VIOLENCIA
EXTREMA
Joaquín
Córdova Rivas
Mucho
de lo que nos pasa, como sociedad e individuos, no debería ser considerado normal,
aunque esté fincado en creencias, tradiciones y costumbres milenarias. La
violencia feminicida ha dejado de ser invisible por el trabajo y la perseverancia
de mujeres y hombres que han luchado por cambiar la realidad que, a veces, se
nos quiere presentar como monolítica y hasta eterna. Además, no es
indispensable ser mujer para reflexionar o traer opiniones informadas sobre el
tema.
Marcela
Lagarde, la mexicana que elabora el concepto de feminicidio en complemento con
el de femicidio nos dice, en una entrevista publicada apenas este 19 de
febrero:
«La
violencia se produce por la desigualdad entre mujeres y hombres. Y funciona
para mantener esa desigualdad, para atemorizar al resto de mujeres y lograr que
no salgamos de los límites que se nos fija en cada sociedad. Cuando se mata a
una mujer hay pedagogía: sirve para que las demás nos enteremos, nos
aterroricemos y cojamos miedo. Que no seamos dueñas ni siquiera del espacio
privado. Dígame tres grilletes invisibles que encadenan a las mujeres de
hoy. -Uno es el llamado “velo de la igualdad”. Muchas mujeres creen que ya
están en condiciones de igualdad y que no tienen que luchar más por sus
derechos. Es preciso que seamos conscientes de lo que hemos avanzado para
darnos cuenta de cómo hay que sostenerlo. Hay otro grillete que preocupa: la
falta de implicación de hombres en la defensa y construcción de la igualdad. Y
otro grillete importante es que no hay una educación por la igualdad mientras
que sí existe un bombardeo comunicativo y publicitario que se basa en la
cosificación de las mujeres, en el uso sexual de las mujeres y la violencia
contra las mujeres asociada a las ideologías de éxito y del amor romántico
actualizado. […] Yo aspiro a que dentro de 50 años ya no haya feminicidio. Pero
en cinco años va a seguir habiéndolo. Porque es imposible hacer
transformaciones tan hondas en poco tiempo. Falta mucho, pero vamos por el buen
camino. https://billieparkernoticias.com/marcela-lagarde-se-mata-a-una-mujer-para-aterrorizar-a-todas/?fbclid=IwAR1jb235tUUjxIlD43m_hCM7-1CZvFmzjojGoO5cnm_e_c8PQ2yBfnzF_X4
En
otra entrevista la escritora argentina Mariana Enríquez parece responder a las opiniones
de que el actual sistema económico, para justificarse, se mete hasta en la
construcción de subjetividades, en el desarrollo de “verdades” que lo
normalizan:
«El
desamparo es inherente al capitalismo, es inherente al abandono por parte del
Estado de las personas y es inherente a la gran mentira capitalista de que
todos nosotros construimos nuestro futuro. Se ha instalado la idea de que “si
querés, podés” y es falso, no es así: te condiciona tu género, te condiciona tu
clase, te condiciona tu condición geopolítica. El discurso de la autoayuda es
propio del capitalismo liberal para, de alguna manera, culparte de tu
desamparo, para culparte de tu miseria, de tu condición… lo que te dice la
autoayuda es que si no consigues determinada cosa es porque no has tenido las herramientas
necesarias. Sin embargo, lo individual, el esfuerzo individual, nunca basta. ¿La
vida, como parecen decir tus relatos, es un camino de perversión? Creo
que todas nuestras sociedades tienen una suerte de pedagogía de la crueldad, de
la indiferencia. Se nos enseña a ser crueles e indiferentes para sobrevivir.
Nuestra falta de empatía es la falta de empatía del Estado, que representa la
violencia institucional. https://www.letraslibres.com/espana-mexico/politica/todas-nuestras-sociedades-tienen-una-pedagogia-la-crueldad?fbclid=IwAR2Ju4kxKADgJrApO2LTnjNL3xVgLGQYCYf6YWk8u_nlvN7ZWcQYMOlJMkI
En
un ambiente social tan complejo y contradictorio, las simplezas ganan adeptos
que con el tiempo se vuelven un lastre porque impiden, con su ignorancia,
avanzar o siquiera mantener lo ya caminado. Por eso voces como la de Marta
Lamas pretenden ser desautorizadas por quienes saben menos del tema o presumen
de una radicalidad engañosa y hasta inconveniente.
«Entonces
lo que es interesante de distinguir entre el movimiento de mujeres y movimiento
feminista, es que te lleva a entender que cuerpo de mujer no garantiza
pensamiento feminista. Elba Esther Gordillo es mujer; Marta Sahagún es mujer;
la Gaviota es mujer, digo, no pensemos que el ser mujer automáticamente te
convierte en feminista ni te da una esencia especial. Yo he sido muy crítica de
algunas posiciones feministas, que se llaman feministas, que creen que las
mujeres tenemos una conexión especial con la tierra o somos más limpias y menos
corruptas que los hombres, digo no leen los periódicos, pero bueno. Uno de los
ejes de reflexión del feminismo más interesante ha sido justamente el
antiesencialismo; no hay una esencia de mujer ni una esencia de hombre. Somos
resultado de procesos culturales, procesos psíquicos, hay mucho de inconsciente
de cómo fuimos troquelados por la feminidad y por la masculinidad, por eso
vivimos esto que Bourdieu llama la violencia simbólica que es que reproducimos
pautas que nos hacen daño a nosotros mismos, a los hombres y a las mujeres
porque hemos sido troquelados y pensamos que eso es lo natural… creo que es muy
importante leer, estudiar, estar en la punta de la discusión, estar formados
para en un momento determinado cuando se da la coyuntura, poder intervenir con
conocimiento.» http://www.redmovimientos.mx/2016/wp-content/uploads/2017/12/Conversatorio-FEM.pdf
Tiene
razón Marta Lamas cuando acude a la metáfora del troquel en nuestra formación
masculina o femenina, el troquel requiere de violencia, de fuerza, mientras que
el moldeamiento sería un proceso mucho más blando, más de dejarse, de
convencerse y menos de imponerse.
Hay estudios muy
exhaustivos de lo que se ha avanzado en el tema de la protección de los
derechos, de su conquista y en contra de la violencia contra la mujer. «Feminicidio
en México» es una investigación de Patricia Olamendi donde da cuenta de las
reuniones internacionales, desde los años 70 del siglo pasado, de los avances
en legislación y acuerdos dentro y fuera del país, son 264 cuartillas de
valiosa información, publicado en 2016 por INMUJERES. Ya en 1976 se define: «El
femicidio representa el extremo de un continuum de terror anti-femenino que
incluye una amplia variedad de abusos verbales y físicos tales como violación,
tortura, esclavitud sexual, abuso sexual infantil incestuoso o extra-familiar,
golpizas físicas y emocionales, acoso sexual, mutilación genital, operaciones ginecológicas
innecesarias, heterosexualidad forzada, esterilización forzada, maternidad
forzada. Siempre que estas formas de terrorismo resultan en muerte, ellas se
transforman en femicidio».
Unos cuantos años después: «Mary Anne Warren en 1985 denominó el problema de las muertes
sistemáticas de las mujeres, como un genericidio al comprobar que
estadísticamente las mujeres en edad reproductiva tienen mayores probabilidades
de ser asesinadas por hombres que morir por cuestiones de salud, accidentes de
tráfico, laborales y guerras, todas las anteriores juntas.»
Patricia
Olamendi da cuenta de la investigación de Julia Monárrez en Ciudad Juárez y
otros estudios sobre el fenómeno de violencia en contra de las mujeres, y
encuentra que la violencia contra las mujeres puede catalogarse en 14 maneras
diferentes, entre ellas la Infantil, que: «Es la muerte de una niña menor de 14
años de edad cometida por un hombre en el contexto de una relación de responsabilidad,
confianza o poder que le otorga su situación adulta sobre la minoría de edad de
la niña.»
En
fin, información hay mucha, propuestas teóricas, prácticas y metodológicas
también, lo que no se vale es retroceder en cualquiera de ellas por simple
ignorancia escudada en una indignación inmediata que puede ser justificada.
Pero reaccionar sin reflexionar es muy peligroso y genera más resistencias que
simpatías.