sábado, 2 de abril de 2011

VIOLENCIA SOCIAL

Violencia intrafamiliar, acoso escolar o bullying, violencia en el noviazgo, crímenes de odio y por homofobia, discriminaciones de distinto tipo e intensidad, todo se acumula en un tejido social enfermo por la corrupción, la impunidad y la desigualdad. Y eso que no estamos metiendo en la receta la inseguridad y la violencia propia de una guerra interna como la que estamos viviendo.

Desde los feminicidios, que nos alertaron por su macabra frecuencia en Ciudad Juárez, se hablaba de un diseño social que los propiciaba porque se cebaba sobre la parte más vulnerable de la población, jóvenes mujeres, muchas menores de edad, que eran “levantadas” y desaparecidas afuera de sus trabajos en las maquiladoras o de las escuelas a las que asistían. Con frecuencia eran de familias migrantes que buscaban en el norte del país la posibilidad de cruzar la frontera aunque fuera sin los documentos exigidos para ello por las autoridades de nuestro vecino, o bien que eran atraídas por el aparente desarrollismo de esas industrias que buscan la mano de obra femenina por detallista, barata y vulnerable.

Mientras nuestro acendrado machismo hacía decir a más de uno que la culpa era de esas mujeres que después aparecerían muertas, con huellas de tortura y violencia sexual, por fáciles, desorientadas, o por la pérdida de valores familiares, otros, estudiaban más en serio ese tipo de hechos crueles y repetitivos.

Es el caso del estudio multidisciplinario coordinado por instituciones de educación superior e investigación de cuatro ciudades de nuestro país: Juárez, Tijuana, Aguascalientes y Guadalajara, que con el nombre de “Los Diagnósticos sobre las Causas Económicas, sociales y culturales de las Violencias en Entornos Urbanos” fuera presentado en el “Seminario de la Cuestión Social” de la UNAM, apenas el 24 de marzo de este año que corre. Según la información recogida por Emir Olivares Alonso «Las violencias de distinto tipo son construcciones sociales, económicas, culturales y políticas» y que tienen una relación directa con la manera en que están “organizadas” nuestras ciudades.

El estudio, realizado durante los años 2009 y 2010, revela que la planeación urbana y la inversión en construcción de infraestructura pública, incide directamente en los niveles de violencia que se pueden medir en un entorno social específico, «El análisis subraya que estas urbes son "espacios propicios para la violencia" por su crecimiento horizontal, segregado por clases sociales, con fraccionamientos amurallados, numerosos terrenos baldíos, insuficiencia de espacios públicos y la creciente desubicación de los servicios sociales.»

El problema es que esas mismas características las podemos encontrar en ciudades como las de nuestro estado, tanto en Querétaro como San Juan del Río se nota esa segregación urbana en clase sociales que es permitida y en ocasiones auspiciada por las propias autoridades, fraccionamientos amurallados que cuentan con todos los servicios a costa de las colonias populares que los rodean, pocos espacios públicos porque los que están pensados para ello terminan fraccionados y son vendidos para construir casas habitación o locales comerciales, concentración de esos espacios que terminan convertidos en parques de diversiones donde se cobra la entrada, la destrucción de relaciones sociales y comunitarias con obras faraónicas que sólo benefician a automovilistas de paso y que atentan contra el medio ambiente circundante, la construcción de viviendas populares en lugares cada vez más alejados, cada vez más pequeñas, más caras y con defectos de construcción de los que nadie se hace responsable.

No son especulaciones o malas interpretaciones «Otro de los hallazgos del diagnóstico es que otros factores “precursores de las violencias” son el congestionamiento de vialidades, la falta de planeación de las mismas y la insuficiencia y el control interesado del transporte público. Agrega que a partir de la apertura de los mercados de la tierra y de los nuevos desarrollos inmobiliarios alejados de las ciudades con miles de viviendas mínimas y de mala calidad ha incrementado el estrés, enojo y frustración de los habitantes de estas ciudades.» Para que vayamos tomando nota sobre la importancia que tiene la planeación de nuestras ciudades, que cambiar el uso del suelo, atentar contra zonas ecológicas y protegidas, que favorecer la segregación social con el pretexto de que los ricos necesitan protegerse también tienen consecuencias que acabamos pagando todos.