viernes, 10 de octubre de 2014

MASACRES

Que la indignación no tenga fecha de caducidad ni tolerancia, que así como el 2 de octubre no se olvida tampoco se olviden las masacres transexenales. Quizás habrá que sumarle a Aguas Blancas las de San Fernando, Tlatlaya e Iguala, sólo como muestra macabra de lo que es capaz de hacer la narcopolítica, porque enlistar todas y cada una sería un desafío para la memoria y hasta adormecería la capacidad de asombro. Pero cada víctima de este sistema inhumano merece ser recordado, sacado de las sombras del olvido, necesita humanizarse en cada uno de nosotros. Se vale maldecir, marchar, encorajinarse, guardar rencor, y organizarse. Buscarle salidas a lo que está acabando con lo poco o mucho que nos queda como integrantes de una especie que no duda en acabar con ella misma para satisfacer sus necesidades de poder, de riqueza, de consumo desenfrenado, de individualismo enajenante. Vivimos aquí y ahora, eso no lo podemos cambiar aunque el repudio nos mueva a fugarnos de una realidad lacerante y que sentimos que nos apabulla, que nos paraliza, que nos deja indefensos ante los cínicos que no tienen respeto alguno por los demás. Pero tanto horror, tanta corrupción y tanta muerte no pueden ser en vano. La magnitud de lo sucedido en apenas 10 días rebasa lo imaginable y hay que empezar por romper algunos mitos, no es cierto que merezcamos el gobierno que tenemos, la pobreza, la jodidez, la ignorancia, la migajera conveniencia no nació con nosotros, son construcciones sociales que pueden modificarse aunque requieran esfuerzos colectivos que podrían emplearse en otras cosas. Pero hay que resolver lo básico, no podemos seguir viviendo a expensas de los caprichos de los delincuentes y tramposos que se sirven de la política, de las empresas, de las iglesias, de las policías y cuerpos armados, hay que hacerles notar que no estamos dispuestos a que sigan haciendo con los demás lo que se les antoje. Hay que resistir y organizarse. Tampoco es cierto que no hay más manera de hacer las cosas que las que nos dicen a través de los medios de comunicación copados por los poderosos, hay que mostrar que existen otras formas de vivir, de pensarnos, de ser solidarios, de trabajar y disfrutar. Para darle continuidad a lo que hemos planteado en estos textos conviene salirse a lo internacional para dimensionar los graves errores cometidos con el proceso reformista casi culminado en el sexenio actual: Chongqing, China― En las afueras de esta ciudad del suroeste chino se pueden encontrar fábricas dotadas con personal estudiantil. Las escuelas envían a miles de adolescentes a estas plantas para que ensamblen dispositivos electrónicos para algunas de las marcas más prominentes del mundo. Muchos dicen que no tienen otra opción. “De repente me dijeron que tenía que pasar el descanso de mitad de año (escolar) haciendo computadoras o no podría graduarme” indicó una joven de 16 años llamada Xiao, quien cursa un programa de preparación para la universidad en un instituto vocacional. “Siento que me han engañado”. Xiao y sus compañeros han trabajado en la línea de ensamblaje de un proveedor de Hewlett-Packard llamado Quanta Computer durante 12 horas al día. Seis días a la semana… “A veces estamos tan cansados durante los turnos nocturnos que casi nos quedamos dormidos”. La nota escrita por Eva Dou es prolija en los detalles de explotación laboral en las ciudades chinas, muy parecidas a las que ya permiten las leyes mexicanas, que se puede encontrar en la sección que replica a The Wall Street Journal Americas en el diario Reforma del 6 de octubre de este año. Otra muestra de nuestras irracionalidades. En el mismo diario pero ahora del 7 de octubre Jorge A. Meléndez Ruiz encuentra que: “México ocupa el lugar 21 (subió un puesto) entre los países que más billonarios (definición: quien tienen mil millones de dólares o más) tienen: 27 ultrarricos con una fortuna de 169 mil millones de dólares, 6.25 billones en promedio (3.3 billones, si quitamos a Slim).” De plano para alimentar el ocio podemos mencionar que de todos los billonarios del mundo el 35 por ciento no tiene ningún título universitario. Misma fecha, mismo diario, nota de Ulises Díaz resumiendo los resultados del recién publicado Índice de Bienestar Regional de la OCDE. En una escala de 0 a 10, “donde cero es la peor condición posible y 10 la mejor […] En el rubro de ingreso por hogar, el mejor evaluado es Nuevo León, con (apenas) 1.8 puntos, seguido del Distrito Federal con 1.7 y Baja California con 1.5 puntos”. Querétaro se encuentra entre las 26 entidades que tienen 1 punto o menos. En seguridad “que mide la tasa de homicidios […] Yucatán obtiene un destacado 7.4” seguido por Querétaro con 2.6 puntos y “27 estados reciben un cero”. Las cifras siguen: “Donde los mexicanos salen bien evaluados es en medio ambiente, al grado que Yucatán obtiene 9.8 puntos, Quintana Roo saca 9.6 y Campeche 9.4 puntos. Las calificaciones más bajas en el indicador las obtienen Guanajuato con 3.2 y Querétaro con 3.1. En términos de empleo los puntajes más destacados son Yucatán con 8.7, Colima y Quintana Roo que tienen 8.3 y Campeche que obtiene 8. En tanto las entidades más bajas son Querétaro y Chihuahua que tienen 6 puntos y Tabasco obtiene un 5.7”. Pero los puntajes siguen siendo bajos, de todo el país, en salud (1.5), ingreso (0.4), involucramiento cívico (0.4), educación (0.3), accesibilidad a servicios (0.0) y vivienda (0.0). La globalización enfermiza que estamos aplicando es indiferente al destino que le están imponiendo a las grandes masas empobrecidas del país y del mundo, los multibillonarios dependen del deterioro en la calidad de vida de los demás, es el resultado del permanente despojo de lo poco que tienen muchos, para que se haga más lo mucho que tienen pocos. En fin, allí están las masacres, las cifras, las realidades que se esconden; no se pueden eludir porque nos estallan en la cara. Hay que cambiar lo que no funciona, lo que nos empobrece ética y económicamente. Mostrar que nuestra humanidad merece seguir por muchos años más porque tenemos remedio.