lunes, 16 de marzo de 2020

EL DÍA SIGUIENTE


EL DÍA SIGUIENTE
Joaquín Córdova Rivas

Un movimiento social masivo que, por lo mismo, tardará en cristalizar. Una indignación generalizada y la exigencia de cambio. Marchas, gritos, consignas, canciones pintas, ausencias. ¿Qué sigue?

Judith Butler: «Si una es una mujer, desde luego eso no es todo lo que una es; el concepto no es exhaustivo, no porque una persona con un género predeterminado trascienda los atributos específicos de su género, sino porque el género no siempre se establece de manera coherente o consistente en contextos históricos distintos, y porque se interseca con modalidades raciales, de clase, étnicas, sexuales y regionales de identidades discursivamente constituidas.»

Teresa de Lauretis: «Por la frase el sujeto del feminismo entiendo una concepción o una comprensión del sujeto (femenino) no sólo distinto de la Mujer con mayúscula, la representación de una esencia inherente a todas las mujeres […] sino también distinta de las mujeres, de las reales, seres históricos y sujetos sociales que son definidos por la tecnología del género y engendradas realmente por las relaciones sociales. (…) es un constructo teórico (una manera de conceptualizar, de comprender, de explicar ciertos procesos, no las mujeres).»

«El feminismo es una práctica deslocalizadora, por lo mismo no puede ser sólo localizada en un movimiento, en la identidad. (…) el feminismo busca la transformación de la política moderna y no su adecuación. La transformación implica un punto de fuga, un lugar indeterminado de invención y transformación, cierta negatividad imposible de asir en las prácticas ritualizadas y reconocibles de la política» MUJERES Y FEMINISMOS: ENTRE IDENTIDAD Y DES-IDENTIFICACIÓN Mabel Alicia Campagnoli.  EL PSICOANALITICO. Número 7 – Octubre de 2011. ¡Mujeres!

El feminismo del siglo XXI parece una ruptura de las olas feministas del siglo pasado, quizás el desarrollo tecnológico, las redes sociales, la imposición de la realidad como un show que no descansa mas que en los lapsos comerciales, unos medios masivos de comunicación que secuestran la pluralidad de miradas, le estén imprimiendo una particularidad que todavía no se entiende.

Por mucho que indigne, que duela, el feminismo no puede agotarse en la lucha contra el feminicidio, hay demandas y propuestas que tienden a desaparecer esa violencia extrema, a atacarla de raíz, a construir nuevas feminidades y masculinidades.

«El feminicidio no se entiende como un hecho aislado y cerrado en sí mismo: debe ser analizado en el contexto de los entramados sociales y en el proceso cada vez más profundo de construcción de una subjetividad femenina (una construcción de sí). Dicha construcción, como apunta Touraine (2006), irrumpe en las formas tradicionales a través de las cuales hombres y mujeres se relacionan, y funciona como un detonador que explicaría en gran parte el incremento de la violencia contra las mujeres. De esta forma, los feminicidios, y la violencia que los acompaña, no son sólo
la expresión de una crisis (social, económica o de valores) sino una respuesta al proceso de construcción de las mujeres como sujetos.»

Los investigadores Nelson Arteaga Botello y Jimena Valdés Figueroa (marzo del 2012) encuentran que: «El feminicidio no se entiende fuera de su contexto histórico. en el caso de la violencia asesina contra las mujeres, la posesión sexual no es lo más importante; ésta no es más que un dividendo o un extra. El objetivo del feminicidio es cuestionar el orden social emergente que anuncia el continuo declive de la tradicional posición de dominio y poder de los hombres frente a las mujeres.»

Además demuestran que hasta el mas muertes por feminicidio hay diferencias, no afecta por igual porque las desigualdades sociales también aquí cuentan: «No obstante, los feminicidios, al menos en los casos que aquí se estudian, no se presentan en todos los sectores sociales. La probabilidad que tiene una mujer de encontrar la muerte por su condición de género no está distribuida de la misma manera en la estructura social. […] las mujeres que viven en condiciones enmarcadas por la marginación, la pobreza y la exclusión educativa tienen mayores probabilidades de morir asesinadas por su condición de género que las mujeres en condiciones de vida más favorables. […] la construcción de una cierta subjetividad femenina (independencia, autonomía, capacidad de decisión) se establece como un detonante particular para el feminicidio. […] en gran parte de los casos, la violencia asesina en contra de las mujeres es la cristalización de una violencia estructural más amplia. […] este tipo de homicidios se inscribe en una lógica tendiente a reproducir los prejuicios sobre el comportamiento de las mujeres y, por consecuencia, de sus victimarios, ocultando los entramados sociales que hay detrás.»

Imposible sintetizar en este espacio lo que estos, y muchos otros investigadores, han encontrado y sus propuestas para interpretar y entender esta realidad que parece que nos apabulla, no parece haber duda que este siglo estará marcado por un feminismo que busca lo que sigue a ese día después del 8 y 9 de marzo, a plantearse un desarrollo de largo plazo que evite los retrocesos sobre lo ya avanzado, un movimiento más incluyente porque los modelos de masculinidad también están en permanente construcción.

«La posibilidad de establecer una separación del ejercicio de la sexualidad con respecto a los fines meramente reproductivos y la maternidad hace viable que las mujeres construyan una definición de sí mismas distinta a la establecida en otras épocas y, sobre todo, que construyan una relación con las diversas esferas de la actividad social, particular y diferente a la de los hombres. […] este cambio no significa que las cosas sean fáciles, que se viva un proceso exento de tensiones y conflictos. Las resistencias se observan en las propias mujeres y, claro, en los hombres […] la violencia y el feminicidio son el resultado de una masculinidad trastocada por la constante consolidación del trabajo de las mujeres sobre sí mismas, el cual les permite convertirse en sujetos. […] la violencia en ocasiones terminante de la vida de una mujer no es resultado únicamente de la presencia de una “cultura machista” (que cabría suponer se encuentra desterrada de otros sectores sociales). Más bien, los procesos de desafiliación de todo tipo, aunados a la falta de densidad social, impiden que los hombres tengan recursos materiales y simbólicos para generar dinámicas que permitan enfrentar los procesos de reconfiguración de las relaciones de género. […] la violencia asesina es una forma en que el victimario niega la subjetividad del Otro (su víctima), cosificándola para reafirmar la suya propia. De alguna forma, en el caso de los feminicidios, esto muestra que en la acción donde un hombre mata a una mujer se niega algo de ella y se afirma algo de él.» Contextos socioculturales de los feminicidios en el Estado de México: nuevas subjetividades femeninas. Nelson Arteaga Botello y Jimena Valdés Figueroa. Revista Mexicana de Sociología · Marzo 2010. https://www.researchgate.net/publication/49943419

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