domingo, 11 de marzo de 2018

DISQUE AUSTERIDAD

DISQUE AUSTERIDAD Joaquín Córdova Rivas En el ámbito público, las políticas de austeridad son una forma de agresión. Principalmente porque los recortes de gastos caen en los que menos ganan, ya mero los que deciden que hay que ser austeros, se aplican esas medidas, claro que no, si alguien lo decide es para aplicárselo a los demás. Padecemos de varios ejemplos, los trabajadores al servicio de los poderes del estado de Querétaro no han recibido aumento salarial alguno en lo que va del año, con todo y que, se supone, ya está acordado y firmado, a ver si para esta quincena les llega. Otro, los trabajadores que cumplen con la antigüedad y hasta el ilegal incremento en la edad para jubilarse, se las están viendo negras para ejercer tal derecho, que porque no hay dinero para pagar los finiquitos —hay retrasos hasta de dos años y amenazan con que serán más—, y al parecer la lista de trabajadores “atorados” o pendientes del dictamen correspondiente por la Cámara de Diputados crece sin que haya mayor esperanza que la espera indefinida. Ya en otros textos hemos planteado la inexistencia de los fondos requeridos hasta para implementar la demagógica reforma educativa. Mientras esto sucede, vía nuestros impuestos y la poca o insuficiente infraestructura pública, crecen los fraccionamientos, condominios o edificios de lujo que buscan satisfacer la necesidad de aparentar de nuestras élites políticas, económicas y religiosas. Para ellos la austeridad no existe. Lo que está detrás de mecanismos como estos, es una forma más de transferencia de riqueza de los más jodidos hacia los más pudientes, sin que las cúpulas sindicales, ya muy “entregadas” a los intereses ajenos a los de sus agremiados, hagan nada por revertir esa tendencia. ¿De veras el gobierno y sus partidos esperan que las víctimas directas de sus decisiones y omisiones voten por ellos? Como que ya no es tan seguro como antes. Conste que no nos referimos al significado bondadoso de la austeridad que definen los diccionarios como el de la RAE: «1. adj. Severo, rigurosamente ajustado a las normas de la moral. 2. adj. Sobrio, morigerado, sin excesos. En esa época, llevaba una vida austera, sin lujos. 3. adj. Agrio, astringente y áspero al gusto. 4. adj. Retirado, mortificado y penitente.» O la santa Wikipedia: «Austeridad se define como la capacidad de una persona de administrar sus bienes materiales y riqueza de una manera justa y sencilla sin lujos o extras empequeñeciendo sus gastos en lo esencial.» El otro, el que estamos comentando, es tan evidente que hasta analistas del espectro ideológico contrario han alertado sobre sus efectos, por ejemplo, Diego Castañeda de la Revista Forbes ha señalado que: «Después de todo, la austeridad –tal como ha sido entendida por los hacedores de política pública en México, con la serie de recortes que se han realizado en los últimos años, y como se ha entendido en el resto del mundo– no ha tenido un efecto positivo. [...] La austeridad, como se ha aplicado en México y en especial en Europa, ha sido característicamente nociva para la actividad económica. Ha producido tasas de crecimiento mediocres y causado un innecesario malestar social. [...] Durante los últimos años, México ha realizado fuertes recortes a la inversión pública, llegando a niveles 40% por debajo de la media de los países en desarrollo. A tales recortes se han sumado otros a la educación pública, a la salud y en general a la provisión de bienes y servicios públicos de calidad. Todos los anteriores, precursores del crecimiento económico sostenible en el tiempo. [...] La apuesta de la austeridad es la del abandono del Estado de las actividades que fomentan el crecimiento, es el abandono de los mecanismos que favorecen el desarrollo económico. [...] Los países con políticas de austeridad severas como Italia, España, Grecia o Portugal no sólo tuvieron un impacto negativo en su crecimiento de corto plazo, sino que han tenido un efecto permanente en su crecimiento potencial; el costo de la austeridad no es sólo crecer menos hoy, también es crecer menos por años y años en el futuro.» https://www.forbes.com.mx/los-peligros-la-austeridad-mexico/ Pero aquí nuestros gobernantes no tienen una visión siquiera desarrollista, a ellos les importa la austeridad como la forma corrupta de seguir aprovechando lo poco de margen que le pueden sacar de ganancia a los servicios públicos indispensables para eternizarse en el poder y echarse el dinero a la bolsa, aunque tengan que hacer maromas financieras por diversas partes del mundo. Mientras, los efectos de tales medidas disque de austeridad, las pagan las mayorías con un declive en su calidad de vida actual y en las esperanzas de vivir mejor de las generaciones siguientes, pero a nuestros funcionarios neoliberales eso les importa menos que un cacahuate.

martes, 6 de marzo de 2018

SACUDIRSE EL MIEDO

Joaquín Córdova Rivas La ropa sucia se lava en casa, pero en asuntos de política pública, de crisis económicas y sociales, de falta de respeto a los derechos humanos, la casa se vuelve global, extiende sus límites hasta abarcar al planeta entero. Por eso alarma la poca difusión y discusión del Informe 2017/18 de la organización Amnistía Internacional titulado «La situación de los Derechos Humanos en el Mundo». Parece que no queremos darnos cuenta de lo que nos ensucia a todos. https://www.amnesty.org/es/latest/research/2018/02/annual-report-201718/ El diagnóstico es crítico y alentador a la vez. Crítico porque la lucha no cesa y los retrocesos parecen no tener más justificación que las malas cualidades humanas, esas que echan al traste cualquier posibilidad de una convivencia pacífica en un mundo sembrado de intolerancias y desigualdades, ambas provocadas por nosotros, que no tienen nada de predestinación divina, ni de maldición racial o generacional. Alentador porque también hay avances, porque vemos que en los lugares donde los derechos humanos se respetan se incrementa la posibilidad de disfrutar de la vida más allá de la simple sobrevivencia. «Cuando comienza el año del 70 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, queda sobradamente claro que nadie puede dar por sentados sus derechos humanos. Desde luego, no podemos dar por sentado que tendremos libertad para reunirnos en una protesta o para criticar a nuestro gobierno. Tampoco podemos dar por sentado que dispondremos de seguridad social cuando seamos personas ancianas o incapacitadas, que nuestros bebés podrán crecer en ciudades con aire limpio y respirable o que, como jóvenes, acabaremos los estudios y encontraremos un trabajo que nos permita comprar una casa. [...] La batalla por los derechos humanos nunca se gana de forma definitiva en ningún lugar ni en ningún momento. Las fronteras cambian continuamente, por lo que nunca puede haber margen para la autocomplacencia. Probablemente nunca haya sido este hecho tan evidente en la historia de los derechos humanos. Aun así, ante desafíos sin precedentes en todo el mundo, las personas han demostrado una y otra vez que su sed de justicia, dignidad e igualdad no se va a calmar, y, aunque pagando a veces un precio muy alto, continúan buscando formas nuevas y audaces de expresarlo. En 2017, esta batalla global de valores cobró una intensidad sin precedente.» Intensidad es la palabra clave porque esos derechos hay que ganarlos cotidianamente, en todo momento, en todo lugar, en cualquier situación. El miedo y la inseguridad son grandes aliados de los retrocesos, nos han querido convencer de que vivir tranquilos y seguros implica renunciar a ciertos derechos, más en el caso de los que nos protegen contra los abusos de la propia autoridad, hasta llegar a la estupidez de afirmar que los derechos humanos son para proteger a los delincuentes porque les facilitan no pisar la cárcel o salir pronto de ella para seguir delinquiendo. Lo que la autoridad teme, es no poder seguir ejerciendo un poder discrecional que lo lleva fácilmente a inventar culpables para ocultar sus propias fechorías, revictimizar a las víctimas es su nuevo credo. En el apartado titulado Violencia e Impunidad en México se afirma y sintetiza, aunque se habla en pasado no porque lo señalado haya sido superado, sino porque se refieren a datos del 2017: «Continuó la crisis de derechos humanos en México, agravada por el aumento de la violencia y los homicidios; hubo, en particular, una cifra sin precedentes de homicidios de periodistas. Las detenciones y reclusiones arbitrarias seguían siendo generalizadas y a menudo daban lugar a otras violaciones de derechos humanos, la mayoría de las cuales no se investigaban debidamente. Más de 34.000 personas seguían sometidas a desaparición forzada, y abundaban las ejecuciones extrajudiciales. La tortura y otros malos tratos seguían siendo una práctica generalizada a la que recurrían con impunidad y de manera habitual las fuerzas de seguridad para obligar a personas a firmar “confesiones” falsas. Sin embargo, la aprobación por parte del Senado de una nueva ley contra las desapariciones forzadas (tras la indignación popular nacional suscitada por el caso de la desaparición forzada de 43 estudiantes cuya suerte y paradero seguían sin revelarse) podía suponer un paso adelante, aunque su posterior implementación requeriría de un compromiso político serio para garantizar la justicia, la verdad y la reparación. El Congreso mexicano también aprobó, por fin, una nueva ley general contra la tortura. Más preocupante fue la promulgación de una ley de seguridad interior que permitía la prolongada asignación de funciones policiales ordinarias a las fuerzas armadas, una estrategia que se ha vinculado con el aumento de las violaciones de derechos humanos.» El informe atina en algo importante, los retrocesos en los derechos humanos no se dan en el vacío, hay ambientes y políticas que atentan contra ellos: «La austeridad es una cuestión de derechos humanos. Afecta al acceso de las personas a la educación, la salud, la vivienda, la seguridad social y otros derechos económicos y sociales. También propicia abusos contra los derechos civiles y políticos, como cuando los gobiernos responden de forma draconiana a las protestas y otras expresiones de disidencia o recortan servicios que afectan al acceso a la justicia, como la asistencia letrada gratuita. Con demasiada frecuencia, los gobiernos hacen caso omiso de esos derechos y toman decisiones cuya mayor carga hacen recaer sobre quienes viven en la pobreza, al tiempo que ponen en peligro el bienestar de la sociedad en su conjunto. La austeridad es una cuestión de orden mundial. En 2017 se aplicaron medidas de austeridad generalizadas en países de todas las regiones del mundo, limitando sobre todo los derechos económicos y sociales de las personas.» Quizás por esa razón la poca difusión al informe de Amnistía Internacional, porque en el ambiente electoral mexicano cuestionar las políticas representadas por dos de los tres candidatos a la presidencia de la república no les debe ser oportuno ni agradable. En fin, nos quedamos con la idea de que hay y puede haber avances, de que la lucha por nuestros derechos es algo de todos los días, nada de que ya se ganaron y nos tiramos en la hamaca, y de que hay que cuestionar esas políticas neoliberales que atentan contra el bienestar de las mayorías. Sacudirse el miedo y avanzar. La violencia aumentó en todo México. Las fuerzas armadas seguían llevando a cabo labores habituales de la policía. Continuaron las amenazas, los ataques y los homicidios contra periodistas y defensores y defensoras de los derechos humanos; los ciberataques y la vigilancia digital eran especialmente habituales. Las detenciones arbitrarias generalizadas seguían derivando en torturas y otros malos tratos, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. Persistía la impunidad por violaciones de derechos humanos y crímenes de derecho internacional. México recibió la cifra más alta de solicitudes de asilo de su historia, la mayoría de ciudadanos y ciudadanas de El Salvador, Honduras, Guatemala y Venezuela. La violencia contra las mujeres seguía suscitando una honda preocupación; según datos recientes, dos tercios de las mujeres habían experimentado violencia de género a lo largo de su vida. Dos grandes terremotos hicieron peligrar los derechos a la vivienda y a la educación.

sábado, 17 de febrero de 2018

EL PENSAMIENTO CONFUNDIDO

Joaquín Córdova Rivas Hay ideas fijas que se dan por incuestionables y se toman como base para avanzar en cierto tipo de conocimiento, pero como dice la canción de Luis Eduardo Aute: “el pensamiento es estar siempre de paso”, por lo que, a final de cuentas, esas ideas fijas terminan por no dejar avanzar, se utilizan como anclas que inmovilizan creyendo que como el mar se mueve, es uno el que está navegando. Una de ellas, que se repite hasta el cansancio, es que, en política, para que las cosas cambien debe operarse de abajo hacia arriba, de la base a la cúspide, de la masa a la élite, porque con ello se aseguraría que los intereses de la mayoría prevalecerían sobre el de la minoría, que, por serlo, ve la realidad desde una óptica completamente diferente. En teoría eso puede ser cierto, pero se ignora que, frecuentemente, esa “mayoría” ni siquiera tiene claro cuáles son sus intereses y termina defendiendo los que no son suyos y hasta le resultan contraproducentes. O también, que exista una minoría ilustrada, conocedora de sus orígenes, convencida de que el buen gobierno es considerar los intereses de todos y mediar cuando los de unos cuantos pretendan imponerse sobre los de todos. «Para gobernar un Estado de tamaño medio, hay que despachar los asuntos con dignidad y buena fe; ser frugal y amar a todos; movilizar al pueblo sólo en los momentos adecuados.» Confucio. En términos religiosos, una persona que enarbole la defensa de los oprimidos, de los pobres, de los generacionalmente desfavorecidos, es ensalzada y santificada; se convierte en ejemplo a seguir, sus palabras y acciones se ven exclusivamente desde la bondad y la valentía. Por eso, no es casual que las dos primeras, de tres acepciones que aparecen en el diccionario de la RAE sean: «1. En el judaísmo, salvador y rey descendiente de David, prometido por los profetas al pueblo hebreo. 2. En el cristianismo, redentor enviado por Dios para salvar a la humanidad. El Mesías.» Dejando como tercera opción, la que parece corresponder a la persona con las mismas características, pero desde el lado de la política: «Sujeto real o imaginario en cuyo advenimiento hay puesta confianza inmotivada o desmedida.» Y entonces ya se vale ponerle adjetivos ¿El Mesías tropical? «Quien gobierna mediante la virtud es como la estrella Polar, que permanece fija en su casa mientras las demás estrellas giran respetuosamente alrededor de ella.» Confucio. Pero no todos han estado de acuerdo con esa visión, para no ir más lejos en el tiempo, en la China de Confucio, podía enseñarse algo diferente: la virtud de los gobernantes, por el hecho de serlo, era más que importante. Algunas de sus analectas —“Colección de trozos selectos de materias literarias” como dice la RAE—, están en el contexto del filósofo chino al cual no le gustaba decir cosas nada más porque se escucharan bien, sino porque encontraba su práctica inmediata en la forma de gobernar. Quizás a los precandidatos presidenciales le convendría leerlas, ahora que están en pausa forzosa, recargar baterías mentales no sería mala idea, y hasta se evitan gastar en encuestas que les van a indicar lo que ellos quieren: ««Eleva a las personas honradas y colócalas por encima de las no honradas, y ganarás el corazón de la gente. Si elevas a las personas no honradas y las sitúas por encima de las honradas, el pueblo te negará su apoyo.» Nuestros aborrecibles neoliberales deberían recordar que no todo se vale, que el “fin de la historia” se la inventaron para justificar su pereza ética y moral, y su incansable voracidad y corrupción, que “el mercado” nunca ha sido ni será “libre” porque es una invención humana y solo algunos se benefician de la falta de control, que al igual que otras “modas” puede terminar, aunque no deje de provocar terribles daños, quizás irreversibles: «Ser rico y tener rango es lo que todo el mundo codicia; pero si la única forma de obtenerlo va contra sus principios, debe desistir de su propósito. La pobreza y la oscuridad es lo que todo el mundo odia; pero si para escapar de ella tiene que ir contra sus principios, debe aceptar su suerte. Si un caballero traiciona la benevolencia, ¿cómo puede hacerse un nombre? Ni siquiera por un momento debe un caballero apartarse de la virtud; se aferra a ella a través de las pruebas, se aferra a ella a través de las tribulaciones.» Para Confucio, actuar de acuerdo con ciertos principios y ser buen gobernante tiene sus efectos, sus afanes por hacer el bien no pasarán desapercibidos: El señor Ji Kang preguntó: «¿Qué puedo hacer para que el pueblo sea respetuoso, leal y aplicado?» El Maestro respondió: «Acércate a él con dignidad y éste será respetuoso. Sé tú mismo un buen hijo y un padre bondadoso, y el pueblo será leal. Eleva a los buenos y entrena a los incompetentes, y todos cumplirán su deber con celo.»

ASÍ ESTAMOS

Joaquín Córdova Rivas Todavía no nos reponemos de una y allí viene la otra. Los malos resultados obtenidos por los estudiantes de tercero de secundaria en el 2017, que conocimos recientemente, más de medio año después de su aplicación, revelan que las cosas no marchan como presume la SEP, ni cuando tenía como titular a Aurelio Nuño. Primero lo primero: «La Secretaría de Educación Pública (SEP), en coordinación con el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y las autoridades educativas de las entidades federativas, en el marco del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA), aplicaron la prueba Planea Educación Básica 2017 durante los días 14 y 15 de junio, a 1,096,285 de alumnos de 3er. grado de Secundaria en 33,971 escuelas oficiales y particulares del país. La prueba correspondiente a Planea Educación Básica 3er. grado de Secundaria se aplicó con el propósito de conocer en qué medida los estudiantes logran dominar un conjunto de aprendizajes esenciales al término de la Educación Secundaria, en dos campos de formación: Lenguaje y comunicación y Matemáticas.» http://planea.sep.gob.mx/ba/ Vamos a voltear el análisis y en vez de centrarnos en los niveles bajos (insuficiente y bajo), veamos los que, si los estudiantes aprendieran lo que se supone de acuerdo con planes y programas, serían los esperados (satisfactorio y sobresaliente). De ese casi millón cien mil estudiantes avaluados, apenas el 26.2 por ciento cumplió con lo esperado en Lenguaje y Comunicación, apenitas rebasando la cuarta parte de estudiantes de secundaria con lo suficiente para continuar al siguiente nivel: preparatoria o bachillerato. En Matemáticas apenas el 13.7 por ciento sabe lo que debe de saber. Ya no se hizo alharaca, quizás porque con la centralización educativa producto de las reformas, los estados tienen cada vez menos atribuciones y asumen menos responsabilidades, apenas se dedican a mantener una estructura obsoleta porque allí meten a sus recomendados, con ingresos muy superiores a los de los docentes que sí hacen su chamba. Pero nuestro estado quedó, en un extraño tabulador, en séptimo lugar en Lenguaje y Comunicación —aunque en el “puntaje promedio” sube al cuarto lugar—, y tercero en Matemáticas. Dentro de lo malo, lo menos peor. En el análisis de las variables medidas para encontrar alguna relación con los resultados se encuentra lo obvio: el poder adquisitivo de las familias influye en el desempeño de los muchachos, a mayor poder adquisitivo mejor resultado, y a la inversa: se juntan la ignorancia y la pobreza. También se encuentra relación entre el grado de marginalidad y el puntaje obtenido, aunque aquí entre mayor marginalidad menor aprendizaje. También influyen el tamaño de la localidad donde se encuentren las escuelas, entre más población —y mayores servicios— mejores resultados; entre más urbana sea la localización de la escuela también, amolados los de las escuelas en comunidades rurales, peor si son mayoritariamente indígenas. El grado de desigualdad y descuido es impresionante. Algo que ya se esperaba, pero no deja de sorprender: entre menor es el nivel educativo de los padres, menor es el desempeño escolar de los hijos. Ese “capital cultural” manejado por la sociología expresándose de la manera más cruda, generacional, relación que no se ha logrado romper y misión primordial de la escuela pública. En general, si nuestros adolescentes y niños tienen como actividad principal el estudiar, sus resultados son menos malos, quizás dedicarse por poco tiempo a ayudar en los quehaceres domésticos, o cuidando a algún familiar, o trabajando parcialmente en la actividad remunerativa familiar, los haga valorar el tiempo, hacerse más responsables u organizados, pero cuando esas actividades les consumen más tiempo o esfuerzo, o se les responsabiliza del cuidado permanente de alguien, su rendimiento escolar resulta significativamente afectado. En fin, las correlaciones pueden ser muchas, los datos macro allí están, pero los detalles a nivel comunidad o escuela no son suficientes para que los profesores diagnostiquen con precisión qué pasa en el aula, en cada materia, con cada uno de ellos y su estilo o habilidad para provocar el aprendizaje. http://planea.sep.gob.mx/content/general/docs/2017/RESULTADOS_NACIONALES_PLANEA2017.pdf Nos faltaba mencionar algo de los antecedentes de la reforma educativa, de la que ya deberíamos de estar viendo resultados, ya que: «La educación básica en México, integrada por los niveles de educación preescolar, primaria y secundaria ha experimentado entre 2004 y 2011 una reforma curricular que culminó este último año con el Decreto de Articulación de la Educación Básica. El proceso llevó varios años debido a que se realizó en diferentes momentos en cada nivel educativo: en 2004 se inició en preescolar, en 2006 en secundaria y entre 2009 y 2011 en primaria.» Ya once años tienen las reformas en el nivel secundario, que es nuestro foco de atención, y los resultados están muy lejos de ser los esperados. http://aufop.com/aufop/uploaded_files/articulos/1335398629.pdf Decíamos que no nos reponemos de los resultados de esa evaluación y allí vienen otros. No tardan en darse a conocer los de la evaluación docente de fines del 2017, también está programada la participación en la prueba PISA 2018, del 1 al 4 de mayo en el nivel Medio Superior. Lo bueno, para algunos, es que sus resultados se conocerán hasta después del proceso electoral, pero los pronósticos no son buenos. Así estamos.

CON LA PENA

Joaquín Córdova Rivas Las reglas están amañadas, lo legal está hecho a la medida, se trata de obstaculizar, por todos los medios, un cambio de régimen político. Las cúpulas de los partidos políticos hicieron su tarea: legislar y operar para seguir al frente del negocio, de esa inmensa estructura que soporta, con los impuestos que pagamos los que no podemos evadirlos, el gasto público, que ahora se desdobla para servir a los intereses de los multimillonarios que no dudan en despojar a quien se deja —y por lo visto, nos dejamos casi todos—. Al físico Albert Einstein se le acredita haber dicho lo siguiente: «Una locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo». La lógica parece irrebatible, es una tontería esperar algo diferente de repetir siempre lo mismo, un cambio en el resultado requiere de un cambio en la acción para lograrlo. La lección parece haber calado hondo en estas precampañas políticas, principalmente del lado del precandidato puntero que parece enfilarse a su tercera candidatura presidencial. Andrés Manuel López Obrador aprendió que, con las reglas actuales de la pseudodemocracia mexicana, va a volver a perder —en los resultados oficiales, que son los que cuentan—, si sigue confiando en la veleidosa voluntad de unos electores que tienen la solidez ideológica de una gelatina. Con la pena, pero me ha tocado ver a líderes de la llamada “izquierda social” —de vendedores ambulantes, fraccionamientos irregulares y demás—, comprar candidaturas plurinominales a cambio de prometer miles de votos y representantes para vigilar las casillas electorales, logrado su objetivo, tomar los listados electorales que se proporcionan a los partidos para escoger, al azar, nombres y folios de credenciales de elector para registrarlos como esos representantes que prometieron y que saben nunca se presentarán. Con los votos de sus representados sucede lo mismo, primero justifican el “corporativismo de izquierda” para, a continuación, orientar el voto de sus agremiados hacia un partido diferente, con el que también negociaron prebendas a futuro, pero que creen que ganará. Por eso, la derecha piadosa no duda en extenderles, públicamente, reconocimientos a su presunta honestidad y congruencia. Además, esa disque izquierda enquistada en algunos movimientos sociales no ha crecido y en cuanto a teoría, ideas y prácticas se ha quedado en las cavernas. En lugar de apoyar y hacer crecer formas diferentes de organización y de pensar su relación con los demás, se apropia de movimientos que han surgido a pesar de ella, como el de esas llamadas epistemologías del sur, esos movimientos indígenas-campesinos que encabezan la lucha frontal contra este neoliberalismo depredador, que lo exhibe cotidianamente a un costo muy elevado en líderes asesinados o encarcelados. Allí está el caso de la precandidata independiente Marichuy, que la ayuda que le han dado ni siquiera alcanza para lograr las firmas necesarias para su registro, de ese tamaño electoral son. Con la pena, pero me ha tocado ver a representantes de la comunidad LGBTTTI transando con la derecha política que, saben, es su principal enemigo moral e ideológico, a cambio de apoyos individuales, aunque sus colectivos sean derrotados en las agendas legislativas locales. En otros países del mundo el respeto a los derechos humanos y a la diversidad sexual es asumido por casi todos — porque son derechos de todos—, muchas veces por convicción y, en otras, por conveniencia, porque se organizan en colectivos que se asumen como parte de una comunidad con los mismos intereses, y se encargan de hacer valer ese 10-20 por ciento de la votación que puede decidir el resultado de una elección cerrada. Pero aquí no, por lo menos hasta ahora su voto y representación política es tan escaso y disperso que pocos los toman en serio, electoralmente hablando. En un país donde no se lee y menos se escribe, los intelectuales tampoco tienen influencia en los resultados electorales. Por muy sesudos que sean sus análisis, por muy escandalosa que sea su denuncia por la carencia de congruencia filosófica e ideológica de partidos y candidatos, no orientan el voto ni de su familia. Por eso no hay que tomárselos tan en serio, menos si son de los que se venden por una beca, una asesoría, una embajada o lo que sea. Resulta increíble que en un país con más de 30 mil desaparecidos en el sexenio, con más de 300 mil desplazados por la inseguridad, con miles de víctimas de secuestros exprés, con otro tanto de feminicidios, con los pésimos resultados de una “reforma educativa” que despedazó los derechos laborales del magisterio, con cientos de miles de jóvenes adictos a todo tipo de droga, con los miles de millones de pesos que se han robado sin que sea delito grave, con sus descarados conflictos de interés con empresarios favorecidos, todavía esté en duda si la casta política mantendrá el poder para seguirnos explotando otros seis años. Por eso, utilizar las trampas del mismo sistema político en su contra, quizás sea la única forma de arrebatarles el poder, de quitarles la impunidad, de impedirles seguir robando y ser cómplices de la delincuencia organizada. Quizás contribuir a sus contradicciones internas y propiciar su derrumbe sea “eso diferente” que provoque que, por fin, se gane una elección presidencial que se ha perdido —en la legalidad tramposa— en las dos ocasiones anteriores. Con la pena, pero habrá que utilizar a los ángeles caídos para ganarle al mismo demonio, porque ya vimos que los ángeles puros atraen muchas bendiciones, pero muy pocos votos.

sábado, 20 de enero de 2018

SEGUIR ANDANDO

SEGUIR ANDANDO Joaquín Córdova Rivas Existen muchas formas de ver la realidad, o más bien de construirla. Existen muchas formas de gobierno, no solo la democracia liberal que hoy está de moda, aunque bastante decaída ya. Existen muchas formas de relacionarse con los otros, con la naturaleza, con el universo; el neoliberalismo depredador, que considera que todo —el agua, la tierra, los animales, los seres humanos, el conocimiento, la justicia, la dignidad—, es una mercancía que se puede comprar, usar y desechar, no es la única. Hay quienes cometen el atrevimiento de pensar fuera de los estrechos márgenes de un cientificismo y humanismo impuesto desde los grandes centros colonizadores, de esos que postulan que su pensar es el único válido porque se aferra a reglas anquilosadas que perpetúan las desigualdades sociales, que no logran esa felicidad que prometen con el consumo incesante de bienes que se transforman en males. Que siguen predicando que su camino es el correcto por cuidar sus particulares intereses, unos, o los otros, por el miedo a admitir que por mucho tiempo se ha vivido en el error y el engaño. Evidenciar nuestra insostenible e infeliz forma de vivir, nuestra falsa democracia, nuestro hipócrita humanismo, nuestra falsa solidaridad disfrazada de zombi individualismo, es posible porque existen otras maneras de vivir, de aprender, de convivir y de gobernarnos. Cuando una “civilización” se enfrenta a otra buscando su sometimiento y después su destrucción, no solo se matan seres humanos que se presumen diferentes físicamente, o inferiores por sus creencias, o ignorantes porque su conocimiento abreva de otras fuentes, también se destruye su sabiduría ancestral. Ese “epistemicidio” —de episteme: conocimiento— se da en nombre del progreso material de los conquistadores, de la salvación de las almas, de la superioridad dada por quién sabe qué dios o del gobernante que lo representa. Por eso vale la pena seguir el peregrinaje, otra vez, de nuestros pueblos indígenas; de los representantes de esas culturas originarias que no se han vencido ante el embate corruptor de los modernos partidos políticos, que reivindican esa historia ignorada en los libros de historia y petrificada en monumentos que distorsionan su apariencia y los presentan como un pasado ya superado, como algo de lo que hay que renegar para ser “modernos”. Ese “Nunca más un México sin nosotros”, que apareciera en la misma fecha del anuncio salinista del tratado de libre comercio con américa del norte, donde nuestro país caería en la trampa de aportar la mano de obra barata y controlada, para que las grandes empresas norteamericanas y canadienses pudieran competir con los tigres asiáticos, para que pudieran bajar el precio de sus productos y se volcaran al consumismo irresponsable, no deja de resonar y buscar canales de expresión desde ese enero de 1994. Pero las cosmovisiones indígenas son más antiguas y hasta más sabias que muchas de las ideas impuestas desde la vieja Europa, esa que se empeñara en destruir las civilizaciones diferentes a la suya, que robara todo tipo de riquezas para malgastarlas en guerras estúpidas internas, en perseguir con particular saña otras formas de relacionarse con la tierra, con los ríos, con los animales, con otras culturas. No se trata de reinventar un paraíso precolombino ni de ignorar sus propios conflictos, sus conquistas de pueblos vecinos sangrientas y crueles, pero esa visión también está distorsionada por la mirada de quienes se presumían superiores. Esas culturas, esas visiones, esas reivindicaciones se encuentran presentes en el proceso electoral mexicano a través de la vocera —que no candidata—, del Congreso Nacional Indígena, la médica tradicional náhuatl María de Jesús Patricio Martínez. Pero para no repetir su historia personal, ligada estrechamente al movimiento indígena reciente, quien esté interesado puede recurrir a las fuentes de información más confiables, o a simpatizantes como Juan Villoro. www.congresonacionalindigena.org Las dificultades, las traiciones, las promesas incumplidas han sido muchas; desde los Acuerdos de San Andrés, hasta las dilatadas e incompletas sentencias de los tribunales agrarios o de otro tipo, que siguen sin acatar sus propias chicanadas legales, hasta lo de ahora: los desalojos, las represiones abiertas, el robo de tierras comunales, el encarcelamiento o asesinato de sus líderes, el patrocinio de guardias blancas y mercenarios buscando su exterminio, la discriminación y el accionar de las instituciones oficiales que perpetúan las desigualdades sociales. Quién sabe si se logre vencer los obstáculos puestos por la misma partidocracia para que María de Jesús Patricio llegue a ser reconocida como candidata independiente, pero nuestros pueblos indígenas saben que hay que persistir en el andar, que si más de 500 años de historia oficial no han logrado destruirlos, menos se dejarán ahora: “A todos ellos les estorbamos los pueblos vivos, que creemos que la tierra es sagrada y el agua nuestra vida, pues en ella está también la memoria de lo que somos y de lo que fuimos, de lo que pelearon nuestros abuelos ante el despojo que siempre han querido hacer los ricos y los gobiernos para arrebatarnos lo que para ellos es una mercancía, pero que para los originarios de este país y del mundo son nuestra única forma de seguir existiendo”.

sábado, 13 de enero de 2018

¿HOMBRES O LEYES?

¿HOMBRES O LEYES? Joaquín Córdova Rivas La democracia no es, ni ha sido, la única forma de gobierno; tampoco se ha considerado siempre la más adecuada. Es más, desde su auge en la Gracia clásica ha sido sometida a una crítica constante y fundamentada. El colmo lo vivimos ahora, en que hemos construido la idea de que la democracia es la mejor y única forma correcta de gobierno, que cuestionarla es hacerle el juego a “intereses oscuros”, a lo políticamente incorrecto. Pero, como ya hemos visto en textos anteriores, la democracia se considera un estorbo cuando de eficacia electoral se trata. Entre la dictadura de una mayoría inculta o de una minoría ilustrada la discusión parecía zanjarse con un sistema donde una mayoría informada, crítica, educada que supiera sus derechos y ejercerlos, pudiera elegir legisladores sabios que diseñaran un entramado de leyes que los reyes, buenos o malos, tuvieran que respetar. Uno de los grandes teóricos de la democracia, Norberto Bobbio, en una sintética revisión de la vieja polémica ¿Gobierno de los hombres o gobierno de las leyes? Nos ubica en el centro de la misma: «Mientras que la primacía de la ley protege al ciudadano de la arbitrariedad del mal gobernante, la primacía del hombre lo protege de la aplicación indiscriminada de la norma general, por supuesto, siempre que el gobernante sea justo. La primera solución sustrae al individuo a la singularidad de la decisión; la segunda, a la generalidad de la prescripción. [...] En realidad, ambas presuponen una condición que acaba por hacerlas, al cambiar la condición, intercambiables. La primacía de la ley se basa en el presupuesto de que los gobernantes son en su mayoría malos, en el sentido de que tienden a usar del poder para sus propios fines. A la inversa, la primacía del hombre se funda en el presupuesto del buen gobernante, cuyo ideal es, para los antiguos, el gran legislador. En efecto, si el gobernante es sabio, ¿qué necesidad hay de constreñirlo en la red de las leyes generales, que le impiden sopesar los méritos y deméritos de cada uno? Por supuesto; pero si el gobernante es malo, ¿no es mejor someterlo al imperio de normas generales, que impiden a quien ocupa el poder erigir su arbitrariedad como criterio de juicio de lo justo y de lo injusto?» http://www.liderazgos-sxxi.com.ar/bibliografia/bobbio-cap-7.pdf Desde ambos frentes, el idealismo y el materialismo filosófico, desde Platón y Aristóteles, —que observaron horrorizados como una “mayoría” condenaba a muerte a uno de los suyos: Sócrates—, pasando por los grandes del pensamiento político, a veces de diferentes formas, pero la discusión permanece. En nuestro mexicano contexto actual, se revivió cuando se le pregunta al precandidato Andrés Manuel López Obrador su opinión respecto de la repudiada Ley de Seguridad Interior que legaliza a que las fuerzas armadas permanezcan fuera de los cuarteles e intervengan cuando las fuerzas policiacas sean rebasadas por la corrupción, el crimen, o por el desorden público, y responde que no hay de qué preocuparse, porque él no la utilizaría. Es decir, el buen gobernante no aplicaría una ley mala, por lo que el pueblo puede estar tranquilo. La forma adecuada de responder al desplante lopezobradorista la dan los teóricos revisitados por Bobbio: «no es el rey el que hace la ley, sino la ley la que hace al rey.» Solo que no lo pueden hacer porque sería reconocer la perversidad posible en la aplicación de una Ley propia de un estado de excepción, no de un estable “estado de derecho”, que si no existe como tal es por responsabilidad de los propios gobernantes actuales —incluidos los legisladores, que son más estúpidos que sabios—, que se mandan a hacer leyes a la medida de sus propios intereses y que legalizan el trato preferencial a los poderosos a costa del resto de los ciudadanos. A pesar de que esas “desviaciones” democráticas fueron previstas, de poco han servido las advertencias y el apelar a la historia: «Para Tocqueville, una nueva especie de opresión amenaza a los pueblos democráticos, por lo cual resulta difícil valerse de las palabras antiguas, “porque la cosa es nueva”. Pero no tan nueva como para no poderse describir como una forma de despotismo: Imaginemos bajo qué aspectos nuevos podría producirse en el mundo el despotismo: veo una innumerable multitud de hombres semejantes e iguales que no hacen más que girar sobre sí mismos para procurarse pequeños y vulgares placeres con los que saciar su espíritu...» Hasta parece que está describiendo a nuestra kakistocrática casta política, que solo ve y se cuida a sí misma, fingiendo una contienda política con falsos competidores a través de los cuales busca perpetuarse y mantenerse corrupta e impune. Incluso se reconoce que formas dictatoriales de gobierno aparecen en crisis muy específicas, como una necesidad de buscar solución a situaciones extremas y no solo por la voluntad de un individuo por muy poderoso que se crea, que además tiene un tiempo específico de acción y una tarea precisa: «Algunos de los más importantes escritores políticos de la Edad Moderna, desde Maquiavelo hasta Rousseau, señalan la dictadura romana como ejemplo de sabiduría política, por cuanto reconoce la utilidad del gobierno del hombre, si bien lo admite sólo en caso de peligro público y únicamente mientras dure tal peligro. Más aún, el cometido del dictador es precisamente el de restablecer el estado normal y, en consecuencia, la soberanía de las leyes.» Ante las crisis actuales: económica, social, de justicia —impunidad—, del sistema completo de bienestar social (véanse las presiones de gobierno del estado contra el sistema de retiros y jubilaciones de sus trabajadores), educativa, ética y las que se acumulen hasta antes del primero de julio, las respuestas podrían ser: apostar por la continuidad pensando que las cosas no pueden ir peor y en la idea de un “progreso” que solo hay que esperar porque es inevitable —nos caería como bendición o castigo divino—; o apostar por un “dictador bueno”, rodeado de asesores y legisladores sabios que, ante la emergencia, imponga medidas que restauren ese devastado sistema de bienestar social que seguimos perdiendo, y que restaure la moral y ética pública. Difícil elección, pero habrá que hacerla.