sábado, 14 de mayo de 2016

TRUMP Y LA MALA EDUCACIÓN

No hay aprendizaje, a un escándalo anterior se suman otros más y ninguno se resuelve; lo peor, faltan más ya anunciados pero perversamente administrados. Alguien está sacando raja de los múltiples errores, pero no hay beneficio para la población en general, sólo para los que tienen capacidad de espiar, exhibir y negociar su silencio. Lo mencionamos en textos que parecían tempraneros, el señor Donald Trump no es ningún payaso, representa la reacción, quizás tardía, del habitante promedio estadunidense a los efectos locales de la política neoliberal. Hace más tiempo todavía señalamos lo dicho por estudiosos sociales respecto de los tratados de libre comercio, por ejemplo, Zygmunt Bauman, que tomando como caso el Tratado de Libre Comercio de América del Norte —TLCAN— firmado durante el salinato entre México, los Estados Unidos y Canadá, revelaba su peculiar integración. Palabras más o menos decía que todo acuerdo de este tipo tenía que ser asimétrico, que beneficiaba más a unas partes sobre las otras y por tanto no podían ser equitativos, que siempre habría quien tendría como función principal aportar mano de obra abundante, barata y dócil para producir lo que los otros países consumirían. En nuestro caso no sólo suministramos eso, también les damos recursos naturales y energéticos tan baratos que los volvemos incosteables, cortando de tajo cualquier ventaja que pudiéramos tener. Un sistema económico que requiere del consumo desmedido para prevalecer, también tiene crisis y límites. Es una economía irreal porque pretende romper la barrera de los ingresos de los consumidores otorgando créditos que a final de cuentas resultan impagables, nada más recordar los casos de ENRON, la crisis inmobiliaria que arrastró a las grandes compañías como Fannie Mae y Freddie Mac, que además evidenciaron la fraudulenta evaluación que hicieron y hacen grandes compañías como Lehman Brothers y Merrill Lynch, que se atreven a calificar la deuda de países, estados y municipios. Pero esa es otra historia. Para Querétaro y otros estados del país cuya economía regional se basa en las manufacturas para compañías trasnacionales, que en cualquier momento pueden cambiar de ubicación y que gozan de exenciones fiscales, accesos a autopistas, ramales ferroviarios, aeropuertos de carga, puertos, agua casi ilimitada, energía eléctrica y demás que exijan y necesiten, las pretensiones de Donald Trump para limitar o cancelar el TLCAN son desastrosas. Si ya estamos con la amenaza de que el avance tecnológico logre robotizar las líneas de producción de las maquiladoras y volver obsoletos a los obreros poco calificados —que son la mayoría—, enviándolos directamente al desempleo, “castigar” a las empresas norteamericanas que muden su producción de allá para acá, o limitar el acceso al mercado norteamericano de lo aquí fabricado por empresas coreanas, francesas, o del país que sea, sería devastador en lo inmediato. Para provocar el caos los republicanos ni siquiera necesitan ganar, la simple posibilidad de que puedan acceder a la presidencia de nuestro vecino del norte ya produce efectos indeseables. Y no porque seamos partidarios de ese tipo de acuerdos comerciales, donde llevamos la peor parte, sino porque cualquier cambio no planeado en las condiciones actuales nos tomaría, valga la expresión, con los pantalones en las rodillas. Y nuestra clase política para nada muestra el talento mínimo para ver lo que se viene, es más, ni le interesa. Para el norteamericano WASP —blanco, anglosajón y protestante— quizás sea la última elección presidencial en que sea mayoría y no querrán perder la oportunidad para vengarse de lo que su propio estilo de vida ha producido: constantes crisis económicas, la casi desaparición de sus ciudades-fábricas, la amenaza creciente del desempleo, la pobreza de gran parte de su población que se esconde dentro de sus estadísticas oficiales y, el mayor de los males, convertirse en minoría poblacional por el crecimiento demográfico de sus minorías raciales, por eso les urge la deportación masiva y el impedir el acceso por su frontera sur. Por eso no se les ha ocurrido construir un muro en su frontera con Canadá, una de las más porosas del mundo. Curioso, la democracia ha llevado al gobierno al nacionalsocialismo de Hitler, al fascismo de Mussolini y hasta a dictadores militares, hay que preguntarse porqué. Para dilucidar lo anterior hay que recordar que es la fecha para prestigiar la labor docente, tan golpeada por nuestro gobierno, que no entiende que no entiende, hay poco espacio así que recurriremos a la filósofa norteamericana Martha Nussbaum: «Cambios radicales se están produciendo en lo que las sociedades democráticas enseñan a los jóvenes, y estos cambios no han sido bien pensados. Ansiosas de lucro nacional, las naciones y sus sistemas de educación, están descartando descuidadamente habilidades que son necesarias para mantener vivas las democracias. Si esta tendencia continúa, las naciones de todo el mundo pronto estarán produciendo generaciones de máquinas útiles, en lugar de ciudadanos completos que puedan pensar por sí mismos, criticar la tradición y entender el significado de los sufrimientos y logros de otra persona. ¿Cuáles son estos cambios radicales? Las humanidades y las artes están siendo eliminadas, tanto en la educación primaria/secundaria como en la técnica/universitaria, en prácticamente todas las naciones del mundo, vistas por los responsables políticos como adornos inútiles, en momentos en que las naciones deben cortar todas las cosas inútiles con el fin de mantener su competitividad en el mercado global, éstas están perdiendo rápidamente su lugar en los planes de estudio y también en las mentes y corazones de padres y niños. De hecho, lo que podríamos llamar aspectos humanísticos de la ciencia y las ciencias sociales —el aspecto creativo imaginativo y el aspecto del pensamiento crítico riguroso— también están perdiendo terreno, debido a que las naciones prefieren perseguir beneficios a corto plazo cultivando habilidades útiles y altamente aplicables, adaptadas a fines lucrativos.» Párrafo del discurso que la filósofa norteamericana Martha Nussbaum pronunció el jueves 10 de diciembre de 2015 al recibir el doctorado honoris causa por parte de la Universidad de Antioquia. Por eso el rechazo a la actual reforma educativa mexicana, que no se limita a la grave pérdida de derechos laborales, también tiene que ver con el presente y futuro de nuestra democracia.