jueves, 23 de diciembre de 2010

EL MIEDO

“Se trata de perseverar en la vida, y el conservarse vuelca la potencia a las cirugías, los remedios, los leviatanes. Un incidente prominente puede volver a la gente más temerosa de lo justificado; la concentración de la atención en el caso resonante puede desplazar la atención por algo peor, descuidando la probabilidad, ya que el compromiso emotivo desplaza la investigación de la magnitud real del riesgo. […] El miedo se filtra, húmedo y ondulatorio, se disemina polvoriento, se corporiza en espectros, trasciende a la velocidad de la luz; el miedo une, crece y se hace creencia y sacramento, ya religión que hace a la polaridad grupal. Es lo inverso de un ágape insumiso. Los grupos, con más miedo que los individuos, se sumen en la liturgia de las tinieblas”. Claudio Martyniuk. FACTORES DE RIESGO. Un análisis desde la filosofía del derecho.

El miedo es canijo, paraliza, se incrementa, se vuelve irracional. El miedo tiene miedo de sentirse solo y convoca a otros peores que él, se socializa, impide pensar con claridad, apela a los instintos y, en el último de los casos, a las respuestas violentas.

El caso del secuestro más prominente del año, por la importancia del personaje involucrado, incrementó el miedo entre quienes se sienten naturalmente inmunes al riesgo, por el poder que concentran, por las seguridades que compran, por las lealtades que subordinan. Así es como se entienden las reacciones viscerales que mostraron los voceros oficiosos a las declaraciones del recién liberado, atribuyendo algunas razones ideológicas a su secuestro. Lo impensable estaba sucediendo, el camino sin retorno, la política sin alternativas, el modelo económico ineludible, el único mundo posible estaba siendo cuestionado en transmisión nacional; el miedo se incrementó según se comenzó a filtrar, en algunos medios de comunicación, el texto titulado “Epílogo de una desaparición” que intenta dar una explicación, desde dentro del grupo de secuestradores, a la elección de su víctima en turno; peor cuando se mencionan otros nombres. Entonces sí se desató la histeria hasta llegar a la ramita más alta de Los Pinos: es puro rollo, declaró su fugaz ocupante.

Los intentos por alcanzar una explicación no pueden comenzar por la descalificación a bote pronto, eso está bien para los grandes públicos, para los ciudadanos que no se percatan de que están siendo manipulados para que tengan las mismas reacciones de rechazo irracional de quienes sienten en peligro sus creencias más arraigadas en la conveniencia coyuntural. Lo que está pasando no tiene nada de novedoso, un grupo de secuestradores que pretende rebasar ese nivel y darle una base de inconformidad social a su comportamiento, o quizás sea al revés, de todas formas se apela a una forma diferente de ver y organizar el mundo para el hipotético beneficio de otros que no son los actuales poderosos. Allí reside su peligrosidad. Si en realidad ese grupo organizado pretende ser congruente con lo que declara es otra cosa que no depende más que de ellos. Lo que no sirve de nada, si en realidad queremos entender lo que pasa, es la reacción fácil y apanicada

Pensar que hay otras formas de organización social más justas, equitativas, plurales y tolerantes tampoco es novedoso, el riesgo es la utilización de métodos que exceden los cálculos de quienes concentran los beneficios de la actual. Mientras, lo que puede estar pasando, es que haya grupos organizados que piensen que no hay otra alternativa para darle una salida pacífica a sus reclamos, a sus necesidades, a sus pretendidas solidaridades; que estén llegando a pensar que el diseño institucional no sirve y no cambia para darle salida a los problemas personales, familiares y generacionales de millones de mexicanos. Si el sistema, por temor, termina cerrándose más, promoverá la aparición de este tipo de grupos que sumados a los problemas de inequidad, corrupción e impunidad que han hecho posible al neoliberalismo, condenarán a la pobreza a más millones de mexicanos.

¿Cómo entender la complejidad social si despreciamos las ciencias dedicadas a explicar y promover el entendimiento humano? No se puede, y sin embargo la tendencia a desaparecer el estudio de “las humanidades” está presente en nuestros centros de enseñanza. El analista Silva-Herzog Márquéz nos remite a una severa llamada de atención que otro investigador, inglés, Terry Eagleton, publicó el 17 de este mes en un artículo en The Guardian sobre este tema. Al autor le parece impensable que existan universidades que excluyan a las humanidades y las artes de sus programas de estudio en todas las carreras y disciplinas, pero así como el miedo se filtra, algunas nefastas ideas también, por ejemplo: “Los hombres de a deveras estudian leyes e ingeniería, mientras el estudio de los valores y las ideas son para afeminados… (pero) Las humanidades deben constituir el corazón de cualquier universidad que se precie de tener tal nombre. El estudio de la historia y filosofía, acompañadas de conocimientos en arte y literatura, deben ser también para abogados e ingenieros, así como para aquellos que estudian en facultades dedicadas a las artes”. ¿qué diría Eagleton si supiera del invento mexicano de las “universidades tecnológicas”. Por eso somos tan fácilmente manipulables.