sábado, 26 de abril de 2014

NORMAL INCOMPETENCIA

Permítame felicitarlo. Sí, a Usted que está leyendo este texto, porque al menos mientras dure su lectura se estará escapando de esa amplia mayoría de mexicanos que no leen. Posiblemente no sea el momento de ponerse a recordar o reflexionar sobre la importancia de la lectura ya que lo está experimentando, por momentos se escapa de la realidad que lo rodea y se sumerge en la poco común labor de traducir los garabatos impresos en este papel y construirse una realidad diferente. De su maestría en hacerlo, de su hábito lector, de su capacidad de concentración dependerán las posibilidades de divertirse, de jugar con el texto, de hacer que sus neuronas se entretengan porque, al parecer, se lo están pidiendo. Lo anterior viene a cuento porque el pasado 23 de abril, todavía en plenas vacaciones de primavera, se celebró el día internacional del libro, según unos, o el día mundial de la lectura y del derecho de autor, según otros; como sea que se llame se dieron a conocer datos estadísticos poco dignos de un país que presume ser la décimo segunda economía mundial. Pero hasta este tipo de noticias tienen su chiste, los principales medios de comunicación masiva hicieron eco de una encuesta nacional de lectura del 2012 cuando las instancias generadoras de ese tipo de datos ─el CONACULTA y su sistema de información cultural o la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana─ ni siquiera los tienen en sus sitios electrónicos ni en sus principales notas. Según publicó el diario La Jornada y sitios electrónicos de noticias: “La Encuesta Nacional de Lectura 2012 –publicada por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana– reportó que 35 de cada 100 mexicanos no han acabado un libro en su vida y sólo 12 de cada centenar dedican su tiempo libre a leer. En contraste, 42 por ciento prefiere la televisión. Los datos del estudio señalaron que tres de cada 10 jóvenes de entre 12 y 17 años respondieron que no les gusta leer, 61 por ciento de los encuestados comentó que no lo hace por falta de tiempo y 48 de cada 100 no había asistido a una biblioteca.” A la fecha de escribir este texto, el mismo 23 de abril, ignorábamos el origen real de la información, ya que las instancias oficiales reconocen dicha encuesta, pero del 2006. Lo que sí encontramos son otros datos que pueden servir de contraste, quizás no tan completos como una encuesta nacional aplicada a la población mayor de 12 años, cosa que no suele mencionarse a la hora de dar a conocer la información, pero que de algo pueden servir. Por ejemplo, logramos conocer el “NOP World Culture Score(TM) Index Examines Global Media Habits... Uncovers Who's Tuning In, Logging On and Hitting the Books”, que trata de medir los hábitos o el tiempo que se le dedica a actividades como leer, ver televisión, estar conectado a internet por motivos ajenos al trabajo y a escuchar la radio. La muestra de países fue limitada ─se realizaron más de 30 mil encuestas en 30 países entre diciembre del 2004 y febrero del 2005─ pero intenta ser representativa y plural. En ese índice que es hasta marca registrada, resulta que los mexicanos mayores de 13 años leemos un promedio de 5.5 horas por semana, que comparadas con las 10.7 horas que le dedican en la India pues nos estamos quedando en la mitad. Como todo esas cifras son relativas, nuestros vecinos del norte, tan cultos ellos, casi leen lo mismo que nosotros, 5.7 horas por semana. Eso sí, le ganamos a los coreanos (3.1), japoneses (4.1), taiwaneses (5.0), brasileños (5.2) e ingleses (5.3). Para estar sentadotes frente al televisor somos buenos, pero no tanto. De los 30 países encuestados estamos en el último lugar con 11.6 horas por semana, seguramente la pésima calidad de la programación puede que tenga algo que ver con esto; como sea los tailandeses le dedican 22.4 horas por semana a estar frente a la caja idiota. Pero ellos están muy lejos, los gringos reconocieron 19 horas en promedio y el global fue de 16.6 horas. Claro, son resultados de hace 8 años que seguramente han tenido cambios. Para oír la radio los argentinos son, bueno eran, los campeones con 20.8 horas a la semana, nosotros andábamos por las 11.1 horas, seguramente los embotellamientos viales tienen algo que ver, y el promedio global andaba por las 8 horas, con los chinos hasta abajo de la tabla con apenas 2.1 horas. Nuestro pésimo servicio de internet y el atraso tecnológico nos ubicaban al fondo del registro de horas por semana frente a la computadora, fuera del dedicado por trabajo, con 6.3 horas a la semana, el máximo era de los taiwaneses con 12.6 horas y el global alcanzaba las 8.9 horas. Ya son muchos datos, además contrastantes en ciertos aspectos. Vale la pena centrarnos en dos cosas, la primera que tiene que ver con la fecunda producción literaria representada por autores como Elena Poniatowska ─premio Cervantes este año─, el premio Nobel de literatura Octavio Paz, el multipremiado José Emilio Pacheco, y otros igualmente destacados como Carlos Monsiváis o el inatrapable Gabriel García Márquez por mencionar a los más recientes, que no conocemos ni apreciamos lo suficiente como para que impacten en nuestro placer por la lectura. El segundo es una necedad propia, seguimos sosteniendo que nuestros jóvenes y niños no leen porque están educados para no hacerlo, porque les hemos enseñado y ellos han aprendido, que leer es aburrido, que es tan difícil que hasta cuando se tiene que hacer no se entiende nada. Hemos elevado la incompetencia lectora a la normalidad, pero no queremos reconocerlo.