domingo, 21 de noviembre de 2010

El 21

Hay números a los que se atribuyen poderes mágicos, algunos para bien y otros para mal. Por razones que ignoro, algunas personas creen que el 16 es un mal número, cuando al PRD se le ocurrió identificarse electoralmente con un sol de ese número de rayos hubo quienes pronosticaron su fracaso.

Pero el 21 es otra cosa, se cree que trae suerte, por lo menos de la buena. En los casinos es usual el juego de cartas, el ganador es el que llega a esa suma exacta con al menos dos de ellas, o el jugador que más se acerca sin pasarse. En mi infancia, en la capital jalisciense donde el transporte público daba boletos numerados como comprobante de pago del viaje, si la suma de los dígitos de ese boleto daba como resultado el 21, se podía cambiar el mismo por un beso con la tapatía de su preferencia, claro, faltaba que la agraciada lo quisiera. Al menos era una forma más de mostrar agrado por alguien, de iniciar un romance o una relación amistosa con alguien del sexo opuesto –dejémoslo así para que al “gober piadoso no le dé asquito—, no recuerdo que la “magia” funcionara en sentido opuesto, a fin de cuentas una sociedad machista y conservadora no le dejaría la iniciativa a las féminas de ojos bonitos, pero estas se las arreglaban para que sus boletos que alcanzaban dicha suma llegara a su destino favorito, a final de cuentas se acababa haciendo lo que ellas querían con quien ellas decían.

Todo este alucine se desató después de comprobar lo adelantado por este semanario en la edición pasada, que el presupuesto estatal para el año que viene andará rondando los 21 mil millones de pesos, es decir, el 21 seguido de 9 ceros, para reducirlo a cifras “redondas”.

Parece mucho dinero, aunque esas cantidades luego se achican cuando se comparan con las necesidades que hay que cubrir. Pero vamos por partes. Desde hace algunos años la queja es que esos presupuestos apenas alcanzan, si acaso, para mantener las cosas como están, en lo peor, se ahondan las desigualdades sociales porque se gasta en obras que benefician a los que más tienen, descuidando el aspecto redistributivo que toda política fiscal debe tener. Tampoco se antoja suficiente para detonar la inversión productiva que debe complementar la social y en infraestructura. Pero es lo que se tiene y hay que utilizarlo sabiamente. No es un asunto sólo de pesos y centavos, o de conciliación de cuentas, debe ser un ejercicio de prioridades, de opciones, de políticas públicas.

Falta la presentación ante el Congreso local, su discusión para cambiar apenas algunos detalles y reasignar partidas, lo grueso ya está definido y etiquetado así que hay cierta certeza acerca del monto y a qué se destinará, esperemos para conocerlo en definitiva.

Hagamos algunas comparaciones. Según los datos del INEGI nuestro estado tenía, con seguridad, una población de 1 millón 598 mil 139 habitantes en el 2005, aunque todos sentimos que tal cantidad ya fue rebasada tomémosla como buena por el momento. Así, esos 21 mil millones repartidos entre todos daría un promedio de 13,140 pesos para gastarlos durante todo el año en los servicios públicos indispensables. Apenas un poquito más de 1 mil pesos mensuales para cada queretano (1,095 para mayor exactitud). Si quiere que se note más se puede “repartir” ese presupuesto entre el número de viviendas ocupadas en el mismo año, que según la misma fuente era de 359 mil 953, con lo que a cada vivienda con un promedio de 4.4 habitantes le tocarían 58 mil 340 pesos para todo el 2011.

Esos jueguitos apenas son para intentar dimensionar la cantidad que el gobierno estatal se propone gastar el año que viene, por eso no se valen los despilfarros, las corrupciones; por eso hay que exigir transparencia y la adecuada asignación del mismo, que redunde en la igualdad de oportunidades de atención y desarrollo. Que se cuide que los municipios, que gastarán más de 3 mil millones de ese gran total, sean responsables para usarlo en obra pública y no en nóminas infladas para beneficio de sus cuates y parientes.

Que esas coincidencias que denominamos suerte estén bien planeadas para que se presenten y se aprovechen, que el 21 o su cercanía sea bien recordado para un presupuesto cuya orientación hizo alguna diferencia para bien, que no sea más de lo mismo.

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