sábado, 12 de febrero de 2011

DOS CUERPOS

“Dos personas se combinan en el capitán, escribió Séneca. Una de ellas es igual a todos los pasajeros porque el capitán también es un pasajero. Pero la otra persona es distinta porque sólo él es el capitán. La responsabilidad le otorga privilegios y lo marca con exigencias. Una tormenta puede afectarlo como pasajero, pero nunca como piloto. La imagen expresa la antigua noción del gobernante como personaje escindido: hombre y semidiós; cuerpo e institución. La idea cristalizaría en la doctrina medieval de los dos cuerpos del rey. El monarca era hombre y, como tal, sentía. Vivía las pasiones ordinarias, estornudaba, tropezaba. Pero como soberano no se enfermaba; era infalible e inmortal. Era la voz de la justicia, la palabra de la ley y daba su cara a la moneda”. La democracia de Lefort. Jesús Silva-Herzog Márquez, 01 de febrero del 2011.

Esa teoría política de “los dos cuerpos del rey” de origen medieval, parece tener vigencia en las supuestas democracias del siglo XX y XXI. Todos sabemos que los gobernantes son hombres en el sentido genérico del término, que pertenecen a la especie humana y que son iguales a todos, envejecen, enferman, son egoístas y generosos, heroicos y canallas, capaces de las más grandes virtudes, de los peores vicios y defectos. Ese carácter dual nos mete en muchos problemas ¿cómo criticar al hombre sin afectar la institución que representa? En primer lugar, quien debiera cuidar que esa dicotomía no se separe a extremos irreconciliables es el propio gobernante, porque lastimaría lo que políticamente le debiera ser más preciado, incluso que la propia vida. Pero pedirle eso a un simple ser humano puede ser demasiado.

En una monarquía quizás no habría más remedio que aguantarse o esperar una conspiración interna que permitiera un reemplazo antes de que fuera demasiado tarde, en una democracia se esperaría la existencia de mecanismos institucionales que previeran la debacle física e intelectual. La revocación del mandato podría ser una buena forma de hacerlo si todas las demás fallaran, pero ¿cuáles serían esas demás? Lo suficientemente claras como para evitar un disfrazado golpe de estado, como para suscitar la aquiescencia ciudadana, libre de sospechas y agandalles. En esa hipotética democracia moderna los medios de comunicación juegan un papel esencial porque lo mismo pueden ocultar lo evidente, que exagerar lo pequeño o fabricar lo inexistente. Aunque siempre, el silencio o la simulación serían la peor de las respuestas.

Cambiando de tema. Los gobernantes mantienen algunos temas constantes en sus discursos, la educación es uno de ellos porque se ha constituido en una especie de remedio para todo, para la carencia de empleo, para combatir la anorexia y el sobrepeso, para promover el ahorro, para remediar la ecología, para detonar el desarrollo, para combatir las adicciones y los embarazos precoces, para prevenir las enfermedades crónicas, para todo lo que se quiera y requiera. Pero detrás el discurso prevalece una tremenda confusión.

Por ejemplo, el viernes 4 de este mes, por la tarde y previo a un fin de semana largo, lo que ya indica algo planeado, como para no dar oportunidad a que alguien reaccionara y se encontrara el martes 8 con una decisión tomada, el sistema Colegio de Bachilleres del Estado de Querétaro, por decisión unipersonal del gobernador tal y como marca el artículo 20 de su ley orgánica que dice: “La titularidad de la Dirección, está a cargo de un Director General, quien será nombrado y removido por el Gobernador del Estado; el ejercicio de su cargo será de cuatro años, pudiendo ser reelecto por un periodo igual”; anunció, así en lo oscurito, que se cambiaba a su principal funcionario para que entrara el casi doctor en Derecho Miguel Ángel Mendoza Mendoza. De entrada se antoja que es mala idea que el nombramiento tenga que ser directo del titular del poder ejecutivo, cualquier error en la designación o en el funcionamiento de ese sistema de educación media superior se le puede achacar directamente, sin ningún colchón que amortigüe los trancazos. De esa manera, la desastrosa dirección del contador Gerner por más de un año no será culpa sólo de él, sino principalmente de quien lo puso allí sabiendo que no iba a poder con el paquete. Además, ¿a quién se le ocurre que el gobernador tenga que ser un especialista en todo? Lo mejor sería que ese tipo de designaciones cayeran en la esfera del secretario de educación del estado, a quien sí se le podrían dar instrucciones precisas, que se encargue de su implementación y se le pueda pedir cuentas. A la fecha nadie sabe qué instrucciones recibió el anterior director general de ese sistema que abarca ya a 54 planteles de bachillerato, si las cumplió o no, nunca se hace una evaluación de cara a la sociedad que le pagó su altísimo sueldo y envidiables prestaciones, tampoco se sabe si la penuria económica y la mala condición física de los planteles se deben a una mala administración, a que se le recortaron recursos o, peor aún, si se desviaron para otros fines. Tampoco sabemos cuáles son las prioridades que se le señalaron al funcionario recién nombrado, mucho menos hay claridad respecto de todo el aparato educativo del estado. Así no puede haber suma de esfuerzos y sí se abona a la confusión existente.

Claro que no todo es malo, hay más cosas buenas debidas al trabajo cotidiano de docentes, administrativos y estudiantes; también el panorama mejora con los cambios en la dirección académica, por fin la racionalidad se asoma, se encara la realidad de una educación que por años ha venido a menos en calidad y que se está viendo como un vulgar negocio. Por fin, decíamos, hay espacio para que lo académico recobre su importancia y el lugar que nunca debió haber perdido.