viernes, 25 de septiembre de 2009

ENTRE LA VIOLENCIA Y LA LOCURA

Muy Buena Semana
Esta reflexión podría llevar un titulo, quizás el más adecuado pueda ser entre la violencia y la locura. Me estoy refiriendo a los episodios recientes de todos conocidos, el apoderamiento de un avión de AeroMéxico, los disque explosivos medio detonados a las puertas de algunas tiendas de marca por supuestos grupos ecoterroristas, el asesinato de usuarios del sistema de transporte público de la ciudad de México y la nota sobre el incremento de suicidios en nuestro estado de jóvenes menores de 15 años.
Desde hace algún tiempo hemos estado insistiendo en que vivimos en un sistema económico que genera frustración, de hecho esa capacidad de hacer que nadie esté a gusto con nada es su principal motorcito. No estamos conformes con nuestra familia, con nuestra pareja, nosotros con nuestros hijos y ellos con nosotros. Renegamos cuando hay que hacer algo más que lo que estamos acostumbrados aunque sepamos que eso nos va a redituar en mayor capacidad de consumo. Y entonces todo truena.
Revienta la familia, explotan las instituciones sociales basadas en la solidaridad social y son reemplazadas por otras que sólo quieren el lucro a costa de sus integrantes o tradicionales beneficiarios.
El académico Roger Bartra acaba de regresar a nuestro país, es de los analistas sociales más polémicos y más constantes, también parece correr por la vía de que un estallamiento social, en estos momentos, difícilmente ocurrirá, dice que los mexicanos nos estamos tragando todas nuestras frustraciones y que eso puede producir, y aquí ya meto a algunos psicólogos de los que sí saben, arranques de furia, de violencia o de locura que antes poco se veían.
Cuando somos espectadores de series policiacas norteamericanas nos sigue asombrando que por allá estén tan locos, la conclusión siempre es, que qué bueno que eso no ocurre aquí; bueno, pues mala noticia, comienza a suceder y está atacando a la población más vulnerable, niños o casi niños, a personas con escaso repertorio social para hacerse oír por los demás y que, entonces recurre a pequeños cilindros de gas, a matar a personas que tienen más cosas en común con él de las que quisiera saber, a armar bombas con latas y foquitos o de plano a suicidarse. Qué curioso que los locos que dicen que Dios les habla hayan querido comunicarse con el presidente de esta república deshilachada ¿para pedirle qué?
Pero saben qué, a nuestra clase política sólo le interesa saber de dónde sacará más dinero para intentar sofocar la reacción colectiva de tanto pobre que hay, les interesa que los grandes capitales se sigan paseando por todos lados y exprimiendo a quien se pueda al amparo de las leyes, que esos no corran riesgos y así es mejor repartir algunas migajas entre los posibles desesperados. No es una obra de caridad, tampoco es justicia social, es simple y llanamente una reacción de autodefensa, para eso quieren nuestro dinero.
Mientras, sin encontrar una explicación a lo que está sucediendo, la población se ataca a sí misma.
Y no, no estamos copiando lo que vemos en la tele, estamos sufriendo los efectos de lo mismo pero en condiciones más precarias, tampoco es una pérdida de valores, como si fueran cosas que se quedan olvidadas al salir de casa o el bajarse del transporte, son los mismos valores de siempre vividos de manera totalmente diferente, Tampoco la locura es algo nuevo, excluidos ha habido siempre, pero no era como la actual de extendida y peligrosa.
Lo peor que podemos hacer es fingir que no pasa nada o hacer diagnósticos erróneos. Para entender la realidad también hace falta actualizarse, estudiarla, analizarla y no adoptar una opinión a bote pronto y defenderla como si fuera la única verdad posible. Nuestros locos, nuestros muertos, nuestras familias no están como para jugar con ellos.

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