacional a partir del estudio ¿Progreso equitativo? Movilidad económica entre generaciones en todo el mundo (Banco Mundial 2018). En cuanto a la educación, aunque en México se observan avances importantes en el nivel alcanzado, el logro educativo de los hijos aún está determinado por el de los padres. En ese sentido, México se situó en la posición 106 de 144 países considerados en el análisis.» El espacio se termina, dos últimas consideraciones: «En el presente informe, el análisis se concentra en la movilidad social relativa de una generación a otra. Así, si las personas mejoran o empeoran su posición socioeconómica con respecto a la de su hogar de origen, entonces se dice que «se mueven». Mientras menos injerencia tengan los recursos sociales y económicos de los padres en los logros de los hijos, mayor será la movilidad social.» «México se encuentra en una coyuntura histórica crucial para su viabilidad futura. El reto que enfrentamos es el de establecer las bases para un nuevo contrato social que reconozca a la igualdad de oportunidades como un meca¬nismo clave para incrementar, de manera simultánea, el potencial de crecimiento económico y mejorar la distribución de sus ganancias; no más, pero tampoco menos.» Sí, hay que echarle ganas, pero también hay que cambiar la realidad de un país profundamente desigual y discriminador.

HERENCIA MALDITA

Joaquín Córdova Rivas Torreonistán, Zacazetas, Mataulipas, nuestra geografía nacional convertida en un matadero. Los mismos que ahora falsamente se escandalizan de la escalada de violencia cotidiana, moderaban su reacción y hasta normalizaban el baño de sangre. Si alguien se convertía en víctima inocente había que señalar la sombra de la duda: por algo le pasó, seguramente andaba en malos pasos, era de un cartel rival, la influencia de las malas compañías y una larga jaculatoria de condenas mediáticas anticipadas; lo peor: eran los efectos colaterales de la guerra contra el narco y la delincuencia organizada. Pero como señalan los cronistas, a veces involuntarios, de esta matanza interna, una guerra se bate contra un enemigo bien identificado, con objetivos claros que al no poder alcanzar se rinde y acaba el conflicto. Aquí no es el caso porque el “enemigo” está mezclado con la población común y corriente, es algún vecino, habita nuestros barrios, sus hijos acuden a nuestras escuelas, toman nuestras calles y plazas para hacer sus negocios, no tiene una cabeza, sino que es una hidra múltiple y con capacidad de regenerarse mientras existan las condiciones que lo hagan posible. Y esas condiciones son muchas y siguen presentes porque están arraigadas en lo más íntimo de nuestro tejido social: la desesperanza, la desigualdad, la pobreza generacional, la violencia que se aparece como única respuesta posible a la desesperación, la falta de oportunidades educativas, un aparato institucional protector que se convierte en ruinas y se ahoga en la corrupción dejando millones en el desamparo. Al narco y a la delincuencia no se les gana poniendo a la población en el fuego cruzado de los cuernos de chivo en manos de buenos que trabajan para los malos y de malos que trabajan para los que, supuestamente, los combaten. Allí están las evidencias de gobernadores que venden la plaza a un grupo delincuencial y presidentes municipales que la venden a otro. O en el colmo del cinismo, el cobro de piso a más de dos grupos antagónicos de los mismos territorios, de las mismas impunidades, de los mismos “negocios” —secuestro, trata de personas, extorsiones, desapariciones forzadas—. Hay cientos de miles de mexicanos atrapados en la telaraña de la complicidad forzada, a esos hay que ofrecerles una salida real, no es posible que sean obligados a delinquir para convertirse en esclavos, en carne de cañón sin forma de reintegrarse socialmente porque hasta “la ley” los persigue, los castiga o les dispara a matar. Atacar las causas será dilatado y hasta desesperante, los resultados serán a largo plazo para que arraiguen y no haya retrocesos, para convencer que las buenas intenciones no son un engaño, que la reconciliación es necesaria, aunque muy dolorosa. El gobierno federal actual argumenta que los sistemas de apoyo —las becas escolares, a la población de la tercera edad, a los desempleados ya educados o capacitados que aspiran a una plaza laboral— atacan la grave vulnerabilidad económica de la mayoría de la población que ya está en la pobreza o a punto de caer en ella. Pero el empoderamiento que da el tener una fuente de ingreso, aunque sea para los gastos mínimos, es frecuentemente contrarrestada por el glamur del lujo desmedido, de mujeres hechas a la medida por la cirugía estética, por el poder que dan las armas y la pertenencia a un grupo que inspira miedo, con que los medios de comunicación envuelven a las actividades delincuenciales y las convierten en inspiración y aspiración de miles de niños y jóvenes que no ven otra alternativa a una vida de pobreza. En este país, durante muchos años, ser corrupto ha sido sinónimo de inteligencia, de arrojo, de ambición; el honesto, el que trabaja y paga impuestos, el solidario con los demás es visto como el tonto del sistema, como el resignado, el que no tiene más aspiración que ser parte de una masa a la que cualquiera puede explotar, exprimir, volver invisible a conveniencia. Pero esos invisibles, al menos treinta millones, aparecieron en el último proceso electoral y pueden provocar un cambio cultural mayor.

RESTAURAR LA JUSTICIA

Joaquín Córdova Rivas El caso se difundió ampliamente tanto en los medios de comunicación locales como en las redes sociales, más porque sucedió en Querétaro y rompió la calma chicha del “no pasa nada”. Lo que da el pretexto para ahondar un poco en eso que llaman justicia restaurativa. Brevemente y extraído de las notas periodísticas: dos adolescentes, en un vehículo de lujo que pocos pueden adquirir, llegan a una gasolinera, piden le llenen el tanque y huyen sin pagar en lo que parece una peligrosa travesura, ni modo que no tengan dinero si se les permite manejar semejante camioneta. En la huida chocan con otro auto y como consecuencia muere el conductor y los jóvenes son detenidos. http://andresestevez.mx/magazine/noticias/item/21268-escapaban-tras-no-pagar-gasolina-y-provocan-choque-muere-una-persona El escándalo no paró allí, sino que siguió por la celeridad con que la fiscalía lo “resolvió”. http://andresestevez.mx/magazine/noticias/item/21310-con-650-mil-pesos-quedaran-libres-adolescentes-que-mataron-a-un-automovilista-fiscalia Como resultaron menores de edad fueron beneficiados con la duda, su tontería, que produjo una muerte, pudo ser el resultado de la inmadurez, de la falta de cálculo, de la mala educación recibida en la familia, la escuela o en cualquiera de los ámbitos socializadores que nos maleducan, esperando que no haya sido resultado de un reto —challenge— estúpido como los que se difunden en las redes sociales. Pero mejor vamos a lo que opinan los expertos en justicia que intentan sintonizar los derechos humanos tanto de víctimas como victimarios «Un daño es un mal, perjuicio o menoscabo causado por una persona a otra u otras. Este deterioro, puede ser material o moral, el primero consiste en un menoscabo pecuniario al patrimonio de una persona, mientras que el segundo, es la afectación sufrida en los sentimientos, creencias, reputación, en la vida privada o en la consideración que tienen los demás de dicha persona. En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se establece la reparación del daño al ofendido en su artículo 20, inciso C, “de los derechos de las víctimas”, apartado IV. Aunque algunos autores definen a la reparación del daño como la obligación pecuniaria impuesta al delincuente de restablecer el statu quo y resarcir los perjuicios derivados de su delito, otra parte de la doctrina insiste que la reparación no debe confundirse con el pago de una suma de dinero. La reparación del daño es más bien, la solución objetiva o simbólica que restituye la situación al estado anterior a la comisión del delito, satisfaciendo a la víctima, pudiendo ser la devolución de la cosa hurtada, una disculpa pública o privada, trabajo gratuito, entre otros. En el caso de la Justicia Restaurativa aunque también se contempla el pago monetario, en realidad lo que se busca en sí, es la curación de la víctima y también del victimario, por lo que no necesariamente nos referimos a un problema de dinero. La Reparación del Daño es en realidad una acción emprendida por el delincuente a fin de hacer de la pérdida sufrida por la víctima algo bueno. Es un derecho subjetivo del ofendido, para ser resarcido de los perjuicios causados en sus bienes jurídicamente tutelados, como consecuencia del ilícito penal. Las Naciones Unidas promueven la protección al derecho que tienen las víctimas a una pronta reparación del daño, así como el acceso de la Justicia para lograrlo, dependiendo de lo establecido en las regulaciones locales. Para que pueda llevarse a cabo una reparación del daño, se requieren los siguientes elementos: a) La destrucción, mal, degradación, menoscabo, ofensa o dolor provocado a una cosa, persona o moral de alguien; b) Que el daño sea realizado sin mediar derecho alguno para ello; c) El daño proviene de la acción del hombre, es decir, de un acto o hecho humano y; d) Es independiente de la intención del responsable. https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3104/38.pdf Pero ¿qué pasa cuando la víctima ya no puede volver a su estado anterior? No puede resucitar puesto que la acción del ofensor le quitó la vida. En serio ¿hubo tiempo y voluntad para que los dos adolescentes llevaran a cabo todo el proceso que implica “la curación de la víctima y también del victimario? O simplemente papi pagó y sigamos como que no pasó nada hasta que vuelva a pasar. Como no soy experto, hay que recurrir a ellos «La reparación comprende cuatro etapas: a) Disculpa: Puede ser oral o escrita, a su vez consta de tres fases que son: 1) Reconocimiento: En dicho paso el ofensor reconoce su responsabilidad por lastimar a la víctima, acepta que su conducta causó un daño real y que el ofendido no merecía el perjuicio; 2) Emoción: Después del reconocimiento de la culpa, se busca que el ofensor pueda experimentar remordimiento o vergüenza por lo sucedido, con el objetivo de que ello pueda resultar sanador para la víctima y rehabilitador para el victimario; 3) Vulnerabilidad: Se refiere al cambio de poder entre la víctima y el ofensor, pues mediante el delito, el victimario ejerce una fuerza sobre la víctima, al producirse la disculpa el delincuente pasa ese control al ofendido, quien decide aceptar o rechazar la disculpa. b) Cambio en la Conducta: Busca que el ofensor no cometa más delitos; c) Generosidad: La Justicia Restaurativa busca en la medida de lo posible que el ofensor realice servicios no relacionados con la víctima o con el delito efectuado, pero que pudieran ser muestra de una verdadera disculpa. Por ejemplo: cuando el victimario decide prestar servicio comunitario en alguna institución elegida por el ofendido; d) Restitución: Consiste en reemplazar en dinero o servicios a la víctima el daño realizado. Debe pagarse, en primera instancia, a quienes se ha inflingido un daño directo con el delito cometido. 4. Perdón del Ofendido Todo perdón presupone la lesión de un bien penalmente relevante, es decir, se requiere la comisión de un acto delictivo, previamente tipificado y sancionado en la ley, dicho perdón librará al victimario de una pena o castigo. El Perdón constituye un rechazo al mal infringido con una actitud positiva, o por lo menos, no negativa a la persona que nos ha lastimado. Perdonar no es fingir que no nos sucede nada o aparentar una reconciliación. Perdonar es un proceso donde se reconocen errores y se intenta corregirlos, buscando en ello, sentimientos de libertad y de paz con uno mismo. Perdonar es una transformación motivacional que inclina a la persona a inhibir respuestas destructivas en sus relaciones y a convertirlas en constructivas respecto a quien lo ha ofendido. Puede definirse en la práctica clínica como la conciliación existente entre sentimientos y pensamientos negativos y la experiencia vivida de la persona en busca de asumir su responsabilidad para integrarlos en una nueva experiencia, de carácter positivo, constructivo, que deja de lado lo negativo del sufrimiento de la persona. El perdón es una realidad que pueden vivir quienes son parte de un proceso restaurativo. Perdonar es una cuestión de voluntad, es una elección, no significa una reacción involuntaria. Sin el Perdón y la Reconciliación es difícil lograr la finalización de un conflicto, ya que se busca el perdón propio y a quienes han infligido una ofensa. Se debe comprender lo sucedido, las circunstancias y las causas por lo que se dio el agravio, con el objetivo de lograr una liberación de los sentimientos negativos: del rencor, del odio, el temor, el deseo de venganza. El Perdón y la Reconciliación son procesos y capacidades que demuestran madurez intelectual y espiritual, no son actos de masoquismo, ni muestras de debilidad, al contrario, representan actos de verdadera humanidad, valor y lucidez. En Derecho, el Perdón del ofendido o del legitimado al otorgarlo extingue la acción penal respecto de los delitos que se persiguen por querella. Una vez otorgado, éste no podrá revocarse. El perdón sólo beneficia al inculpado a quien se le otorga, a menos que se haya efectuado la reparación del daño al ofensor con lo que se beneficiará a todos los inculpados.» https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3104/38.pdf El problema es cuando la teoría se pervierte en la práctica, porque la justicia restaurativa solo se podría aplicar entre personas bienintencionadas y con algo de humanidad, de otra manera, quien tenga poder o dinero para seguir causando daño pagando para obtener perdones, pues sale ganando; fregado el que no tiene para pagar e indemnizar a alguien cuando por descuido, distracción, o en un mal momento daña algo o a alguien.