TODAVÍA
NO ENTIENDEN
Joaquín
Córdova Rivas
Dicen
que polariza al país sin entender que fueron sus prácticas, su “modus vivendi”,
su modelo económico y su mañosa forma de justificarlo lo que ya había producido
millones de pobres. Todos los indicadores apuntaban a lo mismo y nunca lo
quisieron ver porque no les convenía: México era, y sigue siendo uno de los
países más desiguales del mundo.
Pero
no era una desigualdad “natural” ni producto de un crudo darwinismo social, era
la desigualdad de la falta de oportunidades, de la negación de derechos, del
injusto reparto de la riqueza que generamos todos, de la corrupción e impunidad
vergonzantes por cínicas.
Les
sigue ganando la soberbia y el rencor por eso fallan en el diagnóstico. Siguen
sin entender que no entienden.
En
un pasado no muy remoto, muchos escuchamos y leímos, sin poderlo creer, que al
hartazgo social se respondiera con el borrón y cuenta nueva. Que el candidato
puntero y después amplio triunfador propusiera casi una amnistía a esos que se
habían enriquecido a tal grado que sus prácticas antiéticas y corruptoras les
habían alcanzado para legalizarlas o convertirlas en delitos no graves. Parecía
que se buscaba negociar el “déjennos trabajar y bajarle a la corrupción” a
cambio de disminuir los afanes persecutorios.
Así
comenzaba la nota publicada en La Jornada y replicada en un tono parecido por
el resto de los medios de comunicación, el 17 de marzo del 2018: «Andrés Manuel
López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, integrada por
Morena, Partido del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES), extendió ayer su
mano abierta y franca a sus adversarios, a quienes rechazó ubicar como
enemigos. Tras su derrota, dijo, no habrá represalias, persecución ni
destierro para nadie, porque lo que se necesita es justicia, no venganza.»
Pero
también fijó un límite que, a la larga, no sería tomado en cuenta ni respetado
por los que ahora se dicen víctimas de sus propias fechorías: «el tabasqueño
envió a integrantes del poder político y económico del país el mensaje de que
no les guarda rencor, pero advirtió que de llegar a la Presidencia ningún
grupo, por importante y poderoso que sea, podrá seguir conspirando contra
la paz social en beneficio propio.»
Allí
estaba la oferta monda y lironda —«Limpio, sin añadidura alguna.»
según consigna el DRAE—. Y es que el neoliberalismo va de la mano de la
corrupción, pero no tanta, porque hasta abusar impide que funcione con cierto
grado de legitimidad.
Nuestra
casta política y económica nunca quiso entender que estaba atentando contra sí
misma al dejar al descubierto los mecanismos perversos que le daban ventajas y
riquezas indebidas. Traducido, hay que ser tramposo, pero sin que se note mucho
y dejando espacio para algunos otros que le quieran entrar. Pero aquí no, se
fueron por todo y contra todos y allí están las consecuencias.
No
entienden que el actual presidente es más conservador de lo que aparenta, que
si ha radicalizado su discurso es porque lo obligaron a hacerlo, porque se
mofaron de su oferta de paz, porque siguen creyendo que pueden hacer lo que se
les da la gana sin límite alguno.
No
entienden que el actual modelo político y económico, del que tanto se
beneficiaron, necesita una urgente remodelación para seguir funcionando el
tiempo que le queda, y que esos cambios están en las propuestas del régimen
actual.
No
entienden que la desigualdad, la corrupción, la delincuencia organizada deben
tener un tope antes de que todo se desborde y atente contra ellos. Ahora se les
revierte de forma ordenada, legal e institucional.
Por
eso no extraña que en plena visita presidencial a Washington el ambiente haya
sido tan terso y amable, hasta alguien tan necio como Trump entiende que las
diferencias ideológicas con su par mexicano no son tan profundas como algunos
se empeñan en proclamar. Falta ver si después aguantó la tentación y no salió
con una de sus “trumpadas”, pero dejó pasar la principal oportunidad y eso
manda un mensaje. Además, el mismo día de la visita a la capital estadunidense
se informó que se detuvo, con fines de extradición al exgobernador de Chihuahua
César Duarte, eso también significa algo, pero aquí, las primeras reacciones de
los “analistas” prefieren eludir el tema y mandan el distractor del pragmatismo
pre-electoral de nuestro vecino.
Tampoco
entienden que no pueden seguir menospreciando a los votantes y simpatizantes de
López Obrador, ese bullying racista está provocando que esa caracterización
política de liberales contra conservadores tenga sentido.