jueves, 17 de noviembre de 2011

EL SISTEMA


“El problema no es la corrupción o la codicia, el problema es el sistema que nos empuja a ser corruptos.” Slavoj Zizek en Revista Ñ 4 de Noviembre 2011.

El filósofo eslovaco comenta así respecto de las manifestaciones de ocupados e indignados en las plazas de las principales capitales de casi todo el planeta. Cuando algo parecido se ha dicho aquí respecto de los violentos, de los corruptos, de los políticos y empresarios que sólo satisfacen sus caprichos y atienden a sus intereses, se les acredita una responsabilidad individual, como si fueran individuos los que han fallado. Pero Zizek tal vez tenga algo de razón.

Si existen seres humanos que no dudan en matar, torturar, desaparecer, secuestrar, robar, extorsionar, envenenar y lucrar con sus semejantes, es porque existe un sistema que les permite hacerlo, que no les dio el juicio, el valor y la alternativa clara para dedicarse a otra cosa. Suena y es difícil de aceptar. Es preferible creer que el mal es algo que nos seduce, que nos tienta, que nos vuelve infrahumanos, que está fuera de nosotros y que conscientemente permitimos que entre en nuestra mente y en nuestro corazón. Y que por lo tanto necesitamos que se nos reprima, se nos castigue, se nos culpe de todo lo malo que llegue a pasar, incluso que se nos elimine físicamente. Pero esa explicación ya nos queda chica, ya no nos sirve.

La democracia se aleja de las explicaciones mágicas a las que somos tan afectos, nos reconocemos humanos, con virtudes y defectos, por eso diseñamos instituciones que faciliten que nos comportemos de acuerdo a lo que consideramos correcto, que se aseguren de que vivamos bien si nos comportamos siguiendo ciertas reglas de convivencia aceptadas por todos, que también contemplen sanciones si no lo hacemos. Pero cuando ese sistema manda señales erróneas y alguien las sigue, no solo hay que culpar a ese individuo que no pudo diferenciar el error, sino también al sistema que no funciona como se supone que debería. Peor cuando premia, aunque sea temporalmente, a los que abiertamente atentan contra la vida y la libertad de los otros. Para evitar la desigualdad y la pobreza, para combatir la impunidad y la corrupción, para no dañar irremediablemente al planeta en que vivimos necesitamos cambiar al sistema.

Por eso, en los diversos procesos electorales que estamos viendo y viviendo, hace falta que nos fijemos en los diagnóstico y las propuestas que lleven el rumbo de cambiar al sistema, no para profundizar sus efectos nocivos o para hacerlo resistente a los intentos para modificarlo, como sucede con las reformas empujadas por la presidencia de la república y los intereses que defiende, sino en las que busquen rectificarlo o mejor, sustituirlo progresivamente por otro completamente diferente. A los candidatos les resulta facilísimo hacer promesas, decir lo que sea, incluso cumplir con algunas cosas, siempre y cuando todo funcione como siempre y ellos sean parte de los beneficiados. ¿Qué propuestas de fondo hacen y se obligan, con una reingeniería institucional, a hacer los dos candidatos finalistas a rector de la UAQ? ¿Cuál es la diferencia real entre Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador? El resultado de la encuesta para definir quién será al candidato de la izquierda partidaria ya deberá conocerse a la aparición de este texto. ¿Cuál la diferencia entre los candidatos panistas? ¿Cómo y por quién definiremos nuestras preferencia electorales rumbo a julio del 2012?

Lo peor que nos puede pasar es que ese ánimo por el cambio se convierta en una marca comercial, en un pretexto para seguir pensando lo mismo, para seguir viendo la vida de la misma manera, para seguirnos engañando creyendo que las cosas no pueden empeorar.

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