domingo, 15 de abril de 2018

TODOS FORMADITOS

Joaquín Córdova Rivas Mientras las temperaturas —político electoral y climática— se incrementan hasta parecer insoportables, la distorsionada marcha de este país no se detiene ni corrige su rumbo. El tema educativo apenas aparece en los discursos y se centra en defender a ultranza una reforma que comenzó, y sigue culpando a los profesores por el mal desempeño de los estudiantes mexicanos en las evaluaciones locales e internacionales; o en ponerle algunos peros para ganarse los votos de los miles de inconformes. Pero lo básico se sigue escapando de las propuestas, quizás porque se dan por hecho, aunque no sea cierto. Hace algunos meses conocimos el diagnóstico de las escuelas mexicanas del llamado nivel básico, nos horrorizamos con las cifras, aunque su deterioro es parte del cotidiano paisaje nacional, pero hacía falta su complemento, la situación de nuestros espacios escolares en la educación media superior, que abarca a los diferentes subsistemas en que está dividido. Se da a conocer apenas el informe titulado: Condiciones básicas para la enseñanza y el aprendizaje en los planteles de educación media superior en México. Publicado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, INEE 2018. Compuesto de 198 páginas de información imprescindible para entender mejor lo que pasa con los indicadores y resultados del Sistema Educativo Nacional (SEN). Para ubicar mejor los datos, iremos contrastándolos con los de la prueba PISA 2015, que es el referente internacional que algunos consideran válido, recordando que, en el mes de mayo próximo, del 1 al 4 está programada la aplicación de PISA 2018 en México. Primera advertencia del INEE, con la que estamos de acuerdo: «los estudios sobre oferta educativa se suelen basar en una perspectiva de eficacia escolar; sin embargo, ECEA — Evaluación de Condiciones Básicas para la Enseñanza y el Aprendizaje— se fundamenta en los derechos humanos, lo cual implica enfocarse en elementos básicos que deberían garantizarse en todas las escuelas a fin de asegurar igualdad de condiciones educativas y aspirar a que dichas condiciones se presenten de manera equitativa, lo que implica dotar de mejores condiciones a los planteles que atienden a población con mayores desventajas contextuales.» INEE (2018). Condiciones básicas para la enseñanza y el aprendizaje en los planteles de educación media superior en México. Resultados generales. México: autor. La síntesis de resultados de PISA 2015 para México es esta: «el desempeño de México se encuentra por debajo del promedio OCDE en ciencias (416 puntos), lectura (423 puntos) y matemáticas (408 puntos). En estas tres áreas, menos del 1% de los estudiantes en México logran alcanzar niveles de competencia de excelencia (nivel 5 y 6).» En teoría, si lo establecido en los programas de estudio se cumpliera, la mayoría debería estar en ese nivel de excelencia. Primer contraste, rendimiento de los estudiantes en lectura, según PISA 2015: «Los estudiantes mexicanos obtienen en promedio 423 puntos. Dicho rendimiento está por debajo del promedio de 493 puntos de la OCDE y sitúa a México a un nivel similar al de Bulgaria, Colombia, Costa Rica, Moldavia, Montenegro, Trinidad y Tobago, y Turquía. Los jóvenes mexicanos de 15 años tienen una diferencia de más de 70 puntos por debajo de Portugal y España, y entre 15 y 35 puntos por debajo de los estudiantes de Chile y Uruguay, pero se sitúan por encima de los estudiantes de Brasil, República Dominicana y Perú.» Pero a nadie se le ha ocurrido cruzar esa información con la proporcionada por los actores del proceso educativo en preparatoria o bachillerato, que es donde esos jóvenes, que obtuvieron ese puntaje bajo, están o se seguirán desarrollando: «A los directores se les preguntó por la existencia en su plantel de acervo bibliohemerográfico; 40% reportaron que sus planteles no disponen de éste (sic) acervo o materiales de la biblioteca escolar. Con respecto a la existencia de un espacio que funcione como biblioteca escolar, se puede observar que 41% de los directores respondieron que no cuentan con él.» Sin biblioteca, sin libros de texto o de cultura general, sin revistas ni periódicos ¿cómo exigir que nuestros estudiantes lean? Peor no podría ser, pero sí es: «Es necesario que los planteles cuenten con el material bibliohemerográfico básico de todos los programas que se imparten, y es preocupante que sólo 1 de cada 4 directores reportó tener, en el plantel, este material. 28% de los directores reportaron que no tienen acervo bibliohemerográfico en el plantel y que tampoco tienen internet o sus estudiantes no tienen acceso a él; esto implica que los estudiantes de casi la tercera parte de los planteles no tienen posibilidad de conseguir información adicional a la que les proporcionan sus profesores, mediante recursos escolares.» Segundo contraste, rendimiento de los estudiantes mexicanos en ciencias: «Los estudiantes en México obtienen en promedio 416 puntos. Este puntaje promedio sitúa a México por debajo del promedio OCDE de 493 puntos y a un nivel similar al de Colombia, Costa Rica, Georgia, Montenegro, Qatar y Tailandia. Los jóvenes mexicanos de 15 años tienen una diferencia de más de 70 puntos por debajo de los estudiantes en Portugal y España, y una diferencia entre 20 y 60 puntos por debajo de los estudiantes en Chile y Uruguay, pero se sitúan por encima de los estudiantes Brasil, la República Dominicana y Perú.» ¿Qué dice nuestra infraestructura educativa en media superior? «Si consideramos que, a nivel nacional, 49% de los planteles no cuentan con laboratorio de ciencias experimentales y que 17% no cuenta con materiales instrumentales, tenemos que los estudiantes de 67% de los planteles no pueden realizar actividades de experimentación en el plantel debido a esta carencia.» No se puede pedir lo que nunca se ha dado, nuestros estudiantes muestran interés por la ciencia, pero se quedan allí porque sus planteles no tienen lo mínimo para despertárselos o seguir desarrollándolo, y luego nos sorprendemos de los malos resultados echándole la culpa —como lo hace la SEP— a los maestros, planteando como falsa solución una evaluación que castiga, no que forma o capacita, mucho menos una que reconozca las graves carencias de nuestro sistema educativo nacional. Un análisis más completo, lo hace el INEE en algunos aspectos, encuentra que, aunque se requieren: «aulas multidisciplinarias o de usos múltiples; aulas, laboratorios, talleres o salas de cómputo; aulas o espacios de tutoría para estudiantes; biblioteca escolar; sala de maestros y auditorios. con base en la información proporcionada por el director, sólo 1 de cada 4 planteles tiene todos los espacios.» Y esto por mencionar solo dos aspectos, el informe es una radiografía de nuestras desigualdades, de nuestras carencias en lo más básico. Muchos planteles educativos de este nivel ni siquiera fueron construidos pensando en ser bachilleratos o preparatorias, no están equipados ni tienen las características de suficiencia en espacios, en aulas, en laboratorios, no tienen internet y, en ocasiones, ni siquiera suministro de agua todos los días, menos pedir que tengan rampas de acceso o instalaciones para estudiantes con capacidades diferentes. Los subsistemas encargados de disminuir esas desigualdades —telebachilleratos comunitarios (TBC), EMSAD y demás— más bien las perpetúan, ni siquiera se les asigna a los profesores la carga horaria necesaria frente a grupo para cumplir con los planes de estudio y la mitad de su sostenimiento cotidiano, en los TBC, es responsabilidad de la comunidad; lo que significa que a los más jodidos les sale más caro el educar a sus niños y jóvenes en condiciones precarias. Pero bueno, allí vamos todos formaditos, rumbo a otro fracaso generacional, a pesar de una reforma que no toca ni siquiera lo fundamental que es la infraestructura, porque para todo hay presupuesto menos para la educación, pero si busca a quién echarle la culpa: los maestros.

EL NIDO

Joaquín Córdova Rivas Determinar la agenda con un tema importante, con uno que sintetice todas las corruptelas habidas y por haber, que refleje las tensiones internas de las élites que parecen a prueba de insurrecciones internas, uno que sea fácil de entender para el elector en general, uno que permita poner al régimen en tela de juicio sin la necesidad del absurdo desgaste judicial, uno que sea atractivo en los medios de comunicación. Se intentó con temas que afectan a las mayorías: la reforma educativa con su cauda de fracasos que se sufrirán por varias generaciones —si antes estábamos mal, ahora estamos peor—, pero los maestros no aciertan a salir de su letargo como para generar movilizaciones que impacten conciencias. La energética y los absurdos, por desmesurados, incrementos a los precios de los combustibles y otras formas de energía indispensables para mover los hogares y las industrias, tampoco la entrega traicionera de los campos petroleros presentes y futuros —ya detectados y en exploración—. No se logró con la reforma laboral, esa psudofilosofía de que cada uno se rasque con sus propias uñas, tan propia del neoliberalismo y de los gurús de la autoayuda, sigue causando estragos en la mente de los trabajadores y empleados. La inseguridad creciente con robos, asesinatos, ejecutados, periodistas incómodos para los corruptos que desaparecen de la faz de la tierra, los deleznables feminicidios, la imparable trata de personas —mujeres y niños primero—, la pederastia, que provocan indignación momentánea pero no la empatía para organizarse —mientras no me pase a mí, quizás las víctimas tienen parte de culpa—. Tampoco se logró con las valientes investigaciones de la llamada Estafa Maestra, premiada en otros países y sepultada en el nuestro a pesar de que se muestra cómo nuestro gobierno federal desvió más de 400 millones de pesos, de nuestros bolsillos vía impuestos, creando 128 empresas fantasma: «El portal mexicano Animal Político obtuvo el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2018 en la categoría de Mejor Historia o Investigación Periodística por su trabajo “La estafa maestra”. Los periodistas Daniel Moreno, director del portal, Salvador Camarena, Miriam Castillo, Nayeli Roldán y Manuel Ureste fueron reconocidos por su labor en el reportaje titulado “La estafa maestra”, un trabajo de investigación que reveló el desvío de fondos públicos.» http://www.sinembargo.mx/03-04-2018/3403907 Nada se logró con las denuncias sobre la manera en que el consorcio brasileño Odebrecht ganó tratos preferenciales ilegales en diversos países, incluyendo el nuestro, se sabe a quién le dio dinero, cuándo, para qué, y aquí no pasa nada. El escándalo de corrupción en licitaciones hasta internacionales, tenemos cercana la fallida construcción del tren rápido México-Querétaro. O el del sureste, dejando solo el de México-Toluca por muy atlacomulenses razones. Pero no se trata de seguir haciendo un mini catálogo de corrupciones, simplemente señalar que lo mostrado en esos casos, sumado a la pérdida de derechos laborales, al desmantelamiento de las instituciones educativas, de salud, de los sistemas de jubilación y retiro basados en la solidaridad social, los incrementos de precio que se desdeñan en los reportes sobre la inflación, el despojo de bienes públicos —vialidades, parques y jardines, zonas de reserva ecológica y todo lo que falta mencionar— para hacer negocios privados, la misma inseguridad en sus muchas modalidades —secuestros, desapariciones, feminicidios, extorsiones, ejecuciones, acosos, desempleo—, todos ellos constituyen, a final de cuentas, mecanismos de transferencia de riqueza, de todos hacia unos poquitos que no padecen de esas “incomodidades” porque ya tienen todo y más, despojando a los que menos tienen. Por eso, el proyecto del llamado nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México (NAICM), es el nido donde se encuentran, se concentran, se pueden evidenciar, todas las corruptelas de nuestra casta política y empresarial. Por eso reaccionaron a bote pronto cuando un candidato a la presidencia puso en duda la continuidad del proyecto, pasando por encima de la cúpula política y de sus candidatos, propusieron un debate técnico sobre el tema, antes de que se ventilen las graves irregularidades que anidan en la citada construcción y en las circunvecinas que no son públicas todavía, aunque ya asoman la cabecita buscando sus dosis de corrupción: «Sin Embargo publicó que las empresas de Carlos Slim Helú, Carlos Hank Rhon, Hipólito Gerard Rivero, Rolando Cantú Barragán, Olegario Vázquez Aldir, Bernardo Quintana Isaac y constructoras como Iuyet –que participa en la construcción del Tren México-Toluca– y Aldesem, Epccor y Aldesa –encargadas de construir el Paso Exprés de Cuernavaca–, concentran el 77 por ciento del presupuesto que se ha pagado, hasta el momento, en la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México.» http://www.sinembargo.mx/04-04-2018/3403639 Para colmo, hasta el dinero de nuestros fondos para retiro, ya exprimidos por las administradoras con sus porcentajes de comisión, están siendo utilizados para que los ricos no arriesguen su dinero, sino que se queden con el nuestro con sus proyectos faraónicos. Por la desconfianza de los trabajadores en el manejo de su ahorro no voluntario, el otro, el voluntario que supuestamente incrementaría las posibilidades de vivir dignamente después de la edad laboral no crece. Ahora esa desconfianza tiene de dónde agarrarse. Pero el proyecto del NAICM no para allí, con el feo nombre de “aerotrópolis” aparecen otras negras intenciones —oportunidades de negocios dirían los cínicos—, de un proyecto urbanístico de lujo que rebasa en mucho el costo del primero. http://www.eluniversal.com.mx/columna/salvador-garcia-soto/nacion/aerotropolis-el-gran-negocio-del-aeropuerto Lo dicho, hincarle el diente al caso de ese elefante blanco puede desnudar las corrupciones de un régimen que no tiene llenadera pero que se olvida de algo importante: para ser multimillonario es necesario que entre poquitos se quede lo que se pueda sacar a los demás, entre más “socios” la ganancia disminuye y esa contradicción puede abrir el espacio para negociar una transición pacífica, porque los despojados son muchos, hasta son mayoría y las reacciones nadie las puede predecir.

DE LO COTIDIANO

Joaquín Córdova Rivas Un 18 de marzo con gasolineras mal disfrazadas, apenas les mal pegaron unas calcomanías de colores diferentes al que tenían en las bombas surtidoras, en los copetes de los techos de lámina, vistieron a sus empleados de colores chillones, más parecen payasos sin gracia y, el milagro, subieron el precio del litro de la gasolina. Apenas en el siglo pasado el país se angustiaba, pero sabía necesario el nacionalizar la industria petrolera ante el saqueo de las nacientes trasnacionales, que, insatisfechas de sus enormes ganancias, se encargaban de reprimir a la población cercana a sus instalaciones y dar salarios miserables, sin derechos laborales, a sus obreros. Ahora, tontos que somos, festejamos lo contrario. Nuestros corruptos gobernantes ignoraron lo mas elemental: el petróleo produce riqueza donde se consume, no donde se extrae, por eso incrementar las exportaciones para tener dólares fáciles y baratos nunca fue una buena idea, porque a final de cuentas, los productos elaborados (transformados) con ese petróleo, los teníamos que comprar más caros, endeudándonos hasta la ignominia. Y también pasaron por alto, que el petróleo es la base para producir miles de productos necesarios en el desarrollo tecnológico que despuntaba y ahora nos tiene tan sometidos. La gasolinera que queda más cercana a la ruta que me lleva a mi trabajo porta ahora un símbolo marino, la gasolina es más cara que la de las otras que mantienen los colores de la franquicia de PEMEX, porque, según enseñan a repetir a sus empleados, está “aditivada”, es decir, se supone que tiene un aditivo que antes se vendía aparte y que ahora, sin preguntarle al consumidor si lo quiere o necesita, se “incorpora” a la misma gasolina que venden todos los demás. Al cuestionar a la empleada de turno si dicha “aditividad” mejoraba la combustión y disminuía la contaminación, dijo que no; si se pasaba con mayor facilidad la verificación vehicular, la respuesta también fue negativa; al parecer, en caso de que en realidad le “aditiven” algo, cosa que a los consumidores no nos consta, solo sirve para encarecer lo que ya está caro. Y luego dicen que producir y vender gasolina no es negocio. Pues siempre, no. A los empleados y trabajadores de los poderes del estado no les llegó el aumento salarial que serviría para compensar, en algo, la pérdida del poder adquisitivo por la inflación, que a ver si para la primera quincena de abril, mientras hay que seguir jineteando lo que se pueda. Y la cúpula sindical, buscando eternizarse, aunque cambien algunos nombres, ya les gustó la buena vida. Ya se había señalado antes, las obras públicas ya no se hacen para prevenir o resolver problemas, tampoco para mejorar la calidad de vida de la población que las paga con los impuestos, son para hacer negocio, aunque no sirvan para nada o resulten peor que lo que pretendían resolver. Los semáforos no son “inteligentes” si quienes los programan no lo son, las ciclovías no funcionan si no están acompañadas de un transporte público eficiente y económico (y no otro negocio que hay que “rescatar” con los impuestos), tampoco si no se resuelve la “necesidad” del auto particular para llegar a tiempo al trabajo o la escuela. No van a servir mientras el objetivo sea turistear a la vera del canal de aguas negras más adornado del mundo (río Querétaro le dicen). Hablando de esto último, ya son varias las fugas de mierda —literalmente—, que desembocan al dichoso río nada más en el tramo en que se encuentra el Plantel 7 del COBAQ en La Cañada, tengo fotografías, y el hedor es insoportable, mientras, al gobernador se le ocurre gastar otros 160 millones para, ahora sí, prevenir inundaciones por el rumbo de Santa María Magdalena pero ¿porqué no poner orden en la CEA para impedir los vertederos del drenaje sanitario desde El Marqués para acá? Vergüenza debería dar que un pueblito de Guanajuato, de 160 mil habitantes —San Miguel Allende—, tenga una vida cultural y artística mucho mayor que la de todos los “pueblos mágicos” queretanos juntos, pero es que a nuestros gobernantes no les interesa la cultura, no leen ni sus misales, solo están a la caza de lo que sea para convertirlo en negocio. La reforma educativa sigue su retorcido curso, parece que están esperando las vacaciones de verano para dar a conocer los resultados de la evaluación para la permanencia docente del ciclo 2017-2018 realizado en noviembre pasado. En lo que eso pasa, viene la de PISA y a la SEP se le ocurrió inscribir a los profesores, sin avisarles, en un curso llamado PruébaT, impartido por la Fundación Carlos Slim, pero diseñado como video juego. Como no soy afecto a dichos divertimentos, no entiendo para qué me sirve tener 18 cristales, 421 monedas, una máscara de madera, una hoja de oro y una de plata, una llave maestra dorada y otra plateada, una pócima del entendimiento, dos mapas, un cetro, una flauta, un anillo, unos lentes y un libro de magia. ¡Alguien que me explique por favor! Bueno, navegando por el sitio, que sigo sin comprender, parece que el curso para preparar a los estudiantes para resolver PISA es para profesores de varios países de Latinoamérica ¿Cuánto estará cobrando la fundación Carlos Slim por impartirlo o por qué tiene interés en que los profesores trabajemos para ella y adiestremos a los estudiantes para resolver dicha evaluación? Y luego dicen que no hay privatización de la enseñanza pública si hasta nos dicen qué tenemos que hacer en el aula y por el mismo sueldo.