viernes, 23 de marzo de 2012

LOS HISTÓRICO DOSCIENTOS


La “madre patria”, ese terminajo que alguien se inventó y que siempre me ha caído como patada en el cerebro, porque niega esa otra parte originaria, la indígena; porque implica que los territorios colonizados por la España monárquica tiene ocupantes y no ciudadanos, como si estuviéramos condenados a una infantilización y dependencia eternas. Pero es que la historia oficial crea muchas antipatías y pocas, poquísimas simpatías.

Se nos olvida que Europa entera, con España incluida, estuvo “conquistada” por los árabes por la friolera de 8 siglos, que prácticamente no hay nación que no pueda presumir y tenga que asumir que es producto de conquistas y colonizaciones. También, alguien evitó mencionar que los procesos de independencia de esas colonias españolas en América coinciden con la invasión francesa; que la otrora poderosa Armada Española, que en su época de gloria ―1790―, llegó a tener 117 buques de guerra perfectamente armados y con tripulaciones expertas prácticamente dejó de existir 22 años después y, principalmente, que para 1812 en la ciudad de Cádiz, bajo el acoso francés, se promulgaría la Constitución que permitiría deshacerse, en parte, del lastre que les imponía un régimen monárquico y una influencia religiosa dominante que permitía y era parte de los abusos cotidianos contra una población prácticamente indefensa. De hecho, algunos autores e historiadores plantean la idea de que en algunas de esas antiguas colonias, los movimientos independentistas estuvieron, al final, patrocinados por una jerarquía eclesiástica que habiendo perdido sus privilegios en España quería seguirlos manteniendo en la llamada Nueva España.

Bueno, pues esa Constitución de Cádiz acaba de cumplir su bicentenario el 19 de marzo, su importancia histórica es indiscutible porque cristaliza esa corriente liberal que en México tardaría en triunfar con Benito Juárez y sus contemporáneos: “la voluntad del pueblo que suscribe a través de la reunión en Cortes de sus representantes el contrato social expresado en la Constitución para garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos, afirmar su condición de tales, y regular el funcionamiento del Estado y sus instituciones. Se establece no sólo la división de poderes, sino también el triple nivel nacional, provincial y municipal en que se organizarían sus territorios peninsulares, americanos y asiáticos. A partir de su proclamación, se instalan las ideas, sus ideas, frente a las creencias como necesario referente en la construcción de la historia, y la pugna entre unas y otras marcará la lucha fraticida que atraviesa en las décadas siguientes el mundo hispánico, su devenir histórico” Manuel Montobbio La Pepa y los bicentenarios de la Independencia. Diario El País 19 de Marzo del 2012. La editorial de ese mismo medio impreso señaló: “Con la Constitución de Cádiz los españoles dejaron de ser súbditos y se proclamaron ciudadanos, poco importa que los instrumentos para lograrlo fueran incompletos o insuficientes si se contemplan con criterios actuales. La igualdad ante la ley tendría que recorrer aún un largo camino, lo mismo que el derecho al sufragio, los límites entre los poderes separados, la relación de la Iglesia con el Estado o la concepción de la soberanía. No pocos de los avances contemplados por la Constitución fueron, incluso, revisados durante las turbulencias políticas que desde entonces tantas veces sumieron la historia de España en la violencia y el caos. Como aspiración a recuperar o como referente a combatir, el texto de Cádiz hizo de la lucha política una lucha por imponer una Constitución u otra, pero, en cualquier caso, una Constitución. Ello significaba admitir la idea imprescindible para cualquier régimen democrático de que el poder político no puede ser ilimitado frente a los ciudadanos.” José María Lassalle no olvida el dramatismo de la situación y del resultado: .

Este recuerdo histórico tiene su razón de ser no solo por la fecha, sino por la situación actual en que está sumida España y el resto de los países de la Comunidad Económica Europea, es un preámbulo necesario para los textos que están por venir, para vernos en el espejo de esa media “matria”, en el sentido de intentar fusionar esa contradicción existente en eso llamado “madre patria”, a ver si me causa menos repulsión.