EL
HORROR Y EL ERROR
Joaquín
Córdova Rivas
Una
historia de horror y de dolor. Las fechas conmemorativas quedan rebasadas
porque hay un continuo de agresiones desde hace décadas, que se nos comenzaron
a hacer normales porque nos enseñaron que la violencia es consustancial al
simple paso de los días y los años, como si los tiempos de paz, de
tranquilidad, de espacios de vida digna, de simple felicidad fueran excepciones
cada vez más espaciadas, más cortas, como si no lo mereciéramos.
Entre
más sabemos más nos asombramos de nuestra incapacidad de indignarnos, de
nuestra desmemoria, de la falta de solidaridad, del inmenso miedo que nos
paraliza y nos impide actuar. Lo peor es que racionalizamos nuestra falta de
arrojo, nuestro silencio culpable, no faltan los pretextos para no
involucrarse.
No
encuentro la referencia exacta, seguramente el texto existe porque lo recuerdo,
era de Heberto Castillo —si la memoria no traiciona— y hablaba sobre la
tolerancia y los intolerantes. De esos que se escudaban en las supuestas
libertades para renegar de ellas y atacarlas, para convertir en víctimas a
quienes defendían la tolerancia en abstracto y no atinaban a poner límites a
quienes abusaban de su poder. Una vieja paradoja que cada tanto se recicla. Los
mismos que antes sin pudor, sin vergüenza, sin misericordia o ética alguna
masacraron a los más débiles e indefensos, ahora se dicen reprimidos porque no
pueden hacer lo que antes hacían.
Así,
como sin querer, se van develando sus abusos cotidianos. “Hasta los dientes” es
el título de un documental que se puede ver en Prime video, da cuenta del
calvario de los familiares, amigos, compañeros y de cientos de ciudadanos
regiomontanos por exigir una justicia que sigue sin cristalizar. Que presenta
el horror de esa maquinaria burocrática al servicio de la brutalidad y la
ignorancia que asesina a dos estudiantes del Tec de Monterrey —dentro de sus
instalaciones— y los hace parecer como sicarios del crimen organizado que
mueren en un enfrentamiento, cuando fue una ejecución extrajudicial. Esto en el
marco de una irresponsable y cruenta “guerra contra el narcotráfico” declarada
y dirigida por Felipe Calderón y sus cómplices. El mismo expresidente que quiso
presentarse, en días pasados, a dar una conferencia en ese mismo campus y que
fuera repudiado por la comunidad estudiantil. Suceso que no tardó en ser presentado
como una forma de intolerancia y de ataque a la libertad de expresión, como si
las comunidades de cualquier tipo no tuvieran derecho a defenderse y elegir a
quién quieren escuchar y a quién no, a quién toleran que pise un lugar que
debiera ser pluralmente académico y rechazar versiones ideológicas violentas y,
esperamos, obsoletas. Rechazar el autoritarismo y sus símbolos se quiere
presentar como intolerancia cuando es un sentido y digno rechazo a los
agresores de siempre.
El
poeta Javier Sicilia recuerda, dolorosamente, en un libro editado en el 2016
—El deshabitado. Grijalbo-Proceso—, hablando de sí mismo en tercera persona:
«México,
pese a la reserva moral que gente como ellos había mantenido viva, a pesar de
la lucha zapatista que diecisiete años atrás dio una salida al país, pero que,
incomprendida, fue cercada y marginada, estaba devastado, extraviado en el
infierno. Setenta años de una dictadura de partido que trató al país como su
patrimonio, enquistándolo de mafiosos y criminales, veinte de una economía
liberal y de una transición democrática fallida, y cinco de una guerra contra
el narcotráfico desatada por el presidente Felipe Calderón y auspiciada por los
Estados Unidos, lo sembraron de miseria, de cadáveres desmembrados y exhibidos
como basura, de secuestrados, de desaparecidos y de miedo. Un lento pudrimiento
del esqueleto moral y político del país lo había derruido.»
Las
metáforas del poeta son precisas, estamos “sembrados” de horrores y errores, de
miseria y violencia y esa “siembra” sigue dando sus macabros frutos y lo
seguirá haciendo por mucho tiempo hasta que no se arranque de raíz, hasta que
no siga germinando. Pero eso lleva tiempo. Sembrar una cultura de paz, de no
violencia, de honestidad y ética requiere de voluntad y no dejarse corromper,
sus frutos no serán instantáneos, pero tendrán que irse dando antes de que los
violentos tengan más posibilidades de regresar y destruir lo ya logrado.
La
decepción y traición foxista fue narrada como fábula, por la escritora Sabina
Berman, en esa reunión de intelectuales que le piden al lenguaraz guanajuatense
honrar los millones de votos que lo llevan a la presidencia de la república y
que exigen un rompimiento con el régimen priista. Su cobardía no tiene nombre,
prefiere entregarse y acordar con un derrotado partido oficial que honrar su
palabra. https://www.eluniversal.com.mx/opinion/sabina-berman/fox-cae-en-un-hoyo-otra-vez
Sicilia
tampoco es optimista, conoce el sistema y a través de la imaginación de un
amigo describe:
«Por
la mente de Georges pasó la presencia de ese ser con rostro de hombre honesto y
cuerpo de serpiente, multicolor y alado, cuya cola termina en una punta
venenosa y que custodia el octavo círculo del infierno de Dante, el de los
fraudulentos que siembran las discordias y las guerras civiles.»
Refiriéndose
a Peña Nieto y la entonces pendiente aprobación de la Ley de Víctimas:
«Es
un nuevo Gerión. Cada presidente de México es Gerión. Pero lo hará, No tiene
otra opción para ganar la legitimidad frente al desastre del país. Peña Nieto
es un hombre intelectualmente pobre y también violento. Recuerda la espantosa
represión de Atenco cuando era gobernador del Estado de México. Pero a
diferencia de Calderón —un hombre visceral y contradictorio— es frío, ajeno al
sentimiento y tiene asesores políticos maquiavélicos a los que escucha. Nos
dará la Ley y cambiará el discurso belicista. Lo verás. Pero en el fondo todo
permanecerá igual o empeorará. Son las perversiones de la política: que todo
cambie para que todo siga igual. Esa Ley de Víctimas que acusa al Estado, es el
rostro benévolo de una atrocidad: el incumplimiento de las leyes que estaban
hechas para protegernos e impartir justicia. La promulgará, luego la manipulará
mientras la violencia continúa apilando muertos y desaparecidos.»
Hay
que recordar ese pasado de horror para evitar el error de justificarlo, de
tolerar a sus emisarios que quieren recuperar ese poder que utilizaron para
masacrar a una población que no atinaba a defenderse ante el terror provocado.
Que nunca retornemos a racionalizar la maldad para darle otra oportunidad invocando
libertades que quieren destruir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario