domingo, 29 de septiembre de 2019

NI FUE TAN FÁCIL


NI FUE TAN FÁCIL
Joaquín Córdova Rivas

Si no conocemos el pasado, el presente se nos presenta como un rompecabezas imposible de armar. Eso pasa con algo tan importante como el proceso independentista de México y del resto de los países del subcontinente. Presentar ese proceso histórico como un simple enfrentamiento de criollos —invisibilizando al resto de los pobladores y sus culturas— contra españoles, sirvió para amalgamar un relato que parecía incluyente y monotemático.

Pero las ideas, expresadas en palabras, cuentan otra historia.

«Deudor de la historia conceptual, de la historia intelectual y de la historia de los lenguajes políticos, un conjunto de autores ha producido un sugerente corpus que ha puesto el ojo clínico en la materia prima con que todas aquellas transformaciones se materializaron: las palabras. Conscientes de que el lenguaje no es, no puede ser, un medio transparente de transmisión de ideas, estos autores han examinado los usos de los conceptos, los contextos en que cobraron vigencia y sentidos y los medios particulares en que fueron enunciados. Así, las independencias se revelaron como momento crítico de una larga época bisagra —visible desde el último tercio del siglo XVIII y extensiva hasta los convulsos mediados del XIX— en que se articularon los lenguajes políticos de la modernidad. Nación, pueblo, soberanía, patria, libertad, ciudadanía, república, revolución, Estado e incluso democracia fueron, desde esta perspectiva teórica y metodológica, algunos de los conceptos medulares que, debido a su potencial de controversia y polisemia, hicieron pensables y “decibles” las nuevas maneras en que los hombres organizaron y disputaron sus relaciones con el poder y transitaron de un mundo de imperios y monarquía a uno de estados nacionales.»

Como podemos ver, ese proceso histórico de principios del siglo XVIII fue algo mucho más complejo y la historiografía lo revela al decir del Doctor en Historia Rodrigo Moreno de la UNAM. https://www.academia.edu/38974274/La_historiograf%C3%ADa_del_siglo_XXI_sobre_la_independencia_de_M%C3%A9xico

Y otra vez topamos con una idea de la historia en que las rupturas esconden procesos diferentes, que requirieron de confrontarse por la vía de las ideas, de las urnas y finalmente de las armas para encontrarse o dirimir un ganador, no podemos hablar de fuerzas antagónicas homogéneas, menos en casos como este aunque se expresen en coyunturas comunes porque sirven a sus diferentes fines, y por eso:

«... la independencia dejara de ser vista como una gesta heroica o como una rebelión campesina y se convirtiera en el más o menos sofisticado laboratorio de una serie de experimentos políticos, en buena medida impulsados por los devenires metropolitanos. La independencia, entonces, ya no se explicó tanto como la liberación de una patria prexistente, sino como el disputado escenario en que la soberanía dejó de ser la máxima atribución del rey para convertirse en el fundamento del pueblo y de la nación como entidades genuinamente constituyentes. Dicho en pocas palabras, esta historiografía dejó en claro que la nación (cualquiera) no se liberaba, se “constituía”. Así, fueron meticulosamente analizados los ámbitos en que dicho proceso se materializó: las elecciones, los debates legislativos, las polémicas públicas, las instituciones y las corporaciones (como las eclesiásticas). [...] la imagen un tanto pétrea y homogénea de un “pueblo” levantado en armas que buscó romper las cadenas que lo subyugaban, se ha historizado en un mosaico plural de grupos e individuos dotados de intereses diversos que incorporaron de maneras muy variadas los mecanismos y los argumentos que proveían el liberalismo, el republicanismo y la independencia. Armas y urnas (herencias revolucionarias, ambas) habrían sido herramientas frecuentemente recurridas para dirimir las tensiones y los conflictos en este tiempo de adaptación, asimilación y reacomodo. Para algunos, esa multiplicidad de intereses obliga a considerar el plural para referir a los movimientos que poblaron amplias regiones novohispanas entre 1810 y 1821 (y no solo). Desde este ángulo, pareciera poder distinguirse una insurgencia políticamente organizada (y no exenta de sus propias disputas interiores) que surgió con Hidalgo y evolucionó luego a la Junta Nacional Americana y al Congreso que promulgó la Constitución de Apatzingán; por ejemplo, y al lado o alrededor de esta un conjunto de “insurgencias populares” diversas provistas de intereses particulares y las más de las veces comunitarios de muy problemática conexión con los proyectos políticos de la primera.» La historiografía del siglo XXI sobre la Independencia de México. Rodrigo Moreno Gutiérrez. Historiagenda, año 27, núm. 38, octubre de 2018 - marzo 2019. UNAM.


Por eso resulta en una etapa histórica dilatada de difícil conclusión pero que, finalmente, sirve para consolidar algunos conceptos que permiten hablar de una patria común, aunque sin resolver algunas de sus contradicciones que irán decantándose con la Reforma y la Revolución. Por eso en la noche del 15 de septiembre, madrugada del 16 invocamos a esos personajes —héroes— que nos dieran patria y libertad.

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