lunes, 6 de febrero de 2017

LO QUE FALTABA

LO QUE FALTABA Joaquín Córdova Rivas Los buenos deseos, las muchas ganas, el querer salir adelante, los hipócritas llamados a la unidad nacional, no sirven de nada si no se reconocen los errores y se aprende de ellos, por lo menos con la intención de no cometerlos nuevamente. Así que hay que reconocer, a la caracterización de nuestra casta política —que incluye a muchos políticos, empresarios y dirigentes religiosos, aunque no a todos, por allí alguno se salvará— como corruptos, rateros y deshumanizados, faltaba la de ineptos. No solo se roban hasta lo que está atornillado al piso o clavado en las paredes, también hacen lo que les da la gana con el producto de nuestro trabajo vía impuestos y se roban la tranquilidad, la seguridad, la salud, la posibilidad de una vida digna y un trabajo seguro, hasta con nuestro futuro engrosan sus estúpidas cuentas bancarias y propiedades nacas, también demuestran que no saben planear con inteligencia cualquier obra o servicio público. El colmo, ahora aceptan cargos de primer nivel sin saber nada sobre su materia de trabajo: Videgaray en Relaciones Exteriores. Algún día se percataron de la necesidad de transitar del norte el sur del país sin tener que atravesar la caótica ciudad de México, como todo lo convierten en negocio, concesionaron la construcción y operación de un “arco norte” a varias empresas de sus cuates. Como estas operan con el exclusivo objetivo de ganar más de lo que gastan tenemos una autopista de las más riesgosas del país, con peligrosas zonas de vados, con pendientes pronunciadas, con partes destruidas y mal parchadas, y con casetas de cobro con un sistema anticuado y pocos trabajadores, el resultado, lo que se ahorró en tiempo y combustible en el peligroso trayecto, se perdió en la tumultuosa salida. Una experiencia: el 23 de diciembre por necesidad tuvimos que salir de Querétaro rumbo a Puebla a las 14 horas, la “estancia” en la fabulosa autopista, que solo tiene dos gasolineras con sanitarios y tiendas, fue de 8 horas. Por lo pesado del tráfico de Querétaro a la entrada del “arco norte” hicimos dos horas, más las 8 horas atorados en sus casetas, más una hora a paso de tortuga para poder pagar en la de San Martín Texmelucan —esta sí de CAPUFE—, más lo que estuvimos parados esperando —inútilmente— que fluyera el cuajado tráfico, llegamos a Puebla a las 2 de la mañana del 24 de diciembre. Doce horas para un trayecto que en condiciones “normales” debiera ser de cuatro. A pesar de las afectaciones a miles de automovilistas y transportes de carga, los medios de comunicación no dijeron nada. Lo malo es que esto lo podemos multiplicar al infinito en cualquier parte, con cualquier servicio, con cualquier trámite. Así como nos están dejando, este país ya no es viable. Otro ejemplo. Las comunidades costeras de Michoacán han decidido, como otras en diferentes geografías, tomar el gobierno. Expulsaron a los partidos políticos, a los políticos y caciques locales con sus impuestos, con sus policías y guardias blancas, sacaron a la policía federal, al ejército y a la marina, fundaron su propio grupo de autodefensa, desde entonces no hay secuestros, ni extorsiones, ni desaparecidos. Sin descuidarse permiten el acceso a turistas y la operación normal de pequeños negocios —hoteles, gasolineras, tiendas, restaurantes y demás—. El proceso no fue fácil ni indoloro, les costó muertos, desaparecidos, enfrentamientos con las fuerzas armadas y la delincuencia organizada —que a veces son los mismos o trabajan cobijándose mutuamente—, pero hoy se autogobiernan y viven mejor que cuando tenían “autoridades legalmente constituidas”, demostrando que en las condiciones actuales tal “legalidad” tramposa es un estorbo y fuente de violencia. Más casos. ¿Cuál es la evaluación ciudadana de las obras públicas de las actuales administraciones locales? ¿Sirvió para lo que se prometió la vialidad de Avenida Universidad y Bernardo Quintana? ¿Los millones invertidos en la Plaza del Estudiante, en el Jardín Zenea, en la Alameda? ¿Mejoró el servicio de recolección de basura? ¿Qué pasa en nuestros aburridos “pueblos mágicos” que se llenan de artesanías “made in china”? Otra millonada anunciada para un eje de transporte público que nacerá rebasado y ni quién ponga orden en lo existente. ¿Son los gobernantes que merecemos? De nuestros vecinos del norte también hay cosas que merecen decirse. Se extrañan que ganara Trump cuando su principal propagandista fue el culto, refinado y académico gobierno demócrata de Obama, que siguió con el mismo programa neoliberal que iguala a ambos partidos —demócrata y republicano—: Siguió la concentración de la riqueza, el proteccionismo comercial, los abusos y tortura en sus casas de seguridad desplegadas en casi todo el mundo, la intromisión violenta en los asuntos de otros países, el espionaje contra cualquiera que tenga o esté conectado a través de un dispositivo electrónico o una red social —recordar las denuncias de uno de sus principales hackers: Snowden—, la deportación de 2 millones de indocumentados y la separación de miles de familias; el asesinato “preventivo”, por simple capricho o sospecha, con drones manipulados desde bases militares ubicadas a miles de kilómetros de distancia —en Las Vegas, Nevada, está la más conocida—. Parece contradictorio pero no lo es, con la bandera de los derechos civiles los demócratas se encargaron de irlos minando, hasta que emergieron los ultras y ganaron las elecciones. No hay rompimiento, es una continuidad descarada, a la vista de todos, quizás es lo que les molesta. Lo que falta es escalar las protestas, bloquear carreteras y tomar las plazas y calles no es suficiente porque no les afecta directamente, les vale. Hay que aprender de los bajacalifornianos que llevan mega ratoneras a los domicilios de los políticos, a sus oficinas. Que se note el repudio, que no puedan vivir tranquilos, eso sí les afectaría. Que si se les encuentra en un lugar público —estadio deportivo, restaurante, campo de golf, hotel, centro vacacional, plaza, calle, escuela— que se les reprenda, se les exhiba, sin violencia. Lo peor es cuando sucumbimos a la estupidez y les aplaudimos o pedimos una selfie con ellos. Dejar en paz a las Rubís quinceañeras y no ser parte de un desmadre colectivo que nos distraiga de lo importante, corregir los errores y deshacernos de quienes nos hacen daño. Cultivar la solidaridad y ser consumidores responsables, no basta con tonterías como consumir lo hecho en México, porque lo que se produce aquí o en cualquier parte responde a los mismos intereses, basta ver el comercial refresquero que presume “industria mexicana de Coca-Cola”, o saber que nuestras empresas cerveceras, tequileras y hasta chocolateras forman parte de conglomerados trasnacionales. O pedir que se compre en la tiendita de la colonia y no a las grandes cadenas cuando ofrecen la misma chatarra, los mismos productos de los grandes monopolios. Falta consumirles a nuestros productores cercanos, a los pequeños, a los que se la rifan sin apoyos gubernamentales, a los que resisten vender sus tierras por centavos, a los que requieren micro redes de distribución. Hay alternativas, allí están las epistemologías del sur, el Buen Vivir de los aymara, las todavía incomprendidas propuestas del neozapatismo, el decrecimiento consciente y responsable, el buscar la paz y la felicidad sin fastidiar al prójimo y al planeta. De eso nuestra casta política no entiende.

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