martes, 7 de abril de 2020

SABIDURÍA PARA PERVIVIR


SABIDURÍA PARA PERVIVIR
Joaquín Córdova Rivas

Una crisis dentro de la crisis. Los científicos sociales, conocedores de que deben opinar sobre lo que saben y han estudiado, no de lo que está fuera de su área de conocimiento como muchos otros que se volvieron expertos instantáneos en todo lo habido y por haber, parecen coincidir en algunos puntos, en otros de plano se contradicen, pero de eso se trata, de comparar y no cerrarse.

El sociólogo y doctor en Derecho, además de otros cargos académicos en universidades de Portugal y E.E.U.U., Boaventura de Sousa Santos lanza la primera provocación y cuestiona si en verdad estamos en una crisis planetaria o lo del Covid-19 es una manifestación más de una crisis permanente no resuelta.

«La pandemia actual no es una situación de crisis claramente opuesta a una situación de normalidad. Desde la década de 1980 (a medida que el neoliberalismo se fue imponiendo como la versión dominante del capitalismo y este se fue sometiendo cada vez más y más a la lógica del sector financiero), el mundo ha vivido en un estado permanente de crisis. Una situación doblemente anómala. Por un lado, la idea de crisis permanente es un oxímoron, ya que, en el sentido etimológico, la crisis es por naturaleza excepcional y pasajera y constituye una oportunidad para superarla y dar lugar a un estado de cosas mejor. Por otro lado, cuando la crisis es transitoria, debe ser explicada por los factores que la provocan. Sin embargo, cuando se vuelve permanente, la crisis se convierte en la causa que explica todo lo demás. Por ejemplo, la crisis financiera permanente se utiliza para explicar los recortes en las políticas sociales (salud, educación, bienestar social) o el deterioro de las condiciones salariales. Se impide, así, preguntar por las verdaderas causas de la crisis. El objetivo de la crisis permanente es que esta no se resuelva.» https://mamvas.blogspot.com/2020/03/coronavirus-todo-lo-solido-se-desvanece.html


En otros escritos, el estudioso, promovente de la decolonialización del saber, ha mantenido la idea de que la forma actual de hacer ciencia ya dio lo que podía dar, que la excesiva especialización científica, uno de los pilares de ese eurocentrismo que enseñamos en muestras escuelas a costa de otras formas de conocimiento y de relación con la naturaleza de la que formamos parte, provoca que no entendamos los problemas y que cualquiera imponga sus intereses y nos exija defenderlos como si fueran propios. Un ejemplo, parece haber coincidencia en que nuestros sistemas de salud no están preparados para emergencias como la actual debido a los recortes brutales, producto de un proceso de privatización que benefició a los grandes conglomerados privados a costa de la salud de las mayorías. Al menos eso señala el español Vicenç Navarro, quien examina a fondo el sistema de salud de su país, uno de los más golpeados por la pandemia:

«La expansión del neoliberalismo ha contribuido a que, desde los años ochenta, el mundo haya visto nada menos que cuatro grandes epidemias (ébola, SARS, MERS y ahora el COVID-19), siendo la aplicación de sus políticas (esto es, la desregulación de los mercados y su mundialización, así como las políticas de austeridad social) uno de los factores que más han contribuido a la expansión de tales enfermedades a los dos lados del Atlántico Norte (lo cual explica que adquirieran gran visibilidad mediática, pues ha habido también otras epidemias que, al no afectar a estos países y haberse limitado y contenido en los países subdesarrollados o en otros continentes, apenas han sido noticia). […] La otra intervención, perjudicial también para el bienestar de las clases populares, ha sido la reducción de servicios fundamentales para garantizar el bienestar de la población como los servicios sanitarios y los de salud pública, así como los servicios del cuarto pilar del bienestar como escuelas de infancia y servicios a las personas dependientes como los ancianos, que son imprescindibles para aminorar el enorme impacto negativo de la epidemia en la calidad de vida de las poblaciones.»

El mismo Navarro cita otros estudios hechos a la velocidad en que se propaga la pandemia: «En el artículo “We need strong public health care to contain the global corona pandemic”, escrito por Wim De Ceukelaire y Chiara Bodini, se señala que la privatización de los servicios que ha tenido lugar en muchos países europeos, como en Italia, junto con los recortes del gasto público sanitario, han dificultado la pronta resolución de la pandemia, convirtiéndose el caso italiano en el mejor ejemplo europeo de colapso del sistema sanitario. Los autores señalan en este aspecto que en “Italia, el país hasta ahora más afectado en Europa, la regionalización de la atención sanitaria –como parte de una política mucho más amplia de desmantelamiento y privatización progresivos del Servicio Nacional de Salud– ha retrasado significativamente la adopción de medidas coherentes para contener la enfermedad y reforzar el sistema sanitario. En la medida en que sus sistemas sanitarios no han sido capaces de coordinar las respuestas colectivas adecuadas, no debe sorprendernos que las medidas tomadas por los Gobiernos europeos se centren en las responsabilidades individuales de la gente. El distanciamiento social se ha transformado en la pieza principal de sus planes de mitigación del COVID-19".» https://mamvas.blogspot.com/2020/03/las-consecuencias-del-neoliberalismo-en.html

El filósofo de origen sudcoreano y radicado en Alemania, Byun Chul-Han, señala aspectos de la pandemia que se nos están quedando fuera del panorama:

«El coronavirus está poniendo a prueba nuestro sistema. Al parecer Asia tiene mejor controlada la pandemia que Europa. En Hong Kong, Taiwán y Singapur hay muy pocos infectados. En Taiwán se registran 108 casos y en Hong Kong 193. En Alemania, por el contrario, tras un período de tiempo mucho más breve hay ya 15.320 casos confirmados, y en España 19.980 (datos del 20 de marzo). También Corea del Sur ha superado ya la peor fase, lo mismo que Japón. Incluso China, el país de origen de la pandemia, la tiene ya bastante controlada. Pero ni en Taiwán ni en Corea se ha decretado la prohibición de salir de casa ni se han cerrado las tiendas y los restaurantes. Entre tanto ha comenzado un éxodo de asiáticos que salen de Europa. Chinos y coreanos quieren regresar a sus países, porque ahí se sienten más seguros. Los precios de los vuelos se han multiplicado. Ya apenas se pueden conseguir billetes de vuelo para China o Corea. […] En comparación con Europa, ¿qué ventajas ofrece el sistema de Asia que resulten eficientes para combatir la pandemia? Estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. También confían más en el Estado. Y no solo en China, sino también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa. Sobre todo, para enfrentarse al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital. Sospechan que en el big data podría encerrarse un potencial enorme para defenderse de la pandemia. Se podría decir que en Asia las epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino sobre todo también los informáticos y los especialistas en macrodatos. Un cambio de paradigma del que Europa todavía no se ha enterado. Los apologetas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva vidas humanas. […] En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. No es posible escapar de la cámara de vigilancia. Estas cámaras dotadas de inteligencia artificial pueden observar y evaluar a todo ciudadano en los espacios públicos, en las tiendas, en las calles, en las estaciones y en los aeropuertos.
Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia. Cuando alguien sale de la estación de Pekín es captado automáticamente por una cámara que mide su temperatura corporal. Si la temperatura es preocupante todas las personas que iban sentadas en el mismo vagón reciben una notificación en sus teléfonos móviles. No en vano el sistema sabe quién iba sentado dónde en el tren. […] En Taiwán el Estado envía simultáneamente a todos los ciudadanos un SMS para localizar a las personas que han tenido contacto con infectados o para informar acerca de los lugares y edificios donde ha habido personas contagiadas. Ya en una fase muy temprana, Taiwán empleó una conexión de diversos datos para localizar a posibles infectados en función de los viajes que hubieran hecho. Quien se aproxima en Corea a un edificio en el que ha estado un infectado recibe a través de la 
“Corona-app” una señal de alarma. Todos los lugares donde ha habido infectados están registrados en la aplicación. No se tiene muy en cuenta la protección de datos ni la esfera privada. En todos los edificios de Corea hay instaladas cámaras de vigilancia en cada piso, en cada oficina o en cada tienda. Es prácticamente imposible moverse en espacios públicos sin ser filmado por una cámara de vídeo. Con los datos del teléfono móvil y del material filmado por vídeo se puede crear el perfil de movimiento completo de un infectado. Se publican los movimientos de todos los infectados.» https://mamvas.blogspot.com/2020/03/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de.html

Por un lado, la implementación de políticas privatizadoras que debilitan los sistemas de protección social, por el otro la vigilancia extrema aprovechando los avances tecnológicos y la desaparición de buena parte de la vida privada de cualquier persona. Se antoja poner a trabajar la imaginación para orientar la tecnología en la prevención sin perder libertades tan trabajosamente ganadas, cambiar el modelo económico por disfuncional, corruptor e injusto. Hay otras amenazas, seguramente otras pandemias harán su aparición, ni modo, no somos los únicos habitantes del planeta ni los reyes de la creación.

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