domingo, 9 de mayo de 2010

PRENSA Y LIBERTAD

En la vorágine festiva del mes de mayo se están perdiendo eventos cuya importancia es cada vez mayor por los efectos que tienen sobre nuestras vidas. Sin ir más lejos, la semana pasada se conmemoró el Día Internacional de la Libertad de Prensa, desde un día antes, la Comisión Nacional de Derechos Humanos de nuestro país presentó un primer diagnóstico poco halagüeño, más bien escalofriante, en un comunicado dado a conocer y que poco trascendió, se señaló textualmente que: "Los ataques contra periodistas en nuestro país han hecho que los recientes años sean negros para ellos. No debemos permitir que trabajen bajo la amenaza de la violencia y de las balas… debemos mantener una actitud de rechazo a la violencia y de exigencia para evitar que el periodismo se convierta en el oficio más peligroso… de 1999 a la fecha se han radicado en la CNDH 594 expedientes de queja por agravios a periodistas… tiene registradas 10 desapariciones de periodistas… De 2000 a la fecha se tienen registrados 61 homicidios de periodistas”.
Y es que el periodista es el encargado de recoger las voces de los ciudadanos que tienen el derecho de expresarse libremente, de dar cuenta de los sucesos más importantes, de exponer lo que está excepcional y cotidianamente bien pero también lo que se hace mal o en contra de los intereses de esos ciudadanos que son mayoría y contribuyen con su actividad, respeto y tolerancia a reforzar un tejido social que se desgarra por los malos gobiernos y la delincuencia.
En este contexto se da la emboscada a una caravana compuesta por integrantes de organizaciones no gubernamentales mexicanas y finlandesas, que acompañados de periodistas fueron cobardemente baleados por esas fuerzas paramilitares que controlan buena parte del sur del territorio nacional. Si en el centro y norte ya estaban las cosas más que calientitas, y como muestra macabra allí está la cuota de asesinatos diarios en diferentes estados y el terror que paraliza ciudades y provoca estampidas humanas en lugares de supuesto esparcimiento, ahora resulta que en lugares como Oaxaca y muchos otros de nuestro diverso y caluroso sur, operan grupos paramilitares patrocinados, protegidos y armados por caciques, presidentes municipales, líderes religiosos y empresas trasnacionales, allí tampoco opera la ley, allí la impunidad y la corrupción también son moneda corriente y la vida no vale nada. Lamentable y dolorosa la muerte de Beatriz Alberta Cariño Trujillo, que en el primer apellido llevaba la dedicación por su pueblo, por una vida mejor, digna por lo menos; también la del activista finlandés que obliga a los gobiernos europeos a reaccionar con indignación y con enojo, para que luego el señor que cobra como presidente de este país diga que los medios son los que hablan mal de México, como si no pasara nada malo.
Otra perla de nuestro surrealismo y de esas fiestas que se transforman en tragedias, en el espacio temporal de esta semana que pasó, la ciudadana Sara López González recibió el premio “Don Sergio Méndez Arceo” que otorga la fundación del mismo nombre para reconocer a quienes se hayan destacado por su valor en la defensa y promoción de los derechos humanos en nuestro país, nada más que esta ilustre mexicana se encuentra presa en el penal de Kobén en Campeche por luchar contra los cobros desproporcionados de la Comisión Federal de Electricidad, esta notable mujer es miembro del Movimiento de resistencia contra las altas tarifas de la energía eléctrica de Candelaria, Campeche. Según las crónicas periodísticas: “En noviembre de 2008 Sara López, Joaquín Aguilar y Guadalupe Borja fueron acusados por la CFE de privación ilegal de la libertad de un funcionario público e impedimento para la realización de un servicio público, cuando en realidad el funcionario les acompañó a supervisar la reconexión del servicio... Dicho movimiento agrupa a más de tres mil personas de 30 comunidades de la región y es parte de un movimiento nacional contra las altas tarifas de energía. Su exigencia ha sido el que se acaben los abusos que representan los cobros excesivos de la energía eléctrica, el establecimiento de una tarifa justa adecuada al nivel adquisitivo de la población de la región y el mejoramiento del servicio de energía eléctrica por el que los ciudadanos pagan a la paraestatal. La prestigiada organización Amnistía Internacional los declaró presos de conciencia el pasado 4 de marzo y acusó a las autoridades mexicanas de utilizar indebidamente el sistema de justicia para detener a estos líderes comunitarios”. Sin necesidad de jugar al adivino, en textos anteriores nos referíamos a los efectos del proceso de empobrecimiento de gruesas capas de nuestra población, que estaban haciendo que no pudieran tener acceso a los servicios públicos indispensables para diferenciar nuestro modo de vivir al de los animales, también, que nuestro gobierno federal prefería castigar penalmente la protesta social antes que ofrecer soluciones viables y dignas.
Otra vez nuestro desaseado e injusto sistema de justicia puesto en entredicho, con datos duros, no con chismes o rumores malintencionados. Igual que con el caso de las indígenas queretanas que por fin salieron libres, igual que con los padres de los niños de la guardería ABC, igual que en el caso de los ejecutados en un retén de Tamaulipas o de los estudiantes del Tec de Monterrey. Parece que las autoridades recibieron la orden de justificar lo injustificable y terminaron exhibiéndose más de lo que ya estaban.
De las demandas de los trabajadores el primero de mayo, de los ciudadanos que claman por un país seguro, sin corrupción ni impunidad; de la actitud digna y participativa de nuestros paisanos que están más allá de nuestra frontera norte y sus protestas contra mantenerlos en la ilegalidad, contra la discriminación, contra el racismo; de todo esto y más nos enteramos por los periodistas y los medios para los que trabajan y que saben que hay que proteger y ejercer la libertad de prensa, que los lectores, radioescuchas, televidentes, usuarios de internet tienen el derecho a estar bien informados para que puedan sustentar sus decisiones cotidianas y saber que vivir tiene algún sentido y vale la pena.
La esperanza es que la prensa y el periodismo queretanos estén a la altura de las circunstancias, que sepan que informar con la verdad, investigar con independencia, son exigencias actuales que hay que satisfacer, y si no, que la ciudadanía se los demande.

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