sábado, 19 de febrero de 2011

DEMOCRACIA EN FALSO

Hay ausencias que terminan por notarse. Nos referimos no solo a los personajes que han sido importantes en nuestras vidas o para las generaciones con las que, temporalmente, coincidimos. También, en las discusiones de los “grandes temas” nacionales o regionales, se extrañan puntos de vista que se quedan fuera, por exclusión o falta de tiempo.

Mucha tinta está corriendo a cargo de los órganos electorales, tanto el federal como el local parecen estar recibiendo un golpeteo ablandador antes de los próximos procesos electorales, en ambos casos los partidos políticos son, otra vez, los protagonistas.

Con esa escenografía, la farsa electoral prepara un desenlace muy a su medida. Por eso resulta interesante la opinión calificada de uno de los más respetados teóricos de la democracia, el italiano Michelangelo Bovero, quien sin necesidad de referirse en específico al caso mexicano, evoca la imagen clásica de la democracia para ir más allá de ella: “Si pensamos en democracia, la primera imagen que viene a la mente es una larga fila de ciudadanos a la espera de su turno para votar. Pero esa representación simple es en realidad muy compleja, pues la democracia es un régimen exigente, con reglas de juego específicas, que se refieren, antes que nada, a las elecciones, pero no únicamente a ellas”. Hay varias claves que hay que atender, primero que la democracia es un conjunto de reglas y que estas llegan más allá que lo meramente electivo.

En un texto anterior nos tocó señalar que no se había visto ningún tipo de autocrítica de los exconsejeros electorales del IEQ que habían cobrado quincenalmente durante más de una década, que no habían hecho nada que evitara lo que acaba de señalar Bovero en su conferencia magistral que, con el título “Democracia y participación ciudadana”, ofreciera en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán en el marco del ciclo “Las ciencias en la UNAM, construir el futuro de México”. En pocas palabras, lo tratado allí tuvo que ver con que: el poder extralimitado de los órganos electivos ha contribuido a que los regímenes actuales sean aparentes, más cercanos a la autocracia, donde las decisiones se toman de arriba hacia abajo, desde los círculos del poder hacia la colectividad. “Y hablamos de pueblo como un sujeto colectivo que decide, pero éste en realidad no existe”. Es decir, los órganos electorales (electivos los llama el autor citado), con sus poderes extralimitados, con las broncas que los convierten en actores en los procesos electorales en lugar de limitarse a su papel arbitral, disfrazan la autocracia en democracia. En el texto que se recuerda mencionamos que el IEQ no había logrado convertir el voto ciudadano en definitorio de los resultados electorales, porque había y hay, organizaciones por encima de los partidos políticos que convierten una elección en un simple juego entre ellas.

“Lo que otorga la apariencia de vivir en sistemas democráticos es la institución electoral, en la que los ciudadanos son contados, pero como tales se alejan cada vez más del juego político”, porque ese juego político lo juegan esas cúpulas escondidas detrás de los partidos que supuestamente compiten por el poder, sabiendo que cualquiera que llegue defenderá los mismos intereses. En resumidas cuentas y citando el boletín informativo de la UNAM: Las democracias actuales del mundo son autocracias electivas en las que, a través del sufragio, los votantes ceden el poder a una persona o a un grupo. Y eso, no solo no lo han podido evitar, sino que lo disfrazan detrás de un cúmulo de reglas que sirven para contar votos sin que existan verdaderas alternativas a elegir.

Breve porque el espacio es finito. No bastaron las broncas con el presidente francés, producidas por la forma viciada con que tratan las policías y los órganos de investigación del delito una investigación por secuestro. En cualquier país civilizado, el montaje producido por las autoridades mexicanas para lucirse con una televisora invalida las pruebas encontradas y eso vicia, de origen, cualquier decisión judicial, con lo que las víctimas sufren un doble agravio –por víctimas me refiero a los secuestrados, no a la francesa--. Ahora, y después de 3 semanas de golpeteo continuo por parte de las máximas autoridades ejecutivas norteamericanas, se produce el atentado contra dos agentes de inteligencia de ese país en una de nuestras carreteras más transitadas. Extraño que agentes entrenados para detectar y enfrentar situaciones peligrosas, en una camioneta blindada y con placas diplomáticas hayan caído víctimas de un engaño, a menos que haya complicidad de alguna de las fuerzas de seguridad mexicanas, y eso va a costar muy caro.