viernes, 25 de mayo de 2018

LOS PRINCIPIOS VAN PRIMERO

Joaquín Córdova Rivas Resulta evidente, es hasta una tontería decirlo, pero es que lo pasamos por alto. En los dos debates presidenciales nos hemos quejado de que no hay propuestas específicas para resolver problemas puntuales. Las organizaciones no gubernamentales (ONGs) dedicadas a la protección del medio ambiente no encuentran nada concreto para evitar la privatización del agua, las preocupadas por los derechos humanos no hayan compromisos específicos para disminuir la discriminación o los feminicidios, las que procuran la protección de la infancia, las que luchan contra la corrupción, las que piden mayor transparencia, las que abogan por los derechos de la diversidad sexual, las que exigen una educación integral e inclusiva, y el largo etcétera que nos faltaría por señalar. Todos señalando los grandes huecos en los discursos de los candidatos. Regresemos al inicio: es que los principios van primero. Cualquier propuesta que se haga, hasta la más pequeña en término de detalle, si no está contextualizada adecuadamente termina por no servir. ¿De qué sirve cambiar a todos los agentes ubicados en las aduanas si la corrupción sigue tan campante? ¿De qué sirve mocharles la mano a los ladrones si cualquiera puede ser acusado falsamente de serlo? ¿De qué sirve proponer incrementar los albergues para migrantes si no se respetan los derechos humanos? ¿Para qué “ajustar” la reforma educativa si desde el principio se desdeñó y atacó a los profesores? ¿Para qué proponer construirle el muro fronterizo a Trump, a cambio de respetar a los dreamers, si son cosas que ideológicamente se excluyen mutuamente? Por eso la terquedad de defender lo que va primero: freno a la corrupción, honestidad, autoridad moral, poner el ejemplo, normalidad mínima respetada por todos sin excepciones, respeto a la legalidad, justicia, ética y los que Usted, amable lector y además elector, juzgue conveniente. Finalmente ¿un buen presidente tiene que ser un buen polemista, con límites de tiempo, y saltando bruscamente de un tema a otro porque así lo especifica un formato? Condición, además, que seguramente nunca enfrentará en la vida real presidencial. Pues no, por eso ninguno de los aspirantes se vio bien, aunque alguno, inexplicablemente, se declare ganador. La anécdota la conté hace años pero la metáfora sigue siendo aplicable: hay personas que reaccionan como si fueran jugadores de tenis de mesa, de reacciones rápidas, casi instintivas, que se mueven por toda su área de juego, que sean buenos o no es otra cosa; hay otros que semejan jugadores de ajedrez, en lo que piensan parecen en pausa, no se mueven, se tardan en responder las jugadas, está definido como un deporte mental, por tanto los movimientos físicos son lo menos importante. En cualquiera de los dos casos, para saber quién juega mejor es necesario conocer las reglas y el sistema de “puntuación”, aunque en el segundo caso —el ajedrez—, lo que cuenta es la posición y movimiento de las piezas, no necesariamente cuáles “valen” más. Por eso los debates no fueron debates, tampoco lo podían ser porque se olvida que estamos en la política-espectáculo, un efecto generalizado del modelo norteamericano de presentar cualquier cosa a través de los medios de comunicación masiva, señaladamente la televisión. No importan las ideas, ni las propuestas mochas, ni las mentiras cínicas, importa sí, la provocación afectiva, el que me identifiquen positivamente y sospechen negativamente de los demás, por eso se pega más el “abrazos, no balazos”, que las propuestas técnicas que pocos entienden y todos olvidan; por eso contó más el esconder la cartera que la intención de encarar, saliéndose de cuadro, para intentar descolocar al adversario. Por eso, los mal llamados debates no tienen efecto en las preferencias electorales. Lo mejor del caso es que existe investigación sobre lo anterior, no es una simple ocurrencia, por ejemplo, Leonor Arfuch llama “giro afectivo” al efecto provocado o buscado por la televisión como espectáculo, por encima de lo informativo, de lo cultural, de lo educativo, y eso ha provocado una avalancha de estudios para conocer los afectos y las emociones. «El afecto como común a lo humano y lo no humano -otros animales- pre-subjetivo, visceral, corpóreo, el afecto como fuerzas e intensidades que influyen en nuestros pensamientos y juicios pero separados de ellos. Afecto como diferente de la cognición –que solo sobrevendría después, en un escaso margen temporal- y que se expresa por ejemplo, según el clásico paradigma de Tomkins-Ekman- en 6 o 9 afectos básicos y biológicos: interés-excitación; disfrute-alegría; sorpresa-susto; disgusto- angustia; indignación-ira; miedo-terror; vergüenza-humillación; repugnancia-repulsión -el segundo término evoca el grado mayor de intensidad.» Leonor Arfuch. El “giro afectivo”. Emociones, subjetividad y política. Universidad de Lille 3. 15 de septiembre de 2015. A los “asesores” y a los candidatos, les convendría darle una revisadita al tema, para que se expliquen por qué sus estrategias no atinan y por qué la manipulación de resultados y la compra de votos pueden no ser tan efectivas o creíbles esta vez. Arfuch cita otra investigación de la inglesa Sarah Ahmed llamada The cultural politics of emotion (2004). «En su perspectiva, las emociones no son estados psicológicos sino practicas sociales y culturales, no suponen una autoexpresión que se vuelca hacia afuera (in/out) sino más bien se asumen desde el cuerpo social (outside/in), en tanto son las que brindan cohesión al mismo. Esenciales para el aparato psíquico y social, ligadas a objetos no siempre conscientes, son inseparables de las sensaciones corporales y suponen tanto ligazón como movimiento, un aspecto importante en términos de estructura social. Mas que interrogarse sobre “qué son” las emociones la pregunta es “qué hacen” y el terreno para el análisis es, en este caso, las figuras del habla o del discurso que condensan la emocionalidad de los textos.» Nada más y nada menos, por eso los principios van primero, están conectados con los afectos.

domingo, 20 de mayo de 2018

DESIGUALDAD EDUCATIVA

Joaquín Córdova Rivas El daño ya está hecho y revertirlo llevará muchos años. Nuestra casta política —donde se entretejen intereses empresariales y religiosos— escogió el camino fácil: denostar a los maestros frente a grupo, culparlos de los malos resultados obtenidos en pruebas estandarizadas donde se nos compara con países tan disímiles culturalmente como Finlandia, Dinamarca, Singapur, Japón o cualquiera de los considerados “desarrollados” y miembros de la OCDE, ignorando completamente nuestro contexto histórico y la larga tradición pedagógica mexicana que despegara desde antes de la Revolución Mexicana y se afianzara con ella. Los resultados son obvios, no porque unos sean mejores que otros, sino porque el diseño de las evaluaciones atiende a necesidades y contenidos diferentes, a formas de pensar y de ver el mundo todavía, afortunadamente, disímiles. No es lo mismo, por irnos a lo básico, alfabetizar una población más o menos homogénea, que un país con más de 60 idiomas indígenas, tan ricos y con tantos matices que sus fonemas rebasan los de nuestro limitado abecedario, acompañados cada uno de una cosmovisión propia que todavía no alcanzamos a comprender. Además, a nuestros gobernantes se les olvida convenientemente, que vivimos en uno de los países más desiguales del planeta, donde la concentración de la riqueza, que todos generamos, en pocas familias es escandalosa, y no porque trabajen mucho, sino por sus tratos privilegiados con el sector público. Si algo mostró PISA 2015 —porque la prueba se aplica cada 3 años y en este 2018 toca—, es que los mejores resultados los obtuvieron los países con mayor equidad económica: «los alumnos desfavorecidos obtienen 88 puntos menos en la prueba de ciencias que los más favorecidos. Además, en más de 40 países y economías, y teniendo en cuenta el rendimiento de los estudiantes en la prueba de ciencias, es mucho más improbable que los alumnos desfavorecidos se proyecten a sí mismos en una carrera científica [...] En PISA 2015, Canadá, Dinamarca, Estonia, Hong Kong (China) y Macao (China) destacaron por sus altos niveles de equidad y rendimiento educativos.» http://www.oecd.org/pisa/pisa-2015-results-in-focus-ESP.pdf Por eso sonó más a burla que a reconocimiento este 15 de mayo. Como es costumbre, nuestros funcionarios armaron comidas, rifas, reconocimientos por antigüedad a los profesores a los que se han pasado denostando durante décadas, aunque su campaña descalificadora tomó mayor velocidad y brutalidad con el mal llamado Pacto por México y su engendro bautizado como “reforma educativa”. Pero siguen montados en su ignorancia y creen que el engaño traspasa sus falsas felicitaciones y las miradas de lástima a esos “obreros de la educación”, porque ellos se sienten los gerentes de esas inmensas fábricas de falsas conciencias en que pretenden convertir a las escuelas. Hay que darle una repasada a proyectos críticos pedagógicos que, a pesar de seguir siendo excluidos y denostados, proponen una educación diferente, capaz de formar ciudadanos integrales e íntegros en lugar del simple adiestramiento en seguir órdenes —instrucciones—, sin conocer su sentido o razón; una educación que resulte en sintonía con la curiosidad natural y las necesidades de conocer de nuestros niños, jóvenes y, por qué no, adultos, en lugar de los contenidos aburridos, saturados de términos y definiciones que carecen de significado porque no se ponen en práctica; dejar atrás el modelo carcelario o fabril que impide que la realidad cotidiana entre a las escuelas o que los estudiantes se escapen de sufrir largas jornadas de destrucción de la fantasía o de competir por obtener puntos de una calificación que los clasifica como personas ignorantes o flojas, mediocres, buenas o excelentes, tal y como ocurre hasta en la evaluación magisterial. Habría que volver a ver el documental «La Educación Prohibida», como una síntesis de los cuestionamientos y propuestas existentes a la escuela actual, nada más para comenzar a sumergirse en el apasionante tema de la educación. https://www.google.com.mx/search?q=educacion+prohibida+pelicula&oq=educacion+prohibida+&aqs=chrome.2.69i57j0l5.19388j0j8&sourceid=chrome&ie=UTF-8 Pero regresemos a lo oficial, a lo que tiene una mal ganada reputación de ser “la verdad” científica, con ese halo de supuesta objetividad poco entendida. Regresemos pues a la OCDE y su informe sobre los resultados de PISA 2015 que van en contra de lo que los defensores de la mal llamada reforma educativa creen y sostienen: «Los sistemas educativos en los que los estudiantes pasan más tiempo estudiando después de clase (haciendo los deberes, con clases adicionales o estudiando por su cuenta) suelen tener peores resultados medios en ciencias que los sistemas donde el tiempo de estudio fuera de la escuela es menor.» Más fácil, no rinde el secuestrar el tiempo “libre” de niños y jóvenes con el argumento de que si hacen más tareas o estudian extra van a tener mejores resultados, hasta el cerebro se satura, requiere de tiempo para procesar lo vivido, las escuelas de jornada completa no tienen sentido a menos que se asuman como inmensas guarderías; tampoco las clases en fines de semana disque para repasar lo no aprendido. Pero la OCDE, dirigida por el responsable del “error de diciembre” de 1994, que dejó a miles de familias en la ruina y desesperación, tiene que justificar las desigualdades o por lo menos darles una salida que no implique el cambio de modelo económico. «El aprendizaje no debería resentirse porque un estudiante venga de una familia pobre, tenga un origen inmigrante, viva en una familia monoparental o no cuente con determinados recursos en su hogar, como un ordenador o una habitación tranquila en la que estudiar. Los sistemas educativos de éxito no ignoran estas cuestiones y han encontrado maneras de distribuir los recursos para igualar las condiciones de aquellos estudiantes que carecen de los recursos materiales y humanos de los que sí disfrutan los estudiantes de entornos privilegiados.» Y allí está la fórmula mágica: no cambies el modelo económico que propicia las desigualdades, no tomes medidas que impliquen una mejor distribución de la riqueza que generamos todos y un salario digno para los trabajadores, no propicies un sistema educativo que cuestione la realidad y que pueda transformarla, mejor reparte becas y además de presumir que “atiendes” las inequidades, tienes una forma efectiva de control político sobre cientos de miles o millones de familias. ¿Y los maestros? Festéjalos un día y satúralos de trabajo administrativo, con grupos numerosos, con la amenaza de una evaluación que no sirve para capacitarlos sino para castigarlos por no seguir al pie de la letra programas de estudio absurdos e inadecuados, en fin, cúlpalos de todo por todo el sexenio.

CREATIVIDAD SURREALISTA

Joaquín Córdova Rivas Cuando los problemas no se detectan, o no se aceptan, o se ocultan, terminan por no resolverse. Para algunos eso sería bueno porque se “normalizan”, es decir, se transforman en un no-problema porque las cosas son así como por designio divino, por fatalidad, porque está en nuestra cultura o porque así es el destino. Pero al no resolverse en cualquier momento se reactivan, en el sentido de que regresan a formar parte del malestar social y político; como si esa memoria colectiva de la que hablan algunos científicos sociales fuera incapaz de olvidar, como si solo reprimiera temporalmente el recuerdo como un mecanismo de defensa para poder ocuparse de lo inmediato. Para eso sirven algunas Organizaciones No Gubernamentales nacionales e internacionales, esas integradas por ciudadanos que se organizan para denunciar y actualizar lo que no debe olvidarse, lo que seguirá doliendo hasta que se resuelva. «Ciudad de México, 30 de abril de 2018.-Amnistía Internacional México e Indignación A.C. se unen para denunciar el caso de un niño maya que fue arbitrariamente arrestado el 25 de febrero de 2016. José Adrián tenía 14 años cuando volvía a casa desde la escuela justo después de que un grupo de muchachos tuviera una pelea en la calle, en la que se lanzaron piedras contra una patrulla. Los vecinos presenciaron cómo, al llegar la policía, ésta detuvo y golpeó al niño contra el vehículo policial, le pisaban la cabeza y le lesionaron el cuello, culpándolo por los daños a la patrulla. Le quitaron la camisa y los zapatos y lo llevaron a las celdas de la comisaría de la cercana localidad de Chemax el 25 de febrero de 2016. Lo esposaron, lo colgaron de la pared y lo dejaron ahí durante un largo tiempo. Tras saber de la terrible experiencia del niño, sus padres fueron a recoger a José Adrián y se vieron obligados a firmar un acuerdo para pagar una multa y los daños al vehículo policial, para sacarlo de la cárcel. A pesar de la extrema gravedad de los hechos y de la denuncia ante la Fiscalía General del Estado de Yucatán, a dos años del altercado violento, se desconocen los avances de la investigación y los responsables no han sido llevados ante la justicia, lo que no le permite sentirse seguro.» El caso de José Adrián no es único y revela un patrón sistemático de nuestro podrido sistema policiaco y de justicia, y eso que no estamos hablando de extremos como los de policías municipales cooptados y pagados por el crimen organizado, sino apenas de lo que es normal en un país donde nada funciona como debiera. En el informe: “Falsas Sospechas: detenciones arbitrarias por las policías en México” que se publicó el 13 de Julio del 2016, «Amnistía Internacional documentó que los arrestos a las personas que supuestamente estaban cometiendo un delito al ser aprendidas no suelen funcionar como una respuesta auténtica para enfrentar los delitos cometidos en el país, sino que son utilizados por las autoridades de forma ilegal, principalmente contra aquellas personas que enfrentan situaciones históricas de discriminación, con una preocupante afectación a hombres jóvenes que viven en pobreza. Uno supondría, de buena fe, que las policías están para prevenir la comisión de delitos o, en caso de cometerse alguno, detener a los responsables. Pero aquí no ocurre eso: «Las razones que Amnistía Internacional encontró sobre las detenciones cotidianas y arbitrarias de la policía de distintas corporaciones son: la extorsión a quienes detienen, los pagos de terceras personas para detener a alguien, la realización de detenciones políticamente motivadas (por ejemplo, de participantes en movimientos sociales o personas defensoras de los derechos humanos), la detención de personas por un delito menor —que muchas veces no se cometió— para investigarlas por algún otro delito, o para sembrar evidencia y así no tener que investigar auténticamente los delitos que sí se llevan a cabo [...] Los arrestos en supuesta flagrancia han servido particularmente para legitimar la actuación de las autoridades, ya que transmiten la imagen de que la policía —y por extensión el gobierno— está realizando un trabajo eficaz de combate al delito; “es cuando el Estado se ve y se siente más exitoso”, como indicó una jueza penal entrevistada por Amnistía Internacional. Claramente el problema no radica en que se lleven a cabo arrestos cuando se comete un delito, sino en que se pasen por alto los requerimientos legales e incluso se simulen delitos que no ocurrieron o se siembre o fabrique evidencia con tal de lograr una aprehensión. La misma jueza indicó que “las flagrancias le sirven al Estado sean legales o no… Hay flagrancias que se crean”. Ya no sabemos qué es peor porque hay una interrelación entre impunidad y fabricación de culpables de falsos delitos. Para simular la primera agarran a cualquiera que se les cruza en el camino, que se vea que difícilmente se podrá defender —por eso la preferencia por jóvenes en situación de pobreza—, sembrarles armas o drogas y presentarlos como peligrosos capos responsables de numerosos delitos pendientes de resolver, y así los presentan frente a los medios. El “modus operandi” de nuestras policías es persistente porque nadie investiga, porque prefieren simular que están trabajando, porque las víctimas de sus corruptelas les importan nada. «Asimismo, se utiliza arbitrariamente la figura de la flagrancia sobre un supuesto delito, en muchas ocasiones inexistente, para investigar otro delito. En este tipo de detenciones se alega lo que varios operadores de justicia denominaron “delitos puente” o “chaleco” como cohecho o lesiones; y se siembran objetos para generar una falsa flagrancia de un delito no grave que permita detener a una persona para investigarla por otro delito que generalmente sí es grave. En algunas ocasiones esta operación se hace alegando faltas administrativas. Esta práctica ha resultado eficaz para la policía porque priva de la libertad a la persona por el tiempo suficiente —en ocasiones unas cuantas horas— para que la policía encuentre o fabrique evidencia de otro delito [...] Las circunstancias en que ocurren los arrestos arbitrarios son variadas pero no parecen tener relación con las acciones de las víctimas, muchas veces suceden en el trascurso de un día de normal en la vida de las personas, sin que se requiera un evento excepcional para provocarlas. En los casos mencionados en este informe, por ejemplo, el caso de José Adrián (de 14 años), que regresaba de la escuela a su casa; o el de Pedro Euan, que se encontraba en su hogar, acompañado de su familia. En efecto, en México, cualquier persona puede ser arbitrariamente arrestada, aunque hay un riesgo significativo si se halla en una situación de mayor vulnerabilidad, por ejemplo: si es una persona joven, pobre o indígena. https://www.amnesty.org/download/Documents/AMR4153402017SPANISH.PDF Bueno, hasta creamos terminología absurda para disfrazar la realidad, al intento de secuestro de un menor de edad en San José el Alto la semana pasada, se le refirió en los medios de comunicación como “ingreso ilegal a una camioneta”, por creatividad surrealista no paramos.

CONVOCATORIAS PERVERSAS

Joaquín Córdova Rivas En el vendaval de violencia que sacude al país y nos empantana en el horror cotidiano es difícil encontrar consuelo o algún asomo de solución. Seguramente el saqueo de dos supermercados en Chilapa Guerrero se perderá entre las notas de los medios que no atinan a jerarquizar la cotidiana inseguridad, pero se puede tomar como muestra de lo que no funciona en este país. ¿Qué hubiera pasado si a la convocatorio del crimen organizado al saqueo, la población no hubiera acudido? ¿Qué hubiera pasado si los liderazgos sociales, éticos, religiosos, políticos y hasta empresariales hubieran llamado a la no violencia, al respeto de una normalidad necesaria para convivir pacíficamente, y hubieran sido escuchados? Ninguna de esas cosas sucedió, pero sí el saqueo, sí se evidenció la falta de esos liderazgos, la carencia de una suma de voluntades que le quitara base social al crimen, que lo evidenciara frente al repudio popular, que lo desnudara ilegal, abusivo y detestable. Se supone que los partidos políticos suman voluntades, propuestas, planes, identifican el interés general y promueven la organización para lograrlo. Cada uno a su modo, cada uno con sus prioridades y ritmos, cada uno con sus siglas y colores, pero todos coincidiendo en atraer, por la buena, a los ciudadanos para construir modos de vida en equidad de oportunidades, en la diversidad, en el acuerdo pacífico. Pero la kakistocracia —partidocracia le llaman algunos— actual, con su cauda de corrupciones e impunidades, ha renunciado a esos fines y se ha vuelto cómplice, por omisión o comisión, de esa delincuencia que todo atrapa y descompone. También se supone que los líderes religiosos cumplen, en algo, con ese papel. Que son guía de personas que se identifican con preceptos que se supone ampliamente aceptados, que promueven un comportamiento apegado a los mismos. Debe ser frustrante encontrar que sus feligreses, al menor llamado a desoír sus prédicas, se comporten como una turba descontrolada que roba o destruye lo que encuentra a su paso. Del resto de los liderazgos mejor ni hablar, o no existen, o solo sirven para posar en las páginas de sociales presumiendo de la importancia social que se adjudican y no tienen. Por eso urge una transformación política y social, con líderes que concentren voluntades y acciones, que se sientan obligados a responderle a los ciudadanos que los apoyen, que tengan la base social suficiente para ir pacificando al país desapareciendo corrupciones e impunidades. Que establezcan reglas claras para que convenga más, a todos, portarse bien que portarse mal. No es un llamado al caudillismo, sí a la creación ciudadana de dirigentes que respondan a los intereses mayoritarios, que sean respetados porque tienen una base social que los impulsa y protege, pero que también exige rendición de cuentas y un comportamiento ético. ¿Qué o quién impide que se convoque a saquear domicilios particulares, oficinas públicas, centros comerciales, gasolineras, iglesias o lo que sea, y que nos convirtamos en parte de una multitud que no piensa ni mide consecuencias?, ¿dónde están las instituciones que cobijen a quienes presenten resistencia al crimen organizado? Parece que solo los presuntos convocados a delinquir podríamos hacerlo, ni la policía, ni el ejército, son ni serán suficientes. Solo el apego de todos, hasta de los que se asumen como poderosos económicamente, a reglas básicas de convivencia y a la organización ciudadana que las promueva y pueda hacerlas respetar, evitarán la barbarie colectiva. Ni modo. Las efemérides sufrieron el embate de los temas actuales y urgentes. Tocaba hablar de la mitad de los niños mexicanos que viven en la pobreza junto con sus familias, buen caldo de cultivo para esa incontrolada delincuencia. Tocaba escribir sobre la pérdida de derechos laborales, del raquítico poder adquisitivo del salario, del trabajo informal, del subempleo de las protegidas outsourcing, de las desigualdades sociales y de la destrucción de los mecanismos efectivos de reparto de la riqueza producida por todos y que se quedan en pocas manos. Tocaba hablar de los miles de jóvenes que no tienen acceso a la educación superior porque es época de exámenes de admisión en las universidades públicas y no hay lugares suficientes. Tocaba escribir sobre la cancelación de becas de CONACYT a los estudiantes de maestría y doctorado, que requieren dedicarse de tiempo completo a sacar sus posgrados, en algunas universidades públicas. De la falta de resultados de la evaluación docente del año pasado porque no hay dinero para completar el proceso, para pagarles a los evaluadores, para cumplir con los estímulos a los profesores que lograron mostrar un buen desempeño. Pero lo sucedido en Chilapa Guerrero había que escribirlo, porque se puede generalizar, porque muestra el filo de la navaja en que estamos sentados.