viernes, 18 de mayo de 2012

UN MUNDO SIN NOMBRE

Me fascinan los cambios que estamos viviendo. ¿Quién iba a decirle a usted que los cambios iban a empezar en el norte de África? Y de ahí se ha extendido a buena parte de Europa y a los Estados Unidos, donde muchos de mis estudiantes me dicen: “Yo soy doctor y no encuentro trabajo”. O… “Mi padre ascendió a la clase media y yo siento que estoy bajando a la clase trabajadora”. En América Latina también hay cambios muy grandes, aunque se ha mantenido cierta estabilidad. Antes los problemas empezaban en América Latina. Ahora parece que van a llegar a América Latina. Y es un mundo que no sabemos nombrar. Si uno le dice a Dante, ¿qué se siente estando en plena Edad Media?, él nos diría: “¿Y qué es la Edad Media?” No podemos nombrar esta época pero sentimos que todo está cambiando. El Renacimiento sabía que era el Renacimiento, la Edad Media no sabía que era la Edad Media. Carlos Fuentes entrevistado por Francisco Peregil en Buenos Aires, publicado en El País el 14 de mayo del 2012. Es cierto, estamos en “un mundo que no sabemos nombrar”, donde los llamados países desarrollados se están derrumbando lenta pero inexorablemente como producto de una gula neoliberal. Estamos en un mundo que se consume y se acaba porque apuesta al desastre para enriquecer a unos cuantos a costa de todos los demás; que vive de prestado aunque sabe que no podrá pagar, porque como está diseñado no tiene futuro, es irracional, no tiene moral ni ética, y entonces los países atrasados parecen islas momentáneas en medio de ese mar de locura. Curioso, si algo nos protege es que nos hemos tardado en aplicar esas reformas estructurales que aparecen como los grandes remedios en las plataformas electorales de 3 de los 4 candidatos presidenciales, o a que estamos desandando el camino de las privatizaciones como en varios países sudamericanos, por eso nos estamos jugando el futuro el próximo primero de julio. Si algún salvavidas se ve en el horizonte es el rescate de ese estado de bienestar que irresponsablemente hemos ido desmantelando. La cultura fue noticia por motivos contrastantes, primero el 80 aniversario de la entrañable Elena Poniatowska, la que rescata del olvido y la indiferencia a personajes y episodios históricos que nos han definido como los mexicanos que somos. La Noche de Tlatelolco y los imprescindibles testimonios de los participantes en ese movimiento social, El Tren pasa primero como la biografía novelada del líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo, La Piel del Cielo y los prestigiados astrónomos mexicanos, las vidas de Tina Modotti, Gaby Brimmer y muchos más, los principales exponentes de la literatura de la onda, entre ellos Carlos Fuentes quien pereciera apenas este 15 de mayo y a quien recordamos con la cita inicial de este texto. Otro aniversario, el 95 del nacimiento de Juan Rulfo con su mundo mágico del Llano en llamas y Pedro Páramo por nombrar las más conocidas. También se atravesó el pretexto ideal para traer a la reflexión nuestro maltrecho sistema educativo, el día del maestro trasciende más allá de las pugnas palaciegas entre el que sigue cobrando como presidente y la candidata de su partido, y la que se autonombró líder vitalicia de un esclerotizado sindicato magisterial. Fuera de ese ámbito de ignorancia podemos encontrar posiciones como la de Paulo Freyre: Pedagogía de la Autonomía. Allí está presente la curiosidad en los estudiantes de las universidades visitadas por los candidatos presidenciales, sus simpatías y antipatías, esa curiosidad que incomoda a quienes pretenden que todo siga igual porque así les conviene, que con el pretexto de salvaguardar las tranquilidad y las buenas costumbres no quieren que se cuestione la historia de los pretendidamente inmaculados, sus propuestas vacías y contradictorias. La “spotización” por encima de los proyectos que deben armonizar lo que se diga, lo que se haga y lo que se logre. El diagnóstico lo conocemos: “La educación es un derecho humano fundamental, esencial para poder ejercitar todos los demás derechos. La educación promueve la libertad y la autonomía individual, la autorrealización; genera también importantes beneficios para el desarrollo colectivo […] La educación en México muestra signos preocupantes de rezago: hay 5.4 millones de analfabetas, 10 millones de personas que no terminaron la primaria, otros 16 millones no pudieron terminar la secundaria; y el promedio de escolaridad de la población mexicana es de 8.6 años. 42% de la población no ha concluido la educación básica […] De cada 100 niños que inician la primaria sólo 13 terminan la educación superior y únicamente dos concluyen un posgrado. La deserción es grave y aunque sus causas son diversas, la económica sigue siendo la principal” Juan Ramón de la Fuente, Educar Mejor, Revista NEXOS mayo del 2012. Allí están las propuestas y hay que conocerlas. Vamos a ponerle nombre al mundo que nos tocó vivir.