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viernes, 2 de diciembre de 2016

NI AL CASO

Joaquín Córdova Rivas Esperaba alguna reacción, después de todo el tema educativo atrae los reflectores cada que el titular de la SEP Aurelio Nuño se presenta en alguna de las escuelas públicas de educación básica —a la media superior ni caso le hacen—, a echarse un rollo mareador frente a los niños que no tienen por qué servir de escenografía, sin ser los destinatarios de los mensajes políticos. Si acaso la prensa nacional y algunos analistas siguieron mencionando que los resultados de la prueba PLANEA 2016 —Plan Nacional para las Evaluación de los Aprendizajes—, son igual de malos que los del año pasado. Y no se le puede rascar más atrás porque se llamaba ENLACE y cambió su estructura para evitar las comparaciones, aunque el pretexto fue el de incorporar aspectos nuevos y necesarios acordes con la fallida reforma educativa. Pero en los estados, o al menos en nuestro Querétaro, tampoco hubo reacciones de la estructura educativa local —que está convertida en un cascarón vacío pero muy caro, porque las decisiones importantes se toman en la SEP federal—, y es que seguimos con la mala costumbre de borrar la historia cada sexenio, y como la prueba del 2015 cayó en el anterior y la del 2016 en el actual, pues tampoco se esfuerzan por hacer análisis alguno y comprobar si se puede aprender algo. En el laberinto burocrático donde muchos se meten, pero nadie tiene responsabilidades, el diseño de la prueba lo hace el INEE, la aplicación corresponde a la SEP, el procesamiento de datos regresa al INEE, la difusión la hace el INEE a través de la SEP, y así se la pasan de uno al otro. A final de cuentas nos previenen de 7 características de PLANEA que hay que tomar en cuenta al momento de consultar los datos, mencionaremos las cuatro primeras —aunque no establecen prioridad ni jerarquía—: «Es una prueba objetiva y estandarizada. Está alineada al Marco Curricular Común, en particular a los campos disciplinares asociados con las competencias de Lenguaje y Comunicación (Comprensión Lectora) y Matemáticas. Está conformada por 110 reactivos de opción múltiple, 50 que evalúan Lenguaje y Comunicación (Comprensión Lectora) y 60 de Matemáticas. Es una prueba criterial que NO está diseñada para derivar conclusiones al respecto del desempeño de las escuelas o los docentes.» Esta última es la que llama la atención, si no sirve para lo que debe de servir entonces ¿para qué hacerla? ¿qué país hace una evaluación censal de su sistema educativo que no sirve para concluir algo? Supongamos que sus resultados retroalimentan el quehacer cotidiano de docentes, directivos, escuelas, estudiantes y padres de familia, entonces estaría justificado el gasto y el esfuerzo, pero ni eso. La forma en que se procesan y presentan los datos no sirve de nada, además no se hace difusión de los mismos ni se motiva a que los escolapios que la hicieron vean sus resultados individuales. Para colmo, los resultados para educación básica solo están disponibles por escuela, por grupo o por alumno, no hay resultados por estado o nacional, el argumento puede ser la falla en la cobertura que fue de menos del 80 por ciento, si se dice que fue por la oposición de la CNTE es falso, Yucatán apenas reporta una cobertura del 7 por ciento, en otros apenas se evaluaron las escuelas de CONAFE o faltaron las privadas, en fin, la variedad de problemas no aclarados para su aplicación impiden las comparaciones, al menos esa sería la excusa. Para media superior tenemos que Querétaro alcanza porcentajes, en comprensión lectora — «La evaluación del área de Lenguaje y Comunicación (Comprensión Lectora) explora la capacidad del alumno para comprender, analizar, interpretar, reflexionar, evaluar y utilizar textos escritos, mediante la identificación de su estructura, sus funciones y sus elementos, con el fin de desarrollar una competencia comunicativa y construir nuevos conocimientos que le permitan intervenir activamente en la sociedad.»— en el 2015 y 2016, en ese orden, de 36.0 y 37.6 en el nivel I, Insuficiente, es decir, en el peor nivel de logro hubo un pequeño incremento; en el nivel II, apenas básico, tenemos 21.9 y 27.9 un incremento de 6 puntos; en los niveles de logro deseables, señalados como bueno y excelente, en el mismo orden temporal tenemos 26.9 y 23.3, un retroceso de 3.6, en el nivel de logro IV teníamos 15.3 y ahora es de 11.2, una diferencia en contra de 3.9. En resumen: nada qué festejar y sí mucho de qué preocuparse. Las citas son de: http://planea.sep.gob.mx/ms/ En matemáticas —«explora la capacidad para identificar, interpretar, aplicar, sintetizar y evaluar matemáticamente su entorno, haciendo uso de su creatividad y de un pensamiento lógico y crítico que le permita solucionar problemas cuantitativos, con diferentes herramientas matemáticas.»—, siguiendo el orden anterior, en el nivel de logro I conocido como Insuficiente tuvimos el año pasado un porcentaje de 43.6 y en este baja un poquito a 42.2; en el nivel II, apenas básico, tuvimos 34.4 y ahora exactamente el mismo 34.4; en el nivel III bueno en el 2015 era de 14.7 y ahora de 17.1 un incremento de 2.4; en el nivel IV excelente teníamos 7.3 y ahora es de 6.3 un decremento de 1 punto porcentual. Lo menos que se puede decir es que estamos estancados. Fuera de las cifras, alarma que nuestros estudiantes que egresan de los diferentes niveles educativos: primaria, secundaria y preparatoria, lo hacen sin lograr los niveles mínimos necesarios exigidos, en teoría, para hacerlo. Nuestros jóvenes —hijos, sobrinos, nietos— están saliendo del nivel medio superior sin comprender lo que leen y apenas manejando las operaciones aritméticas básicas, y eso con suerte. Por experiencia personal puedo afirmar que las nuevas generaciones de estudiantes se perciben con mayores carencias afectivas y académicas que las anteriores, a pesar de los cacareos de una reforma educativa que margina de su diseño e implementación a los mismos muchachos y a los docentes, protagonistas del evento educativo escolar. Pero las autoridades ni al caso, simplemente incrementan el trabajo administrativo de los profesores y directores creyendo que eso mejorará el aprendizaje, pero es el efecto contrario, cosa que tampoco entienden.

sábado, 30 de junio de 2012

LA REALIDAD DE LA FICCIÓN

“Estamos rodeados de demasiados juguetes tecnológicos, con Internet, los iPod...La gente se equivocó. Yo no traté de prever, sino de prevenir el futuro. No quise hablar de la censura sino de la educación que el mundo tanto necesita”. Ray Bradbury Sé que debería estar escribiendo del proceso electoral que formalmente finaliza este fin de semana, de la importancia del día después, de las condiciones de gobernabilidad, de los temas en que, aparentemente, hay consenso, pero debajo de ese galimatías hay temas que son necesarios, que nos sirven para reflexionar y corregir sobre lo andado. Menos de un mes de que el gran escritor inglés muriera, su preocupación por la educación y la cultura era patente, se nota a lo largo de su obra. Mi generación tuvo, entre otros libros de lectura, el de Fahrenheit 451, la temperatura, en esos grados, en que se quema el papel. Nos sorprendimos con la paradoja de un equipado y entrenado cuerpo de bomberos cuyo trabajo era quemar libros en una sociedad ubicada en un futuro no muy lejano a 1953, año de su publicación. Y es que tener libros estaba prohibido, su contenido producía inquietud, intranquilidad, acicateaba la curiosidad, y eso, en una sociedad planeada hasta en su más mínimo detalle no podía ser tolerado. En cambio, se fomentaban las enormes pantallas de televisión, omnipresentes, siempre dispuestas a dar instrucciones sobre qué hacer, cómo pensar, qué comprar, cómo sentir. Ocupando todo el tiempo y todo el espacio con su incesante parloteo, motivando a las personas a delatar a familiares, amigos, vecinos que tuvieran libros o los leyeran. El mismo Ray Bradbury lo decía, su novela no era anticipo del futuro, era prevenirlo, evitar que sucediera; porque los libros son importantes, guardan nuestros pensamientos, descubrimientos, sorpresas, sentimientos; son las ayudas de una memoria que tiene límite: “Sin bibliotecas, ¿qué nos quedaría? No tendríamos pasado ni futuro”. Hoy no quemamos libros, no es necesario; allí están pero casi nadie los toca, no se leen, es que nos hemos vuelto más sofisticados. Prohibir la lectura se vería mal, dejaría al descubierto su objetivo. Lo que hacemos es desalentarla, es decirle a nuestros niños y jóvenes que lean para que constaten que no entienden, que sean capaces de decir los sonidos relacionados con un texto pero ser incapaces de entrar en su significado; que les resulte frustrante, aburrido, inútil leer. Así se culpan ellos mismos, sin entender que están educados para eso. ¿Cuál sería esa educación que preocupaba a Bradbury? La cinematografía reciente se ha ocupado del tema, no solo “de panzazo”, el documental interesado de una asociación claramente ligada a intereses empresariales y televisivos, también sus contrapartes como “un mexicano más”, o las norteamericanas “esperando a superman” o la novedad de “detachment” traducido como “indiferencia”. Desde distintas ópticas, todas tratando el tema de la debacle educativa en diferentes países de este sufrido mundo. En nuestro México lo vemos con paros y manifestaciones de una parte del magisterio, con elevadas resistencias a una evaluación “universal”, con el fracaso de una prueba como ENLACE que sirve para todo menos para conocer las debilidades y fortalezas de nuestro sistema educativo, con la improvisación de funcionarios de ese sector; con la venta, al mejor postor, de las condiciones de trabajo y los salarios de los profesores, sabiendo que en el paquete se deterioran las condiciones de aprendizaje. Parece necesario ampliar el enfoque y recurrir a alguien más: “los modelos de la vida buena han pasado hoy a ser la presa de llaneros solitarios, cazadores y tramperos, y se han convertido en uno más de los numerosos botines resultantes de la desregulación, privatización, la individualización y la conquista y la anexión de lo público por parte de lo privado”. Zygmunt Bauman (Mundo Consumo) se percata de que en la sociedad actual globalizada los ciudadanos valen sólo como consumidores, que este rollo neoliberal no sólo nos roba el presente sino que ya se apropió de nuestro futuro, que se ha metido hasta lo más íntimo de nuestras vidas y las ha desarticulado convenciéndonos de que es nuestra culpa, siendo su principal mentira. Nos lamentamos de la pérdida de valores pero pretendemos ignorar que: “Quienquiera que llame a resucitar los gravemente heridos «valores familiares» (y que lo haga sabiendo lo que tal llamamiento implica) debería empezar por esforzarse en reflexionar sobre las raíces consumistas tanto del languidecimiento de la solidaridad social en el lugar del trabajo como del desvanecimiento del impulso por compartir las tareas de atención y el afecto en el hogar familiar”, y agregaríamos que si no avanzamos en resolver asuntos tan básicos el cambio educativo seguirá siendo cuesta arriba y una simulación más. Debería haber escrito sobre el número de casillas, sobre el esforzado ejército de ciudadanos que participan en este proceso electoral, sobre el IFE y sus capacidades, sobre las desconfianzas y escasas certidumbres, pero no pude.