martes, 18 de septiembre de 2018

INSOSTENIBLE DESIGUALDAD

Joaquín Córdova Rivas Casi se nos va, pero es que estábamos perdidos en la vorágine electoral o quizás se prefirió presentar el claridoso documento hasta un neutro 29 de agosto pasado. En realidad, el informe de la CEPAL —Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas— titulado “La ineficiencia de la desigualdad” se presentó en el trigésimo séptimo periodo de sesiones de ese organismo celebrado del 7 al 11 de mayo en La Habana, Cuba. El informe es importante porque sigue la línea de rompimiento con este capitalismo neoliberal y sus perversos efectos sociales. Como señala el boletín informativo de la UNAM, fechado antes de la irrupción de los porros en Ciudad Universitaria: «En la UNAM fue presentado el informe “La ineficacia de la desigualdad”, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el que se analizan y miden los efectos de la falta de acceso a la salud, la educación, los ingresos y la discriminación por género o condición étnico-racial en una de las regiones más desiguales del mundo. [...] El rector Enrique Graue Wiechers afirmó que el documento refleja la lacerante inequidad, que es como un monstruo que se alimenta a sí mismo, “y si no la combatimos, nos destruirá por su propia ineficiencia”. [...] En 2017, expuso, los recursos de los 10 mexicanos más ricos equivalían al total de ingresos del 50 por ciento de los más pobres, es decir, de casi 60 millones de personas. Y mientras en el 2002 la fortuna de los cuatro mexicanos más ricos representaba el dos por ciento del producto interno bruto (PIB), para el 2014 ascendió al nueve por ciento, dijo ante la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena. [...] “Al crecer la pobreza y acrecentarse la brecha de desigualdad, las oportunidades escasean, la desesperanza crece; se generan tensiones sociales y con ello inseguridad. La cultura del privilegio alimenta la corrupción y las carencias de los satisfactores sociales conllevan a un deterioro ambiental”, aseveró Graue.» Los datos y las conclusiones le pegan directamente al modelo económico actual y a sus rémoras: las “ganancias” ilícitas de la corrupción y el crimen organizado, poniendo énfasis en la necesidad de cambio en las políticas públicas, lo que cae como anillo al dedo al discurso del presidente electo, al que le quita el carácter de ocurrencias peligrosas, como sus poderosos enemigos insisten en pregonar, y le acredita certeza y oportunidad a su diagnóstico. «En el auditorio “Maestro Jesús Silva Herzog”, del posgrado de la Facultad de Economía, Alicia Bárcena explicó que el documento propone una nueva generación de políticas fiscales con énfasis en el gasto público, pero sobre todo, en el combate a la evasión fiscal y los fondos ilícitos. [...] Además, establece que la igualdad es un valor fundamental, un principio ético irreductible y condición esencial para un modelo de desarrollo centrado en el cierre de brechas. [...] “Se trata de igualar para crecer, porque la desigualdad es injusta, ineficiente e insostenible, y genera instituciones que no promueven la productividad y la innovación; porque castiga la pertenencia de clase, etnia, género, y lleva a su máxima consecuencia la cultura del privilegio que naturaliza las desigualdades, lo que es inaceptable”, aseveró. [...] Es necesario, prosiguió Bárcena, eliminar la cultura de los privilegios, que afecta principalmente a la mujer. “Si somos capaces de ir de la cultura del privilegio a la cultura de la igualdad, podremos lograr un beneficio social que incluya no sólo a las generaciones actuales, sino también a las futuras”, comentó. [...] En su oportunidad, Gerardo Esquivel, académico de la Facultad de Economía (FE), expuso que el documento esboza una nueva visión macroeconómica, la construcción paulatina de un estado de bienestar y una economía sostenible, así como instrumentos para lograrlo. Esto, prosiguió, es importante en el momento que atraviesa el país, en el que una nueva administración construye sus políticas públicas.» Boletín UNAM-DGCS-527 Ciudad Universitaria. 13:30 hs. 29 de agosto de 2018 http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2018_527.html La síntesis del documento que comentamos abarca 78 páginas y define: «La igualdad se refiere a igualdad de medios, oportunidades, capacidades y reconocimiento (CEPAL, 2014). La igualdad de medios se traduce en una distribución más equitativa del ingreso y la riqueza, y una mayor participación de la masa salarial en el producto; la de oportunidades, en la ausencia de discriminación de cualquier tipo en el acceso a posiciones sociales, económicas o políticas. La igualdad en materia de acceso a capacidades hace referencia a habilidades, conocimientos y destrezas que los individuos logran adquirir y que les permiten emprender proyectos de vida que estiman valiosos. Por otro lado, la igualdad como reconocimiento recíproco se expresa en la participación de distintos actores en el cuidado, el trabajo y el poder, en la distribución de costos y beneficios entre las generaciones presentes y las futuras, y en la visibilidad y afirmación de identidades colectivas.» Más peligroso todavía para nuestras élites beneficiadas por la desigualdad: «La cultura del privilegio puede entenderse a partir de tres rasgos básicos que se remontan a la lógica colonial y que en la historia republicana se transfiguran y a la vez se preservan. El primero es la naturalización de la diferencia como desigualdad. Condiciones adscriptivas o semiadscriptivas operan como factores que justifican la desigualdad en derechos de propiedad, poder, nivel de vida, acceso a activos, redes de influencia y condición de ciudadanía. Esta homologación jerárquica entre distintos y desiguales se instaura en el sentido común de las élites y grupos dominantes, vale decir, pasa a considerarse como condición natural. El carácter hegemónico de esta forma de dominación radica, precisamente, en que una construcción histórica (la jerarquía de razas, géneros, pueblos o poblaciones) se internaliza como una realidad casi natural. El segundo rasgo presente en la cultura del privilegio es que quien establece esta jerarquía no es un juez imparcial, sino un actor entre otros que procura apropiarse de beneficios, para lo cual se constituye a la vez en juez y parte. Este sujeto obtiene esa posición de privilegio por su origen de clase o de sangre, su posición socioeconómica, su adscripción racial o de género, su cuna, su cultura o su pertenencia a élites de poder, o una combinación de las anteriores. El tercer rasgo propio de la cultura del privilegio es que, para operar y perpetuarse, la jerarquía tiene que difundirse a través de actores, instituciones, reglas y prácticas. De esta manera, se establece una dialéctica entre, por una parte, la naturalización de la diferencia como desigualdad y, por otra, la reproducción de las desigualdades por medio de estructuras e instituciones sociales. En esta dialéctica, la cultura del privilegio garantiza asimetrías en múltiples ámbitos de la vida colectiva, como el acceso a posiciones privilegiadas en los negocios y las finanzas; el poder decisorio o deliberativo; la mayor o menor presencia en medios que imponen ideas, ideologías y agendas políticas; la captura de recursos públicos para beneficios privados; condiciones especiales de justicia y fiscalidad; contactos para acceder a mejores empleos y servicios, y facilidad para dotarse de los mejores lugares para vivir, circular, educarse, abastecerse y cuidarse.» Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), La ineficiencia de la desigualdad. Síntesis (LC/SES.37/4), Santiago, 2018.» Más claro no se puede.

CANCELAR LA REFORMA

Joaquín Córdova Rivas Se acabaron las vacaciones escolares, los recesos intersemestrales, los períodos de planeación y capacitación docentes, y comenzó el caos citadino con las presiones financieras para equipar a nuestros escolapios con material que, supuestamente, facilitará el aprendizaje. Pero detrás de todo eso hay datos que ilustran el tamaño del reto que cotidianamente se encara en las aulas: «El sistema educativo mexicano es uno de los más grandes del mundo, con poco más de 36 millones de alumnos, de los cuales 30.9 millones están matriculados en algún nivel de educación obligatoria. Éstos son atendidos por 1.5 millones de docentes en 243 000 escuelas o planteles escolares a lo largo y ancho del país. La gran mayoría del alumnado se encuentra matriculada en escuelas y planteles de sostenimiento público.» INEE (2018). La educación obligatoria en México. Informe 2018. México: autor. Estamos tan acostumbrados a la existencia de una educación masiva que ya ni cuestionamos su origen, porque no siempre han existido sistemas educativos con las características actuales —públicos, gratuitos y obligatorios—, es más, su invención o establecimiento como tal data de fines del siglo XVIII y estaba lejos de promover lo que ahora se pretende, pero aun persiste la idea y práctica de producir ciudadanos dóciles y obedientes. Ahora se le incorpora el acceso generalizado a una educación “de calidad” —término incorporado del ambiente fabril e inadecuado por indefinido en la educación— para todos sin importar origen, raza, preferencia religiosa o sexual, ingreso económico y casi cualquier tipo de incapacidad física o mental, con lo que se lograría la anhelada igualdad social o, siquiera, de oportunidad al acceso a un mejor nivel de vida, o de “calidad de vida” sin importar lo privilegiado o jodido. Para lograr el acceso generalizado a la educación se han destinado inmensos recursos en la contratación de docentes y construcción de escuelas, pero también se creó un sistema contrahecho que ha servido descaradamente para el control político, primero de los profesores, a través del que fuera uno de los monopolios sindicales más grandes del mundo, que se impuso incluso con el uso franco de la violencia, de la represión, de la desaparición y del asesinato, y después, de la población en general. No era raro, todavía hace algunos años, que las únicas personas con influencia en poblados y comunidades fueran el cura, el profesor y el cacique; lograr la “sincronía” de esos tres, o que el profesor renunciara a su misión educadora fuera del aula, combatiendo rezagos sociales, prejuicios e intolerancias religiosas, fue el principal “logro” de ese sindicalismo charro, dispensador de “favores” y no defensor de derechos. Por eso, la jiribilla —Palabra que denota doble sentido, doble intención, véase capcioso, maldad, trampa— está en la intención detrás del armado institucional de ese sistema educativo nacional, dejado a su suerte durante décadas hasta que nuestros tecnócratas detectaron que allí también había negocio. http://www.asihablamos.com/word/palabra/Jiribilla.php Desarmar, cancelar, derogar, transformar la reforma educativa impuesta a lo largo de los sexenios de este neoliberalismo depredador no es tan fácil como algunos quieren creer. Veamos algunos aspectos que señala el ya citado informe del INEE: «la reforma constitucional de febrero de 2013, que introdujo cambios fundamentales, entre los que destacan los siguientes: se estableció el derecho de todos a recibir una educación de calidad; se creó el Servicio Profesional Docente (SPD), y la evaluación educativa adquirió el rango de política nacional, en consonancia con lo cual se ampliaron las atribuciones del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), órgano al que se le confirió autonomía constitucional, se le erigió en autoridad en la materia y se le encargó la coordinación del Sistema Nacional de Evaluación Educativa (SNEE), así como la realización de mediciones y evaluaciones de componentes, procesos y resultados del Sistema Educativo Nacional (SEN) y la expedición de directrices para orientar la definición de la política educativa.» Para llegar a ese grado de detalle hubo que reformar los artículos tercero y setenta y tres constitucional, crear instituciones como el propio INEE y darle facultades que parecen excesivas. Como dicen algunos expertos, es un sistema redundante donde cambiar una cosa implica tocar a todas las demás, por eso quedarse solo en que la evaluación no debe ser punitiva deja vigente el resto del entramado que trata a los docentes como individuos sin contrato colectivo de trabajo, con la pérdida de derechos laborales que padecemos: acceso simulado a los programas de estímulo y a una categorización temporal producto del resultado de la evaluación. En el caso de Querétaro, sujetos a los caprichos del gobernador vía un congreso estatal controlado y obediente. Además, legitima el diseño a modo del sistema educativo nacional para satisfacer las demandas de las cúpulas empresariales de “adiestrar” mano de obra barata, “flexible” y dócil, en lugar de la formación de una ciudadanía crítica y reflexiva con conocimientos suficientes para enfrentar los retos sociales y económicos del siglo XXI. Adicionalmente y a pesar de contar con expertos en las ciencias que convergen en el trabajo en aula, en la capacitación docente, en el diseño de programas de evaluación, en el manejo de los aspectos socio-emocionales que implica la enseñanza y el aprendizaje, se ha estado recurriendo a instancias privadas con una visión sesgada y que buscan, en primer lugar, hacer negocio. Por ejemplo, el programa denominado CnstruyeT que promueve el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo, en nuestro país se le asignó a una empresa de “coaching”, en lugar de aprovechar a los científicos e instituciones de nuestras universidades privadas. Ni qué decir que existe un desfase muy evidente entre lo que se pretende y las herramientas con que se quiere hacer. En fin, falta que la experiencia de los docentes y estudiantes sea tomada en cuenta para un rediseño en profundidad del sistema educativo nacional, hay que reorientarlo hacia un diseño de país incluyente, tolerante, democrático y que haga realidad, en lo que le toca, la disminución significativa de las desigualdades sociales, a la vez que eduque para la paz.

LA SANTA CEDE

Joaquín Córdova Rivas Ceder ante las múltiples corrupciones humanas es lo peor que le puede suceder a una institución que presume estar por encima de ellas, pero esa ha sido la constante a lo largo de su historia, no es nuevo, no es la primera vez ni será la última. Lo que desconcierta es el descuido, la carencia de mecanismos para prever, detectar y corregir a tiempo. El seguir creyendo que todo se le puede y debe perdonar como si no se estuviera exigiendo de antemano un régimen de excepción, lo peor, revictimizar a sus víctimas, echar mano de la ancestral culpa para aventársela a los demás, no mostrar arrepentimiento ni voluntad de cambio. Pero los costos ya rebasaron lo financiero, los millones de dólares para tapar los daños a la reputación ya no alcanzan, la credibilidad y legitimidad no se pueden restaurar con burdas maniobras políticas echando mano de los aliados de la ultraderecha, tan dados a cerrar los ojos cuando de llenarse las alforjas se trata. «Las 1.356 páginas del informe de un gran jurado de Pensilvania sobre los abusos sexuales de clérigos a más 1.000 menores de edad están repletas de descripciones escalofriantes y de crudos ejemplos de impunidad. La investigación revela que durante siete décadas la cúpula eclesiástica católica encubrió y toleró muchos de los abusos perpetrados por más de 300 sacerdotes. Por ejemplo, en la diócesis de Erie un cura confesó haber cometido en los años ochenta violaciones anales y orales a al menos 15 chicos, uno de ellos de solo siete años. Cuando se reunió con el depredador sexual, el obispo de la diócesis, Donald W. Trautman, lo elogió por ser una “persona cándida y sincera” y por los “avances” logrados en controlar su “adicción”. Y cuando finalmente el cura fue expulsado, el obispo declinó explicar los motivos. “Nada más debe indicarse”, escribió.» Desgraciadamente no parecen casos aislados, no es “alguien” que se descontroló y se aseguró, o tuvo mucha suerte, para que no se le descubriera, hay un patrón de deshonestidad, de uso del poder político y económico para encubrir la verdad: «Una suerte de “manual para ocultar la verdad” consistente de siete principios. Utilizar eufemismos para describir los abusos sexuales en los documentos de la diócesis, por ejemplo en vez de hablar de “violación” mejor usar “contacto inapropiado”. Si se inicia una investigación que la lleven a cabo personas sin experiencia, como otros clérigos. En busca de credibilidad, enviar a curas a “evaluar” cómo están los depredadores sexuales en los centros psiquiátricos religiosos donde han sido trasladados y a recabar solo la versión del acusado. [...] Si la diócesis determina que el escándalo es de tal calado que debe echar al cura abusador, evitar explicar el por qué: mejor definirlo como una “baja médica” o “fatiga nerviosa”. Sin embargo, si la comunidad descubre los abusos, la mejor solución es trasladar a ese sacerdote a otra iglesia, donde nadie sabrá que es un pedófilo. Aunque sea conocido que un religioso ha abusado de menores, mejor mantenerle el sueldo y las ayudas para su vivienda. Y finalmente, siempre es mejor no avisar a la policía de nada.» https://elpais.com/internacional/2018/08/15/estados_unidos/1534285596_678133.html No tiene caso ahondar en el escándalo, pero tampoco se vale quedarse callado, como si no pasara nada, como si las miles de víctimas solo fueran un número, simples efectos colaterales de una batalla entre el bien y el mal, porque seguiríamos la lógica de la impunidad. Tampoco creer que apenas pasó y pasa en unos cuantos lugares cuando los datos, las pruebas advierten sobre una práctica más generalizada, que está carcomiendo todo. Las denuncias en nuestro país mostraron las poderosas alianzas de los pastores que no dudan en sacrificar a su rebaño con tal de mantener sus exorbitantes privilegios, sin ir más lejos, este 27 de agosto el escritor, investigador y periodista Guillermo Sheridan reescribe sobre el acoso que sufrió en la escuela administrada por una orden religiosa: http://www.eluniversal.com.mx/columna/guillermo-sheridan/cultura/de-cuando-fui-victima-de-acoso-sexual En la peor de las perversidades, los propios cómplices de estas faltas están buscando la forma de utilizarlas contra su actual pontífice, que ha mostrado actitudes reformistas, según analistas cercanos al establishment religioso: « El epicentro de la guerra contra el Papa procede de la corriente tradicionalista de la Iglesia estadounidense vinculada al Tea Party y de potentes círculos mediáticos cercanos a Steve Bannon, obsesionado con los movimientos populistas en Roma y con el propio Vaticano. Un matrimonio de conveniencia con la derecha religiosa —estadounidense y Europea—, huérfana de un líder espiritual fuerte en el Vaticano que la defendiese. O que, al menos, no la atacase continuamente en cuestiones como la inmigración o las desigualdades. Un cocktail aliñado con un potente clickbait, una elevada dosis de falsedades e inversiones en portales como LifeSite, Catholic Register o el propio Breitbart de Bannon. Además, tras la dimisión de Benedicto XVI, la virulencia de los ataques ha crecido con la percepción de que elevar la presión puede provocar la dimisión de un Papa. https://elpais.com/internacional/2018/08/27/actualidad/1535387427_460890.html Como en todo, queda no abandonar la esperanza, en este caso en el cambio de rumbo y comportamiento de una institución que ha hecho del inmovilismo parte de su doctrina en un mundo con una humanidad cambiante, que enfrenta los desafíos con fórmulas diferentes a la negación, al oscurantismo, a la defensa de privilegios absurdos cuesten lo que cuesten. Ojalá que los católicos se atrevan a conquistar la centralidad que se merecen en su propia iglesia. Hay propuestas concretas, esas que temen los enquistados en el poder: «Tiene para ello que empezar a quebrar las piernas a esas estructuras con reformas concretas, empezando por la abolición del celibato obligatorio, la apertura a la mujer al poder de la Iglesia, así como a los laicos. Y hasta de deshacerse del viejo esquema rancio de la curia. [...] Tendrá que tener la fuerza, si fuera necesario, de convocar un nuevo concilio ya que la Iglesia acaba de cerrar un ciclo en este momento.» https://elpais.com/internacional/2018/08/27/actualidad/1535390732_402536.html

EL PODER DE LAS PALABRAS

EL PODER DE LAS PALABRAS Joaquín Córdova Rivas Todo gira alrededor de una idea: es posible transformar al país. Las urgencias allí están, casi todos sentimos que lo bueno se nos escapa como arena entre los dedos de las manos y, al contrario, que todo lo malo se pega a la piel como una mancha grasosa que entre más la frotas para intentar quitarla más se extiende. Si mucho caracterizó al proceso electoral pasado fueron los insultos, las descalificaciones, las noticias falsas principalmente en el ciberespacio a través de las redes sociales, muchos se convirtieron en replicadores de infundios que, afortunadamente, no tuvieron el efecto deseado por sus propagadores, pero las palabras son importantes, porque nos definen, marcan quiénes somos y queremos ser, pero las seguimos utilizando como si nada hubiera pasado, disfrazamos la realidad con las sutilezas que ocultan lo que en realidad pasa, allí están los medios de comunicación privados ejerciendo todavía su poder distorsionador. Hay que cambiar la manera en que nos referimos a nosotros mismos y a los demás, dejar de ser simples piezas de un juego que otros ganan y el resto perdemos porque las reglas están trucadas. Prácticamente no hay institución pública o privada que funcione dando el servicio que promete y por el que cobra, los ciudadanos nos hemos convertido en simples víctimas de sus muchas corrupciones y prácticas indebidas. Mejor ni mencionarlas otra vez. Lo bueno es que seguimos pensando que hay soluciones, esos 32 millones de votos contra la casta política así lo muestran. Ahora es tarea de todos, a través de la gran cantidad de organizaciones civiles que fueron surgiendo según se incrementaron las crisis humanitarias, de esos ciudadanos de a pie que se sacudieron el miedo y la indiferencia convirtiéndose en expertos en temas dolorosos, y de organismos nacionales e internacionales que cuentan con los recursos humanos —generalmente voluntarios o con ingresos simbólicos para la tarea que realizan— y financieros para darle seguimiento a la agenda nacional y elaborar propuestas bien fundamentadas. Una de ellas, que emite regularmente informes especiales sobre temas diversos que nos interesan a todos, es Amnistía Internacional. Más de siete millones de personas la integran por voluntad propia, muchos son donadores y mantienen la independencia de cualquier gobierno o partido político, así lo dejan ver sus informes, observaciones y datos que genera. Su capacidad de respuesta es alta y en tiempo oportuno porque cuenta con información, investigación propia y material basto para ofrecer una recopilación de propuestas y demandas puntuales. Apenas el pasado 14 de agosto, su capítulo mexicano, emite un documento titulado: México: «Memorándum para el Presidente Electo. Recomendaciones de Derechos Humanos para el próximo gobierno.» Pareciera prematuro pero las circunstancias lo exigen, primero porque no se puede perder tiempo en volver a hacer los diagnósticos que continuamente se han presentado públicamente, segundo, porque el presidente electo ha desplegado una actividad inusitada atendiendo a la urgencia y con la inercia de una campaña electoral en la que adelantó las líneas generales de sus propuestas. Ahora hay que utilizarlas para detener el estado de catástrofe que algunos se empeñan en negar. El citado memorándum, quitando la portada, presentación y el final protocolario, es una apretada síntesis de 6 cuartillas en letra menor a lo usual para aprovechar el espacio, está dividido en 7 apartados para mayor claridad, sin pretender que se pueden atender aislados, al contrario, el enfoque integral es indispensable: Sociedad segura y estado de derecho, Fortalecimiento de la procuración de justicia, Violencia de género contra las mujeres y las niñas, Personas defensoras de los derechos humanos, Migración y refugio, Derechos de los pueblos indígenas, Política exterior en materia de derechos humanos. La intención y sus alcances están explícitos, no hay nada oculto o con doble intención: «Este memorándum dirigido a Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, tiene como objetivo presentar las principales observaciones, preocupaciones y recomendaciones de Amnistía Internacional para hacer frente a la seria crisis en materia de derechos humanos en la que se encuentra el país. Considerando los constantes y complejos desafíos que esto conlleva, Amnistía Internacional considera que la nueva administración podría impulsar cambios sustanciales si coloca de forma inmediata la agenda de los derechos humanos como el eje central de las políticas públicas y de las decisiones gubernamentales.» Y se puede consultar en: https://amnistia.org.mx/contenido/conoce-en-memorandum-que-le-hicimos-llegar-a-amlo/ Allí están, con todo el poder de las palabras, las propuestas específicas y fundamentadas en un tema muy sensible: el respeto a los derechos humanos. Seguramente otras organizaciones tendrán las suyas y querrán compartirlas para contribuir a la transformación de este sufrido país y sus agobiados ciudadanos.

SE SOLICITA TROVADOR

SE SOLICITA TROVADOR Joaquín Córdova Rivas Hay que imaginar que un país diferente es posible, hay que contagiar esas ansias por cambiar, hay que convencer que vivir con miedo no es normal, que se pueden resolver los problemas sin recurrir a la violencia intrafamiliar o en el noviazgo, que el romanticismo y el amor no combinan con los golpes o las humillaciones cotidianas, que es deseable y alcanzable estudiar lo que los talentos personales indiquen, que se puede envejecer con dignidad porque podemos construir un sistema de jubilaciones y pensiones justo y remunerador, que ser joven no es sinónimo de delincuencia, que ser indígena o profesar una creencia religiosa diversa a la de la mayoría no significa ser inferior, que podemos sacudirnos el temor a ser víctimas de quien cree ser impune porque ya no lo será, hay que valorar lo que tenemos y ser solidarios con los demás. La lista se antoja interminable, pero es que lo que hay que modificar parece tampoco tener fin. Imaginar una forma diferente de amar que haga imposible un feminicidio implica derrotar machismos ancestrales que ahora se disfrazan de simple seguimiento de reglas o de respeto a tradiciones, el conservadurismo mexicano a veces se encubre de moral y buenas costumbres, de “mejor malo conocido que bueno por conocer”, no por nada somos el país de las quesadillas sin queso o del chile que no pica. Queremos que las cosas cambien pero que lo hagan otros, para nosotros seguir siendo igual de gandallas. Las sociedades que intentan cambios urgentes y radicales —esto último no por violentos, sino porque se llegó a una situación insoportable que todo contamina—, recurren a construir su propia narrativa, a esparcir las nuevas ideas a través del arte, porque como decía el poeta Dante Alighieri, la belleza es el adorno de los argumentos, de las razones, de los sentimientos y emociones, y el arte tradicionalmente trata con la belleza. La llamada “poesía social” armada de música se convierte en esa trova latinoamericana que le canta a los pueblos necesitados de cambios, no se puede pensar en la dilatada democracia chilena sin Salvador Allende y los infaltables cantautores populares como Víctor Jara, la inolvidable Violeta Parra, el físico, matemático y antipoeta Nicanor Parra, el poeta Pablo Neruda; la esperanza uruguaya parece proyectarse en Mario Benedetti, en el genial Jorge Drexler; la todavía convaleciente Argentina, víctima de todos los abusos posibles que se les ocurre a las dictaduras militares, se piensa con Jorge Luis Borges, con la sensibilidad de Alfonsina Storni, con León Gieco, con la potente voz indígena de Mercedes Sosa, con el cotidiano Alberto Cortez, con el persistente rock en español; podríamos seguir país por país de nuestra sufrida Latinoamérica y sus venas abiertas como dijera el nacido uruguayo Eduardo Galeano, todos tienen figuras qué presumir, esos que lograron en buena medida romper el cerco de la censura, del comercialismo necesariamente barato pero con un control férreo sobre los medios de difusión artística. Se dice y puede que tenga algo de verdad, que esa poesía social en español tiene un primer impulso, por lo viejo y por la intervención de la naciente potencia militar nazi, en la España inmediatamente anterior a la segunda guerra, pero ni el franquismo pudo callar a poetas, compositores y cantantes, hasta acá nos llegaron Antonio Machado, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel San José, Luis Eduardo Auté, Joaquín Sabina y todos con los que su memoria contribuya. Todos aportando una forma alternativa de ver la vida, de proponer relaciones sociales fundadas en el respeto a la diversidad, en el reconocimiento del otro, en la solidaridad y la pelea contra las desigualdades sociales. Por una democracia diferente, diaria, en todos los ámbitos. La terquedad cubana sería imposible sin sus trovadores, los que conocemos desde hace décadas y seguimos cantando: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Sara González, Amaury Pérez, en el poeta que les sirve como antecedente y maestro: José Martí; la negritud presente en Nicolás Guillén y tantos otros. No pretendo una revisión exhaustiva, no me alcanza la vida para conocerlos a todos, faltan muchas mujeres que estuvieron en todo este proceso, pero librar la censura y el machismo es un doble candado que no siempre se pudo romper. ¿Dónde están los trovadores mexicanos? Indudablemente existen, llevan décadas componiendo, cantando, presentándose donde quiera que les abran los espacios, los micrófonos, a contracorriente de una cultura que en muchos casos sigue creyendo que escribir, tocar magistralmente un instrumento musical, componer cualquier canción que cuestione nuestro conservadurismo mocho, macho e hipócrita, no es profesión decente. El duopolio televisivo y radiofónico ni los pela, prefieren hacer negocio con pseudo “estrellas” extranjeras o locales desechables, pero, hoy más que nunca su voz, la de esos trovadores para seguirles llamando así, y su música, resultan necesarios, porque su visión es diferente y crítica, porque proponen de una manera amable formas cotidianas de ser mejores seres humanos. No nos va a alcanzar con cambiar las instituciones, barrer la corrupción como se barren las escaleras, de arriba hacia abajo necesita que nos dejemos de tranzas en las planta baja, que cambiemos nuestra cotidianidad, de otra forma se perderá el tiempo, el esfuerzo, se agotará la esperanza y perderemos irremediablemente el futuro que imaginamos mejor y disfrutable.

LA MEMORIA ANTES DEL 68

LA MEMORIA ANTES DEL 68 Joaquín Córdova Rivas No, nunca fue la inventada en los discursos oficiales “conspiración internacional comunista”, nunca fue la falsa intervención de agentes externos o de traidores a la Patria —así, con mayúsculas—, siempre fue el despotismo de un régimen político y de su brazo gubernamental. El 68 mexicano no se explica sin los movimientos sociales anteriores que son ignorados en nuestra historia oficial, esa que resulta ajena a los libros de texto, esa que todavía cree en la generación espontánea para no hurgar en una memoria colectiva que se resiste a la amnesia generacional. Los estudiosos coinciden, los movimientos sociales mexicanos se incrementan en número e importancia a mediados de la década de los 50 del siglo pasado. Pocos recuerdan el magisterial de 1956-1960, que ya presenta características diferentes a los movimientos campesinos anteriores, en el sentido de que ahora es un gremio —los maestros—, con características educativas y profesionales específicas que los llevan a organizarse y tener demandas diferenciadas, ahora son esa parte de la sociedad encargada de llevar a cabo los postulados sociales de una revolución que, contradictoriamente, pretende “institucionalizarse”, las que cuestionan el nuevo orden posrevolucionario, que lo desnudan en cuanto a sus pretensiones autoritarias. Un poco más cercano en el tiempo pero todavía alejado en la memoria, el movimiento ferrocarrilero del 58 con Demetrio Vallejo a la cabeza, mostraría la forma en que el aparato gubernamental enfrentaría cualquier intento de organización gremial o de movimiento de masas organizados alrededor de demandas puntuales y por fuera del corporativismo oficial: la represión y el desprestigio público utilizando a una prensa escrita obediente y cooptada, y una naciente industria radiofónica y televisiva que servía como altavoz del poder. El ejército tomaría los locales sindicales, se asesinaron dirigentes, cientos de ferrocarrileros fueron consignados y encarcelados, los despedidos sumaron centenares. Con las potencias surgidas de la segunda guerra mundial dividiéndose el mundo, el gobierno estadunidense se adjudica ser el protagonista bueno de esa llamada “guerra fría” librada en contra del antagonista casi demoníaco y “comunista”. Así, nuestro vecino del norte construye su propia narrativa donde ellos son los “guardianes” del mundo, los “defensores” de la democracia, los modelos de un “american way of life” al que todos debemos aspirar pero que no podemos merecer. Y su intervencionismo económico y militar los lleva a invadir países, derrocar gobiernos, asesinar disidentes, reprimir movimientos sociales propios y ajenos, a imponer por la fuerza sus intereses económicos y políticos con la frecuente complacencia de las castas políticas locales. Como manchas indelebles en la historia quedan las guerras intervencionistas más sangrientas incluso que la II Guerra Mundial, en Corea de 1950 a 1953 y la de Viet Nam de 1955 a 1975. Mientras tanto en Cuba, la insurgencia dirigida por Fidel Castro lograba derrocar al régimen pronorteamericano de Fulgencio Batista en 1959. En ese contexto y buscando la cobertura para no tener que “afiliarse” ni a unos ni a los otros, nacen los Movimientos de Liberación Nacional en 1961, que declaraban, entre otros puntos: «Rechazamos la doctrina Monroe y la política de pretendida seguridad y defensa hemisférica que menoscaba nuestra soberanía. Oponemos al panamericanismo opresor, un latinoamericanismo que libere nuestras fuerzas productivas, amplíe nuestras posibilidades de desarrollo, fortalezca la solidaridad y cooperación entre nuestros pueblos y contribuya eficazmente a la paz en el hemisferio y en el mundo.» En el caso mexicano, ese movimiento agruparía a diferentes fuerzas de izquierda y a lo que se llamó “nacionalismo revolucionario” incluyendo, por primera vez, una serie de organizaciones sindicales y políticas fuera del oficialismo priista. En su nacimiento, su dirigente formal y moral el general «Lázaro Cárdenas planteó: “...Ni en la lucha por la Independencia ni en la Reforma ni en la Revolución de 1910 se habían confabulado las fuerzas de las oligarquías dominantes, las del clero político y del imperialismo norteamericano, como sucede hoy”. Y agregaba: “...México, como todos los demás pueblos de América Latina, tiene que organizarse, unirse para la defensa conjunta de sus intereses; y a esto tiende la asamblea que ustedes celebran”.» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=116914 Pero antes, como antesala del movimiento estudiantil y universitario, los médicos de los hospitales públicos, de esas instituciones encargadas por la Revolución —también con mayúsculas— para cristalizar los ideales populares de garantizar la salud de los mexicanos sin distingos de ninguna especie, estallarían su movimiento en busca, inicialmente, de defender sus derechos laborales. «El movimiento de residentes e internos comenzó el 26 de noviembre de 1964, pocos días antes de que Gustavo Díaz Ordaz asumiera como nuevo presidente de México. Como en el caso de otros movimientos sociales, sus raíces se remontan a un reclamo específico. Unas semanas antes había circulado el rumor de que los residentes e internos del hospital "20 de Noviembre" de la Ciudad de México no recibirían ese año su aguinaldo como era costumbre. El escenario del conflicto, el hospital "20 de Noviembre", era sorprendente ya que dicho hospital había sido inaugurado unos pocos años antes y, supuestamente, era un ejemplo reluciente del éxito del sistema de salud pública mexicano. Este hospital formaba parte del complejo de salud pública -Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) e Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE)- que, desde 1943 y 1959 respectivamente, prestaban atención sanitaria a gran parte del pueblo mexicano. Las clínicas y hospitales del IMSS eran reconocidas como prueba tangible y uno de los logros principales del partido gobernante posrevolucionario mexicano: la seguridad social.» Pero a esa demanda inicial, y dada la sordera del aparato oficial y su partido, se fueron incluyendo otras que tocaban el corazón del autoritarismo presidencial, mostrando la inconformidad hasta el momento encubierta, de los profesionales de la salud en todo el país. La represión también fue la respuesta.

OBLÍGUESE, PERO NO SE CUMPLA

OBLÍGUESE, PERO NO SE CUMPLA Joaquín Córdova Rivas Que el país está en un estado de desastre lo sabemos todos aunque algunos insistan en no darse cuenta, tan lo sufrimos que los resultados electorales recientes no necesitan mucha explicación. Están los datos duros, están los nombres y apellidos de las víctimas de la dejadez, del desamparo, de la ineficiencia, del valemadrismo. Muchos de ellos oficiales, de estadísticas y evaluaciones que no alcanzan a maquillarse por la velocidad con que circula la información. Nuestro sistema educativo nacional no escapa a la debacle, aunque pretendan decir que por eso se hizo la reforma laboral en la educación, los supuestos cambios, que además ya tiene años tratando de arraigarse sin éxito, no aciertan a corregir el rumbo. Quizás porque los profesores no estamos convencidos, se nos ninguneó, se nos culpó del mal desempeño de funcionarios y directivos que cobran como si supieran y trabajaran. Dice el INEE —Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación—, que no se vale utilizar los resultados de las evaluaciones para afirmar lo antes expuesto, que las distintas evaluaciones tienen diferente intencionalidad y diseño, por lo que hacer “promedios” o establecer “rankings” —clasificación de las escuelas de mayor a menor según el promedio de puntos obtenidos por sus estudiantes—, es un uso perverso de las evaluaciones masivas y estandarizadas. Si bien el INEE admite que conocer esos resultados es indispensable para que el sistema educativo pueda valorar los aspectos significativos que influyen en el aprendizaje de los estudiantes, lo principal es que la sociedad en general tenga la seguridad de que se está cumpliendo con los objetivos para los que se creó y funciona esa inmensa estructura educativa. Garantizar que los recursos, materiales y humanos, necesarios y suficientes, están disponibles para que cualquier niño o joven mexicano aprenda a ser buen ciudadano, mejor ser humano, pueda convivir en sociedad ejerciendo sus derechos y obligaciones, se deshaga de prejuicios, sea crítico y analítico y desarrolle los saberes, las actitudes y aptitudes requeridas para disfrutar de una vida plena en este siglo 21. En su informe La Educación Obligatoria en México 2018, el INEE señala, entre otras muchas cosas que: «En 2015, 77% de la población nacional se concentraba en localidades urbanas y semiurbanas. Según el censo de 2010, en el país había 192 247 localidades, de las cuales 98% eran rurales. A los niños que viven en localidades de entre 100 y 500 habitantes los atiende el Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) mediante modalidades comunitarias donde los maestros son becarios egresados de bachillerato, hospedados y alimentados por las comunidades. Sin embargo, en las localidades de menos de 100 habitantes vivían 784 866 niños y jóvenes en edad para asistir a la educación obligatoria para los cuales no existe una política específica de atención educativa. [...] Solamente 53% de los niños indígenas en edad de preescolar y primaria es atendido en una escuela bilingüe intercultural. Esto quiere decir que poco menos de la mitad recibe una educación carente de relevancia y pertinencia lingüística y cultural.» La importancia del tema en nuestro país está en su tamaño y cobertura: «El sistema educativo mexicano es uno de los más grandes del mundo, con poco más de 36 millones de alumnos, de los cuales 30.9 millones están matriculados en algún nivel de educación obligatoria. Éstos son atendidos por 1.5 millones de docentes en 243 000 escuelas o planteles escolares a lo largo y ancho del país. La gran mayoría del alumnado se encuentra matriculada en escuelas y planteles de sostenimiento público. [...] Matricularse y asistir a la escuela es apenas el primero entre varios factores que concurren en el logro de aprendizajes, pero su importancia es innegable. La asistencia a la escuela se ha incrementado en todos los grupos de edad que comprenden la educación obligatoria. [...] Pese a ello, todavía 1 de cada 5 niños de 3 a 5 años y 1 de cada 4 de 15 a 17 años de edad no asisten a la escuela, si bien es este segundo grupo el que reporta el mayor crecimiento en la asistencia, de casi 24 puntos porcentuales en los últimos 15 años. [...] En números absolutos, la cifra de alumnos que abandonaron la escuela en el ciclo escolar 2015- 2016 es considerable: poco más de 1.1 millones, de los cuales 770 000 pertenecían a la EMS —Educación Media Superior— [...] Las causas predominantes del abandono escolar obedecen a factores económicos, ya que los estudiantes tienen necesidad de trabajar. Sin embargo, el abandono también está asociado con factores relativos a la gestión de la escuela y del aula, así como a la relevancia de la enseñanza, factores que el sistema educativo debe combatir.» Considerando los resultados de 4 evaluaciones masivas, una nacional (PLANEA) y las otras internacionales (PISA, LLECE e ICCS) se concluye que: «Los resultados obtenidos a partir de ellas muestran bajos logros de aprendizaje por parte de una proporción muy alta, a veces mayoritaria, del alumnado. Los estudiantes obtienen calificaciones por debajo del nivel básico de desempeño tanto en Lenguaje y Comunicación como en Matemáticas. El porcentaje de alumnos que no logra los propósitos básicos de aprendizaje aumenta conforme se avanza en los niveles educativos.» Curiosamente, entre los posibles factores que hay que tomar en cuenta para superar esa situación, no aparece: el informar puntual y oportunamente a los docentes de las intenciones, resultados e interpretación de la multitud de evaluaciones que se hacen a lo largo de un ciclo escolar, por lo que las planeaciones académicas se hacen a ciegas, ignorando el contexto, sin simulaciones, de los estudiantes de cada escuela; tampoco se menciona la falta de funcionamiento de los órganos e instancias de participación social o académico, que solo se reúnen cuando a los directores se les pega la gana —en EMS— o a rellenar formatos en los consejos técnicos de educación básica; menos se considera el tomar en cuenta la opinión y saber de los docentes respecto de programas y planes de estudio, por lo que se les aparecen como impuestos —lo son— y totalmente ajenos a su práctica cotidiana. Como resultado esperado a tal desorden e imposición: «Los resultados de aprendizaje son más bajos en las comunidades más pequeñas, en alumnos que viven en zonas de alta o muy alta marginación, en niños HLI (hablantes de lengua indígena), y entre los alumnos que proceden de familias de menores ingresos y cuyos padres cuentan con menores niveles de escolaridad.» Insistir en que los profesores tenemos la culpa no se sostiene ni con sus datos: «Los resultados de los docentes evaluados con el primer modelo fueron en general buenos. En 2015, sólo 13.8% de los docentes de educación básica y 17.3% de los de EMS obtuvieron resultados insuficientes. En 2016 la evaluación fue de registro voluntario y, naturalmente, el porcentaje de quienes obtuvieron resultados insuficientes fue menor (5.6% de educación básica y 5.9% de EMS). En cuanto a directores y supervisores, la proporción que obtuvo resultados insuficientes fue mayor: 21% en ambos casos.» Hay muchísimos datos más, solo queda recomendar la lectura de dicho informe, lo que sí se puede concluir es que urge un cambio en la estrategia, la actual no funciona ni funcionará por los vicios de origen ya comentados en esta y otras ocasiones. Ni modo, así estamos.